Mostrando entradas con la etiqueta Pobreza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pobreza. Mostrar todas las entradas

domingo, 4 de agosto de 2013

El fracaso de la economía

Las últimas cuatro décadas la historia del mundo ha sido una: la lucha de las sociedades contra la imposición neoliberal. Éste ha prevalecido pese al evidente fracaso intelectual de la teoría económica dominante, fundada, como hemos dicho en un post anterior, en supuestos sin sustento en la realidad. El principal --en palabras de Robert Skidelsky, el notable biógrafo de John Maynard Keynes-- en creer que su sistema económico es perfecto porque todos los agentes participantes disponen de información perfecta acerca del futuro, lo cual es evidentemente absurdo.

La causa principal de la presente crisis --sostiene el historiador-- se encuentra en el fracaso intelectual de la economía. Fueron las ideas equivocadas de los economistas las que legitimaron la desregulación de las finanzas que causó el desastre posterior. Es difícil transmitir el daño que ha hecho esta escuela dominante hasta hace poco.

Pocas veces con anterioridad --remata nuestro autor-- ha habido mentes tan brillantes dedicadas a ideas tan extrañas. La más disparatada, la que propugna que todos los participantes en el mercado tienen creencias correctas acerca de lo que pasará a los precios en un futuro infinito. Eso no es otra cosa que el elefante de las expectativas racionales que los economistas se tragaron, afirma.

Esa ideología es precisamente la que ha estado detrás de los fracasados programas gubernamentales aplicados en México desde que en 1982 llegó al poder Miguel de la Madrid y con él, el grupo de economistas formados en esas teorías: Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo, Herminio Blanco, Guillermo Ortiz, Santiago Levy, entre otros.

La siguiente generación, incluidos los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y ahora Luis Videgaray y el equipo económico alrededor de Enrique Peña Nieto, han sido y son fieles seguidores de las teorías económicas derrotadas por la realidad de una crisis que todavía no han sido capaces de explicar, y de la que no han podido salir porque no saben cómo hacerlo.

En los últimos 30 años México ha estado en manos de economistas de medio pelo adoctrinados en teorías que seguramente no entienden, pero que aplican dócilmente por el compromiso que adquirieron con los centros de poder estadounidense que los impusieron en los cargos de mando que desempeñaron.

No es casual por ello que de los cinco más recientes presidentes de México, incluido el actual, cuatro hayan sido impuestos por la fuerza mediante fraudes electorales, monumentales y evidentes en los casos de Salinas de Gortari, Calderón y Peña Nieto. Era preciso que fuera así.

A despecho de las supuestas formas democráticas del mundo libre (eufemismo con el que EUA designa a los países bajo su égida), era preciso imponerlos para que cumplieran el designio del exterior: abrir nuevos espacios de rentabilidad para el capital trasnacional, mediante el despojo de la riqueza nacional vía el programa privatizador conocido como reformas estructurales.

Merced a ese proceso ya se apoderaron de los bancos, de la minería, la electricidad --casi 60% de la energía que general el país es producida por particulares-- la producción agrícola, y ahora van por la joya de la república: la riqueza petrolera.

Una evidencia incontrastable del fracaso de las políticas neoliberales la aportó el pasado 29 de julio el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) al informar que en México 53.3 millones de personas (45.5% de la población) viven en la pobreza.

Pero si se suprimen los criterios de medición que introdujo la nueva metodología oficial a partir de 2008 (acceso a la alimentación, salud, seguridad social, educación, vivienda) y sólo se considera el ingreso, entonces esa cifra aumenta a 61.4 millones de pobres hasta 2012, es decir, más de la mitad de la población (52.3%).

Este es el saldo de 31 años de economía neoliberal y reformas estructurales: La imposición --mediante fraudes electorales-- de un sistema económico igualmente fraudulento que mantiene al país estancado y a su población empobrecida.

Esto lo sabe muy bien Luis Videgaray Caso, el secretario mexicano de Hacienda. Pero a él le pagan por jurar que el rey va vestido. Y en plena aceptación de ese papel lacayuno sale a decir:

"Sólo con la aprobación de más reformas estructurales, como la energética y la hacendaria, México podrá generar crecimientos económicos mayores que permitan a millones de mexicanos salir de la pobreza" (La Jornada, 30/VII/2013, p. 11). ¿Se dan ustedes cuenta?

viernes, 30 de noviembre de 2012

Calderón: Los saldos

El saldo rojo de Felipe Calderón al frente del poder en México no se refiere sólo a los 95 mil 632 asesinatos documentados por el INEGI entre 2007 y 2011, sino a los pobres registros en economía, empleo, educación y cultura.

Hablamos de una administración deficitaria en casi todos los rubros, como podrá verse en este recuento no exhaustivo, pero sí comprehensivo de este funesto periodo.

  • En cuanto a gasto social como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) México ocupa el último lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El promedio que estos países destinan a ese gasto es de 22 por ciento con un máximo de 30 por ciento en los casos de Francia y Dinamarca. Pese a los discursos aquí se aplica aproximadamente ocho por ciento, menos de la mitad del promedio de los países asociados al organismo.
  • Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que aumentó 30 por ciento el costo de la canasta básica por persona en los últimos cuatro años, en tanto que el ingreso sólo subió 1.7 por ciento.
  •  El propio Coneval informó que en el ámbito rural la canasta alimentaria subió 45 por ciento (de 492 a 702 pesos) entre enero de 2005 y junio de 2012. También que 40.5 por ciento de la población indígena de México sufre carencia de comida y la malnutrición en niños indígenas duplica el promedio nacional.
  • Datos de la Cepal y Unicef indican que la población indígerna del país es la más marginada de toda América Latina. De los 2.87 millones de menores, 22.8 por ciento carecen de educación formal; 88.7% no tiene acceso a vivienda digna y 67.5% están privados del derecho al agua potable. 
  • Entre el 1 de diciembre de 2006 y el 30 de junio de 2012 se crearon un millón 809 mil 211 empleos con seguridad social, cuando el 3 de mayo de 2006 el candidato Felipe Calderón ofreció un millón de empleos por año. Según el INEGI, la Población Económicamente Activa (PEA) aumentó en el periodo en cinco millones 143 mil 637 jóvenes para sumar 49 millones 590 mil 669 personas, lo que significa que sólo se creó una de cada tres plazas necesarias.
  • Esa misma proporción --uno de cada tres trabajadores-- subsiste en la economía informal. A junio de 2012 la población ocupada en este sector aumentó en 830 mil personas, con lo que el total de trabajadores en la economía subterránea llegó a 14 millones 200 mil personas. 
  •  Pese a los encendidos discursos de los últimos días en que Calderón inauguró varios tramos carreteros que según él hicieron del suyo "el sexenio de la infraestructura", la realidad es que, como en otros casos,  resultó más pirotecnia que efectividad. Con datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, expuso que entre 2007 y 2011 se erogaron 264 mil 22 millones de pesos en infraestructura carretera. 
 Sin embargo, la competitividad internacional del sistema carretero nacional decayó: pasó del lugar 49 en 2006 al 55 en 2010, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

  • El sector primario de la economía (agricultura, ganadería y pesca) no creció en este sexenio. Su contribución al PIB nacional es de sólo cuatro por ciento, por debajo de lo que aporta en China y Brasil, según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas. Al cierre de 2012 el sector tuvo una captación negativa de nueve mil 102 millones de pesos en impuestos. Esto se debe a que mediante diversos mecanismos fiscales (tasas diferenciadas de impuesto sobre la renta, exenciones, subsidios, créditos fiscales, condonaciones, estímulos, deducciones, tratamientos y regímenes especiales) se devolvió a las empresas del sector --principalmente trasnacionales-- 16 mil 757 millones de pesos.
  • Con Calderón, empresas extranjeras (la mayoría canadienses) duplicaron la extracción de oro en el país: pasó de 43.7 toneladas en 2007 a 87 toneladas en 2011. Un gran negocio de saqueo si se considera que la cotización de la onza de oro se incrementó de 700 dólares en 2007 a mil 851 dólares en julio de 2012, un aumento de 164 por ciento. Según la Cámara Minera Mexicana --cuya denominación de mexicana parece un chiste-- la canadiense Goldcorp Inc. es la mayor productora de oro en México.
  • Otro saqueo que se consolidó durante el calderonato fue el de divisas. De acuerdo con el Banco de México este sexenio sacaron del país 145 mil millones de dólares, cantidad que duplica el saldo actual de la deuda externa del gobierno y que representó un aumento de 266 por ciento respecto del gobierno de Fox.
  • La evasión fiscal también fue una fiesta. Según la Red para la Justificación Fiscal, un organismo internacional, mexicanos depositaron estos años 417 mil millones de dólares en paraísos fiscales que equivalen nada más y nada menos que a 40 por ciento del PIB.
  • Otra fuente de beneficios para las grandes empresas nacionales y trasnacionales fue la devolución que hizo el fisco de pagos por concepto de impuestos. Ascendieron a 174 mil millones de pesos principalmente a cementeras, mineras, automotrices, refresqueras, cerveceras, electrodomésticos, telefonicas y cigarreras.
  • Durante el sexenio, el gobierno gastó en importación de gasolinas 112 mil  569.2 millones de dólares, es decir 53 por ciento de los ingresos por exportación de crudo. En contraparte, sólo en 2011 se quedó sin ejercer 90 por ciento del presupuesto asignado para la construcción de la refinería Bicentenario, la cual permitiría abatir la compra de gasolina al exterior. El costo estimado de la refinería es de 11 mil 610 millones de dólares, casi un tercio de lo que se destina a la importación de productos refinados en un año.
  •  Otro ejemplo de la corrupción con que se manejó Pemex es el de su deuda. En 2006 ascendía a 569 mil millones de pesos. Con Calderón pagó casi la mitad de ese monto sólo en intereses (233 mil 796 millones de pesos), y sin embargo, en vez de deber menos, la deuda se incrementó: ahora es de 772 mil 100 millones de pesos.
  • Datos de la Secretaría de Hacienda revelan que al cierre de julio de 2012 la deuda pública gubnernamental alcanzó un máximo histórico: cinco billones 112 mil 236 millones de pesos. En 2007 representó 27.36 por ciento del PIB y en 2012 supera ya los 37.10 puntos porcentuales. Un crecimiento de casi 10 por ciento en el sexenio, según la dependencia.
  •  La deuda externa, que se redujo durante el foxiato, alcanzó con Calderón un máximo histórico al llegar a 204 mil 179.7 millones de dólares, que equivale a 19 por ciento del PIB (valor de bienes y servicios producidos en un año por la economía). Esto de acuerdo con datos del Banco de México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Fondo Monetario Internacional citados en el anexo estadístico del VI Informe de Gobierno. 
  • La deuda externa total (de los sectores público, privado y bancario) creció entre 1990 y 2000 en 22. 67 por ciento, pero entre 2000 y junio de 2012 creció 65.52 por ciento, el triple que en la década precedente, pues pasó de 123 mil 350 millones de dólares en 2000 a 204 mil 179.7 millones de dólares, en 2012 (un aumento de 80 mil 829.7 millones de dólares más).
  •  Este volumen de endeudamiento ocurrió pese a que Pemex aportó 3.9 billones de pesos en impuestos al gobierno, según el Banco de México. Un incremento de 85.2 por ciento respecto del sexenio de Fox. Así, el calderonato recibió de Pemex el equivalente a 25.6 por ciento del PIB que asciende a 15.2 billones de pesos.
  • Según Banxico nunca ningún otro gobierno contó con tantos recursos de Pemex (un billón 825 mil 497 millones de pesos más que su antecesor).
  • Apenas 0.43 por ciento del PIB se destinó a ciencia y tecnología, según anexos del VI Informe de Gobierno. Ese porcentaje está por debajo del uno por ciento recomendado por los estándares internacionales. Corea del Sur destina a ese rubro 5% del PIB; Japón: 3.26%; EU: 2.90%; Alemania: 2.82%; Francia: 2.25%.
  • Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el único país miembro con más desempleo entre los más educados. Es último lugar en expectativa de graduación en bachillerato con 47%; penúltimo en tasa de graduación a nivel superior con 20%; pero es tercero en el número de ninis con siete millones 248 mil 400, es decir, 24.4% de la población entre 15 y 29 años.

lunes, 1 de agosto de 2011

Por qué los pobres de Calderón no son un fracaso


Criticar a Felipe Calderón porque durante su "gobierno" los mexicanos nos volvimos más pobres es pecar de ingenuidad. Indudablemente que los datos difundidos este viernes 29 de julio  por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), justificarían que proclamáramos el fracaso total de su administración, la ineficacia e ineptitud de las políticas aplicadas y hasta el mediocre desempeño profesional del michoacano.

Este tipo de descalificaciones vendrían al caso si el empeño y el proyecto del grupo gobernante fueran la justicia social con base en un desarrollo económico soberano, sustentable y de largo plazo. Pero como no es así, en realidad, el aumento de la pobreza en México es un resultado buscado y trabajado, derivado naturalmente del modelo económico aplicado conscientemente por lo cual no puede considerarse un fracaso. Veamos:

A mediados de la séptima década del siglo pasado (1975) se produjo un retroceso en la rentabilidad del capital. La necesidad de garantizar la recuperación de las ganancias capitalistas que se habían obtenido durante la posguerra condujo a lo que conocemos como neoliberalismo globalizador, la fase actual del sistema capitalista.

Recuperar y mantener los márgenes de rentabilidad para el gran capital era vital pues, como se sabe,  sin un régimen de acumulación que garantice una masa suficiente de ganancia el capitalismo se desplomaría. Eso era lo que estaba en juego en aquellos años. Para superar la emergencia y recuperar los niveles de ganancia o rentabilidad el neoliberalismo recurrió a una constante reducción de los salarios, se desmontó el andamiaje de la seguridad social, se privatizaron los servicios a cargo del Estado para reducir su tamaño y su costo.

Ello se tradujo en políticas de contensión salarial, la privatización de pensiones, el abandono de la seguridad social que en México se expresó en las reformas a las leyes del IMSS e ISSSTE, desregulación y reducción de impuestos a las grandes empresas locales y trasnacionales. Además, se adoptaron modificaciones tecnológicas para incrementar la productividad laboral o el grado de explotación técnica de los asalariados.

Exactamente lo que hemos vivido desde principios de los años 80. Así, Calderón y sus antecesores han seguido puntualmente las políticas dictadas por el capital financiero internacional, encaminadas a que existan las condiciones apropiadas para que los grandes capitales recuperen e incrementen su tasa de ganancia.

Ese es el gran diseño, el único proyecto al que han estado abocados nuestros gobiernos (PRI-PAN) en los últimos 30 años. Toda la verborrea oficial plasmada en los cientos de páginas de los llamados planes nacionales de desarrollo no ha tenido otro objetivo que encubrir el gran engaño.

Si el modelo económico que se aplica conscientemente está diseñado para aumentar las ganancias del capital y depauperar a la población ¿Cómo puede ser un fracaso una estrategia que arroja los resultados esperados?

Entre 2008 y 2010 --informa el Coneval-- se volvieron pobres 3.2 millones de personas. En total, en el país hay ahora 52 millones de pobres que equivalen a 46.2% de la población.

Gonzalo Hernández Licona, secretario Ejecutivo del Coneval formuló una consideración clave: Este aumento de 3.2 millones de pobres --dijo-- indica que el efecto de la reducción del ingreso fue mayor que el impacto de la reducción de las carencias del país.

Esto significa que usted puede repartir dádivas mediante programas sociales como Solidaridad (Carlos Salinas de Gortari), Progresa (Ernesto Zedillo) y Oportunidades (Felipe Calderón), puede echarle cemento a todas las casas con piso de tierra que haya en el país, puede introducir drenaje y agua potable, pero mientras no aumente los salarios de los trabajadores, todo lo demás es demagogia, porque no tiene ningún efecto en el desarrolo económico ni del país ni de las personas.

El capitalismo y el alacrán

Ahí es precisamente donde se inserta la crítica al modelo neoliberal del capitalismo rampante, pues el dogma, seguido por nuestros gobernantes, es reducir el ingreso de las personas para maximizar las ganancias ¿Se dan ustedes cuenta cuál es el verdadero origen de nuestros males?

Por ello, denostar a Calderón y centrarse en su figura es desentenderse de la causa primigenia. No digo que el panista sea una víctima inocente del malvado sistema capitalista, pues él, como antes De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox, se adscribieron gustosos a ese proyecto desnacionalizador que quebró al país, pero que a ellos y a sus cómplices les redituó millonarias ganancias.

Lo que digo es que para que la crítica resulte eficaz debemos situar la actuación de estos hombres dentro de la estructura capitalista a la que sirven.

En México la izquierda electoral se desentiende de estos fenómenos producidos por el capitalismo mundial y por eso no los denuncia. En vez de eso se empeña en moverse en la lógica de que la sociedad capitalista es modificable o puede funcionar mediante reformas que aminoren la desigualdad, pero sin cambiar el régimen de acumulación que produce esa desigualdad y que fabrica tanto pobre.

Ese reformismo no la ha conducido ni la conducirá a ninguna parte. La razón es sencilla: detrás del glamour y las comodidades con que nos seduce, el capitalismo es esencialmente una relación de poder entre dominantes y dominados; es explotación del hombre y depredación de la ecología del planeta.

Y si se le preguntara por qué lo hace, respondería como el alacrán de la fábula: porque es mi naturaleza.

lunes, 31 de mayo de 2010

Aguirre, el bicentenario y la manipulación colectiva

Vamos acercándonos a una temporada de distracciones mediáticas que permitirán al grupo en el poder desplegar diversas formas de manipulación colectiva encaminadas a aseguir moldeando el imaginario colectivo de acuerdo con ciertas pautas de comportamiento que luego se expresarán inconscientemente en acciones específicas, como votar por ciertos candidatos, compras de temporada mundialista y en un patriotismo emparentado con las ideas de orden y respeto hacia los gobernantes y el estado de cosas imperante.

Con el telón de fondo de la cada vez más próxima justa mundialista, el gobierno federal y los poderes fácticos (la televisión y los intereses comerciales)iniciaron una campaña encaminada a ensalzar el "orgullo de ser mexicanos", montados en tres acontecimientos: el mundial, el spot de Javier Aguirre suscrito por un membrete de ocasión denominado Iniciativa México y el virtual inicio de los festejos oficiales por el bicentenario.

Casualmente, la arenga patriotera del seleccionador nacional de fútbol --que apenas en febrero llamó a este un "país jodido"-- se presentó en cadena nacional la noche del mismo domingo en que con gran despliegue publicitario se invitó a la población a la "solemnísima" ceremonia de traslado de los restos de los caudillos de la Independencia, del Angel al Castillo de Chapultepec.

El pretendidamente encendido y emotivo discurso que dice un hombre que, como Aguirre, ni siquiera vive en México por la inseguridad que priva aquí, tiene el mismo eje que todos los discursos motivacionales que el conservadurismo panista nos ha recetado antes: la población es corrupta, transa, floja e incrédula y por ello no somos el gran país que podemos ser.

Como si todas esas actitudes no hubieran sido inoculadas a partir del comportamiento poco ético de los gobernantes: el arribismo de los políticos, el amiguismo que por encima de la ley priva en la asignación de millonarios contratos, en la obtención de franquicias y en los cientos de historias de enriquecimiento ilícito al amparo del poder.

Un sistema de justicia que protege a los poderosos y se ensaña con quienes nada tienen; un sistema político diseñado para burlar la ley y la voluntad popular; una industria del entretenimiento concesionada ad perpetum a dos influyentes familias que han puesto esos medios al servicio de la ignorancia.

La lista de ilícitos perpetrados por quienes controlan el poder político y económico en México tendría que incluir además el atropello a los derechos laborales, económicos y humanos de la población, los desaparecidos políticos, la evasión de impuestos solapada en favor de los grandes consorcios, mientras se hace pagar más a la mayoría asalariada.

La lista de atropellos no es, desde luego, exhaustiva, pero ha generado lo que podría denominarse una subcultura de la sobrevivencia resumida en el apotegma: "el que no transa no avanza".

Cualquier ciudadano que haya intentado realizar un trámite oficial por vías legales se enfrenta en México a una maraña de intereses creados y corruptelas que sencillamente impiden transitar por los caminos de la ley.

Hasta la "informalidad" --ese fenómeno de sobrevivencia cotidiana a que han sido orillados millones ente la inoperancia y corrupción de un modelo económico que los excluye del mercado laboral-- tan vituperado en el discurso oficial, está convertido en una mina de oro explotada por una cauda de lidercillos e inspectores controlados a su vez por funcionarios de más alto rango.

Ello ha configurado un país en el que, en efecto, predomina la cultura de la ilegalidad, la cual no será desterrada por discursos sensibleros dichos por figuras públicas de dudoso prestigio, como el señor Aguirre.

"Pasar del país del sí se puede al del ya se pudo", como reza una de las frases del mencionado spot, requiere desterrar la corrupción en las cúpulas del poder. Y de ahí para abajo, no al revés.

Eso que aparece ante los ojos de todos como una tarea asaz imposible como titánica es en realidad muy simple. El gobierno tiene todos los días múltiples oportunidades para modificar ese estado de cosas sin necesidad de pagar por sí o a través de membretes como Iniciativa México, costosos comerciales lava-cerebros.

Ahí está, por citar sólo un caso, el asunto de los 49 niños muertos en el incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora. A casi un año de esa tragedia ningún responsable ha sido juzgado y los padres de las víctimas siguen su lucha personal en busca de algo que en cualquier otro país sería una cuestión de trámite: la justicia.

Pero eso no depende de que la vendedora ambulante no estorbe el paso en alguna acera, o del empleado que se hace tonto para trabajar poco y salir más temprano, como lo sugieren los spots previos al rollo de Aguirre.

Eso depende de que terminen la corrupción y la impunidad en las cúpulas del poder. En un país donde los méritos no pagan, como se han empeñado en demostrarnos por años los dueños del dinero y del poder político, cualquier arenga proveniente de quienes han propalado esos comportamientos sólo serán ganas de seguir manipulando y lucrando con situaciones que se dice combatir.

¡Hasta la próxima!

viernes, 27 de noviembre de 2009

Pobreza y modelo económico

Como a la mayoría de los mexicanos, a Felipe Calderón se le hace que todavía faltan "tres largos años" para el final de su impugnado gobierno (de algún modo hay que llamarle).

Ese deliz declarativo o, si se prefiere recurrir a Freud, ese acto fallido del panista tuvo lugar este miércoles 25, al encabezar el primer Encuentro por un México sin pobreza, donde dijo que "la primera de las prioridades" de su gobierno "para los tres largos años que faltan" será reducir la pobreza extrema.

Abrámos un paréntesis para recordar que en 2006, poco antes de llegar a Los Pinos, y para apaciguar la persistente irritación de un vasto sector del electorado convencido del fraude electoral que se había perpetrado, los amanuenses calderónicos hicieron circular entre algunos columnistas la especie de que el michoacano preparaba un gobierno con el que "rebasaría a AMLO por la izquierda".

Querían significar con ello que aplicaría un programa para arrebatar a López Obrador sus banderas. Al cabo de sólo tres años, en vez de eso el rebasado por los cuatro costados es Calderón, quien además parece reinvindicar al tabasqueño al copiar no sólo sus intenciones sino incluso sus palabras.

Y es que eso de que la "primera prioridad" son los pobres recuerda mucho aquello de "primero los pobres", que enarboló López Obrador durante su campaña y aún antes.

Pero vengamos de nuevo al tema. El llamado de Calderón (¿cree sinceramente estar en aptitud de formular una convocatoria de esa magnitud desde su menguada y maltrecha condición actual?) a políticos y empresarios para que analicen las acciones a seguir en el combate a la pobreza, lo coloca, otra vez, en el terreno de la simulación: dice querer una cosa, pero hace todo lo que conduce a otra.

Así, por ejemplo, sostiene que para combatir la pobreza extrema el programa Oportunidades es la panacea. Si en verdad lo cree estamos ante un hombre sin ideas y con una pobre visión de la realidad. Y si sabe que el problema es el modelo económico y que mientras no haya un viraje sus intensiones no pasarán del discurso, entonces estamos ante un simulador.

 En el mismo foro en el que habló Calderón, el representante del Banco Interamericano de Desarrollo en México, Ellis Juan, dijo lo que todo mundo sabe: que programas sociales como Oportunidades no son suficientes para reducir los índices de pobreza si en el país no hay crecimiento económico mínimo de 5 por ciento anual.

Y para ello, agregamos nosotros, es preciso un nuevo modelo económico, pues en 30 años de administraciones neoliberales México registra en promedio tasas de crecimiento anual de 2.48 por ciento.

Si se desagregan los datos, tenemos que con Miguel de la Madrid el crecimiento promedio anual fue de 0.34 por ciento, con Carlos Salinas de Gortari  la economía alcanzó 3.9 por ciento, con Ernesto Zedillo, 3.5 por ciento, con Vicente Fox, 2.2 por ciento y en tres años de Felipe Calderón, 0.9 por ciento.

De Lázaro Cárdenas a José López Portillo, el país creció a tasas promedio de 6 por ciento, tres veces más que en las cinco últimas administraciones neoliberales.

Así, aunque para Calderón y los mexicanos todavía falten "tres laaargos años" desde ahora puede afirmarse que vamos derechito a un nuevo sexenio perdido.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 22 de julio de 2009

Pobreza

Es difícil saber si el señor Felipe Calderón está realmente al tanto de cómo se han salido de control las principales variables del país: economía, seguridad, gobernabilidad.

Más difícil aún resulta encontrar un renglón de su "administración" en que haya conseguido un saldo favorable. Apenas el sábado pasado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo descentralizado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), informó que desde que Calderón se impuso como Presidente, este país es más pobre y desigual.

Entre 2006 y 2008 el número de mexicanos en pobreza patrimonial --aquellos que no pueden cubrir sus necesidades básicas de educación, salud, alimentación, vivienda, vestido y transporte, aún cuando inviertan en ello todos sus ingresos-- pasó de 44.7 millones a 50.6 millones.

El análisis --realizado con base en los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2008 presentados por el INEGI el pasado 16 de julio-- señala que en los últimos dos años el número de personas con pobreza alimentaria --aquellos cuyos ingresos no les alcanza para adquirir una mínima canasta de alimentos-- pasó de 14.4 millones a 19.5 millones de personas.

En términos porcentuales la pobreza patrimonial aumentó de 42.6 a 47.4 por ciento de la población; en tanto, la pobreza alimentaria se incrementó de 13.8 a 18.2 por ciento de los mexicanos.

¿Qué significan estos resultados? Son una demostración palmaria de que, más allá de la ineptitud del actual grupo gobernante, el modelo económico que aplican --y la ideología consustancial al mismo-- resultan inoperantes.

Se trata de un modelo que al mismo tiempo que lucha contra la pobreza se encarga de fabricar pobres. Las políticas de desarrollo social de corte neoliberal que aplica la derecha en el poder no apuntan ni pretenden hacerlo, a cambiar las condiciones que permiten la reproducción de la pobreza.

En su atribulada defensa de la actual política social, el secretario del ramo, Ernesto Cordero Arroyo, dijo una serie de disparates (como pretender hacernos creer que "vamos por el camino correcto", pese a la evidencia en contrario), pero atinó a decir que salir de la pobreza depende más de la capacidad de la economía para generar empleos y no tanto de la política social, orientada a brindar oportunidades a los mexicanos más pobres.

Esto último es, por cierto, el defecto más grande de esa política. Se trata de un conjunto de programas de tipo asistencial e individual que no atienden los aspectos estructurales ni sociales del problema.

En vez de preguntarse por el tipo de estructura social que crea más pobres cada año, los gobiernos neoliberales, como el del derechista Acción Nacional sólo atinan a responder con acciones de corte caritativo, cuando lo que se requiere es transformar las bases del sistema.

Adicionalmente, las políticas de desarrollo social se han utilizado en este país no tanto para resolver el problema, sino como otra forma de control social de los pobres, cuya participación y organización real ha estado siempre cancelada.

En ese marco, ya podrán ir y venir discursos en los que el gobernante en turno presuma haber dispuesto de mayores y crecientes recursos para el combate a la pobreza (en la actual administración el gasto social pasó de 80 mil millones de pesos en 2006, a 208 mil millones en 2008), al final del día, el número de pobres habrá aumentado en vez de disminuir.

Se trata, así, de recursos públicos que pueden, en efecto, ayudar a algunas personas a paliar su condición de pobreza, pero no a salir de ella. En ese sentido, se trata de recursos desperdiciados en tanto se emplean en atenuar la pobreza, no en disminuirla y mucho menos en erradicarla. Para eso habría que dar un giro completo al modelo económico.

¡Hasta la próxima!