miércoles, 14 de diciembre de 2011

Calderón: cinco años; gobierno sin sociedad

En el siglo de las tecnologías de la información y la comunicación una verdad política sigue vigente: sin base social ningún gobierno puede ir muy lejos.

Eso le ha sucedido a Felipe Calderón. Al cumplirse el 5o año desde que se hizo de la presidencia de la República, lo único claro es que ha sido una administración aislada de la sociedad y sin consenso dentro de ésta.

Más allá de las encuestas según las cuales conserva una aceptación por encima del 50 por ciento, está el hecho palmariamente incontrastable de que Calderón no ganó ninguna elección importante desde que fue encumbrado en el poder.

Los ciudadanos lo han rechazado a él, a su partido y a sus candidatos cada vez que en estos años han sido convocados a las urnas. Y todo indica que se aprestan a hacerlo de nuevo en 2012.

Sólo pudo rescatar algo en 2010 en aquellas entidades en que compitió aliado con el PRD, mediante alianzas encaminadas únicamente a ganar posiciones de poder político, no a mejorar las condiciones de vida de la población.

Lo que el michoacano nunca entendió es el hecho político capital, sabido por todos los dictadores, de que para cumplir sus designios deben contar con una mínima base social que los apoye y sostenga. Salvo los grupos de poder y el entramado de intereses económico-corporativo-empresarial que favoreció su ascenso, el panista nunca contó con bases sociales capaces de producir la sinergia necesaria para cumplir con un programa de gobierno o cuando menos para apoyar sus acciones bélicas.

Este aislamiento fue tempranamente identificado por los partidarios de Andrés Manuel López Obrador, quienes resumieron el hecho en aquella consigna coreada durante las protestas por el fraude electoral de 2006. Decían:

"¡Este es el pueblo
de López Obrador;
cuál es el tuyo, espurio Calderón!"

Parapetado desde el principio detrás de los generales del ejército y la marina, y acaso él mismo consciente del déficit de ilegitimidad que lo acuciaba, Calderón optó por una estrategia que le garantizara la permanencia en el poder mediante la disuasión de cualquier intento de rebelión por parte de la amplia franja social convencida de que se robó la presidencia.

Por eso sacó al ejèrcito a las calles. La maniobra fue favorecida por una coyuntura internacional impuesta por Estados Unidos, consistente en un hipócrita combate al terrorismo y al crimen organizado (que incluía las bandas de narcotraficantes).

Puede decirse que Calderón se mantuvo en el poder del mismo modo como llegó: de facto. Porque en realidad, como han sugerido varios analistas, su gobierno terminó en 2009 cuando perdió la mayoría en el Congreso.

La derrota electoral de ese año resultó estrepitosa no sólo por el resultado, sino por su carácter simbólico. Recuérdese como desde entonces la campaña del panismo dictada por Calderón y aplicada por el presidente formal de ese partido, Germán Martínez, se basó en el lema "para que la droga no llegue a tus hijos" y en pretender que quienes no apoyaran esa guerra, estaban del lado de los delincuentes. Insistió además en asociar la imagen del PRI como favorecedor de acuerdos con el crimen organizado.

El mensaje de las urnas fue claro: nadie creyó esas patrañas y constituyó un tácito rechazo a esa política guerrera que cada vez fue mostrando su debilidad, su falta de estrategia, su ineficacia, lo que se tradujo en un país ensangrentado por asesinatos, levantones, secuestros, narcofosas, ejecusiones extrajudiciales, desapariciones forzadas y violación de garantías y derechos humanos de la población.

La más reciente manifestación de rechazo a su gobierno fue la derrota de su hermana Luisa María Calderón en su intento por ganar la gubernatura de su natal Michoacán. Allí los electores volvieron a decirle ¡NO! a Calderón.

Todo ello ha configurado una curiosa paradoja: el panista militarizó al país, lo cubrió de violencia y de sangre para mantenerse en el poder, pero la asonada que lo ha derrocado gradualmente se produjo en las urnas, de manera pacífica.

Hoy se le ve recorriendo el país defendiendo él solo su estrategia. No hay día en que no se le escuche repetir que los violentos son los otros, que su estrategia es la correcta, que pudo haber cometido errores,. pero que seguirá combatiendo. Que el problema fue que se dejó crecer al crimen por la complacencia de los priistas.

Pero su discurso es refutado, también cada día, por los hechos y por sus "aliados". Revelaciones recientes dan cuenta de cómo ese combate es en realidad una impostura por parte de Estados Unidos, pues detrás de ello se realizan jugosos negocios como la venta de armas (Operación rápido y furioso) a los propios grupos que se dice combatir e incluso operaciones de lavado de dinero favorecidas por la propia DEA, como reveló hace unas semanas The New York Times.

Todo ello aderezado por la creciente sospecha de que se combate a los cárteles con excepción del de Sinaloa comandado por Joaquín el chapo Guzmán, un poderoso narcotraficante fugado de las cárceles mexicanas durante la administración del también panista Vicente Fox.

Sin bases sociales que sirvan de caja de resonancia a sus tesis discursivas, Calderón insiste ahora en alertar que, como ocurrió en las elecciones de Michoacán, el narcotráfico controlador de vastas regiones del país puede influir en el resultado de los comicios.

Esa nueva estrategia discursiva muestra a un Calderón tan desesperado que parece no advertir que es un reconocimiento explícito de que nunca logró rescatar de los criminales el control que ejercen sobre vastas regiones del país, como hasta hace poco insistía en afirmar la --ahora se sabe-- falsamente triunfalista propaganda gubernamental.

"Estamos debilitando las estructuras del crimen organizado", dicen los espots del gobierno ahora desautorizados por el propio gobernante. Todavía ahora se insiste en que se sigue capturando a los 37 capos más buscados. El mensaje que envía ahora Calderón es que ya pueden capturar a todos, pero eso no significa ningún triunfo mientras esas bandas puedan controlar regiones e influir en el curso de los comicios.

No sin razón, muchos analistas han visto ese discurso como un peligroso intento por socavar desde ahora las elecciones presidenciales de 2012 o, en un caso de extrema temeridad, evitarlas y así mantener a su partido en el poder ante la inminencia de perderlo, dada la debilidad de los candidatos de casa, afectados adicionalmente por el rechazo popular al gobierno calderonista.

Calderón puede jugar todavía esa última carta, pero, de nuevo, su problema es que no tiene apoyos sociales que le dén viabilidad. A menos que de plano se anime a romper el orden constitucional también en este terreno. Veremos.




martes, 13 de diciembre de 2011

Ayotzinapa y la emergencia nacional


El asesinato de dos estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, ocurrido el 12 de diciembre durante el violento desalojo de la Autopista del Sol México-Acapulco que bloqueaban alumnos de ese plantel en protesta por los incumplimientos del gobernador, Angel Aguirre Rivero, es una nueva y ominosa evidencia de la emergencia nacional que se vive en México.

Los miles de asesinatos extrajudiciales, las ejecusiones, las desapariciones forzadas y los levantones, perpetrados tanto por miembros del llamado crimen organizado como por las propias fuerzas armadas de los tres órdenes de gobierno y aun de grupos paramilitares creados al amparo de la guerra de Felipe Calderón contra las bandas de narcotraficantes, configuran un estado de emergencia que ya no admite tanto análisis y que debiera ser encarado de inmediato por la sociedad mexicana mediante al menos tres acciones urgentes:

1. La salida inmediata de Felipe Calderón de la presidencia de la República, y desde luego del gobernador de Guerrero, Angel Aguirre Rivero.

2. La conformación de un gobierno provisional vigente, conformado por un grupo plural donde estén representados todos los sectores de la sociedad mexicana.

3. Que esta junta conforme un programa de gobierno con medidas inmediatas tendientes a restablecer el orden constitucional en materia de desarrollo económico, derechos a la educación, la salud, el trabajo y la alimentación.

4.Que convoque a elecciones adelantadas para el próximo 15 de abril y que quien resulte electo asuma la presidencia el 1 de julio de 2012 y con el compromiso de aplicar el programa acordado.

Se dirá que se trata de un plan de acción que atenta contra la institucionalidad vigente y aun contra el orden constitucional y que trastocaría toda la vida del país. Es posible, pero la institucionalidad vigente está rota desde por lo menos la elección presidencial de 2006 y la vida del país está dislocada en todos los ámbitos.

Tenemos una nación atada a un modelo económico impuesto por los conductores de la globalización rampante, que ha destruido cadenas productivas y deprimido el mercado interno al aplicarse una política económica cuya prioridad es el combate a la inflación, pero que genera una elevada informalidad y nulo crecimiento.

Vivimos ya lo que el doctor Diego Valadez ha llamado un creciente proceso de desconstitucionalización del Estado mexicano, caracterizado por la pérdida de positividad de la Constitución. Como ha explicado, ello no se refiere sólo a que haya violaciones a la carta magna, sino "al abandono progresivo y deliberado, y a veces imperceptible, de principios democráticos, republicanos, representativos y seculares.

El investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM ha señalado que ese proceso puede constatarse con sólo "cotejar los principios que la Constitución enuncia, con lo que estamos viviendo en la realidad sociológica, cultural, política y económica de nuestra nación".

El asesinato de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, se suma a los 67 mil 700 asesinatos que de acuerdo con Javier Sicilia se han cometido en el marco de las acciones de guerra contra el narcotráfico emprendiddas por el gobierno federal.

Es una reiterada evidencia del grado de descomposición institucional que priva en el país, de cómo las pulsiones autoritarias y represivas de las autoridades en contra de la población civil están cada vez más prontas a expresarse. De cómo se criminaliza la protesta social en aras de mantener el esquema de dominación imperante.

De la incapacidad de los tres órdenes de gobierno para garantizar la vida y la seguridad de las personas, o lo que sería más grave, de su connivencia con quienes perpetran crímenes y secuestros contra luchadores sociales como los cometidos contra Nepomuceno Moreno, Trinidad de la Cruz, Pedro Leyva Domínguez, Norma Andrade, Marcial Bautista Valle y Eva Alarcón Ortiz, para citar sólo los más recientes.

Lo ocurrido en Guerrero no debiera circunscribirse a un asunto policial. Es obligado, desde luego, investigar y dar con los responsables intelectuales, materiales y políticos para que no queden impunes. Pero más allá, el trágico episodio debiera conducir a una modificación radical de las condiciones y circunstancias que lo incubaron y que, de no cambiar, seguirán produciendo hechos similares a la vuelta de los días y de los meses.


















miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿Quien defiende a Peña Nieto?

Si algo, lo que reveló el traspié bibliográfico en que incurrió Enrique Peña Nieto el sábado pasado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, fue de qué lado están las preferencias mediáticas de cara a la próxima elección presidencial.

No es un delito que los medios de comunicación tengan un candidato.De hecho, así como se pide que hagan una clara distinción entre información y opinión, para no confundir ni engañar a los públicos dando una cosa por otra, sería deseable, que, como ocurre en otras partes del mundo, los medios declararan abiertamente cuál es su candidato y aún más, que hicieran explícita su agenda, que cada uno la tiene. Así los lectores sabríamos a qué atenernos respecto de cada cual.

Aunque eso no ocurre, quienes frecuentan los diferentes medios o son consumidores asiduos de sus contenidos y programación, saben de qué lado "batea" cada uno, a qué intereses responden: si a los de los lectores o a los económicos que los patrocinan y favorecen de muchos modos su prosperidad a cambio de promover un estado de cosas inamovible.


Lo malo viene cuando, como ocurre aquí, las preferencias mediáticas están presididas por los intereses, prebendas y beneficios económicos que buscan preservar y no son resultado de un análisis ponderado y crítico que ponga por delante el interés general de la población y el de la República.


Así, el librogate fabricado por el propio Peña Nieto contra sí mismo, ha tenido al menos dos virtudes: confirmó de la manera más penosa lo que ya se sabía: el talante iletrado del candidato, su incapacidad para reaccionar coherentemente ante situaciones fuera de libreto, su proclividad a mentir y, en fin, su fragilidad e indigencia intelectual.

Confirmó también que personajes y medios como Oscar Mario Beteta, Radio Fórmula, La Razón, de Pablo Hiriart; Milenio, de Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva; y por supuesto Televisa, con Joaquín López Dóriga al frente han votado ya por el mexiquense.

Aunque en política no hay casualidades --y el periodismo es una actividad esencialmente política-- se trata "casualmente" de los mismos medios y personajes de siempre defendiendo a los de siempre. Medios y personajes que para defenderse cuando son pillados, recurren al mismo expediente: acusar a quienes los señalan de adscribirse al delirio de las teorías de la conspiración.

La apasionada defensa y el control de daños que estos medios han emprendido para resguardar la figura del de Atlacomulco y que el affair no lo raspe demasiado ni afecte la intensión del voto, no tiene paralelo, pues ha oscilado entre la descalificación, la minimización y el insulto.

Ayer, Gómez Leyva llegó a sugerir que en nada afecta, ni les va la vida a quienes leen, el hecho que el vecino o su gobernante sean unos brutos. Carlos Marín determinó que el asunto no afectaría la campaña del candidato; López Dóriga omitió refererirse al revuelo causado por la hija de Peña Nieto con su retuit clasista en defensa de su padre.

Indignado (¿temeroso?) por el daño que el tema pueda causar a "su" candidato, Pablo Hiriart llama "fantoches" a los "perredistas" que en los medios y redes sociales han fustigado la incultura del mexiquense. El problema --dice magnánimo y comprensivo con la ignorancia de su favorito-- "se cura con un buen secretario de Educación Pública".

De pronto, para estos opinadores que en otras oportunidades dicen apoyar la promoción de la lectura y se sorprenden de lo mal que estamos en ese renglón, leer "no tiene la menor importancia", para decirlo en palabras y con el tono levemente argentinado de Arturo de Córdova.

Y no sólo eso, sino que insultan a quienes critican y se sorprenden por la incultura de quien aspira a gobernarlos, llamándolos "fantoches", "exhibicionistas y pedantes" y que los hace protagonistas sólo porque leen, como escribió ayer Fernando Escalante.

Esta bien, ya sabemos que Peña Nieto no tiene cultura literaria --se desespera Hiriart en su columna-- pero, agrega: "¿Y eso qué? ¿lo hace mejor o peor?" Pues según estos adláteres disfrazados de periodistas leer o no leer no tiene ningún efecto en la vida de las personas. Y menos en la de alguien que aspira a gobernar un país con los graves problemas que tiene México.

Lo que parecen no advertir estos acomedidos es que su defensa de Peña Nieto los ha hecho emplear "argumentos" traídos de los cabellos y que los coloca contra una parte de la sociedad que no son sólo los perredistas, como sugiere  insidiosamente Hiriart.

No, la mayoría de los tuiteros y usuarios de redes sociales que se han burlado o que han ironizado lapidariamente al candidato son ciudadanos, con cierto nivel cultural, muchos de los cuales evidentemente sí leen, y que  han mostrado una conciencia alerta y sobre todo mucho ingenio y humor --es lo que más duele-- para magnificar la escandalosa ignorancia del susodicho.

A Hiriart no le dice nada (but or course) el Retuitt clasista de la hija de Peña. Candoroso y tierno, sólo ve en él a una niña de 16 años defendiendo a su padre. Esa parece ser la estrategia acordada, pues Carlos Loret de Mola acude al mismo recurso en El Universal: fustigar a los malvados que así se ensañan con una pobre e inocente niña.

Ya sólo le faltó agregar: No somos dioses, sólo somos hombres tratando de dar lo mejor de nosotros mismos. ¿Qué bonito, no?

Todo este episodio, lo que revela es la parcialidad con que la mayoría de los medios de comunicación intervendrán en la próxima campaña y en favor de quien han cargado, ya desde ahora, sus envenenados dados.