jueves, 8 de julio de 2010

Elecciones: ¿Y la sociedad?

Con argumentos varios, la clase política y todo el conglomerado de medios de comunicación, han dedicado los últimos días a elaboraciones respecto de ganadores y perdedores de las elecciones del pasado 4 de julio en 14 estados del país, en 12 de los cuales se eligió nuevo gobernador.

En un ejercicio que parece reconocer claramente que las elecciones se han convertido, de más en más, en una forma de participación social meramente testimonial, y que a eso --votar-- se limita el concurso de los ciudadanos, ninguno de esos cálculos atiende a cuestiones como los proyectos de gobierno que se aplicarán en cada estado para superar las condiciones de pobreza, desempleo e inseguridad que prevalecen.

Acaso porque los procesos electorales se han convertido sólo en un trámite para repartir el poder y posicionarse de cara a nuevos comicios, nadie parece interesarse en esas cuestiones.

Véanse los recuentos que se formulan:

*Funcionaron las alianzas
*Ganaron Calderón, Nava y Ortega
*El PRI perdió tres importantes reservorios de votos (Oaxaca, Puebla y Sinaloa)
*Ganaron los pragmáticos del poder por el poder
*Ahora, PAN-PRD por el Edomex
*Perdió Peña Nieto; ganó Beltrones. Ahora iniciará la verdadera lucha interna por la candidatura del 2012
*Peña Nieto, tocable
*El PRI tendrá que volver a negociar con Calderón
*El PRI no es invencible en 2012; se le puede competir y ganarle
*El PVEM, aliado y todo, pero gobernará en 8 estados

En ese territorio del poder, en el que los ciudadanos sólo son requeridos para legitimar el reparto, el papel de los medios de comunicación se reduce a lo evidente: interpretar quien gana o pierde posiciones en cada coyuntura.

México ya no es la desigualdad, ni la pobreza, ni la zona de desastre que es la educación, ni la falta de crecimiento económico, menos el extravío de algo parecido a un proyecto de nación. México es el cálculo político. Es Manuel Camacho declarando, con una lógica apabullante, que ganaron por las alianzas, pero que en el 2012 "no vamos a necesitar del PAN".

De aquí al 2012 México asistirá embelezado al performance político del juego de posiciones y del pragmatismo aliancista avalado por los ciudadanos. Si ya este 4 de julio los votantes demostraron que el hartazgo mata ideología y diferencias partidistas, cualquier cosa que se presente unida en las presidenciales tendrá su parte en el paraíso del poder, por encima de quienes se empeñen en problematizar la realidad.

lunes, 5 de julio de 2010

PRI-PAN: el gran acuerdo

Más allá de los resultados electorales de la jornada de ayer, y de las escaramuzas poselectorales que vendrán, lo que estas elecciones mostraron fue la degradación de la legalidad --también en este ámbito-- y el acuerdo básico que existe entre el binomio PRI-PAN, a una década de iniciada lo que los voceros gubernamentales y sus propagandistas (columnistas, editorialistas e intelectuales orgánicos) llamaron la "transición a la democracia" o la vuelta a la normalidad democrática.

Ello porque --sostenían-- por fin los votos se contaban y eran éstos los que decidían quien debía gobernar.

Lo malo es que las elecciones en México siguen siendo una apariencia que los ciudadanos vemos a través de lo que reflejan los medios, algo así como los presos de Platón (véase la alegoría de la caverna), los cuales permanecían desde su nacimiento encadenados sin poder moverse ni voltear hacia atrás donde una hoguera proyectaba hacia el muro que podían ver, sólo las sombras de los objetos reales que pasaban a sus espaldas.

Estos hombres encadenados se habían acostumbrado a tomar como verdad las sombras de los objetos proyectadas sobre las rocas, pero no podían conocer todo lo que ocurría a sus espaldas, ni cómo eran en realidad esos objetos.

Una década después de la llamada transición a la democracia, y luego de las evidencias disponibles, puede afirmarse que la tal transición sólo fue un eslogan propagandístico con el que el grupo hegemónico en el poder disfrazó la sustitución de un grupo gobernante por otro: El PAN en lugar del PRI.

Ambos partidos mantienen una alianza histórica que, como recuerda Jaime Avilés (La jornada, 3 de julio/2010)se remonta a 1988 con la convalidación panista del fraude electoral que impuso a Carlos Salinas de Gortari en la presidencia, y cuyo principal instrumento fue el hoy secuestrado Diego Fernández de Cevallos.

El acuerdo volvió a funcionar en 2006. Relegado a un lejano tercer lugar en las preferencias electorales de ese año, el PRI convalidó el fraude electoral operado para imponer a Calderón en Los Pinos, a sabiendas de que ese resultado no representaba ningún riesgo de cambio en las estructuras políticas y de gobierno edificadas sobre las bases de la corrupción y la impunidad, durante más de 70 años de priismo.

Si se observa con atención, se comprobará como esos dos partidos escenifican escaramuzas en torno a temas difíciles que aparentemente los contraponen, pero al fin de cuentas terminan apoyándose uno a otro, parapetados en el cuento de que lo hacen en nombre del interés nacional y del mantenimiento de una institucionalidad que defienden porque se traduce en lucrativos negocios.

Los aumentos de impuestos a la población, la privatización de empresas públicas en favor de intereses nacionales y trasnacionales, la política laboral inclinada a los intereses patronales, la ofensiva contra sindicatos independientes y con tradición de lucha como el Mexicano de Electricistas, o los mineros de Cananea. En todos esos temas el PRI ha criticado el proceder del gobierno federal panista, pero cuando se trata de traducir esas críticas en votos, desaparece la oposición y se avala cualquier medida antipopular.

El reclamo que la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, enderezó el martes pasado contra Calderón, en ocasión del asesinato del candidato priista al gobierno de Tamaulipas, puede leerse como el reclamo de un socio a su contraparte que ha incumplido con las cláusulas no escritas de un pacto esencial: disputémonos el poder entre nosotros, repartámonos el control y la explotación de los recursos de este país, pero sin necesidad de guerras sucias y, sobre todo, sin alianzas que puedan constituir una fractura en la rotación del poder.

El tema de las alianzas escoece al PRI de manera notable. Acuciado por un panorama que se preveía catastrófico para las elecciones de ayer en 14 estados, el PAN decidió incluir en ese acuerdo fundamental, sin notificación previa, a un PRD encabezado por una dirigencia débil y ya cooptada, vía los buenos oficios de Manuel Camacho con Calderón, con el fin de no retrasarse demasiado en la disputa por la presidencia del 2012.

No se piense que el tácito acuerdo PRI-PAN incluye la rotación mecánica del poder. El bipartidismo de facto que proponen, incluye que cada uno buscará ganar y usufructuar ese poder. De ahí el empleo de todo el arsenal de tácticas fraudulentas de que hemos sido testigos en estos meses de campañas electorales en los estados.

La autoridad electoral (el IFE) y las instancias aledañas como la Fiscalía Especial contra Delitos Electorales (Fepade) o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) son, en este esquema, organismos cooptados y sin fuerza convertidos en componentes de ese juego de apariencias que los ciudadanos vemos proyectado como sombras en los medios de comunicación, cuyos intereses comerciales y políticos quedan bien servidos dentro del gran Acuerdo.

Un dato revelador de la existencia cosmética o aparente de la autoridad electoral: El IFE dictó el viernes medidas cautelares para que ningún funcionario público, incluido el presidente de la República, divulgara, entre viernes y lunes, logros que pudieran considerarse promoción para algún partido o candidato.

La medida, natural y adecuadamente tardía, era un mero formalismo, pues ya Calderón había concluido su ilegal campaña de tres semanas difundiendo "buenas noticias" con la clara intensión de atenuar la derrota electoral que ya se preveía para su partido.

Este y otros comportamientos dan cuenta del gran acuerdo y su correlato: impedir a toda costa que un tercero, llámese Andrés Manuel López obrador u otro con similares intenciones, se cuele al ejercicio del poder e intente cambiar las reglas. Cerrar el paso a todo lo que amenace la continuidad del gran negocio expresado en el modelo económico neoliberal. Esa es la gran matriz que debe preservarse.

¡Hasta la próxima!

jueves, 1 de julio de 2010

Unidad, maniobra contra México

Felipe Calderón ha llamado a todos los sectores del país a formar un frente común ante la delincuencia organizada que ha derrotado la estrategia bélica que el michoacano decidió solito como fórmula que lo legitimaría en la presidencia, pero que, en realidad acabó por deslegitimarlo y, ahora, rebasado, llama a todos a apoyarlo.

Se trata, sin embargo, de una maniobra más del panista. Si algo, Calderón tiene un fino sentido de la realidad que lo circunda. Es muy conciente de cuando los momentos le son favorables o adversos y eso se refleja en sus maniobras.

Cuando se siente contra las cuerdas, aislado o derrotado --lo cual va siendo cada vez más frecuente-- recurre a golpes que se quieren espectaculares, pero que lo desnudan como un político oportunista, ventajista y sin credibilidad.

Su política, en los tres años y medio de ocupación de la presidencia, ha sido polarizar. Para eso sacó al ejército a las calles.

Se trata, sin embargo, de un político con márgenes de maniobra muy acotados: carece de mayoría legislativa en el Congreso; el próximo domingo su partido perderá seguramente la mayoría de las 12 gubernaturas estatales que estarán en juego; el PRI seguramente le venderá cada vez más caro los eventuales apoyos que le otorgue, pero sólo a manera de salvavidas que le permitan sólo mantenerse a flote de aquí a las presidenciales de 2012, en las que el tricolor se apresta para el asalto final.

En esas condiciones Calderón llama a la unidad. Como maniobra resulta poco imaginativa y desgastada. El PRI la utilizó a lo largo de más de 70 años para preservarse y como antídoto ante la crítica.

Unidad es un concepto que, sin embargo, conserva algo de su encanto, sobre todo para una población que empieza a cansarse del estado mental y físico de inseguridad ante el que se vive.

Quien convoca a la unidad se reviste, de inmediato, de un halo pacifista y generoso, por cuanto se muestra preocupado por todos. Al ocupar la posición de quien convoca a la unidad, Calderón cree matar dos pájaros de un tiro:

Situarse en el imaginario colectivo que le es adverso, con calificaciones positivas, al aparecer como conciliador e interesado en el bienestar colectivo y de la patria. Adicionalmente, mostrar a sus opositores o a quienes rechacen o critiquen su oferta como mezquinos, apátridas y hasta como enemigos de la población.

La otra ganancia: su llamado lo colocaría en la vanguardia del debate público y como un hombre en control de la situación. Esto último le resulta muy importante para no parecer, como en realidad es, un presidente anulado.

Utilizó la misma estrategia para reposicionarse en el debate político tras el descalabro electoral en las elecciones intermedias de 2009. Muchos observadores se preguntaban por qué Calderón enviaba iniciativas de reforma política y laboral justo en esas condiciones adversas. Simple. En realidad sabía que sus iniciativas no pasarían, pero le interesaba generar ruido, aparecer, estar presente como generador del debate.

Buscaba una coartada ante el país y ante sí mismo: "Yo lo intenté, pero no me dejaron", sería la justificación buscada.

Su llamado actual es lo mismo: sabía que el asesinato del candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas haría volver la vista del país hacia Los Pinos y hacia su fallida estrategia de combate al crimen organizado.

En el fondo, su respuesta ante esa tragedia y ante un país que lo culpa, es la misma de siempre: responsabilizar a los demás. Cada vez que las cosas empeoran recurre a su ritornelo: "la descomposición que vivimos es resultado de que durante años se dejó de hacer lo necesario".

O aquella otra: "Este crimen nos muestra que debemos seguir nuestro combate a la delincuencia organizada". El argumento es serpiente que se muerde la cola: emprendo una guerra desorganizada y falaz (porque no se atacan los centros neurálgicos del enemigo), provoco un baño de sangre en el país y ya que los crímenes se vuelven cotidianos, digo que eso muestra que debemos mantener la guerra.

Así, el llamado a la unidad es, en realidad, una maniobra contra México. Calderón no tiene un plan. Está noqueado políticamente y lo sabe. Su apuesta ha sido y sigue siendo la política del miedo. Hoy amenazó: entrénle todos porque la violencia seguirá después de que yo me haya ido.

Sobre advertencia no hay engaño. Ya hizo saber, ante empresarios que respondieron a su llamado al diálogo, que el frente común --quien caiga en ese garlito-- no es para modificar la estrategia sino para seguir adelante con lo mismo. Es para escuchar, pero sin dar marcha atrás.

Es, en todo caso, un nuevo y tardío esfuerzo por ganar apoyo social para una guerra que se hizo para tapar un fraude.

lunes, 7 de junio de 2010

Iniciativa México, el talk show del Bicentenario

Esta mañana fue presentada la llamada Iniciativa México, una vasta operación de gatopardismo mediático encabezada por el duopolio televisivo y en la que participan universidades, intelectuales y empresarios.

Se trata según eso, de un proyecto destinado a cambiar el México de la corrupción, de la pobreza, de la falta de oportunidades y de la discordia, por otro en el que la gente participe en su propio progreso mediante iniciativas ciudadanas constructivas en materia de calidad de vida, desarrollo comunitario, medio ambiente, justicia y derechos humanos y buen gobierno y rendición de cuentas.

A la presentación de la tan publicitada Iniciativa México (inició el 9 de mayo con la campaña: "Y tú ¿qué estás haciendo por México? y continuó el 31 de ese mes con la transmisión de un infomercial con Javier Aguirre)bien puede aplicársele aquello de "Parirán los montes con estruendo, un minúsculo ratón".

En efecto, el gran cambio que según sus promotores representará para México esta iniciativa consiste en que la gente proponga al Consejo Técnico --entre los que figuran ciudadanos "notables e independientes" (sic) como Héctor Aguilar Camín y Federico Reyes Heroles(recuérdese su desplegado aquel de "La generación del No")-- proyectos que ciudadanos de a pie estén llevando a cabo para que sean apoyados con recursos económicos.

Para ello, las televisoras han ideado --but of course-- un mecanismo parecido al de un Talk show, en el que los proyectos registrados serán analizados y votados por la propia gente, para así obtener a los ganadores que serán favorecidos con el financiamiento.

Claro, para ello se realizarán programas en los que se hable de estos héroes anónimos, se resalten sus méritos ciudadanos y, con su respectiva dósis de melodrama similar a lo que se hace con los niños del Teletón, una vez ablandados los corazones del telespectador, se le muestre que en México el cambio no requiere modificar el actual modelo económico, sino sólo participar abnegadamente, que ya la televisión se encargará de hacer la justicia que la revolución no hizo: dar los 15 minutos de fama por los que todos luchamos.

La otra vertiente de manipulación colectiva que explotará la Iniciativa México consiste implícitamente en aminorar la difusión de noticias sobre los problemas de inseguridad, violencia y delincuencia organizada que padece el país.

Se trata de una tentación discutida largamente en los medios: la de si es conveniente dar tanta difusión a la realidad de sangre que nos inunda. Como en el caso del secuestro de Diego Fernández de Cevallos en que la televisión logró silenciar el asunto, ahora se pretendería sustituir y silenciar esa realidad dándo en los próximos seis meses una cobertura intensa a todo el proceso de la Iniciativa México que culminará seguramente por ahí de noviembre --para hacerlo coincidir pomposamente con las fechas del Centenario y del Bicentenario-- con la premiación de los proyectos ganadores.

Así las cosas, a los usufructuarios de las concesiones de televisión del país no se les ocurrió otra cosa que mediatizar, vía el otorgamiento de dinero y mucha publicidad, la lucha que la gente realiza por cambiar efectivamente este país.

Aparte de que seguramente se tratará de apoyar proyectos light con su veta de sentimentalismo explotable --pues no es presumible que se apoye, por ejemplo, la lucha por su fuente de trabajo emprendida por los trabajadores del SME, o por los mineros de Cananea en Huelga desde el año pasado-- la Iniciativa México es una gran simulación porque:

1. Se otorgarán recursos como premio a iniciativas que presumiblemente combaten alguna injusticia, la pobreza, que defienden el medio ambiente contra depredadores e interes comerciales, pero se mantendrá el modelo económico que permite la generación de las anomalías.

2. Contra lo que se dice, Iniciativa México no promueve la participación de la gente. Dicha participación se reduce a proponer candidatos a los premios, a seguir por televisión las transmisiones de las diferentes fases del concurso y a votar por los favoritos, como se ha enseñado en anteriores talks shows.

3. El esquema de Iniciativa México es una copia del seguido por Ricardo Salinas Pliego y sus tiendas Elektra: lucrar con la pobreza, pues durante la transmisión de esos programas del concurso se atiborrará de publicidad al televidente.

4. Iniciativa México le voltea la tortilla al ciudadano. Con el argumento de que hay que actuar y dejar de quejarnos, le asigna la responsabilidad que corresponde a los gobiernos. Además, en la lógica mercantil de las televisoras y de los dueños de los medios, le hace creer que sólo con dinero se resolverán los problemas, aunque persistan las estructuras de corrupción que los hacen posibles.

Una iniciativa que verdaderamente apuntara a cambiar México, debería incluir, aprovechando el poder de convocatoria de los medios e instituciones que patrocinan esta simulación, una convocatoria nacional a debatir el proyecto de nación que queremos para México, cómo desmontar las actuales estructuras diseñadas para fomentar la corrupción y la impunidad y cómo avanzar hacia un nuevo modelo económico que sustituya al que nos tiene en las actuales condiciones de crisis.

Esa sí sería una verdadera Iniciativa México.

PD: ¿Cómo se involucraría el rector de la UNAM, el doctor José Narro Robles, en esta simulación?

¡Hasta la próxima

miércoles, 2 de junio de 2010

Guardería ABC, Calderón y el Estado paralelo

Hoy miércoles, Felipe Calderón recibirá en Los Pinos a un grupo --no a todos-- de padres de los niños fallecidos en el incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, tragedia que este 5 de junio cumplirá un año sin que hasta el momento se haya juzgado y mucho menos condenado a los responsables.

El hecho de que la oficina de quien ocupa la casa presidencial sólo invitara a alguno de los afectados y que haya excluido de esa lista a quienes figuran entre los más activos demandantes de justicia, pinta claraamente el modo en que el "gobierno" panista "dirige" el país.

Se ha acusado a Calderón de encabezar un gobierno no sólo de facto, sino también faccioso, es decir, de actuar en favor de los intereses de un grupo político-económico y en perjuicio del resto de la población.

Así, la actual descomposición social que se manifiesta en las actuales crisis social, económica, de seguridad, de justicia, de derechos humanos y laboral, entre otras, no es más que la expresión o el resultado acumulado de la acción de grupos que, dentro del bloque hegemónico, se disputan el poder político mediante reacomodos que incluyen la violencia --ahí está el secuestro de Diego Fernández de Cevallos-- y hasta el crimen.

En esa lucha intestina figura desde luego el llamado crimen organizado, mediante una de sus vertientes más influyentes por su poder económico y de fuego: el narcotráfico.

En ese contexto, Calderón actúa ya sin el menor recato por las formas y desembozadamente se declara enemigo, incluso militante, de quienes no comulgan con su ideología conservadora o con los intereses del bando que representa dentro del bloque hegemónico.

En el caso de la Guardería ABC, hay por lo menos dos personajes del bando de Calderón implicados: la dueña de la propia guardería, Marcia Gómez del Campo, quien resultó prima de la esposa del michoacano, Margarita Zavala, y el ex director del IMSS y hoy secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, como se desprende de la rigurosa investigación llevada a cabo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Los padres de los niños muertos en Hermosillo que se han organizado en el Movimiento 5 de junio, que han seguido de cerca las investigaciones, que han cuestionado, denunciado y reclamado al propio Calderón los modos oficiales de hacer o no hacer las cosas, y que han presionado en busca de justicia, son a quienes el panista no recibirá.

Se reunirá en cambio, con aquellos progenitores igualmente agraviados, pero que han decidido marcharse en silencio a casa con su dolor a cuestas. Ese es el prototipo de ciudadanos con los que Calderón se siente a gusto y a los que, digamos de paso, están dirigidas las arengas patrioteras, como la que Javier Aguirre protagoniza por estos días y horas por los canales de radio y televisión.

La sociedad que se organiza, que exige sus derechos y que adopta iniciativas para incidir en sus propios problemas, que es paradógicamente a lo que se invita en aquellos mensajes sensibleros, resulta, ya en la realidad, molesta, incómoda, inatendible y, en una de esas, hasta objetivos criminalizables por atreverse a levantar la voz.

Sobre todo cuando resolver demandas de justicia implique, como en el caso de la guardería incendiada, atentar contra los intereses del grupo en el poder o desproteger a alguno de sus miembros.

No es nuevo. En el caso de los jóvenes asesinados en Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Calderón no pudo evitar enfrentar a los indignados padres, en su primer viaje a esa ciudad, empujado por la presión social creada tras su desliz de considerar a esos estudiantes como delincuentes. En su segunda visita, ya sólo se reunió con algunos de esos padres, señaladamente los menos beligerantes.

Aunque es algo que ya se sabía, este episodio de recibir y tomarse la foto sólo con los padres resignados, vuelve a desnudar a Calderón haciendo evidente de qué lado están sus intereses. Pero sobre todo, vuelve a poner de manifiesto el hecho de fondo: el poder político y económico en México está secuestrado por poderes fácticos y organizaciones que ya conforman lo que se conoce como Estado paralelo con ramificaciones e intereses internacionales.

Rescatar al país de ese estado de cosas representa el tipo de independencia que hoy se requiere volver a ganar.

¡Hasta la próxima!