jueves, 12 de febrero de 2009

Darwin


Celebremos hoy los 150 años de la publicación de una obra fundamental para el género humano: Sobre el origen de las especies, de Charles Darwin, así como el 200 aniversario de su nacimiento, con un episodio de su vida que pudo cambiar la historia (recuerden la Teoría del Caos).

La revista The Scientist difundió hoy esta historia:

El 29 de agosto de 1831 Darwin regresó a casa tras un viaje geológico de campo en el norte de Gales. En su hogar lo esperaba una carta de su profesor y mentor de Cambridge, Jhon Stevens Henslow. En ella lo invitaba a un viaje alrededor del mundo, en el que participaría como naturalista del HMS Beagle. El periplo estaba programado para salir en un mes.

Aunque Darwin aceptó de inmediato la oferta, su padre se opuso terminantemente a la idea diciendo que se trataba de una empresa apresurada y temeraria, y que además iba en detrimento de su carrera como prospecto a clérigo.

Al día siguiente Darwin recorrió los 50 kilómetros que separaban su casa en Shrewsbury de la de su tío Josiah Wedgwood, en Maer Hall. Si alguien podría influir en el corazón de su padre, creía, ese era su tío Josh. Darwin le relató las objeciones de su progenitor y le encomendó su caso.

Wedgwood se puso del lado del joven. El 31 de agosto Darwin escribió a su padre rogándole que reconsiderara su postura. En la misiva, el naturalista enlistó las ocho principales objeciones de su padre e incluyó una nota del tío, en la cual éste respondío cada objeción, punto por punto (foto).

La carta cambió la opinión de su padre y el futuro de Darwin. En efecto, fue en ese viaje particular en el que el científico concibió los primeros vislumbres de su teoría de la evolución, la cual describió en el libro Sobre el origen de las especies.

"Si él no hubiera realizado ese viaje (en el HMS Beagle), creo que psicológicamente hubiera representado un gran problema", dice David Kohn, editor general de la biblioteca digital Darwin sobre la Evolución, del Museo Americano de Historia Natural.

"Eso podría haber sido causa de amargura y pudo haber interrumpido la continuidad de sus estudios".

miércoles, 11 de febrero de 2009

Mascaradas

Circula este mes la Primera Encuesta Nacional sobre la Discordia y la Concordia entre los mexicanos. Fue encargada por la revista Nexos, a cuya dirección regresó recientemente el historiador y empresario Héctor Aguilar Camín, y por la Fundación Manuel Arango.

El objetivo, dicen, es "retratar el estado que guarda nuestra democracia en la intimidad de la conciencia ciudadana". En su análisis de los resultados, la revista lamenta que la pluralidad alcanzada en el país haya devenido en pugna e inmovilidad; en estancamiento y confrontación.

Para más de la mitad de la población (52%) el país está estancado y no reconocen que las nuevas prácticas democráticas hayan logrado bienestar.

Establece además que la conducta de los políticos y los ciudadanos no es la deseable en materia democrática, pues éstos últimos incurren en comportamientos que critican a los políticos.

De acuerdo con la encuesta, el saldo de la transición mexicana a la democracia no puede ser más desesperanzador. Ello sería así en el caso de que esa transición hubiera, en efecto, ocurrido.

Es decir, se da por hecho que ya transitamos a la democracia y que, por ende, tenemos "nuevas prácticas democráticas".

Hay una corriente de opinión muy extendida, a la que se adscribe desde luego el grupo Nexos, que insiste en "confundir" alternancia en el poder con transición democrática. Se trata de un alegre diagnóstico cuyo propósito acaso consista en descalificar e inhibir cualquier reclamo de cambio social, puesto que ya habríamos conquistamos el fin último de toda sociedad: la democracia.

Si persisten los males o no mejora la situación personal de los ciudadanos ni aun con la democracia en la que se pretende hacer creer que ya vivimos, acháquese el problema a la imperfección de toda obra humana o a la falta de urbanidad política de los opositores que todo lo mal ven o a los catastrofistas que no saben perder.

En México lo que vivimos fue sólo la alternancia de partidos en el poder. No es poca cosa, dirán algunos dado el atraso político en que vivíamos. Pero ese es sólo un aspecto de los procesos de transición. Y ni aun en ese renglón hemos pasado la prueba del ácido, pues en 2006, cuando una coalición de partidos diferente al conservadurismo que representan el binomio PRI-PAN, estuvo cerca de ganar o incluso lo hizo, se recurrió a toda suerte de malas artes para impedirlo.

La nueva clase política que llegó al poder como resultado de esa alternancia no modificó las estructuras de dominación ni el modelo económico que permitiera un cambio en el patrón de acumulación y distribución de la riqueza nacional, ni movió un ápice el entramado institucional que favorece el ejercicio patrimonialista y faccioso del poder, así como la corrupción.

Los desarreglos institucionales que vivimos y que originan las disputas y jaloneos políticos que la ciudadanía reprueba y que la alejan del interés por los asuntos públicos, es producto, precisamente, de un inacabado proceso de transición democrática.

Incluso una de las nuevas instituciones surgidas en esa etapa --el Instituto Federal Electoral-- que era vital dada la experiencia traumática de recurrentes elecciones fraudulentas, padece hoy un acelerado proceso de deslegitimación y falta de credibilidad, lo cual nos devuelve al principio del camino. A los años en que nadie confiaba en el árbitro.

Otro rasgo de una sociedad que ya ha transitado hacia la democracia es la participación ciudadana. A este respecto, la encuesta que comentamos aporta datos interesantes: sólo un tercio de la población está informado de los acontecimientos del país. Los dos tercios restantes se autocalifican como poco o nada interesados en política.

Esos datos se correlacionan con otro según el cual ningún comportamiento de nuestra clase política genera entusiasmo u orgullo entre la población. Todavía peor: a la ciudadanía le indignan más las tomas de tribuna en las cámaras (28%) que la corrupción (12%), el fraude electoral (2%) o el que no se haga nada frente a la inseguridad (3%).

Lo anterior significa que tenemos una ciudadanía construida a medias y sin capacidad real para ejercer sus derechos políticos, civiles y sociales. Hasta podría afirmarse que se trata de ciudadanos incompletos que ejercen sus derechos con baja intensidad y que incluso muchos de ellos se encuentran excluidos de los más básicos o elementales.

Ahí deben buscarse las causas del conflicto y la discordia que según muchos lacera al país. En el análisis que hace Nexos de su propia encuesta, se sorprende que los ciudadanos incurran en prácticas que reprochan a los políticos. Es natural.

Como ha afirmado Alonso Salazar, alcalde de Medellín (Colombia), las instituciones deben ser mejores que su sociedad. En México estamos al revés: la clase política corrompió a la sociedad.

Se exige que la población cumpla con las leyes, pero el espectáculo que se ofrece en las altas esferas del poder es deplorable. Lo que el público percibe es que en las alturas siempre están buscando fórmulas para eludir la ley. Si un ordenamiento prohibe que los políticos aparezcan en anuncios promoviendo obras, entonces lo que hacen es contratar un clon, un doble que sin ser ellos, haga que la gente asocie su imagen y el resultado es el mismo: se le buscó un recoveco a la ley para burlarla.

Y así podrían recordarse muchos ejemplos. La Ley de Ingresos del gobierno federal incluye siempre un apartado denominado Miscelánea fiscal. En esencia se trata de añadidos a la ley para tapar los huecos que permiten a los contribuyentes evadir al fisco. Y eso se hace cada año, porque cada año los contadores encuentran modos para burlar la legislación, los cuales deben ser tapados con nuevas disposiciones. Y así nos vamos.

¿Por qué ocurre esto? Porque la gente percibe que a los grandes consorcios no se les acosa de la misma forma en el pago de impuestos. Incluso se les condonan o devuelven sumas millonarias por ese concepto. Y todo eso es producto de los arreglos institucionales que permiten a unos ventajas sobre otros.

Así, con Sor Juana podríamos preguntar: quien es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: el que peca por la paga o el que paga por pecar.

Ese estado de cosas no sólo genera escasa cohesión social y múltiples conflictos, sino algo que es peor para los propios ciudadanos: los aleja de la política creándoles malestar y fastidio hacia todo lo que tenga que ver con los asuntos públicos.

El efecto lo resumió muy bien una amiga mía: "nada nos interesa y sólo nos dedicamos a crecer como hierbas".

Detengámonos por último en el tema de los acuerdos. La encuesta dice que la ciudadanía conserva rescoldos de intolerancia. Que se exige a los políticos acuerdos y cuando lo hacen cae sobre ellos la sospecha de que traicionaron sus principios. No es casual.

La experiencia ciudadana dice que cuando se ponen de acuerdo el único que pierde es el pueblo. Recuérdense al efecto las llamadas concertacesiones salinistas, cómo se negociaron gubernaturas a cambio de legitimar al régimen.

De todo lo anterior se sigue que lo que revela la encuesta no son los saldos de nuestra pretendida transición democrática; son, más bien, los saldos de una mascarada. De ahí la desesperanza.

jueves, 5 de febrero de 2009

Poderes fácticos

La actual controversia entre el duopolio televisivo (Televisa-TV Azteca) y el Instituto Federal Electoral (IFE) por la transmisión de propaganda política durante el curso de programas deportivos en el que la continuidad para el televidente es vital, ha puesto en evidencia --como ningún otro episodio podría hacerlo-- el carácter y el rabioso dominio que ejercen los poderes fácticos sobre la sociedad mexicana.

Fáctico proviene de factum (hecho). Un poder fáctico es, así, aquel que gobierna en los hechos, realmente, detrás del trono, sin ser parte del aparato político formal. El poder real detrás de la apariencia de las elecciones y el voto popular.

Es el que decide y conforma el rumbo de la sociedad, más allá de los planes y quehacer gubernamentales, y cuando la clase política adopta decisiones contrarias a sus intereses, abandona su ostracismo y se encarga de recordar a todos quién manda.

Su poder y capacidad les viene del hecho de que los poderes fácticos tienen en sus manos recursos estratégicos mediante los cuales influyen y controlan la ideología o la economía de un país, en este caso ese recurso es la televisión.

Jacqueline Peschard (citada por Fátima Fernández Christlieb en "¿Cómo se constituyó Televisa en un poder fáctico?") los describe como "aquellos poderes que tienen la fuerza para condicionar la acción del Estado mexicano, cuando no para amenazarlo o neutralizarlo".

Otra estudiosa del tema, María Amparo Casar, los caracteriza como aquellos poderes que han crecido al amparo y con el beneplácito, cuando no con el contubernio de las autoridades. Están constituidos formalmente por monopolios privados y públicos. De ellos depende que no se avance en la competitividad, en el crecimiento, en el combate a la pobreza, y en la distribución del ingreso. Constituyen un veto a la acción pública. Hasta aquí las referencias.

Para expresarlo con una imagen popular: "Son la mano que mece la cuna"; los que determinan qué se hace y qué no. Todo en ánimo de mantener un estado de cosas conveniente a sus intereses. Son los que verdaderamente eligen qué persona o qué partido debe gobernar. Y cuando ven en riesgo su decisión recurren a todo tipo de recursos, legales o no, para influir en los electores formales (Recuérdese aquella campaña que tachaba a Andrés Manuel López Obrador como "Un peligro para México". Ellos la idearon, la financiaron y la difundieron).

El verdadero peligro para cualquier país es quedar atrapado enmedio de estos poderes. Entonces se convierte en una sociedad secuestrada, cuya productividad y esfuerzo se distribuye sólo entre las empresas y representantes de esos poderes fácticos.

Ya podrán venir discursos acerca de que le hechemos ganas, que vamos a salir adelante, que tú esfuerzo personal vale mucho; ya podremos hacer largas filas ante las oficinas del IFE para obtener o actualizar la credencial de elector. "Alguien", antes, ya decidió y eligió por nosotros.

Y es que los gobiernos, en países como México, se han convertido sólo en el instrumento, el brazo ejecutor y protector de los intereses de esos poderes fácticos.

En la novela Drácula de Bram Stoker, el doctor Van Helsing dice de pronto, refiriéndose al vampiro: su mayor poder es que la gente no cree que exista. Eso ocurre con los poderes fácticos.

La gente opina y debate en periódicos, en programas de radio y televisión en vivo. Y los temas siempre son lo que ocurre en la esfera pública: la inseguridad, la economía, los pleitos entre partidos y políticos. Le llaman a eso ser una sociedad democrática que discute abiertamente sus problemas.

Es, sin embargo, una sociedad secuestrada. Discute y hace hasta donde conviene a los poderes fácticos, dentro de los límites permitidos por éstos. Pero de ellos nunca se habla ni se debate. Esa es su fuerza.

No se crea, sin embargo, que tales poderes son un ente abstracto, inasible. Tienen nombres y apellidos: son los capitanes de empresas como Televisa, Tv Azteca, los representantes de la élite eclesiástica, empresarios nacionales y extranjeros.

En el caso del actual episodio las coordenadas están trazadas. A las televisoras no les gustó la reforma electoral de 2007 que impide a los partidos gastar fortunas en propaganda mediática. Se recurrirá a los tiempos gratuitos que los concesionarios deben otorgar por ley a la publicidad oficial.

El duopolio reacciona furibundo; interrumpe programas deportivos para transmitir mensajes de partidos políticos. Desafía a la autoridad electoral y ésta reacciona con tibieza. Con el comedimiento propio de un subordinado, cuando se dirige al patrón, el IFE, a través del señor Leonardo Valdés Zurita, consejero Presidente, dice que investigará la difusión "atípica" de esos anuncios.

Ahí está la supuesta máxima autoridad electoral temerosa de llamar a los hechos por su nombre. A la provocación y desacato a las normas le llama, simple, timorata y neutralmente, conducta "atípica". Está en su papel. Él sabe quien manda y sólo acata.

Véanse, además, la reacción de los partidos políticos ante la arbitrariedad de las televisoras: "El PRI no se inmiscuirá en ese debate" (Beatriz Paredes); "No es acusando ni sancionando como se va a resolver este asunto" (Germán Martínez, PAN); "No hay motivo para sancionar a las televisoras, estamos en un periodo de afinación y de ajuste" (Carlos Navarrete, PRD).

Es evidente que ni el IFE ni los partidos tienen el poder ni la voluntad para sancionar esta tergiversación de la ley que han encabezado las televisoras. Seguramente se enredarán en declaraciones de ocasión y así hasta que con el paso de los días se diluya el tema. Un adelanto de que así será lo tuvimos ayer

Se reunieron representantes del duopolio televisivo, el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, los presidentes de las dos cámaras del Congreso y los coordinadores parlamentarios del PRI, PAN y PRD con el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.

Al final de la reunión se dijo que "todos los actores reconocen, como base fundamental, que el IFE es la única autoridad en la materia (electoral)".¿y?

Nada, uno de los poderes fácticos (la televisión) hizo saber a los políticos lo que es capaz de hacer si no se comportan con la debida sumisión. Éstos entendieron el mensaje y listo, todos a trabajar para las próximas elecciones libres.

¿Alguien sigue sin creer en drácula?

lunes, 2 de febrero de 2009

Televisoras

Las televisoras volvieron a mostrar su verdadero rostro: el del autoritarismo y desprecio hacia la ley y hacia su auditorio. Entre sábado y domingo se dieron a la tarea de fastidiar a los miles de televidentes que siguen eventos deportivos.

De manera inopinada interrumpían la transmisión para difundir anuncios de los partidos políticos y del Instituto Federal Electoral (IFE). Comprenderá el lector lo chocante que resulta que durante el transcurso de un juego se inserten mensajes políticos que interrumpen la transmisión y hacen al televidente perderse las jugadas.

En vez de transmitir esos mensajes durante los bloques comerciales que se programan normalmente durante las pausas de los juegos, lo hicieron enmedio de éstos. Adicionalmente, y de manera insidiosa, colocaron una leyenda en la que "informaban" a los telespectadores que "Los siguientes mensajes son ordenados por el Instituto Federal Electoral y se transmitirán hasta el 5 de julio".

En efecto, sólo que las pautas que distribuyó el IFE no se refieren a que esos mensajes deban interrumpir las transmisión de los programas.

La maniobra tiene un claro y doble propósito. Primero, constituye una nueva manifestación de rechazo, por parte de Televisa y TV Azteca a las reformas elecorales de 2007 que prohíben a los partidos políticos contratar espacios en los medios de comunicación para la difusión de sus campañas.

Toda la propaganda electoral, a partir de esas reformas, tendrá que difundirse en los espacios gratuitos que, también por ley, los medios de comunicación deben asignarle al Estado.

Desde el momento en que esa ley se aprobó, los concesionarios se inconformaron e incluso llevaron al Congreso a sus luminarias para protestar por la medida que, a su juicio, violaba la libertad de expresión. En realidad su molestia era porque se les cortaba el negocio que para ellos representan las campañas políticas, pues los partidos gastaban más del 60 por ciento de sus prerrogativas en la contratación de anuncios en los medios.

El segundo propósito de las televisoras es arrojarle a los partidos y al IFE la malquerencia del público. Se sabe que los institutos políticos no gozan de la mayor credibilidad ni consideración entre el respetable.

De ello se aprovechan las televisoras para tratar de obtener ventajas políticas, cuando conviene a sus intereses. Esta vez la avieza maniobra consiste en afectar al público y provocar su enojo con transmisiones tijereteadas y encausar ese coraje hacia los partidos y el IFE.

De paso, Televisa y TV Azteca muestran el desprecio y desconsideración que tienen hacia sus televidentes, cuando están de por medio sus propios intereses. Comentaristas, lectores de noticias, conductores de programas de entretenimiento se hacen pasar casi siempre como aliados de quienes siguen sus transmisiones.

Hacen creer a la población que sus intereses son compatibles con los de las televisoras, y como muestra de ello los comentaristas se muestran indignados ante los problemas sociales que padecen los ciudadanos, siempre y cuando esa indignación no afecte a las altas esferas del poder. Las críticas siempre se dirigen a los funcionarios menores y a los partidos políticos.

Es sintomático, por ejemplo, que el señor Felipe Calderon nunca aparezca en la sección Las mangas del chaleco que el noticiero de Joaquín López Dóriga difunde los viernes. Ahí se hace mofa de los políticos cuyas declaraciones resultan absurdas y claramente fuera del sentido común.

Seguramente a esta hora muchos aficinados a las transmisiones deportivas de fin de semana por televisión abierta están que truenan contra los políticos que les impidieron disfrutar por ejemplo del Súper tazón, un juego multipromocionado y largamente esperado por los fanáticos.

Ignoran que fueron víctimas de los intereses de quienes se dicen sus aliados. No saben que fueron manipulados por unas televisoras que están al tanto de su desinformación y que valiéndose de ésta los utiliza en sus guerras particulares.

Con frecuencia Televisa y TV Azteca se quejan, como todos nosotros, de la clase política que tenemos, como si ellas no formaran parte de la misma. Lo son y recurren a maniobras tanto o más pervertidas que la de los políticos que critican. Sólo que ambas empresas actúan como los criminales: desde las sombras y encubiertas.

domingo, 1 de febrero de 2009

Otro mundo...

El mundo vive un momento axial.

El Foro Económico Mundial y el Foro Social Mundial realizados esta semana ilustran las coordenadas en las que se inscribe la crucial disputa a escala global, entre quienes pugnan por mantener el modelo que condujo a la crisis actual --máximizar las ganancias mediante un esquema de producción que además de depauperizar a las personas está depredando el planeta-- y quienes empujan por cambios a partir de la movilización popular.

En Los Alpes suizos la reunión anual de los banqueros y gobiernos que trazan el destino del mundo transcurrió en un ambiente deprimido en el que los principales llamados fueron a no abandonar, pese a todo, el modelo globalizador.

En Brasil, en tanto, el Foro Social Mundial reunió a los movimientos sociales con cuatro mandatarios latinoamericanos considerados como los más progresistas de la región bajo una consigna que aunque lo es en sí misma, cada día adquiere más fuerza de convicción: Otro mundo es posible.

Las fechas del Foro en Davos llegaron en el momento equivocado, como suele decirse eufemísticamente en el mundo anglosajón, prácticamente a dos meses del estallido de la que es considerada la peor crisis económica que ha enfrentado la humanidad en el último medio siglo.

Así que quienes en gran medida provocaron la turbulencia se vieron obligados a comparecer para desempolvar sus argumentos favoritos; las recomendaciones cuya aplicación extrema condujeron a este momento crítico.

Ante el fantasma del regreso del proteccionismo y la regulación de los mercados, se apresuran a advertir que no nos equivoquemos, que esas medidas afectarían más a los más pobres. Exactamente el mismo argumento que vendieron cuando impusieron al mundo la globalización rampante.

"Abandonar la globalización no es la solución", dijo el primer ministro británico Gordon Brown al hacer un llamado pra evitar el proteccionismo económico. Lo que falta, según él, son nuevas reglas para el funcionamiento del sistema financiero mundial. No empecemos un proceso de desglobalización, demandó.

Estos representantes saben que cuentan con el poder necesario para emprender la restructuración del capitalismo mundial, saben que habrá opositores. A lo largo de la historia mundial ha sido así y siempre salieron adelante.

De ahí que resulte crucial los modos en que los sectores progresistas del mundo delinien la estrategia. Eso se dicutió en el Foro Social Mundial: el modelo de relación entre la lucha política y la lucha social.

Por un lado están quienes descreen de los procesos institucionales y plantean que la única solución para el cambio social es que las clases populares acumulen fuerzas. Ni la televisión ni los votos resuelven los problemas, argumentan y explican: los cambios estructurales sólo se logran con la movilización popular.

Otros señalan que para cambiar las cosas en un sentido progresista lo fundamental es la gestión gubernamental que permita elaborar políticas públicas en favor de los sectores menos favorecidos. He ahí la disyuntiva.

Por lo pronto, y por si quedaran dudas, otra cosa que dejó clara esta semana y estos foros es con quien están alineados los intereses de los mandatarios latinoamericanos.

Mientras que los presidentes Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela) y Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil) acudieron al Foro Social Mundial donde se discuten las alternativas para dar contenido a la convicción de que otro mundo es posible, el señor Felipe Calderón se retrató en los Alpes junto con quienes están buscando sólo cambios cosméticos para reencausar el actual modelo de dominación.