jueves, 30 de abril de 2009

México bajo la influenza








martes, 28 de abril de 2009

Influenza porcina: cinco cosas que debemos saber

La revista Time publicó este lunes en su edición digital este artículo firmado por Brian Walsh:

1. ¿Es esta gripa una pandemia?
El virus de la influenza presenta constantes mutaciones. Eso es por lo que no podemos ser completamente inmunes a la gripa. Existen múltiples cepas de este virus y cambian año con año. Sin embargo, aunque el virus nos hace enfermar, nuestro sistema inmunológico puede reunir suficiente respuesta para que la gripa no resulte fatal para la salud de las personas.

Pero de vez en cuando el virus cambia su estructura genética, tanto que nuestro sistema inmunológico no ofrece ninguna protección (esto usualmente sucede cuando un virus encontrado en animales, como la gripe aviar todavía en circulación por Asia, intercambia genes con otros virus y salta hacia los humanos).

Una pandemia de gripe ocurre cuando emerge un nuevo virus del padecimiento para el cual los humanos tienen poca o ninguna inmunidad y entonces se extiende fácilmente de persona a persona alrededor del mundo. En el siglo 20 tuvimos dos ligeras pandemias de gripe en 1957 y 1968 y la severa pandemia de gripe española en 1918, la cual se estima que mató a 40 o 50 millones de personas en el mundo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene la responsabilidad de declarar cuando una nueva pandemia ha iniciado y para simplificar el proceso ha especificado seis faces.

La fase cuatro (en la que ahora se ha situado a México, Estados Unidos y Canadá) indica que un nuevo virus ha empezado a transmitirse fácilmente de persona a persona y contamina a comunidades enteras. Entonces se puede hablar de que tenemos una pandemia entre manos.

El virus H1N1 de la gripe porcina ya ha sido identificado como un nuevo virus con genes de humanos, de gripe aviar y también de la variedad porcina.

Como los oficiales de salud han enfatizado repetidamente con buenas razones, la situación de la gripe porcina está evolucionando rápidamente y más laboratorios de pruebas son necesarios para determinar exactamente qué es lo que está pasando en México y en otras partes.

2. ¿Qué sucederá si este brote es clasificado como una pandemia?

Al entrar el problema en la fase 4 sería la señal para que las naciones adopten acciones más serias de contención a nivel nacional e internacional. Dado que estas acciones tendrían implicaciones mayores para la economía global, sin mencionar los efectos del temor público que podrían producir, existe la preocupación que la OMS esté considerando aspectos políticos junto con los científicos.

Por supuesto, la declaratoria de pandemia no es una decisión que deba ser adoptada a la ligera. Para la OMS la fase 4 debe detonar un intento por evitar que el virus se extienda iniciando estrictas garantías y cubriendo las áreas afectadas con antivirales. Pero al parecer se ha perdido la oportunidad de contener la enfermedad en sus fuentes, pues el virus está ya cruzando fronteras con facilidad.

"No podemos detener esto en la frontera", dijo Anne Schuchat, la directora interina del Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) para la ciencia y la salud pública. "No creemos que podamos detener esto en México si está en muchas comunidades ahora."

Eso dejaría a la OMS y a cada país retroceder al control de daños usando antivirales y viejas maneras de control de infecciones, como cerrar escuelas, limitar las reuniones públicas e incluso restringir los viajes. Pero tales esfuerzos inflingirían serios daños a la ya debilitada economía global. Y la verdad, no se sabe qué tan bien funcionarán estos métodos.

3. ¿Por qué los casos registrados en EUA han sido más leves que los de México?

Esa es una cuestión que tiene perplejos a las autoridades de salud, desde Génova a Washington. En México, la gripe porcina ha causado severas enfermedades respiratorias, e incluso ha matado a gente joven y saludable que normalmente puede restarle importancia a una gripa (lo que alimenta tales precocupaciones es el hecho de que grupos de edades similares murieron en número inusualmente alto durante la pandemia de 1918).

Los casos en EUA han sido leves todavía y probablemente no tendrían mucha atención si los doctores no hubieran empezado a buscar gripe porcina en los días recientes. "Lo que estamos viendo en este país no es tan severo como lo que estamos oyendo acerca de México", dijo el director del CDC, Richard Besser. "Necesitamos entender eso".

Algunas de las diferencias pueden ser debido al hecho de que México ha estado aparentemente luchando contra la gripe porcina durante más semanas que los Estados Unidos. Ahora mismo, sin embargo, la verdadera severidad del virus porcino H1N1 es todavía una cuestión abierta, cuya respuesta podría cambiar con el tiempo.

La pandemia de la gripe española de 1918 empezó con una bastante leve onda de infecciones durante la primavera, pero el virus regresó pocos meses después en una forma mucho más violenta.

Eso podría suceder también con la actual gripe porcina. "Es bastante posible que estos virus evolucionen", dijo Keiji Fukuda, asistente interino del director general para la salud, la seguridad y el ambiente. "Cuando los virus evolucionan, claramente pueden convertirse en más peligrosos para las personas."

4. ¿Qué tan listo están EUA y el mundo para responder a una pandemia de gripe porcina?

De alguna manera el mundo está mejor preparado que nunca antes. Debido a la preocupación sobre el H5N1 de la gripe aviar, la OMS, EUA y todos los países tienen en reserva millones de dosis de antivirales que pueden ayudar a luchar contra la gripe porcina, así como contra otras cepas de influenza. Los EUA tienen preparado un detallado plan diseñado durante la administración Bush. Muchos otros países tienen planes similares.

El SARS y la gripe aviar han dado a las autoridades internacionales de salud una útil práctica para contender contra alguna pandemia. Es posible identificar nuevos virus más rápido que nunca antes y existe tecnología para salvar vidas, como respiradores artificiales y antivirales, que no estaban disponibles en 1918.

"Creo que el mundo está mucho, pero mucho más preparado que nunca antes para enfrentar este tipo de situaciones", dijo Fukuda. Al mismo tiempo, la natural globalización nos pone en mayor riesgo. Los viajes aéreos internacionales significan que las infecciones pueden extenderse más rápidamente.

El gran riesgo de una pandemia podría no provenir del propio virus de la gripe porcina, especialmente si termina siendo relativamente leve, sino de los daños colaterales, si los gobiernos responden a la emergencia iniciando controles fronterizos e interrumpiendo el comercio mundial.

No sólo sería la peor recesión mundial --en 2008 el Banco Mundial reportó que una severa pandemia podría reducir el PIB mundial en 4.8 por ciento-- sino porque dependeríamos del comercio internacional para incontables necesidades, desde medicinas genéricas hasta guantes quirúrgicos.

5. ¿Qué tan espantados deberíamos estar?

Eso depende de a quien le preguntes. Oficiales del CDC y de la OMS han enfatizado que mientras la situación de la gripe porcina sea seria, ellos responderán con abundantes precauciones. Fuera de México, la gripe porcina no parece demasiado sería todavía. Y existen cosas simples que la gente puede hacer para protegerse a sí misma, como practicar una mejor higiene (lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca al estornudar y permanecer alejado de lugares públicos y evitar viajes si se sienten enfermos).

Pero la verdad es que cada irrupción es impredecible y hay mucho que todavía desconocemos acerca de la gripe porcina. El pánico podría ser contraproducente, en especial si resulta en un acto reflejo como el cerrar fronteras internacionales, lo cual podría sólo complicar la respuesta de salud pública.

Pero tampoco deberíamos minimizar nuestras vulnerabilidades reales. Como lo dijo Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Interna: "Esto será un maratón, no un sprint". Estén preparados.

lunes, 27 de abril de 2009

Influenza y credibilidad

La amenaza epidemiológica causada por un brote de influenza porcina que afecta al Distrito Federal y estados vecinos ha puesto de relieve la desconfianza de amplias capas de la población capitalina, respecto de las autoridades federales.

Es notorio que ante la gravedad de la emergencia, el temor, el enfrentarse los ciudadanos a algo desconocido, pero que tiene un claro potencial de exterminio ha exacerbado esta crisis de credibilidad y de confianza hacia la autoridad, que se expresa en sospechas y en peticiones, entre indignadas y desesperadas, de información veraz, confiable y oportuna.

Las versiones On line de los diarios de la ciudad de México permiten, como ahora se dice, cotejar en tiempo real, la respuesta de los lectores a informaciones o artículos de opinión de reporteros y columnistas, casi en el momento en que se publican.

Durante el fin de semana la mayoría de las notas relacionadas con el problema incluían algún comentario en que alguien ponía en duda la veracidad de la situación creada desde el jueves 23 de abril por la noche, cuando el secretario de Salud del gobierno federal, José Ángel Córdoba Villalobos, anunciara las primeras medidas para enfrentar la emergencia.

El tono general de esos comentarios discurría acerca de que la epidemia era en realidad una suerte de complot urdido por estrategas federales, ya para presentar al gobierno como el salvador de la población de cara a las próximas elecciones de julio, ya para infundir miedo en la gente con propósitos de control y distracción políticos.

Al anochecer del domingo los lectores reclamaban, además, información exacta sobre la situación en virtud de que encontraban discrepancias entre los números informados por el señor Felipe Calderón y los de su secretario de Salud; para otros resultaba inexplicable que en Estados Unidos no hubiera aún reportes de fallecidos y en México sí; o cuestionaban por qué allá se distribuirían 37 millones de dósis del antiviral Tamiflu y en México sólo se cuenta con un millón, según datos oficiales.

Con el paso de los días ha ido quedando claro que la alerta difundida tiene una base real, que se trata de un riesgo que ha puesto en guardia a los organismos internacionales para, primero, descifrar la nueva cepa del virus, determinar su potencial de contagio humano-humano y simultáneamente aplicar antivirales, en tanto se cuenta con una nueva vacuna capaz de neutralizar la nueva mutación.

Y sin embargo, no es improbable --ni los gobiernos carecen de los medios que les permitan hacerlo, si se lo propusieran-- manipular a la población del planeta acerca de casi cualquier tema. Hace apenas unos años George W. Bush desplegó una presión mundial para embarcar al mundo en una campaña bélica contra el terrorismo, a raíz del ataque al WTC de Nueva York, aquel 11 de septiembre de 2001.

Ataque que, en la misma línea de lo que ocurre hoy en México, algunos sectores de opinión atribuyeron a un plan de Washington que así se habría aprovisionado de una cuartada para sus aviesas intenciones en el Oriente Medio. Luego se hizo creer a la opinión pública mundial que Irak poseía armas de destrucción masiva, con lo que se justificó la invasión militar de EUA y sus aliados.

En el extremo de la suspicacia, ha llegado a sostenerse (Teoría de la conspiración), que la misión del Apolo 11 que el 20 de julio de 1969 convirtió a Neil Armstrong en el primer hombre en pisar la luna, fue un montaje de Estados Unidos realizado en el desierto de Nevada para anotarse un triunfo en la carrera espacial contra la entonces Unión Soviética, y para distraer del desastre en que se había convertido la invasión a Vietnam.

Lectores que comentan noticias on line han expuesto, asimismo, su sospecha de que la epidemia actual habría sido provocada por un virus escapado o liberado a propósito con fines experimentales de algún laboratorio en que los estadounidenses hacen pruebas de guerra bacteriológica.

Con todo, la posibilidad de esas conjeturas, que parecerían traídas de los pelos, no es lejana. A ello contribuye el propio gobierno estadounidense que, en voz de uno de sus voceros, señaló este domingo que no tenían evidencia de que el actual brote epidemiológico fuera resultado de algún acto de bioterrorismo, con lo que tácitamente reconoció que sí habían explorado esa vertiente del asunto.

Sea de ello lo que fuere, lo que ciertamente no es improbable, en el caso de México, es el uso político que el gobierno federal panista dará al asunto una vez pasada la emergencia. Es dable imaginar que, aprovechando el impulso de la contingencia, llamen a la población a mantenerse unida en torno del Presidente, pues se atribuirá a esa unidad el haber resuelto la crisis de salud.

La exaltación de la unidad en derredor de la figura presidencial y de las instituciones, será seguramente un tema en el que insistirá el PAN, cuando se inicien formalmente las campañas electorales.

Lo hará a despecho de la realidad, pues nuevamente ha quedado de manifiesto cuán difícil es aquí pasar de las palabras a los hechos, aun en situaciones límite, cuando está de por medio la vida de las personas. Una madre refirió al periódico La Jornada su peregrinar para lograr que atendieran a su hija que presentaba los síntomas de la enfermedad.

Pese al anuncio oficial de que el Seguro Social recibiría incluso a quienes no fueran derechohabientes, en una de esas clínicas se le negó el servicio precisamente por no serlo. Y una clínica particular también la rechazó por no tener los 10 mil pesos del depósito que le solicitaron para atenderla. La porfiada realidad utilitarista termina por imponerse a la ética médica y a la solidaridad que requiere cualquier paciente en semejante trance.

Otro filón que pronto desnudará esta emergencia es el abandono en que los sucesivos gobiernos neoliberales han mantenido al sector salud. En el hospital de especialidades médicas La Raza, no había hasta el sábado un espacio que permitiera aislar del resto a los pacientes afectados por la influenza porcina, e incluso algunos contagios se debieron a esa situación, según comentó a este blog una enfermera de ese nosocomio.

Falta de camas de hospital, desabasto de medicinas e insumos mostrarán y magnificarán en esta emergencia los errores y deficiencias de nuestros gobiernos en esta materia. Lo malo que, como siempre, los perjudicados seremos los usuarios de esos establecimientos de salud.

¡Hasta la próxima!

viernes, 24 de abril de 2009

Jacinta

El caso de Jacinta Francisco Marcial, una indígena otomí de 42 años acusada falsamente de secuestrar a seis agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y condenada por ello a 21 años de cárcel, es paradigmático de nuestro aberrante sistema de justicia.

Un país en el que ocurren casos como ese no puede aspirar a ningún tipo de desarrollo si antes no resuelve lo básico: ser una sociedad legal. Sin eso, ya podrá discutirse acerca de mil cosas más o menos complejas, jamás saldremos del subdesarrollo. Veamos por qué:

Una mañana del 26 de marzo de 2006 seis agentes de la AFI sin uniformes ni identificación irrumpieron en la plaza de Santiago Mexquititlán, Querétaro y, con violencia, despojaron a algunos comerciantes de su mercancía, alegando que se trataba de piratería.

Horas después, el jefe regional de la AFI y el agente del ministerio público de la Federación en San Juan del Río, Querétaro dialogaron con los afectados y convinieron en pagar los daños causados por los agentes. Solicitaron tiempo para ir a San Juan del Río por el pago y ordenaron a un agente que permaneciera en el lugar como garantía de que regresarían.

Cerca de las siete de la noche del mismo día todos los elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) que participaron en el incidente abandonaron sin problemas la comunidad tras pagar a los comerciantes por los daños causados. Pero cinco meses después, el 3 de agosto de 2006, la señora Jacinta Francisco Marcial fue trasladada con engaños (para que declarara sobre la supuesta poda de un árbol) a la ciudad de Querétaro.

Allí, de pronto se encontró ante los medios de comunicación y se enteró de que estaba acusada, junto con otras dos mujeres, de haber secuestrado a seis agentes de la AFI, durante los hechos de aquél día de marzo.

La única prueba contra la acusada es la foto de un diario local en que Jacinta aparece cerca del lugar de los hechos, pues regresaba de ponerse una inyección en un local de los alrededores.

Irregularidades como esa abundan en la causa procesal, pero ante la insuficiencia de pruebas, en vez de modificar la sentencia y restituirle su libertad, el magistrado Hanz Eduardo Muñoz López, ante quien se presentó un recurso de apelación, lo único que hizo fue ordenar la reposición del procedimiento.

Es decir, devolvió el expediente al juez cuarto de Distrito en Querétaro, Rodolfo Pedraza Longhi, para un nuevo desahogo de pruebas, pues se reconoce que existen "contradicciones sustanciales" en los testimonios de los seis agentes que dicen haber sido secuestrados por Jacinta, Alberta Alcántara y Teresa González.

La revisión del caso estará a cargo de Pedraza Longhi, el mismo juez que condenó a Jacinta a 21 años de prisión. No es creíble que en una nueva revisión el mismo ministro se desdiga de su sentencia original. Así sea sólo por evitar el ridículo, hay el riesgo de que corrobore el castigo.

Esa conducta es muy factible, pues ayer jueves el vocero de la PGR anunció que no se desistirán de la acusación y que tienen pruebas para inculpar a Jacinta. El caso es que según el maestro Fernando Batista, cuarto visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), declaró ayer a W radio que llevan tres años solicitando copias de las tales pruebas y nomás siguen esperando.

El Centro de Derechos Humanos, Miguel Agustín Pro Juárez, que ha asumido la defensa de Jacinta, señala que además de todo lo anterior, se viola el precepto que obliga a cualquier autoridad a presumir la inocencia del acusado, en vez de presumir su culpabilidad, como se hace en este caso al mantener a la víctima en prisión preventiva, pese a las endebles y hasta inexistentes pruebas en su contra.

Sostiene además ese Centro, que este juicio "hace patente la discriminación que prodigan las instancias de justicia en contra de quienes son indígenas, mujeres y viven en condiciones de extrema marginalidad. Para ellas en México no hay justicia ni Estado de Derecho".

Hace notar, asimismo, el uso abusivo que hacen las autoridades de la figura del secuestro, para castigar o inhibir expresiones de protesta o descontento popular. "Las mismas procuradurías que no son efectivas al investigar o esclarecer los verdaderos secuestros...son expeditas e implacables, cuando se trata de imputar ese grave delito a quienes, con pruebas o sin ellas, son relacionados por las autoridades con actos de protesta".

Hoy Jacinta cumple 1,008 días en prisión y no parece que el problema pueda resolverse pronto, pues la revisión del juicio incluye careos con los agentes presuntamente secuestrados, los cuales, en anteriores diligencias sospechosamente no se presentaron a ninguno de los 15 citatorios que en un año les giró la autoridad que conoce del caso.

Al parecer la intensión es alargar el proceso, aprovechando las lagunas y absurdos de nuestro sistema judicial para extender lo que ya tiene visos de venganza contra una habitante del poblado que se negó a ser atropellado por los agentes de la AFI.

El gobernador panista de Querétaro, Francisco Garrido Patrón ha guardado un ominoso silencio ante esta flagrante injusticia y seguramente así se mantendrá. Es el estilo de los gobiernos del partido blanquiazul.

Recuérdense los casos de Ernestina Ascencio en Veracruz, quien murió a causa de la violación de que fue víctima por militares, pero cuyo deceso fue atribuido por el señor Felipe Calderón y por José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a una gastritis. O los casos de Atenco, cuyos líderes han sido sentenciados a más de un siglo de prisión por impedir los planes foxistas de construir allí un nuevo aeropuerto. O la desaparición forzada de dos miembros del Ejército Popular Revolucionario (EPR).

La lista de perseguidos políticos se sigue acumulando al saldo de la derecha en el poder. Intolerancia, injusticia, autoritarismo, corrupción y el uso de los aparatos de Estado para reprimir con intención ejemplarizante, han desnudado ya, más allá de la cara amable que se presentará en la propaganda electoral, los rasgos fascistas de un gobierno cuya legitimidad estará permanentemente cuestionada por vastos sectores de la sociedad.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 22 de abril de 2009

Miente el IFE

Arrastrando un desprestigio que ha minado el principal atributo que debiera preservar una institución de su tipo --la credibilidad-- el Instituto Federal Electoral (IFE) ha emprendido una campaña para promover el voto ciudadano en las elecciones intermedias del próximo 5 de julio.

Aunque hay quienes aseguran que las pifias en que han incurrido los consejeros y quien los encabeza, Leonardo Valdés Zurita, son premeditadas para desalentar la participación ciudadana en la referida elección, parece más bien que los tumbos del Instituto débense a la incapacidad política y falta de independencia de sus miembros.

Es cierto que a nuestra clase política conviene que la ciudadanía se mantenga ajena y lo más alejada y desinteresada de la política. Entre más lo esté, las ganancias económicas seguirán siendo para unos cuantos. Pero se necesita a los electores en las urnas para legitimar los procesos de elección y mantener así la ilusión y la apariencia de la democracia.

Por ello importa al IFE hacer que los ciudadanos voten. Pero su campaña es mentirosa y con un concepto baratísimo. Busca dramatizar el llamado mediante un recurso muy visto: el contraste negativo. Consiste en pedir que no se realice la acción solicitada (considerada positiva) si se quiere mantener una situación catalogada como socialmente anómala.

En el anuncio se pregunta a la gente: "¿Quieres que la justicia siga siendo para unos cuantos? No votes. ¿Quieres hacer como que no pasa nada? No votes" y termina diciendo: "Ellos (los diputados) deciden en qué se gastan nuestros impuestos y deben hacerlo en lo que nos hace falta".

Por asociación de ideas el mensaje induce a pensar que la sola acción del voto hará que desaparezca la injusticia, o hará que los diputados voten los presupuestos de acuerdo con las necesidades inmediatas de la gente y al revés, si no hay votos, entonces seguirán los problemas.

Esa forma de manipulación mediática no debería ser ejercida por una entidad que tiene como uno de sus principios rectores la veracidad, la certidumbre y el apego a los hechos y, entre cuyos fines figura contribuir al desarrollo de la cultura democrática.

El IFE viola ambos preceptos, pues no es veraz ni apegado a los hechos que el voto obre esas transformaciones mágicas. México tiene una larga tradición en la organización de elecciones y, sin embargo, como el propio Instituto reconoce, aquí la justicia sigue siendo sólo para unos cuantos.

Tampoco los diputados, una vez electos, escucharán a sus representados para definir el sentido de sus votos. Ese es uno de los mitos o malentendidos más difundidos de las democracias liberales.

Como afirma el pensador alemán Joachim Hirsch, la democracia política en la sociedad capitalista no puede ser "democracia de base" o gobierno directo del pueblo, sino que se reduce a la coparticipación de éste en formas sumamente restringidas --como el ir a votar, agregamos nosotros-- y sujeta a reglas de procedimiento extremadamente estrictas.

Se entiende que los partidos políticos y el IFE, hermanados por la crisis de credibilidad que padecen --aquellos tienen sólo un raquítico 4 por ciento de confianza de la gente y el Instituto el 31 por ciento, según la IV Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas divulgada la semana pasada-- pretendan hacer lo que sea por llevar gente a las urnas para justificar su existencia y legitimar al sistema, pero son precisamente esas maniobras las que consiguen el efecto contrario.

Por lo demás, ese tipo de campañas muestran el perfil antidemocrático y falaz de un instituto creado para garantizar la certeza en las elecciones, pero que de más en más se ha convertido en un costoso lastre para la democracia que pretende salvaguardar.

¡Hasta la próxima!