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domingo, 18 de abril de 2010

Calderón: daños colaterales.


A Felipe Calderón le parecen mínimos los asesinatos de civiles perpetrados por el ejército o por presuntas bandas criminales en lo que muchos consideran su "guerra contra el narco". Es natural. Está en su papel de justificar esa estrategia.

Sólo que lo hace a despecho del dolor y la tragedia que cada una de esas vidas ha significado para sus respectivas familias. Como el taxista, o la madre y sus dos hijos menores quienes volvían del colegio el pasado viernes 16 de abril en Acapulco, y que murieron sólo por estar en "el lugar y la hora equivocados".

Lo chocante de esta última frase, ya un lugar común, caza muy bien con la indiferencia gubernamental hacia esas víctimas. Y esa indiferencia proviene de quienes dicen defender y respetar la vida y se oponen al aborto en las primeras semanas de gestación. En este como en otros temas, la hipocrecía de la derecha queda, de nuevo, al descubierto.

El ruletero abatido en Acapulco había vuelto de Estados Unidos y comprado un taxi, para mantener a sus cuatro hermanas. ¿Y ahora? La vida y el destino de esa familia cambió en un instante. A ellos nadie de la presidencia les ha llamado. Menos tendrán un resarcimiento económico por esa muerte repentina.

Es el mismo caso de los 16 estudiantes asesinados el 31 de enero en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, o el de los dos estudiantes del Tec de Monterrey, muertos por el ejército y negado su deceso durante las primas horas en una clara maniobra por ocultar el hecho (aún ahora todavía los militares no entregan los videos que con una ingenuidad pasmosa, entregó la institución a la entidad castrense).

O el asesinato de Bryan y Martín Almanza Salazar, de cinco y nueve años respectivamente, quienes fueron baleados el 3 de abril por soldados en una carretera de Tamaulipas, cuando viajaban con sus padres y otros familiares para pasar unos días de vacaciones en la playa.

Cada una de esas vidas truncadas prematuramente constituyen un drama familiar de incalculable sufrimiento. Pero para Calderón son sólo unos cuantos. Los pequeños Bryan y Martín cuentan sólo por dos en la estadística oficial. El taxista de Acapulco es, para su desgracia, sólo uno. Y la suma completa no llega a cinco por ciento, afirma orgulloso el michoacano.

Esas declaraciones desnudan el carácter cosmético de las condolencias oficiales. Salvo en los casos en que ha debido acudir personalmente para subsanar errores políticos previos y porque la presión de la opinión pública así lo obligaba, Calderón no se presenta en otros funerales, señaladamente en los que incluyen a gente pobre.

En tales casos su esposa, Margarita Zavala, se encarga de cubrir el expediente, pues literalmente eso representan para Los Pinos esas muertes: un expediente, una cifra...Quizá Calderón crea que la presencia de su esposa es más "amable" para los deudos. Pero ella no se robó...perdón, ella no fue electa como presidente y no tiene ninguna responsabilidad política, menos ninguna representatividad.

En todo caso el panista deja al descubierto su talante machista: que las mujeres se encarguen de los asuntos sensibleros, de consolar a las madres de los caídos, ellas, como madres, se entenderán mejor. Eso les toca.

Se dirá que Calderón no podría asistir cada vez que sus tropas o las de los delincuentes abaten a un civil. Es cierto, aunque ya se dice con sorna que bien podría hacerlo, pues dado el desorden generalizado que priva en el país, no se ve que tenga alguna otra ocupación productiva.

Eso de minimizar a los civiles caídos es una muestra más de que el panismo no gobierna para los mexicanos, sino con arreglo a otros intereses que ya hemos descrito en una entrega anterior. Lo malo es que el asunto sólo se ve en términos de quien va ganando o perdiendo esta guerra.

Una encuesta publicada durante la semana por Roy Campos muestra que, si bien por un pequeño porcentaje, la mayoría de la población cree que el gobierno va perdiendo esta guerra.

Esa percepción es, sin embargo, genial para el stablishment mexicano, pues da cuenta de que la población todavía no se percata de que, en realidad, quienes vamos perdiendo somos los ciudadanos.

Y si no pregúntenle a los familiares de los fallecidos.

¡Hasta la próxima!

sábado, 17 de abril de 2010

Narcotráfico y proyecto hegemónico



La crisis económica, política, laboral, educativa, de seguridad y de derechos humanos que se vive en México es resultado del proceso de suplantación del poder del Estado por el poder de las corporaciones. En último término, de eso se trataba el proceso globalizador y la ideología neoliberal consustancial a él.

Los poderes constitucionales están en vías de ser suplantados por los poderes fácticos mediante un proceso que en México se ha desarrollado en dos vías: el ya conocido adelgazamiento del sector público iniciado en el sexenio de Miguel de la Madrid y profundizado en los dos siguientes de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, a través de procesos privatizadores signados por la corrupción, en favor de la oligarquía financiera local y trasnacional.

La otra vía ha sido la cooptación, por parte del bloque dominante de poder, de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, para establecer un bipartidismo que asegure la rotación del mando entre fracciones del propio bloque, sin riesgo de rupturas mayores, salvo las que se produzcan por el interés de cada fracción de usufructuar el poder sexenal delegado por las corporaciones.

La izquierda habría sido neutralizada con el control del aparato político del Partido de la Revolución Democrática (PRD) --entregado por el gobierno, a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación-- a una caterva de políticos menores, pero deseosos de aparacer ante el bloque dominante como garantía de continuidad para sus intereses económicos, al abandonar cualquier tipo de aspiración al cambio y presentándose como una izquierda "moderna y bien portada", cuya mayor y más reciente prueba de capitulación, la constituyen las alianzas electorales con el partido de la derecha.

En ese esquema el narcotráfico constituye una industria de acumulación capitalista, paralela, encubierta y alentada por grandes corporaciones financieras internacionales, desde donde se dictan estrategias, se maneja la logística, se trazan rutas y se imponen jefes-parapeto que luego son elevados a la condición de capos más buscados, pero a fin de cuentas prescindibles, como lo ilustra esa frase que Ismael "el mayo" Zambada le soltó a don Julio Scherer: "Si me atrapan o me matan...nada cambia".

La derrama multimillonaria proveniente del tráfico de estupefacientes --que de acuerdo con la dirección ejecutiva de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito deja ganancias anuales por 350 mil millones de dólares-- beneficia desde sicarios reclutados entre vastas porciones de jóvenes, a quienes el modelo económico cancela sus posibilidades de desarrollo marginándolos de la educación superior y del mercado de trabajo formal, hasta gobiernos, a través de empresas que financian proyectos de infraestructura y, desde luego, campañas políticas.

Un dato serviría para verificar lo anterior: el tráfico ilegal de armas en la frontera México-Estados Unidos sería impensable sin la corrupción y la red de complicidades que propician esas corporaciones en ambos lados.

Así, de muchas formas el narcotráfico favorece el proyecto hegemónico mundial --cuyas líneas siguen siendo en lo fundamental el supuestamente enterrado Consenso de Washington-- ya sea como forma de control social de quienes incurren en adicciones como una vía de escape ante las insoportables condiciones de vida, y que de otro modo estarían exigiendo derechos en las calles, ya como generador de ganancias exorbitantes que aceitan el funcionamiento del sistema.

Ese carácter del narcotráfico de industria ligada a los intereses financieros de las grandes corporaciones que han impuesto su hegemonía política, económica y, desde luego, ideológica, hace impensable, en tales condiciones, su combate y exterminio.

De ahí la impostura de Felipe Calderón. El gran engaño a la sociedad mexicana es haberle hecho creer que el problema del narco se reducía a unos individuos desalmados que solitos se organizaron en cárteles para envenenar con enervantes a nuestra juventud.

Y a los que, por ende, se podía combatir en unos cuantos meses con la fuerza del ejército. Congruente con esta engañifa, Calderón desplegó una campaña militar contra tales cabecillas, en vez de hacerlo para desarticular las redes y flujos de financiamiento y lavado de dinero, que les permiten a aquellos operar con amplios recursos logísticos, de inteligencia, de armamento, comunicaciones y financieros.

No obstante, aun en esa guerra menor ha sido ineficaz, como lo muestra la pérdida del control de varias plazas del norte, noreste y occidente de México, donde esas bandas han desnudado la torpeza e impericia, sean naturales o inducidos-- del combate oficial.

Ese modo tramposo de encarar el problema del narcotráfico dio a Calderón la coartada perfecta para un doble propósito: obtener la legitimidad que él sabe que no consiguió en las urnas, y militarizar al país como una forma de socavar e inhibir la protesta social que amenazaba con desbordarse, dado el carácter antipopular del proyecto hegemónico que representa.

En ese marco, se entinde que para él y los oficiales que lo arropan la muerte de civiles que se "cruzan por las líneas de fuego", aunque en realidad se trate de asesinatos atribuibles al propio ejército, sean considerados con el avieso eufemismo de "daños colaterales", término de cuestionable aplicación en una guerra, e inaceptable como minimización de daños en tiroteos que no alcanzan aquella jerarquía bélica.

En realidad, los civiles (entre ellos estudiantes y menores de edad) muertos en enfrentamientos entre bandas, o entre éstas y el ejército o por el ejército mismo, según varias evidencias, no son víctimas del esfuerzo gubernamental por salvar al país de ese flagelo, sino víctimas de una estrategia de legitimación personal y de una guerra sucia que, a diferencia de la desplegada por el gobierno en los años 70 del siglo pasado, se permite asesinar abiertamente porque tiene la coartada de una misión mesiánica: combatir al narco, aunque en realidad se trate de legitimar a una persona y de acciones de contrainsurgencia que buscan apuntalar un proyecto hegemónico global.

¡Hasta la próxima!

martes, 9 de febrero de 2010

Ciudad Juárez, Gómez Mont y la señora

Que dice el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, que "por falta de comunicación" Felipe Calderón  acusó en Japón a los jóvenes masacrados en Ciudad Juárez, de pertenecer a pandillas delictivas. Por ello extiende a los deudos una disculpa pública.


Debido a la gravedad del desliz declarativo, en rigor la disculpa debería ofrecerla el propio Calderón, apenas pise el jueves, como ha anunciado que lo hará, aquella ciudad y no a través de su avanzada. No se trató, sin embargo de un error o de una falta de comunicación, como se adujo.


Si tal fuera, estaríamos ante un error mayúsculo, pues en virtud del mundo en que vivimos y los recursos tecnológicos de que dispone la oficina presidencial, no es creíble o resultaría preocupante que apenas Calderón sale de nuestras fronteras, pierda comunicación o se desentienda de los asuntos del país.

El senado, responsable de autorizar los viajes presidenciales al exterior, debería tomar nota del asunto y tenerlo en cuenta la próxima vez que el ocupante de Los Pinos solicite permiso para ausentarse del país.

Sin embargo, sostenemos, no se trató de un error declarativo. Disgustado quizás porque la cruenta realidad y el desorden en que mantiene al país lo alcanzó en Asia, a donde había cantado loas acerca de "lo bien que nos va en México" ante inversionistas de aquella región del mundo, Calderón pretendió sostener sus mentiras, afirmando, como lo ha hecho desde que inició su guerra contra el narcotráfico, que los miles de muertos, decapitados y ejecutados que a diario aparecen en las calles de la Repùblica se deben a que los narcos se están matando entre ellos.

Prefirió ofender la memoria de los jóvenes masacrados antes de reconocer el desgobierno de su malhadada administración. No es un asunto menor. Refleja el grado en que el país se la salido de control y el talante de un hombre que elude sus responsabilidades y siempre busca culpar a "otros" de sus deficiencias y omisiones a la hora de enfrentar las responsabilidades de un cargo al que quiso acceder, ahora se ve que por frivolidad, atropellando incluso la voluntad de los votantes.

¿Tú también Margarita Zavala?

La visión color de rosa de un país desgarrado por la crisis económica y por la inseguridad en las calles se pretende imponer a los mexicanos a punta de discursos. Margarita Zavala de Calderón, presidenta del DIF nacional y esposa del susodicho, habló este lunes durante la inauguración del Congreso Nacional de Innovación Educativa 2010.

Allí insistió, a tono con su marido, en que los mexicanos deberíamos ver las cosas buenas que tiene este país y que son muchas. Con un infame humor negro sostuvo que "A todos nos duelen los asesinatos y afortunadamente nos duelen porque eso quiere decir que seguimos siendo un país que se duele ante el dolor de los otros...y eso también habla bien de nuestro país" (¡¡¡!!!).

Más adelante, y luego de volver a acusar a países como El Salvador, Guatemala y Brasil --como ya lo había hecho Calderón antes sin el menor rubor diplomático-- de tener más homicidios que nosotros por cada 100 mil habitantes, lanzó esta perla:
"...porque además dicen que sólo el 5% de los homicidios se castigan, entonces sí quiero decirles que con esa impunidad pues ese promedio de homicidios significa que no es un país de violencia, es un pueblo que no le gusta la violencia, porque de lo contrario aprovecharía la impunidad para que tuviera mucho más homicidios".
 Ante esto, uno ya no está seguro qué es peor, si la sintaxis verbal de la señora o su desfachatez. A continuación, para reforzar su mensaje de que México es un país color de rosa, recomendó a todos escuchar la música de Arturo Márquez, admirar las esculturas de Helen Escobedo y leer a Carlos Fuentes, Roger Bartra, Ángeles Mastretta y a don Miguel León Portilla.

Se trata de personalidades que, en algunos casos, no habrían podido desarrollar sus talentos si las instituciones en las que se formaron hubieran sido acuchilladas con presupuestos exiguos, como los que los gobiernos panistas destinan a la cultura y ya no digamos que a la ciencia.

De hecho, también citó como orgullo de México, al premio Nobel de Química Mario Molina, quien debió hacer la carrera que lo condujo al galardón fuera de México, ante la falta de apoyos que aquí existen para la ciencia.

Ese es el lamentable discurso que priva hoy en los círculos de poder.

¡Hasta la próxima!

viernes, 24 de julio de 2009

Narcotráfico: el poder oculto

Las bravuconerías del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, son sólo fuegos de artificio mientras no se ataquen las verdaderas redes de poder del narcotráfico.

El atildado secretario "retó", parapetado en la comodidad de su oficina, a que los narcotraficantes se enfrenten a la autoridad y no ataquen a la población civil, cómo si ese fuera el tema principal en la batida gubernamental contra el crimen organizado.

Gómez Mont, como su jefe el señor Calderón, cree que estamos ante un pleito callejero que se resolverá a balazos o a golpes. Digamos entre paréntesis que el cabecilla de cualquier pandilla callejera tiene más autoridad moral que nuestro impoluto secretario, pues él mismo participa en la refriega y no lanza retos para que otros se maten en su nombre.

Semejante visión del problema es la que impide avanzar en la lucha contra el narcotráfico. Veamos: en una entrega anterior (Vamos ganando) dijimos que si bien todos los días se informa de la captura de un narcotráficante importante, el poder de los cárteles no disminuye.

Un reporte reciente del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic) viene a confirmar esa aseveración: en los últimos seis años creció 78 por ciento el número de adictos, lo cual refleja que la campaña "para que la droga no llegue a tus hijos" no es más que un eslogan publicitario, pues pese a las cifras récord en decomisos de drogas, cada vez son más los consumidores de estupefacientes.

Edgardo Buscaglia, asesor del Instituto de Entrenamiento para el Mantenimiento de la Paz, de la Organización de Naciones Unidas, explica el fenómeno diciendo que el problema no se acabará mientras el Estado mexicano no investigue las redes patrimoniales y políticas de los cárteles.

"Estamos enfrentando a grupos criminales que se esconden detrás de empresas donde están involucrados políticos y empresarios famosos a los que no se les confisca el dinero ilícito".

El funcionario, que ha estudiado las mafias criminales en 107 países, señaló en una entrevista con Alberto Torres e Isaías Pérez, reporteros de El Universal, que los hombres clave de los cárteles que el gobierno dice capturar no son el verdadero "jefe".

"Los directorios visibles sólo son pantallas. Los verdaderos jefes no siempre están visibles y ellos --por lo regular Consejos directivos-- son los que planean la estrategia de esas mafias". Los que vemos son personal operativo.

Quienes conforman las auténticas cúpulas criminales "son personajes que han ido a escuelas de negocios, a Harvard, a Londres".

Para el también coordinador del Programa Internacional de Justicia y Desarrollo, del ITAM, lo que se requiere en México es un pacto político de los partidos y que se realicen las investigaciones patrimoniales que desnuden las redes de complicidad entre empresarios, políticos y narcotraficantes.

Mientras sólo se combata con soldados y policías a los cárteles, añade el experto, el problema no acabará, porque mientras eso sucede, el poder económico de las mafias sigue acrecentándose.

Ana Laura Magaloni, especialista en derecho penal y políticas de control del crimen, del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), dijo al periódico Reforma algo similar:

"El decomiso de drogas no es el indicador más exacto para medir el éxito del combate al narcotráfico. El decomiso lo que genera es un aumento en el precio de los estupefacientes. Así se compensan las pérdidas.

"Tendríamos que revisar casos de lavado de dinero para empezar a medir con más precisión el éxito...es más importante desmantelar redes que permiten el flujo de drogas y eso se combate en el lavado de dinero y persiguiendo la corrupción política".

He ahí, más allá de bravuconerías, la verdadera dimensión de la tarea. Lo demás es, como dijimos, fuegos de artificio para entretener a la galería.

¡Hasta la próxima!

jueves, 16 de julio de 2009

"Vamos ganando"

De qué lado está el caos y el descontrol en la guerra del señor Calderón contra el llamado crimen organizado, en su modalidadde narcotráfico, lo muestra el siguiente dato:

Mientras el Ejecutivo insistió el martes pasado en una comida con industriales de la vivienda que los ataques de las bandas criminales no lograrán intimidar al gobierno, ese mismo día la Secretaría de Seguridad Pública Federal ordenó que se restrinjan los patrullajes carreteros en el país, ante la ola de ataques contra la policía Federal que, en los últimos días, ha dejado un saldo de 15 agentes muertos en los estados de Guerrero, Guanajuato, Michoacán y Veracruz.

La contradicción entre lo que se dice y lo que se hace es en cualquier caso, pero sobre todo en el tema y la circunstancia presentes, una demostración palmaria de que en la guerra contra el narcotráfico, como en el resto de los asuntos públicos que afectan al país en esta hora, no hay ni estrategia, ni idea ni conducción.

Desde la madrugada del sábado pasado las fuerzas del gobierno han estado bajo fuego. A la violencia desatada en los estados señalados, han de añadirse 41 asesinatos en 10 estados, todos ellos atribuidos a la delincuencia organizada, que así ha mostrado su resolución y creciente poder de fuego.

Más allá de las afirmaciones de Calderón, según las cuales los recientes ataques obedecen al "caos" en que su administración ha metido a la delincuencia al capturar a presuntos cabecillas, la realidad es que sus resultados son más bien propagandísticos.

Cada vez que el gobierno federal captura a un miembro de algún cartel, se presenta al presunto delincuente como "uno de los principales" miembros de tal o cual organización. Se le presenta ya como el cerebro financiero, ya como el coordinador operativo y de logística o ya como el hombre clave en las relaciones internacionales de su grupo.

Han sido tantos "hombres clave" capturados que las tales organizaciones criminales deberían estar a punto de desaparecer y, en cambio, vemos que, como en el drama de José Zorrilla, "los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud" y hasta logran replegar la acción federal, como lo muestra el recién anunciado cese de los patrullajes carreteros que, como en el viejo chiste, no se sabe si se hace por miedo o por precaución.

En cambio, sigue ausente de la acción gubernamental un auténtico e integral plan contra las adicciones que incluya aspectos sociales, económicos y de salud para debilitar el eslabón más débil de la cadena que hace posible el trasiego de estupefacientes: el flanco de los consumidores que han caído en las manos de ese flagelo.

Mientras esos planes no se presenten, seguiremos con la guerra en los centros históricos de nuestras ciudades (Michoacán y Veracruz), en nuestras carreteras y calles. La droga, desde luego, seguirá llegando a "tus hijos".

¡Hasta la próxima!

viernes, 29 de mayo de 2009

Leonel Godoy

Leonel Godoy y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) supieron esta semana lo que significa "pactar con el diablo".

Además, se enteraron tardíamente que la izquierda bien portada y colaboracionista que representan sólo ha sido y será utilizada por la derecha en el poder para tratar de cerrar espacios, aislar y contrastar ante la opinión pública al "políticamente incorrecto" movimiento de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El operativo de este martes, mediante el cual agentes federales capturaron a 10 presidentes municipales y a otros 17 funcionarios y ex funcionarios del gobierno michoacano, por su presunta participación en distintas redes de protección al narcotráfico dejó en ridículo al mandatario estatal.

Pasmado, sin saber de qué se trataba un asunto que le concernía directamente por la cercanía de los funcionarios involucrados --una de ellas era su asesora, otro el coordinador de asesores de la Procuraduría de Justicia del estado, así como el ex director y director de Seguridad Pública estatal-- Godoy fue exhibido públicamente como un mandatario desinformado e incapaz de saber lo que ocurre dentro de sus propias oficinas, lo que equivale a una contundente desautorización política.

El atropello sufrido por Godoy fue, en realidad, doble: por una parte se le exhibe como un gobernador sin el control de lo que ocurre en la política estatal y, por otro lado, o quizá a causa de lo primero, se le considera un político nada confiable, pues la coartada esgrimida para no avisarle del operativo, fue que no se quiso correr el riesgo de una filtración.

Ese es el verdadero sentido de su tardío reclamo. Aducen Godoy y el PRD la violación de la soberanía estatal. Pudo haber sido así. Y ello tendrá que elucidarse en los próximos días con las consecuencias jurídicas del caso. Pero el golpe mediático y político está dado.

También se queja el PRD del trato diferenciado que se otorgó al gobernador de Morelos, Antonio Adame, en un caso similar y deploran que la acción se haya realizado con la aviesa intensión de llevar agua al molino electoral del Partido Acción Nacional.

La sorpresa del perredismo nacional y del propio Godoy parece radicar en el pacto implícito de colaboración que suscribieron con la derecha desde que el gobernador reconoció como presidente al señor Felipe Calderón ("demente, quien no reconoce a Calderón", dijo en un arrebato que condujo a algún ingenioso a consignar su actitud entreguista modificando su nombre por el de Leonel Las-doy).

Semejante reconocimiento se formuló a contrapelo de lo que sostienen otras corrientes dentro de ese partido, señaladamente la que representa AMLO y su movimiento.

Aunque Godoy trabajó como secretario de Seguridad Pública del DF, cuando el tabasqueño gobernó la ciudad, nunca perdió su filiación cardenista. No de otra forma se explica su llegada a la gubernatura de un estado que parece escriturado a la familia del General.

La evidente, pero nunca reconocida ruptura Cárdenas-AMLO puso a Godoy del lado de Cuauhtémoc, como era natural, y en esa tesitura, ese grupo ha hecho una guerra soterrada al ex candidato presidencial, al grado de que para diferenciarse de aquél han resuelto reconocer la presidencia de Calderón.

Eso ya les redituó los primeros dividendos al quedarse al mando del PRD y esperan que ante la ciudadanía también les dejé alguna renta por su actitud "civilista". Lo que nunca esperaron fue semejante descontón como retribución de su colaboracionismo.

Por ello resulta enternecedora, por candorosa, la actitud de Jesús Ortega, el presidente del PRD y la del propio Godoy cuando exponen ante los medios su inconformidad por el que consideran ilegal operativo, pues de seguro se creen aliados del calderonismo y no subordinados, como en realidad se les cataloga en Los Pinos.

Se verá si la inusual redada de funcionarios y alcaldes tiene un real sustento jurídico o si después de algunos meses, que podría ser al cabo de las elecciones de julio, son liberados gradualmente por no encontrárseles elementos suficientes para dictarles sentencia condenatoria.

Sabremos entonces si se trató de otro aparatoso montaje del que acaso el único que ya no pueda recuperarse sea el desde ahora damnificado gobernador.

¡Hasta la próxima!


Justificar a ambos lados

jueves, 21 de mayo de 2009

Seguridad pública : armas de papel

Un convoy de falsas camionetas de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) llega al penal de Cieneguillas (Zacatecas) y en pocos minutos saca de ahí a 53 reos de alta peligrosidad, relacionados con el narcotráfico, sin que ninguna autoridad acierte a impedirlo.

Como pocos, el peliculesco operativo desnudó, una vez más, la debilidad estructural con que el gobierno (es un decir) del señor Felipe Calderón enfrenta la llamada guerra contra la delincuencia.

Se trata de una guerra a la que se asiste con armas de papel.

Y no es una frase retórica. Los pertrechos de esta administración están hechos, en más de un sentido, de planes de papel. Veamos:

Del Sistema Nacional de Planeación Democrática (SNPD) se desprende el Programa Nacional de Seguridad Pública (PNSP), el cual se diseñó siguiendo los lineamientos de más papeles (documentos):

--El Plan Nacional de Desarrollo (PND)
--Visión México 2030
--Programa Sectorial de Seguridad Pública (PSSP)
--Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad (ANSJL)
--Estrategia Nacional de Prevención del Delito y Combate a la Delincuencia (ENPDyCD)
--Ley General que Establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública (LGEBC-SNSP)

No acaba ahí la maraña de siglas, de corrupción y de simulación institucional. Sigamos:

Todo lo anterior forma parte del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) que para coordinar tanta burocracia creó un Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP), el cual pretende ser un órgano superior de coordinación nacional para coordinar --la cacofonía no es de quien esto escribe, sino de tanto órgano coordinador-- a otras instancias de los tres niveles de gobierno (federación, estados y municipios).

Ahora bien, con el fin de asegurar que todo eso funcione, el señor Calderón promulgó el pasado 2 de enero la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la cual, a su vez, prevé la creación de cinco órganos facultados para establecer otros tantos "mecanismos de coordinación para la ejecusión de políticas y programas..." y bla, bla, bla, bla.

Tales órganos son la Conferencia Nacional de Procuradores de Justicia, la Conferencia Nacional de Secretarios de Seguridad Pública, la Conferencia Nacional del Sistema Penitenciario, la Conferencia Nacional de Seguridad Pública Nacional, así como Consejos locales e Instancias regionales.

Se crearon además el Sistema Nacional de Acreditación y Control de Confianza y el Sistema único de Información Criminal.

De acuerdo con el gobierno la cosa está más o menos así: el PNSP está alineado con el PND y con el SNPD y todo ello converge en el SNSP y su CNSP. Además, el PNSP también incorpora ideas del PSSP, del ANSJL, de la ENPDyCD y de la LGEBC-SNSP. ¿Se enredó usted? No se preocupe, los funcionarios que pertenecen a toda esa esquizofrénica red lo están aún más, como lo muestran sus pobres resultados.

Pues bien, con todo ese entramado burocrático encima, un grupo de malhechores --seguramente no más listos que los metodólogos gubernamentales que han organizado toda esta maraña de papeles-- diseña una estrategia simple, compra algunas voluntades y rescata en minutos a sus secuaces. ¿Qué les parece? Patético, ¿no?

¡Hasta la próxima!

domingo, 15 de marzo de 2009

Forbes, once again


En estos días la política nacional ha tenido su dosis de divertimento. Primero, la revista Forbes asestó un golpe mediático al incluir a Joaquín "El chapo" Guzmán en su ya legendaria lista de los hombres más ricos del mundo.

Enseguida el señor Felipe Calderón y sus adláteres (el secretario de Gobernación y el procurador General de la República) reaccionaron muy enojados y serios, ante el evidente buscapiés, diciendo que era una irresponsabilidad, una apología del delito y hasta un insulto para los otros acaudalados.

Los editores de la publicación debieron estar muy complacidos por el efecto alcanzado. Una lista como la que publican cada año corre el riesgo de perder notoriedad, pues resulta difícil que en sólo 12 meses se produzcan cambios sustanciales en, digamos, el Top 10 de esa relación.

De modo que como buenos editores saben que deben introducir de cuando en cuando algún dato que despunte, que sea noticioso y hasta sorprenda al respetable, como un modo de seguir vigentes. Ese fue el caso este año. Y en Los Pinos tragaron el garlito: respondieron y concedieron notoriedad y resonancia a la famosa lista.

Con un pésimo sentido del humor, esos funcionarios empezaron a cuestionar la metodología empleada por la revista para calcular la fortuna del Chapo, cuando debieron descalificarla con alguna buena frase igualmente humorística o ingeniosa, pero certera. Hasta el propio Calderon, en un foro con empresarios estadounidenses de nuevo se puso a reñir con la publicación.

Ya lo había hecho en enero, cuando en el Foro Económico Mundial realizado en Davos, Suiza, se entrevistó con el director de Forbes para refutar el reportaje publicado en diciembre que hablaba del desmoronamiento mexicano y catalogaba a nuestro país como un Estado fallido.

Lo ocurrido esta semana mostró a un gobierno abrumado y a un Calderón que parece haber perdido la proporción de los asuntos que le conciernen. Un presidente de un país --así se ostenta, pese a las dudas que persisten sobre la legitimidad de su elección-- no puede ponerse a pelear con una revista, para eso hay otros niveles.

Tampoco puede rebajar su jerarquía respondiendo cada vez que los secretarios, representantes, militares y asesores estadounidenses formulan juicios que ponen en duda la capacidad de su gobierno para enfrentar al narcotráfico, como ocurrió esta semana.

Quienes lo conocen dicen de Calderón que es de mecha corta (se enoja muy rápido), pero no es con bravuconerías o pirotecnia verbal como atajará lo que llamó una campaña contra México. Casi todo el año el señor Calderón ha estado contra las cuerdas, a la defensiva, librando una batalla --esa sí fallida-- por convencer a la opinión pública nacional e internacional que no gobierna un Estado fracasado.

Su estrategia de comunicación ha fallado porque no ha podido posicionar en la percepción o en el imaginario colectivo un mensaje de eficacia a partir de resultados medibles y verificables. Por ejemplo, para refutar a quienes afirman que ha perdido el control sobre vastas zonas del territorio nacional, les responde invitándolos a que vengan a visitarlas. "Yo los llevo", les mandó decir.

¿Y cómo haría ese viaje con sus hipotéticos visitantes? ¿rodeado por militares, con helicópteros sobrevolando la zona previamente acordonada 48 horas antes y con francotiradores apostados en los edificos por donde pasen, como acostumbra en sus recorridos? ¿No sería eso la mejor prueba de que, en efecto, las bandas del crimen organizado son una amenaza real que asolan, cuando no controlan de muy diversos modos esos territorios?

Aparte la amenaza real que significa el narcotráfico la actual administración tiene otro problema: está empeñada en obtener la aprobación externa. Esa es su debilidad. Cuando hay elogios de Washington por su actuación, los blande como un timbre de orgullo, cuando hay críticas y presiones se desquicia totalmente. Eso es lo malo de trabajar para la galería: se está siempre en busca del aplauso fácil.

Como aficionado que es a la fiesta brava, Calderón debe saber que el toreo efectista (como su guerra) puede entusiasmar a los villamelones, pero nunca le ganará la estima de los conocedores. Una figura del toreo, en cambio, lo mismo que un estadista, ganan su sitio y respetabilidad cuando basan su actuación en actos que verdaderamente revolucionan el entorno.

Así, no pueden los gobiernos panistas ni de ningún otro signo pretender combatir el crimen organizado sin al mismo tiempo modificar las estructuras institucionales que alientan la otra delincuencia: la de cuello blanco, la que trafica con influencias al amparo del poder público, la que defiende ferozmente privilegios personales y de grupo en desmedro de los de la sociedad, la que está enquistada en las estructuras del poder político, económico, sindical, laboral, educativo, partidista.

Como esto último no va a ocurrir, la actual es una guerra perdida. Piénsese tan sólo en la creciente capacidad del narcotráfico para ofrecer empleos a la masa de desocupados que el sistema no puede absorber por estar diseñado sólo para el beneficio de unos cuantos. Si las actuales estructuras de dominación no cambian, y al ritmo que van las cosas, en unos años el narcotráfico podría convertirse en el mayor generador de empleos privados en México.

El cinismo de nuestros gobernantes es tal que quizá sólo entonces acepten legalizar los enervantes. Algo similar ocurrió ya con el fenómeno de la migración hacia Estados Unidos. Constituía un problema que se trataba de evitar, pero en cuanto se vio el efecto favorable que en las finanzas públicas tenían las elevadas remesas de dólares que enviaban los migrantes, lo que se buscó no fue incrementar las oportunidades de empleo aquí para detener su partida, sino abogar demagógicamente para que mejoraran sus condiciones laborales del otro lado de la frontera.

En tal escenario ésta y todas las guerras que se emprendan en semejantes condiciones serán inútiles. Y para colmo, ni siquiera se responde con humor a las gracejadas del Norte.


Foto: Edificio Forbes en la Quinta Avenida
de Nueva York

martes, 24 de febrero de 2009

Violencia

La violencia del llamado crimen organizado está en aumento y cada día apunta más arriba en la escala jerárquica del poder. Ya no sólo es la gendarmería la que es puesta en jaque. Ahora lo son también presidentes municipales, generales del ejército y hasta gobernadores.

La semana pasada, mediante cartulinas colocadas en lugares públicos, los maleantes fijaron un plazo de 48 horas al secretario de Seguridad Pública municipal en Ciudad Juárez, mayor del ejército Roberto Orduña Cruz, para que renunciara a su cargo o empezarían a matar agentes.

La renuncia se produjo tras la ejecusión de un agente de tránsito y un custodio, asesinados como muestra de que la amenaza empezaba a cumplirse con siniestra puntualidad.

El sábado pasado fue emboscado el convoy en el que viajaba el gobernador de Chihuahua José Reyes Baeza, quien en una insólita tentativa por minimizar el hecho, lo atribuyó a un "altercado vial", como si en un caso como ese pudieran dispararse al menos 30 casquillos de balas, como los encontrados en la escena del atentado.

Ayer, en fin, aparecieron nuevas cartulinas en aquella ciudad fronteriza. Ahora el amenazado fue el propio alcalde de Juárez, José Reyes Ferriz, a quien los anónimos amenazaron con cortarle la cabeza --y ya se sabe que por aquellos rumbos el asunto es literal-- "junto con tu familia, aunque esté en El Paso, Texas".

En otro dato que revela el deterioro de la situación, el gobierno de Estados Unidos emitió el viernes pasado una alerta para que los ciudadanos de ese país que viajen a México adopten precauciones ante el incremento de la violencia del narcotráfico y de la delincuencia común, particularmente en ciudades como Tijuana, Juárez y Chihuahua.

En medio de todo, el patético presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Germán Martínez Cázares ha creido conveniente introducir al debate electoral el tema del narcotráfico, mediante un discurso en el que para justificar el clima de terror que se vive hoy, achaca al PRI la culpa de todo por la pasividad que frente al problema habría observado durante los años que gobernó.

Esa visión, simplista y frívola, es la que sin embargo priva en los círculos del poder blanquiazul. Lo cierto es que el narcotráfico se reorganizó y fortaleció tras el fallido proceso mexicano de transición a la democracia.

Ese fue un momento clave y su conducción, en mala hora para el país, correspondió al conservador PAN, cuyo proyecto sólo consistía en hacerse del poder, pero no en emprender una reforma del Estado pactada con todas las fuerzas políticas, para desmantelar las estructuras de corrupción en que se fundaba el antiguo régimen.

El sexenio 2000-2006 debió ser de una auténtica transición que implicaba nuevos arreglos institucionales para reacomodar y ajustar a nuevas prácticas y consensos políticos a los factores de poder que quedaron a la deriva al desaparecer el férreo control corporativo priísta.

No hubo ni capacidad ni voluntad política para emprender esa colosal tarea. En tanto el crimen organizado, como se le llama genéricamente al contrabando, el narcotráfico, los secuestradores y la piratería, entre otros, encontró una ancha franja de acción que le permitió consolidar mercados, pertrechos y las posiciones que ya tenía dentro de las propias corporaciones federales encargadas, al menos formalmente, de combatirlo.

Esa inacción panista, desde luego favorecida por el contubernio priísta y de la fracción que hoy manda en el PRD, condujeron al país a la actual encrucijada. El momento clave fue el de la alternancia en la presidencia. Se perdió esa oportunidad histórica.

Ahora la guerra se está perdiendo. Eso lo sabe el señor Calderon quien ya considera que el próximo presidente podría ser un narco. Eso lo dijo la semana pasada el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos. Ahora se sabe que se lo escuchó decir al propio Calderon. Él sólo lo repitió.

El problema, como lo muestran los episodios narrados en la entrada de este artículo, es que quienes ahora comienzan a estar en jaque son los ejecutivos de los estados, es decir, los gobernadores, el segundo nivel en la escala de mando de la República. Después de ellos ya sólo queda el Presidente.

viernes, 16 de enero de 2009

Fuego amigo


El embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, escuchó atónito la pregunta: "Algunos análisis de inteligencia dicen que la violencia desenfrenada y la corrupción gubernamental en México lo han convertido en un Estado fallido. ¿qué opina de eso?"

Esa entrevista, junto con otros materiales dedicados a nuestro país, se incluyeron en la edición de diciembre de la revista Forbes, cuyo artículo de portada reza: El desmoronamiento mexicano.

En algunos círculos de opinión de aquí, ese y otros pronunciamientos recientes del stablishment estadounidense se interpretan como una campaña con miras a propiciar una mayor injerencia en las decisiones que se adoptan de este lado de la frontera, ante lo que se considera el fracaso de la batalla contra el narcotráfico.

A su vez, el stablishment mexicano respondió en voz de uno de sus representantes mejor posicionados. El historiador Enrique Krauze se queja de lo que considera una "falsa e injusta visión" (Reforma 11/I/09), pero lo hace de una manera falaz.

"La defensa de nuestra imagen" que intenta Krauze asombra por su absoluta falta de rigor. Pero importa desmenuzarla porque refleja una visión y acaso un proyecto que no comparten las mayorías empobrecidas de este país, y porque ese desencuentro entre la percepción de las élites domésticas y la de sus gobernados constituye la principal causa de debilidad del país ante el narcotráfico y las ambiciones del vecino del Norte.

Dice Krauze que tenemos el mérito de haber construido en sólo dos décadas una economía abierta, diversificada y parcialmente moderna, pero que --añadamos nosotros-- destruyó cadenas productivas, entregó el control de la banca nacional al agio internacional y arruinó el campo.

Lo de economía diversificada es otro mito, por decirlo con palabras que no ofendan al pudor, pues en el documento Situación y perspectivas para la economía mundial 2009, la ONU señala que México será muy afectado por su liga con Estados Unidos, tanto, que su economía podría decrecer este año 1.2 por ciento.

Eleva Krauze al rango de "hazaña" (¡oh, sí!) el haber logrado una "aterciopelada" transición democrática, como si de ese material sedoso hubieran sido las balas disparadas en las matanzas, aún impunes, de Acteal y Aguas Blancas, amén de las que cegaron la vida de decenas de opositores asesinados durante el salinato.

Basado más en recursos retóricos que en realidades establece que el país de la alquimia electoral creó el IFE, como si no hubiera sido ese instituto y su incondicionalidad al poder el responsable de que se perdiera la concordia nacional de que ahora se lamenta el historiador.

En su alegre recuento señala que el país de la transa y la corrupción introdujo una ley de transparencia, como si con ella hubieran desaparecido mágicamente tales vicios. Pasa por alto el vendedor de las biografías del poder que México sigue mal calificado en los principales índices internacionales de corrupción, como Amnistía Internacional, Global Integrity y el Barómetro de las Américas.

El tierno candor que transpira Krauze recuerda la ciega confianza de los criollos novohispanos en la ley, de la cual hace mofa Jorge Ibarguengoitia en Los pasos de López. Como si para cambiar la realidad bastara con redactar un documento y firmarlo.

El país de la dictadura perfecta, añade el escritor, instauró las más amplias libertades cívicas, como si ignorara los frecuentes ataques a la libertad de expresión (apenas ayer el ayuntamiento panista de Guanajuato anunció que multará con mil quinientos pesos a quienes sean sorprendidos besándose en la vía pública. Y en un tic de hipocrecía apenas disimulado, el presidente nacional del PAN, el mismo que hace poco proclamó la consigna de guanajuatizar a México, no le quedó más que salir a los medios para tratar de desmarcarse de esa iniciativa).

Krauze parece adscribirse a la filosofía del "haiga sido como haiga sido" cuando en su texto trata de matizar los "éxitos" del país de un plumazo: bueno, todo esto se logró no sin "sobresaltos, injusticias, errores y excesos".

Lo que llama, en fin, la atención en el texto del columnista de Reforma es su intento de envolverse en la bandera nacional para emprender la defensa de un gobierno profundamente antinacionalista que aceptó la ayuda estadounidense mediante la estrategia intervencionista denominada Iniciativa Mérida para el combate al narcotráfico y al crimen organizado.

Como se sabe, en octubre de 2007 la administración Bush incluyó esos recursos como un anexo a su propuesta de gastos adicionales para las intervenciones en Irak y Afganistan, con lo que tácitamente se considera que el grado de conflictividad en los tres países es similar. No se protestó por ese hecho entonces. Y ahora se llaman a sorpresa porque en los círculos de poder estadounidense se cataloga al país como un Estado débil y fracasado.

Al referirse al narcotráfico Krauze se queja de que sea, entre otras cosas, una guerra sin ideología. El señalamiento tiene mucho de paradójico. Proviene de alguien que frecuentemente descalifica a los críticos del oficialismo porque atribuye a sus reclamos tintes ideológicos.

La única ideología de los narcotraficantes es el dinero. Están dispuestos a matar y morir por él. Son prácticos, como le gusta a Krauze que sean los opositores. Son, en ese aspecto, un producto del capitalismo. Así que el fenómeno no puede condenarse y a la vez dejar intactos o hacerse de la vista gorda acerca de los fundamentos del sistema que les insufla vida. Sería como tratar de erradicar un virus dejando vivas las cepas que lo producen.

Hoy mismo (viernes), La Jornada publica un reporte del Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos que insiste en colocar a México al lado de Pakistán como dos estados grandes e importantes que estarían ante "la posibilidad de un colapso rápido y repentino".

El informe añade una amenaza nada velada: "Cualquier descenso de México al caos demandará una respuesta estadounidense basada únicamente en las serias implicaciones para la seguridad de la patria (Estados Unidos)".

Nadie puede celebrar que estas situaciones se estén produciendo. Pero Krauze, como historiador, debe saber que cualquier país o movimiento fracasa sin una base social amplia que lo respalde. El señor Calderón carece de ese sustento. Malo para el país que así sea.

Hacia el final de su defensa Krauze considera que la frase bíblica formulada por Lincoln parece destinada a nosotros: "una casa dividida contra sí misma no puede sobrevivir". En efecto, sólo que la unidad debe siempre tener un sustrato de justicia e igualdad no sólo jurídicas, sino reales.

A propósito de sentencias bíblicas, nada mejor que concluir con otra que el señor inaugurador de encuentros clericales familiares y sus adláteres deberían releer: "Quien turba su casa heredará el viento".




domingo, 11 de enero de 2009

Id por el mundo...


El señor Felipe Calderón --quien hace de presidente del estado mexicano laico-- gusta de las reminiscencias bíblicas en sus presentaciones públicas. A las bienaventuranzas que nos recetó en el "funeral de Estado" de su amigo Juan Camilo Mouriño, agregó ahora una encomienda cuasi apostólica para los cónsules y embajadores del país.

El viernes pasado en Palacio Nacional los instruyó a id por el mundo a expandir la buena nueva de que "México es un Estado pleno y funcional".

En el lenguaje críptico que suelen emplear los políticos mexicanos, la frase constituye una inequívoca alusión a quienes empiezan a preguntarse si no gobierna un Estado fallido.

El concepto, hay que recordarlo, fue introducido por Noam Chomsky en su libro Failed states: the abuse of power and the assault on democracy (2008).

Un estado deja de ser viable (es fallido) cuando tiene un gobierno central débil (Calderón aún lucha contra el fantasma de su ilegitimidad), cuando pierde el control de su territorio o el monopolio del uso de la fuerza (en algunos casos el narco cuenta con mayor poder de fuego que el propio ejército mexicano); cuando deja de proteger a sus ciudadanos contra la violencia (véanse los índices de inseguridad e impunidad), o se encuentra inmerso en la corrupción o el crimen (aquí los principales cuerpos de seguridad están infiltrados como empieza a demostrarse).

Más aún: de acuerdo con el índice de estados fallidos 2008 que publicó el think tank estadounidense Fund for Peace (www.fundforpeace.org), México ocupa el lugar 105 entre 177 países, lo que lo coloca por segundo año consecutivo en la categoría de estados en riesgo, sólo abajo de los que ya están en alerta.

Por si esto no bastara, a fines del año pasado la Secretaría de la Defensa Nacional reconoció lo que todo mundo empieza a percibir: que el narcotráfico ha puesto en riesgo la viabilidad del país (Milenio 11/28/08).

Con esos datos juzgue el lector de qué lado estamos más cerca, si de ser funcionales o fallidos.

El señor Calderón pidió también al cuerpo diplomático decir en el extranjero que aunque sorprende y preocupa el número de muertes que se han producido aquí estos años, "están clara e indisolublemente vinculadas a la lucha que los grupos criminales mantienen entre sí por territorios que vienen perdiendo y por el debilitamiento de sus estructuras".

La realidad vuelve a desmentirlo. Los criminales no se matan sólo entre ellos. Durante la primera semana de mayo de 2008, sicarios presuntamente contratados por el Cártel de Sinaloa ejecutaron en la capital del país a las tres piezas clave en la lucha contra la delincuencia organizada.

Con sólo unas horas de diferencia el 1 de mayo fueron asesinados Roberto Velasco Bravo (director de Crimen organizado, de la Dirección General de Análisis Táctico de la Policía Federal) y Aristeo Gómez Martínez (director de la Jefatura del Estado Mayor, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal). La madrugada del 8 de mayo fue ejecutado Edgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal.

Se trató de tres colaboradores del primer círculo del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, en lo que fue interpretado por diversos analistas como un desafío directo del narcotráfico contra el gobierno de Calderón.

A ello podría añadirse el atentado del 15 de septiembre en Morelia en contra de civiles y el perpetrado los primeros días de 2009 contra las instalaciones de Televisa-Monterrey.

La afirmación presidencial preocupa porque si cree realmente lo que dice, significa que está enfrentando un problema delicadísimo, con un enfoque muy distorsionado de la realidad. Si se trata de una versión de un político que trata de engañar a la opinión pública, resultará un esfuerzo inútil y costoso: pondrá en evidencia el talante poco honorable del jefe de esos diplomáticos-apóstoles.

Monsivaiana

El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo que es optimista el escenario de crecimiento cero previsto para este año por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens. En estos días de mensajes positivos de año nuevo, ambos funcionarios podrían revisar el nuevo aforismo de Carlos Monsiváis:

"No te dejes matar por el pesimismo, mejor déjate aniquilar por la inutilidad de tu optimismo".