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sábado, 10 de julio de 2010

México: del Estado paralelo al Estado fallido/I


La infiltración del crimen organizado y del narcotráfico en particular en las estructuras empresariales, políticas y sociales ha conducido al país a la actual descomposición que se manifiesta en la incapacidad del Estado para garantizar la gobernabilidad en cada vez más vastas regiones de nuestra geografía, así como la  seguridad de los ciudadanos.

Esa infiltración fue incubada por la existencia en México de lo que se conoce como un Estado paralelo. De acuerdo con la Fundación para las Relaciones Internacionales y el diálogo Exterior (Fride), el concepto de Estado paralelo está siendo utilizado con mayor frecuencia para describir la existencia de un nexo clandestino entre el liderazgo político formal, las facciones al interior del aparato del Estado, el crimen organizado y/o los expertos en violencia.

Ese nexo o acuerdo clandestino, al que hemos aludido en anteriores entregas, ha tenido lugar en México tanto con los gobiernos del PRI como del PAN, y participan de él la clase política de esos partidos, los poderes fácticos (el duopolio televisivo y los intereses del gran capital nacional y trasnacional) y, durante muchos años, miembros del crimen organizado beneficiados con componendas a cambio de financiamiento subterráneo para campañas políticas y el mantenimiento de un statu quo que garantizaba la concurrencia de grandes negocios al amparo del poder público.

Según el estudio de Fride, la naturaleza de un acuerdo "paralelo" es el de distorsionar la aplicación de la política gubernamental oficial, a través de la protección y promoción de los intereses de algunas facciones que disfrutan de verdaderos y profundos vínculos con el Estado, así como de outsiders especializados en crimen y violencia (¿le suena?).

El efecto principal de este acuerdo es el de perpetuar la incapacidad del Estado para proveer bienes  públicos básicos --tales como la seguridad, el Estado de derecho, el bienestar social y el crecimiento económico-- mediante la desviación o coacción de políticas de gobierno al servicio de estos poderes de facto, aun cuando se mantiene la apariencia de un sistema estatal legítimo y en funcionamiento.

Así que si usted se pregunta, por qué el país no tiene ni crecimiento ni desarrollo económico, pese a los grandes planes que cada sexenio ponen en práctica los brillantes economistas gubernamentales, pues ahí tiene la respuesta: merced a este acuerdo paralelo, el gobierno y la política económica --como ha dicho el economista Julio Bolvinik-- están orientados "a que haya millones de pobres y persistan los monopolios".

El surgimiento del nexo político-criminal, de acuerdo con Fride, se ha profundizado por las crecientes oportunidades proporcionadas por la integración de la economía global y por la intensificación de los vínculos comerciales trasnacionales resultantes.

La esencia de un Estado paralelo es que combina una autoridad política formal (incluye la apariencia de Estado de derecho, una representación pública formal y una clara jerarquía de autoridad) con una estructura de poder informal surgida de las entrañas del Estado, que está orgánicamente ligada a él y que por ende sirve a sus propios intereses sectoriales o institucionales, todo ello en combinación con redes del crimen organizado o grupos armados.

Estos intereses no son predatorios, ya que no buscan suplantar la presencia territorial del Estado, ni simbióticos, ya que los líderes formales pueden oponerse a las actividades criminales y terroristas.

Volveremos sobre el tema...

viernes, 16 de enero de 2009

Fuego amigo


El embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, escuchó atónito la pregunta: "Algunos análisis de inteligencia dicen que la violencia desenfrenada y la corrupción gubernamental en México lo han convertido en un Estado fallido. ¿qué opina de eso?"

Esa entrevista, junto con otros materiales dedicados a nuestro país, se incluyeron en la edición de diciembre de la revista Forbes, cuyo artículo de portada reza: El desmoronamiento mexicano.

En algunos círculos de opinión de aquí, ese y otros pronunciamientos recientes del stablishment estadounidense se interpretan como una campaña con miras a propiciar una mayor injerencia en las decisiones que se adoptan de este lado de la frontera, ante lo que se considera el fracaso de la batalla contra el narcotráfico.

A su vez, el stablishment mexicano respondió en voz de uno de sus representantes mejor posicionados. El historiador Enrique Krauze se queja de lo que considera una "falsa e injusta visión" (Reforma 11/I/09), pero lo hace de una manera falaz.

"La defensa de nuestra imagen" que intenta Krauze asombra por su absoluta falta de rigor. Pero importa desmenuzarla porque refleja una visión y acaso un proyecto que no comparten las mayorías empobrecidas de este país, y porque ese desencuentro entre la percepción de las élites domésticas y la de sus gobernados constituye la principal causa de debilidad del país ante el narcotráfico y las ambiciones del vecino del Norte.

Dice Krauze que tenemos el mérito de haber construido en sólo dos décadas una economía abierta, diversificada y parcialmente moderna, pero que --añadamos nosotros-- destruyó cadenas productivas, entregó el control de la banca nacional al agio internacional y arruinó el campo.

Lo de economía diversificada es otro mito, por decirlo con palabras que no ofendan al pudor, pues en el documento Situación y perspectivas para la economía mundial 2009, la ONU señala que México será muy afectado por su liga con Estados Unidos, tanto, que su economía podría decrecer este año 1.2 por ciento.

Eleva Krauze al rango de "hazaña" (¡oh, sí!) el haber logrado una "aterciopelada" transición democrática, como si de ese material sedoso hubieran sido las balas disparadas en las matanzas, aún impunes, de Acteal y Aguas Blancas, amén de las que cegaron la vida de decenas de opositores asesinados durante el salinato.

Basado más en recursos retóricos que en realidades establece que el país de la alquimia electoral creó el IFE, como si no hubiera sido ese instituto y su incondicionalidad al poder el responsable de que se perdiera la concordia nacional de que ahora se lamenta el historiador.

En su alegre recuento señala que el país de la transa y la corrupción introdujo una ley de transparencia, como si con ella hubieran desaparecido mágicamente tales vicios. Pasa por alto el vendedor de las biografías del poder que México sigue mal calificado en los principales índices internacionales de corrupción, como Amnistía Internacional, Global Integrity y el Barómetro de las Américas.

El tierno candor que transpira Krauze recuerda la ciega confianza de los criollos novohispanos en la ley, de la cual hace mofa Jorge Ibarguengoitia en Los pasos de López. Como si para cambiar la realidad bastara con redactar un documento y firmarlo.

El país de la dictadura perfecta, añade el escritor, instauró las más amplias libertades cívicas, como si ignorara los frecuentes ataques a la libertad de expresión (apenas ayer el ayuntamiento panista de Guanajuato anunció que multará con mil quinientos pesos a quienes sean sorprendidos besándose en la vía pública. Y en un tic de hipocrecía apenas disimulado, el presidente nacional del PAN, el mismo que hace poco proclamó la consigna de guanajuatizar a México, no le quedó más que salir a los medios para tratar de desmarcarse de esa iniciativa).

Krauze parece adscribirse a la filosofía del "haiga sido como haiga sido" cuando en su texto trata de matizar los "éxitos" del país de un plumazo: bueno, todo esto se logró no sin "sobresaltos, injusticias, errores y excesos".

Lo que llama, en fin, la atención en el texto del columnista de Reforma es su intento de envolverse en la bandera nacional para emprender la defensa de un gobierno profundamente antinacionalista que aceptó la ayuda estadounidense mediante la estrategia intervencionista denominada Iniciativa Mérida para el combate al narcotráfico y al crimen organizado.

Como se sabe, en octubre de 2007 la administración Bush incluyó esos recursos como un anexo a su propuesta de gastos adicionales para las intervenciones en Irak y Afganistan, con lo que tácitamente se considera que el grado de conflictividad en los tres países es similar. No se protestó por ese hecho entonces. Y ahora se llaman a sorpresa porque en los círculos de poder estadounidense se cataloga al país como un Estado débil y fracasado.

Al referirse al narcotráfico Krauze se queja de que sea, entre otras cosas, una guerra sin ideología. El señalamiento tiene mucho de paradójico. Proviene de alguien que frecuentemente descalifica a los críticos del oficialismo porque atribuye a sus reclamos tintes ideológicos.

La única ideología de los narcotraficantes es el dinero. Están dispuestos a matar y morir por él. Son prácticos, como le gusta a Krauze que sean los opositores. Son, en ese aspecto, un producto del capitalismo. Así que el fenómeno no puede condenarse y a la vez dejar intactos o hacerse de la vista gorda acerca de los fundamentos del sistema que les insufla vida. Sería como tratar de erradicar un virus dejando vivas las cepas que lo producen.

Hoy mismo (viernes), La Jornada publica un reporte del Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos que insiste en colocar a México al lado de Pakistán como dos estados grandes e importantes que estarían ante "la posibilidad de un colapso rápido y repentino".

El informe añade una amenaza nada velada: "Cualquier descenso de México al caos demandará una respuesta estadounidense basada únicamente en las serias implicaciones para la seguridad de la patria (Estados Unidos)".

Nadie puede celebrar que estas situaciones se estén produciendo. Pero Krauze, como historiador, debe saber que cualquier país o movimiento fracasa sin una base social amplia que lo respalde. El señor Calderón carece de ese sustento. Malo para el país que así sea.

Hacia el final de su defensa Krauze considera que la frase bíblica formulada por Lincoln parece destinada a nosotros: "una casa dividida contra sí misma no puede sobrevivir". En efecto, sólo que la unidad debe siempre tener un sustrato de justicia e igualdad no sólo jurídicas, sino reales.

A propósito de sentencias bíblicas, nada mejor que concluir con otra que el señor inaugurador de encuentros clericales familiares y sus adláteres deberían releer: "Quien turba su casa heredará el viento".




domingo, 11 de enero de 2009

Id por el mundo...


El señor Felipe Calderón --quien hace de presidente del estado mexicano laico-- gusta de las reminiscencias bíblicas en sus presentaciones públicas. A las bienaventuranzas que nos recetó en el "funeral de Estado" de su amigo Juan Camilo Mouriño, agregó ahora una encomienda cuasi apostólica para los cónsules y embajadores del país.

El viernes pasado en Palacio Nacional los instruyó a id por el mundo a expandir la buena nueva de que "México es un Estado pleno y funcional".

En el lenguaje críptico que suelen emplear los políticos mexicanos, la frase constituye una inequívoca alusión a quienes empiezan a preguntarse si no gobierna un Estado fallido.

El concepto, hay que recordarlo, fue introducido por Noam Chomsky en su libro Failed states: the abuse of power and the assault on democracy (2008).

Un estado deja de ser viable (es fallido) cuando tiene un gobierno central débil (Calderón aún lucha contra el fantasma de su ilegitimidad), cuando pierde el control de su territorio o el monopolio del uso de la fuerza (en algunos casos el narco cuenta con mayor poder de fuego que el propio ejército mexicano); cuando deja de proteger a sus ciudadanos contra la violencia (véanse los índices de inseguridad e impunidad), o se encuentra inmerso en la corrupción o el crimen (aquí los principales cuerpos de seguridad están infiltrados como empieza a demostrarse).

Más aún: de acuerdo con el índice de estados fallidos 2008 que publicó el think tank estadounidense Fund for Peace (www.fundforpeace.org), México ocupa el lugar 105 entre 177 países, lo que lo coloca por segundo año consecutivo en la categoría de estados en riesgo, sólo abajo de los que ya están en alerta.

Por si esto no bastara, a fines del año pasado la Secretaría de la Defensa Nacional reconoció lo que todo mundo empieza a percibir: que el narcotráfico ha puesto en riesgo la viabilidad del país (Milenio 11/28/08).

Con esos datos juzgue el lector de qué lado estamos más cerca, si de ser funcionales o fallidos.

El señor Calderón pidió también al cuerpo diplomático decir en el extranjero que aunque sorprende y preocupa el número de muertes que se han producido aquí estos años, "están clara e indisolublemente vinculadas a la lucha que los grupos criminales mantienen entre sí por territorios que vienen perdiendo y por el debilitamiento de sus estructuras".

La realidad vuelve a desmentirlo. Los criminales no se matan sólo entre ellos. Durante la primera semana de mayo de 2008, sicarios presuntamente contratados por el Cártel de Sinaloa ejecutaron en la capital del país a las tres piezas clave en la lucha contra la delincuencia organizada.

Con sólo unas horas de diferencia el 1 de mayo fueron asesinados Roberto Velasco Bravo (director de Crimen organizado, de la Dirección General de Análisis Táctico de la Policía Federal) y Aristeo Gómez Martínez (director de la Jefatura del Estado Mayor, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal). La madrugada del 8 de mayo fue ejecutado Edgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal.

Se trató de tres colaboradores del primer círculo del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, en lo que fue interpretado por diversos analistas como un desafío directo del narcotráfico contra el gobierno de Calderón.

A ello podría añadirse el atentado del 15 de septiembre en Morelia en contra de civiles y el perpetrado los primeros días de 2009 contra las instalaciones de Televisa-Monterrey.

La afirmación presidencial preocupa porque si cree realmente lo que dice, significa que está enfrentando un problema delicadísimo, con un enfoque muy distorsionado de la realidad. Si se trata de una versión de un político que trata de engañar a la opinión pública, resultará un esfuerzo inútil y costoso: pondrá en evidencia el talante poco honorable del jefe de esos diplomáticos-apóstoles.

Monsivaiana

El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo que es optimista el escenario de crecimiento cero previsto para este año por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens. En estos días de mensajes positivos de año nuevo, ambos funcionarios podrían revisar el nuevo aforismo de Carlos Monsiváis:

"No te dejes matar por el pesimismo, mejor déjate aniquilar por la inutilidad de tu optimismo".