miércoles, 29 de septiembre de 2010

Mitos

Dice nuestro ínclito secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, que es un mito afirmar que las exenciones fiscales, subsidios, deducciones y créditos con que el gobierno beneficia a los grandes contribuyentes constituya una sangría de recursos en contra del país.

Y añade, en defensa de esos privilegios, que se otorgan porque de otro modo las empresas mexicanas perderían competitividad en los mercados mundiales.

La dizque argumentación sorprende porque proviene de un gobierno que, como sus predecesores priistas, tienen al mercado como el gran gurú autoregulador de los agentes económicos.

La justificación que esgrime Cordero Arroyo implica una nada encubierta forma de proteccionismo, ese que dicen abominar los estrategas económicos del régimen, pero que aplican sin rubor cuando se trata de favorecer el "capitalismo de amigos", como denunció en octubre del año pasado el Premio Nobel de Economía 2000, James J. Heckman.


Que no paguen impuestos las empresas favoritas del régimen costará al país sólo este año una sangría de recursos por 201 mil 247.2 millones de pesos, según el Presupuesto de Gastos Fiscales integrado por la propia Secretaría (La Jornada 29/09710).

Esta "renuncia recaudatoria" incluye disminuciones, diferimientos y exenciones en el pago del impuesto sobre la renta (ISR), en la aplicación del impuesto empresarial a tasa única (IETU), la devolución de los peajes pagados en la red carretera, entre otros.

De acuerdo con el diagnóstico de Heckman, son este tipo de favores lo que permite en México la formación de monopolios y lo que verdaderamente resta competitividad al país.

La argumentación de Cordero es tan falaz que sólo basta con voltear a ver el más reciente Índice de Competitividad Mundial elaborado por el Foro Económico Mundial. En efecto, apenas el pasado 8 de septiembre se difundió que en esa medición México siguió perdiendo lugares.

En un radar de 139 países, el nuestro ocupa el puesto 66 por debajo de naciones como Vietnam (59), Azerbayán (57), Omán (34), Túnez (32), Puerto Rico (41) y Barbados (43). Todavía más: México perdió seis niveles en competitividad, pues pasó del lugar 60 en 2009-2010 al 66 en 2010-2011.

De modo que los beneficios fiscales a las grandes corporaciones no mejoran la competitividad del país y sí perjudican la disponibilidad de recursos para, por ejemplo, mejorar la infraestructura de salud, educativa y carretera, así como la reactivación del mercado interno y la generación de nuevos puestos de trabajo.

¡Que no se nos olvide!

viernes, 24 de septiembre de 2010

Machote



La oficina encargada de la papelería en Los Pinos ha ordenado la impresión del siguiente formato, según trascendió:



El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa, condena de la manera más enérgica la artera acción criminal en la que perdió la vida ____________________________ (Anótese aquí el nombre del próximo alcalde, mando medio, soldado o civil, muerto o asesinado por el crimen organizado o por militares) y expresa sus condolencias a la familia por tan lamentable pérdida.

El Gobierno Federal reitera su compromiso de continuar trabajando por la seguridad de todos los ciudadanos y no dar tregua a las bandas criminales.

jueves, 23 de septiembre de 2010

PAN: aniversario y derrota



El discurso pronunciado ayer por Felipe Calderón, en ocasión del 71 aniversario de la fundación del Partido Acción Nacional (PAN), puede leerse como una "confesión de parte" de la crisis por la que atravieza ese partido.

Lo que quiso ser seguramente una pieza oratoria motivadora terminó siendo una tácita admisión del ánimo derrotista que campea entre los panistas de cara a las elecciones de 2011 y las presidenciales de 2012.

De acuerdo con Calderón, al panismo "le falta alma, le falta ánimo". Fue más allá: parafraseando a quien reconoce como su formador ideológico, Carlos Castillo Peraza, cuestionó que los panistas se avergonzaran de sí mismos y se sintieran como "perros acosados".

Finalmente, les pidió que no se sintieran menos y que reivindiquen la obra de gobierno que ha hecho el partido porque "nadie más lo va a reconocer".

El discurso es notable porque da cuenta de que Calderón está al tanto de que su administración ha puesto a su partido contra las cuerdas. Las derrotas electorales de 2009 y 2010 --así hayan ganado algunas posiciones merced a su alianza con el PRD--, así como las crecientes descalificaciones que cada vez más amplios sectores de la población dirigen contra el actual gobierno de facto han postrado a la militancia panista.

Sin argumentos --puesto que "la obra de gobierno que ha hecho el partido" ha resultado más bien catastrófica en materia económica, en seguridad pública, en educación, en política exterior y en casi cualquier ámbito de la administración pública que se analice-- los panistas saben en su fuero interno que las derrotas de estos años los acercan irremediablemente a entregar el poder en 2012.

Ese es el ánimo que también percibe Calderón. De ahí su discurso, el cual resultó más revelador que motivador.

Sabe que si no son los panistas, nadie cantará las loas que requiere su "gobierno".Lo malo para el calderonismo es que nunca ha contado con una figura con la talla suficiente para salir al paso y refutar, con alguna credibilidad y con un discurso sólido, las descalificaciones que lo agobian.

Quienes lo han intentado, como el ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, o el ex presidente nacional del PAN, Germán Martínez, han terminado como cartuchos quemados por lo que parece ser el signo del calderonismo: la mendacidad.

Desconfiado, celoso de que alguien le robe reflectores del poder , quizá por la deslegitimación que lo persigue, o por todo eso a la vez, Calderón ha insistido en ser él quien responda en todos los frentesde conflicto que diario se le abren a su administración.

La grisura de su gabinete parece ser otro efecto buscado a propósito por el felipismo para no sentirse incómodo.

En su arenga de ayer, el ocupante de Los Pinos, acaso sin quererlo, terminó por reconocer que la base social del panismo está acorralada, acaso avergonzada y muy conciente de la derrota que viene.

martes, 14 de septiembre de 2010

Caso Diego: la venganza social

El grupo en el poder ha debido tomar nota de la repulsa social que concita la figura de Diego Fernández de Cevallos y lo que representa.

El secuestro de Fernández de Cevallos ha sido, a su modo, un termómetro que resume el ánimo social contra quienes se identifica como miembros prominentes de una clase política corrupta, enriquecida al amparo de los cargos públicos  y del tráfico de influencias en detrimento del bienestar general.

Los comentarios --burlones, unos; despreciativos, otros-- dejados por internautas en los espacios de opinión de las ediciones de periódicos on line, reflejan un ánimo de venganza satisfecho.

Se dirá que se trata de reacciones indeseadas, puesto que nadie debería regocijarse con el dolor ajeno. Esos internautas pueden llegar a condolerse de la suerte del político panista, pero en general, muestran beneplácito por su situación actual, la cual es considerada como "un justo castigo" "por todo lo que nos ha robado" o por todo "el sufrimiento que causan al pueblo sus rapacerías".

La mayoría de esos lectores opina que el secuestro es una práctica deleznable y cuyo sufrimiento no se desea a nadie, pero aplicada al llamado Jefe es un castigo apenas merecido. Se trata de una reacción propia de un sociedad resentida contra una clase política arbitraria acostumbrada a vejar a la ciudadanía y a la que difícilmente se le puede llamar a cuentas por sus despropósitos porque la impunidad es la patente de corzo del sistema.

Se trata, en suma, de una reacción, si se quiere visceral y primitiva, pero explicable en una población que carece de los mecanismos institucionales y legales, propios de una auténtica democracia, que le permitan ejercer sus derechos ante el abuso o el incumplimiento de los gobernantes.

Si deben ocurrir episodios como éste para que el ciudadano sienta que por fin se hace justicia --así sea por medios extralegales-- ello muestra no sólo el resentimiento social acumulado contra la clase dirigente, sino peor, la ínfima calidad de la democracia mexicana , el descrédito y falta de representatividad  de esa élite y la deslegitimación de las instituciones..

Allí se encuentra también el origen de los infructuosos llamados de Felipe Calderón para que la población se una, adopte y sienta como suya la guerra contra los cárteles de la droga.. Un hombre cercado por la ineptitud propia y de sus colaboradores, perseguido además por las sospecha de haberse robado la presidencia de la República, jamás concitará el ánimo popular en torno suyo o de sus políticas.

El secuestro de Fernández de Cevallos muestra, así, la dimensión del resentimiento social y, paralelamente, la falta de representatividad y legitimidad que la población percibe en los políticos.

Durante esa otra simulación denominada Diálogos por la seguridad Calderón reconoció que su grupo no había atinado a comunicar a la sociedad los esfuerzos que se realizan en el combate a la delincuencia. En consecuencia, nombró a Alejandro Poiré como vocero de la Estrategia de Seguridad Nacional.

El problema, sin embargo, está en otra parte. No sólo se trata de un asunto de comunicación. Y el caso Diego ayuda a proporcionar alguna de las claves.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Televisa y Peña Nieto: fabricar un presidente



Los estrategas de Televisa y del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, están aplicando desde hace por lo menos tres años lo que en communication research se conoce como la teoría de los efectos de largo plazo producidos por los medios de comunicación y cómo esos efectos contribuyen a construir la imagen que el ciudadano se hace de la realidad social.

Se trata de un paradigma en teorías de la comunicación, según el cual las comunicaciones que los ciudadanos reciben de los medios no influyen directamente, como se creía antes, en el comportamiento explícito. Es decir, no porque una campaña publicitaria sugiera al espectador adquirir tal o cual producto, aquel correrá a comprarlo.

En cambio, lo que Wilbur Schramm y Roberts, D., descubrieron hace tiempo, fue que las comunicaciones tienden a influenciar la forma en la que el destinatario organiza su propia imagen del ambiente.

De acuerdo con esto, los mensajes cursados a través de los medios de comunicación no buscan ya modificar las actitudes, valores y comportamientos del destinatario, sino algo más complejo: se pretende un efecto cognoscitivo sobre los sistemas de conocimiento que el individuo asume y estructura establemente, a causa de su consumo de comunicaciones de masas.

Además del cambio en cuanto al tipo de efecto, las nuevas estrategias de comunicación modifican el marco temporal: Ya no se buscan efectos puntuales e inmediatos derivados de la exposición a cada mensaje, sino efectos acumulativos sedimentados en el tiempo.

Es un condicionamiento más profundo. No se trata de pretender cambiar la opinión de la audiencia con un mensaje en particular. Sino de moldear el modo de concebir la realidad para que esa audiencia tenga un marco común con arreglo al cual interpretar los signos y los mensajes específicos.

Efectos acumulativos que van quedando sedimentados en la estructura mental de los individuos para que reaccionen conforme a esos condicionamientos y rechacen naturalmente estímulos que estén en contra de esas concepciones así estructuradas.

De hecho, toda la publicidad comercial y política de productos en apariencia tan disímbolos como los chícharos, un shampoo o un auto, en realidad refuerzan un mismo mensaje y un tipo de conducta o esquema de vida (la cocina-la apariencia-el transporte): se refuerza un modelo de vida de confort. La sociedad hedonista como fin y principio de todo.

En ese marco, la protesta, la crítica, la movilización social son tenidas como zonas de conflicto y de sufrimiento que nos apartan del paraíso prometido en el que sólo seremos consumidores satisfechos (de productos, de gadges, de candidatos).



A eso tiende la constante presencia de Peña Nieto en los noticieros de Televisa. El efecto acumulativo Peña Nieto está vinculado a una exposición cotidiana, normal, continuada.

Su candidatura se ha trabajado para que obre efectos de largo plazo, y para que su figura y sus logros se asienten gradualmente en el imaginario colectivo, como una presencia constante, familiar, que dé la impresión de que siempre ha estado allí, con nosotros (efecto cognoscitivo).

Un ejemplo de efecto acumulativo es el siguiente: cuando usted piensa en pan blanco piensa automáticamente en Bimbo. De hecho, la marca, ha pasado a sustituir el nombre del producto o se le asocia en automático.

Así, como señala Mauro Wolf (La investigación de la comunicación de masas, Paidós) el paso de los efectos limitados a los efectos acumulativos implica el abandono del modelo transmisor de la comunicación en favor de un modelo centrado en el proceso de significación.

Desde este punto de vista --observa el teórico italiano-- los medios desarrollan un papel de construcción de la realidad (creating a second-hand reality), nos ayudan a estructurar la imagen de la realidad social de largo plazo, a formar nuevas opiniones y creencias.

A lo anterior responde el prolongado proceso de promoción televisiva de la figura de Peña Nieto. No se trataba, como ha sido lo usual hasta ahora, de construir su imagen a partir de su nominación como candidato, sino de lograr un efecto acumulativo en la percepción colectiva de él como el próximo presidente.

En otras palabras, todo el despliegue de noticias sobre él, todo lo que se dice en la mayoría de las columnas políticas, todas sus fotografías y declaraciones, todo está encaminado a que así como usted piensa en Bimbo cuando quiere pan blanco, piense en Peña Nieto cuando elija presidente de la República.