martes, 11 de septiembre de 2012

El gesticulador hoy



Es difícil encontrar una metáfora más a propósito para la hora actual que la pieza teatral El gesticulador, escrita por Rodolfo Usigli en 1937 y estrenada en Bellas Artes 10 años después, el 17 de mayo de 1947.

La anécdota es conocida:

César Rubio –un maestro universitario poco valorado, a pesar de su profundo conocimiento de la revolución mexicana-- se muda con su familia al norte de México.

Desde el principio asistimos al drama de una familia que rumia su pobreza y culpa al padre de sus propios fracasos, pues Miguel (el hijo) es un estudiante mediocre que nunca consiguió nada en la universidad y Julia (la hija), una joven que se considera fea e incapaz por ello de retener el amor de su vida.

Se trata de una familia enfrentada, inconforme consigo misma, en la que el juicio de los hijos sobre el padre es lapidario, pero incapaces ellos mismos de superar su propia mediocridad.

La vida de todos da un vuelco con la súbita presencia de un investigador estadounidense apasionado por la historia de México, quien busca datos que lo conduzcan a resolver la incógnita de la repentina y misteriosa desaparición del más importante precursor de la revolución mexicana, ocurrida en 1914, y de quien nunca más se supo nada: el gran revolucionario César Rubio.

La homonimia y el puntual conocimiento que tiene de esos episodios, hacen concebir al maestro César Rubio la idea de hacerse pasar por el héroe revolucionario desaparecido. Tentado por la idea y por los miles de dólares que la empresa le reportaría, hace creer al investigador universitario que él es el personaje que busca y que le cederá las pruebas necesarias a condición de que nunca revele el hallazgo.

El investigador no resiste la tentación, rompe el pacto y publica la historia. En México la revelación de la existencia del famoso revolucionario que pasó cerca de 24 años oculto bajo la fachada de un insignificante profesor universitario, provoca una conmoción política.

Por orden presidencial el líder del Partido Revolucionario de la Nación, el presidente municipal y los diputados federales visitan a César Rubio y tras pedirle pruebas de su identidad, le ofrecen competir por la candidatura a gobernador del estado, pues el actual precandidato sólo favorece a un grupo reducido de políticos y excluye al resto de los beneficios de ser gobierno.

La esposa, que está al tanto de la mentira, se opone y pide a César que decline el ofrecimiento, pero éste permite que la farsa continúe y acepta competir por la candidatura. Navarro, el otro precandidato del Partido, enfrenta a César Rubio, le hace saber que conoce la mentira porque él mismo se encargó de asesinar al verdadero revolucionario.

Le exige que se retire de la contienda o quedará exhibido. Rubio se niega y lo amenaza a su vez con denunciar su crimen.

Rubio acude al plebiscito del que, debido a su popularidad, todos suponen que saldrá ungido como el candidato oficial al gobierno de la entidad. Sin embargo, un sicario contratado por Navarro lo asesina al llegar al lugar de la elección. El victimario es, a su vez, muerto por los hombres de Navarro y presentado como un “fanático católico” por los crucifijos y escapularios que le habían hecho colgarse sus contratantes.

Al enterarse, la familia queda destrozada y, aunque todos saben que Navarro es quien ordenó el homicidio, se convierte en el candidato sustituto que de inmediato se gana el apoyo del pueblo, mediante el hipócrita expediente de honrar la memoria del político que mandó asesinar.

Si bien el conflicto de valores humanos está presente en toda la trama, lo que aparece como telón de fondo determinando y empujando esa transgresión ética es el naciente sistema político mexicano que hacia la tercera década del siglo XX había ya tergiversado los ideales revolucionarios.

No es casual que la acción se escenifique en un estado del norte del país. Recuérdese que finalmente la revolución fue ganada por el grupo Sonora, a la cabeza del cual figuraban los generales Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón. De hecho, el asesinato de César Rubio, atribuido a la acción de un “fanático católico”, recuerda el asesinato de Obregón en el restaurante La bombilla, en San Ángel.

En este caso, José León Toral, catalogado de inmediato como fanático religioso, también fue ultimado en el lugar de su magnicidio, el cual, por cierto, impidió que se consumara la primera traición de los sonorenses al espíritu de la revolución y a la letra de la Constitución que impedía la reelección presidencial que se hubiera consumado si Obregón no muere en ese atentado.

Pero más allá de esa alusión histórica, lo que El gesticulador pone de manifiesto es la forma como los ideales revolucionarios (en la pieza teatral representados por el revolucionario César Rubio) fueron posteriormente encarnados y adulterados por impostores (el maestro César Rubio), quizá en ocasiones involuntarios, pero dispuestos a medrar con los anhelos populares en cuanto se presentara la oportunidad.

Y ello merced a un complejo, pero sutil mecanismo político que aseguraba impunidad y hasta honores a cambio de complicidades silenciosas. En un país en el que la cultura no paga –el maestro César Rubio cobraba cuatro pesos por sus clases en la universidad—el camino más rápido de ascenso en la pirámide social es la política.

Y ésta se encuentra ya tan corrompida que el sendero hacia la prosperidad económica encuentra los atajos del chantaje. De ahí que el profesor Rubio piense utilizar lo que sabe de los políticos locales para hacerse de algún hueso en el gobierno.

La posterior suplantación del héroe revolucionario le parece a César Rubio casi un acto de justicia inmanente: total, razona, “todo el mundo vive aquí de apariencias, de gestos…Y ellos sí hacen daño y viven de su mentira. Yo soy mejor que muchos de ellos. ¿Por qué no…?”.

Esa postura tomará carta de naturalización mediante la justificación instantánea de riquezas inexplicables con cargo al eufemismo aquel de “hacerle a uno justicia la Revolución” y que más tarde daría paso al cinismo conceptual que encriptaba la corrupción en la frase “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.

Usigli es un perspicaz observador de los resortes que mueven la política de la época en la que escribe y la vigencia de su obra, se debe a que esos mecanismos persistirán afinados y renovados a lo largo de las siguientes décadas, a saber:

a)      El atropello y la adecuación de la ley a las necesidades no del país sino de las ambiciones políticas personales y las necesidades coyunturales del grupo gobernante:

En este sentido, César Rubio hace notar a los políticos que insisten en postularlo que existe un impedimento legal: la constitución prescribe que el elegido deberá acreditar una residencia de por lo menos un año en el estado y él acaba de llegar.

Lo que sigue es la más pura manifestación de la picarezca política del sistema:

--Estrella (presidente del Partido): Los gobiernos no pueden regirse por leyes de carácter general sin excepción…Deje usted al partido encargarse de legalizar la situación.

Además --dice el personaje, en lo que constituye una perla del contorsionismo político-- no se trata de transgredir la ley sino de "legalizar una situación".
 
b)      Nadie puede ir a contracorriente de las creencias populares. Fijada una idea en el manipulable imaginario colectivo, sin importar lo falsa que sea, adquiere rango de verdad incontrovertible (Confróntese con el caso actual de las encuestas).

Cuando Navarro amenaza con desenmascararlo ante la gente, César Rubio le grita:

“¡Imbécil! No puedes luchar contra una creencia general. Para todo el Norte soy César Rubio…Anda y denúnciame. Anda y cuéntale al indio que la virgen de Guadalupe es una invención de la política española. Verás qué te dice. Soy el único César Rubio porque la gente lo quiere, lo cree así”.

c)      La simulación que convierte a quienes traicionan los anhelos populares y a los criminales en héroes nacionales.

Navarro, por ejemplo, fue hecho coronel por haber asesinado al revolucionario César Rubio, como sale a relucir en la discusión que sostiene con el maestro que ha tomado el lugar de aquél. Para rematar, éste le dice:

“¿Quién es cada uno en México? Dondequiera encuentras impostores, simuladores; asesinos disfrazados de héroes, burgueses disfrazados de líderes; ladrones disfrazados de diputados, caciques disfrazados de demócratas, charlatanes disfrazados de licenciados, demagogos disfrazados de hombres. ¿Quién les pide cuentas? Todos son unos gesticuladores hipócritas”.

Al final lo que queda claro es, en efecto, la impostura de todos: el sistema mandó asesinar al verdadero César Rubio; cuando reaparece, intenta incorporarlo de inmediato a la esfera del poder; el maestro –justificado a sí mismo porque todos son impostores, se acoge al simulacro; cuando es asesinado por los sicarios de Navarro, éste asume la candidatura y gana el reconocimiento popular al honrar la memoria del héroe caído.

La historia así, recomienza una y otra vez: los traicionados y repudiados de ayer, serán los héroes de mañana, entronizados, en una cruel paradoja, por quienes los asesinaron, pero a quienes sirven hoy como fetiches, pues, como dice Navarro al joven Miguel: “México necesita de sus héroes para vivir”.

Sin importar que en ese panteón de próceres haya de todo: impostores, simuladores, gesticuladores.

El diálogo entre Navarro y Miguel con que concluye la obra es la rúbrica que muestra como en este país nadie podrá probar nunca un crimen político, un acto de corrupción, una traición al pueblo...un fraude electoral, porque todos, tarde o temprano, se convierten en cómplices y, por tanto, en rehenes del sistema.

Eso es lo que Usigli describe con maestría en su obra. De ahí su vigencia.


  









miércoles, 5 de septiembre de 2012

Causa en común: legitimar a EPN


Las organizaciones no gubernamentales se han convertido en México en una burda figura de legitimación del poder. Las más representativas de ésto último, aunque no las únicas, son Causa en común, Mexicanos primero e Iluminemos México.

Se trata de organizaciones civiles que se pretenden ciudadanas, pero que en realidad constituyen entidades paragubernamentales, encabezadas por personeros de poderes fácticos como Televisa (Claudio X González de Mexicanos primero), y encargadas de legitimar, apoyar y promover iniciativas oficiales, como si ese apoyo proviniera de ciudadanos comunes que lo hicieran desinteresadamente mirando en todo por el bien de México.

En realidad tales organizaciones no se representan más que a sí mismas y sus intereses y su fin último, más que empoderar y organizar a los ciudadanos ante los abusos, el incumplimiento y la opacidad gubernamental y de la clase política en general --como pomposamente lo anuncian-- son los reflectores, la cercanía con el poder y la gestión de beneficios personales.

Su carácter de membretes ciudadanos lo confirma el hecho de que ningún movimiento o causa popular que verdaderamente se oponga a las políticas antipopulares de la actual clase política, está adherido a ninguna de esas entidades light.

Una confirmación del carácter servil de tales ONG's lo proporciona el comunicado difundido ayer por Causa en Común de María Elena Morera (en imagen con EPN). Se trata de un "llamado a la ciudadanía, y a las organizaciones civiles y sociales y a los actores políticos a reconocer la decisión del tribunal electoral y a trabajar unidos por el país."

Ignorantes de cualquier consideración filosófica que distingue entre lo legal, lo justo y lo legítimo, señalan como premisa que "Todos los ciudadanos tenemos la obligación de respetar la ley". Y si la ley determina que no hubo delito en el hecho de que algunos la infringieran para comprar la presidencia de la República, hay que respetar esa determinación porque es de la Ley.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación --dice Causa en común-- en forma definitiva calificó la elección presidencial como legal y declaró presidente electo. En consecuencia, llama a que "todos los mexicanos reconozcamos la decisión del Tribunal y respetemos las instituciones, como debe ser en una democracia constitucional".

Así, pide que se respeten las instituciones que no respetó a quien se designó como presidente electo. ¿Puede una organización que se dice de contrapeso al poder, tener alguno cuando se rinde ante ese poder y se presta a su legitimación, pese a las graves evidencias de que defraudó las leyes de la "democracia constitucional"? ¿Puede haber mayor cinismo que el de una ONG como Causa en común?

Asaltada de pronto por un prurito de veracidad, Causa en común cree salvar su mala conciencia aludiendo al escándalo del fraude mediante una fórmula más bien fariseica, cuando dice: "Reconocemos también que la ley es siempre perfectible, y debemos aprender de cada elección, para tener cada día una mejor democracia electoral".

Es decir, si alguien está convencido de que en la elección hubo irregularidades graves que harían necesaria su declaración de invalidez, no importa, la ley es perfectible y sólo podremos llegar a la democracia plena por aproximaciones sucesivas. No importa lo que eso le cueste al país en términos de corrupción, saqueo, pérdida de soberanía y muertes.

Esa es la lógica de nuestras organizaciones "ciudadanas", un negocio que empieza a revelarse tan lucrativo política y económicamente como el propio sistema de partidos al que dicen combatir.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Democratizar los medios

En un manifiesto de seis puntos, el movimiento YoSoy132 afirma:
Televisa y TV Azteca son la cara visible y el principal instrumento de la oligarquía que gobierna este país, de los poderes fácticos que, de acuerdo con sus intereses, imponen y quitan gobernantes para que ejecuten los proyectos neoliberales de los grandes capitalistas, tanto nacionales como internacionales (La Jornada, 27 julio/2012, p. 13).
El diagnóstico es exacto.  Identifica al país como gobernado, controlado por una oligarquía; es decir, por un grupo minoritario, pero de gran poder e influencia económica. Y que ese grupo --y los poderes ocultos o fácticos que lo acompañan y complementan-- es puntual ejecutor de los designios neoliberales en boga dictados por el gran capital local en sintonía con el foráneo, en tanto que aquél constituye, en realidad, una ramificación subordinada de éste.

Tal es, en términos suscintos y acaso esquemáticos, como funciona el asunto en México. La demanda de "democratizar los medios" es pertinente dentro de ese diagnóstico porque apunta a arrebatar a la oligarquía el monopolio del principal instrumento de control y modelaje de la subjetividad colectiva.

Como se ve, no es un asunto menor, porque además implica abrir un mercado millonario --cuyo usufructuo en México y en el mundo está en manos de unas cuantas familias y grupos-- a la participación de un número mayor de agentes económicos y sociales.

Tanto los partidarios de la democratización de los medios, como quienes mantienen un férreo control sobre ellos saben que un reducido grupo de participantes --que más que competidores son aliados, como el caso de Televisa y TV Azteca, cuyos dueños son socios en Iusacell-- implica una uniformidad en cuanto a enfoques, puntos de vista y análisis de la realidad social y el control de lo que en Teorías de comunicación se denomina Agenta Setting (la agenda construida): no sólo qué pensar acerca de un tema, sino los temas acerca de los cuales hay que pensar, a partir de la mayor o menor relevancia que les conceden los medios de comunicación al hablar o no hablar de ellos). 

Todos esos elementos hacen de este un asunto clave en la lucha social contra la oligarquía dominante. De ahí que sea necesario recurrir a nuevas formas que trasciendan el expediente de marchas de protesta en las que se exige la democratización a quienes se benefician de su falta. Es como pedirles que se desprendan del multimillonario negocio que el actual estado de cosas les reporta.

Es como pedirles que cedan su principal fuente de control social --la otra es la violencia, pero implica costos como pérdida legitimidad--, el cerebro que fabrica los relatos que moldean aspiraciones, hábitos, actitudes, conductas y patrones de pensamiento de la mayoría.

Es como pedirles deshacerse del cerebro del que emanan las formas simbólicas que nos proporcionan las claves para interpretar la realidad en el sentido deseado y conveniente. Es, en suma, pedirles que se suiciden, que se deshagan de una de las estructuras fundamentales del sistema de dominación imperante.

¿Por qué querrían hacerlo? ¿sólo porque algunos miles lo exigen en la calle? Esto nos coloca frente a la cuestión de la organización y la correlación de fuerzas.

Una organización tan articulada que sea capaz de generar acciones eficaces y contundentes de resistencia civil por calle, por cuadra, por barrio, por colonia y delegación, de modo que se equilibren las fuerzas y se esté en condiciones de inducir los cambios deseados a partir de la autogestión y al margen de los órganos formales de representación, como las cámaras del congreso también cooptadas por los poderes oligárquicos.

Y no hablo de acciones ilegales. Porque siempre que se habla de "resistencia civil" pareciera que se trata de transgredir el orden casi de la vida normal. No, sino de acciones que se ajustan a los preceptos del "mundo libre". Por ejemplo. ¿A cuánto ascenderían las pérdidas de la trasnacional Coca-cola si únicamente por un día nadie comprara uno sólo de sus productos en una calle, en una colonia, en un estado? ¿y si el ejercicio se extiende por dos, tres días? ¿a cuánto por una semana?

¿A quien podrían acusar de trastocar la legalidad ante una acción semejante? ¿no sería acaso resultado del libre albedrío de los consumidores preconizado por las teorías del Libre mercado? ¿Y si luego esa medida se pusiera en práctica contra otras empresas?

Lo que trato de ilustrar es el potencial de la organización que debe construirse desde abajo y, sobre todo, la adopción de una práxis que se aparte de los caminos hasta ahora recorridos, porque en política, y ese es un principio elemental, nadie logra nada si no es desde una posición de fuerza.

Ellos detentan actualmente esa posición. Por eso pueden, como dice el movimiento YoSoy132 "imponer y quitar gobernantes". Bueno, pues acumulemos fuerzas. 

lunes, 13 de agosto de 2012

Los toros y el maltrato animal


Con alguna frecuencia, las redes sociales se pueblan de campañas contra las corridas de toros. "Suben" entonces close-up de animales ensangrentados, a punto de morir. Semejantes imágenes son subrayadas por frases como: "¿dónde ves el arte?" en una obvia contraposición de que la crueldad explícita en la dramática imagen no puede ser arte, como insisten los taurófilos al defender la fiesta brava.


Se pone pues el acento en el sufrimiento del animal para horrorizar al respetable exaltando sus sentimientos de lástima y ganar adeptos hacia una causa --la suspensión de las corridas de toros-- por considerarse un espectáculo cruel y despiadado. No está mal.

Esas buenas conciencias han de creer que la carne --de cerdo, res, pollo, pescado, conejo, etc-- que degustan en sus mesas no son producto del sufrimiento que implica el sacrificio masivo de esas especies que tiene lugar a diario en granjas, establos o rastros.

O acaso se sosiegan al pensar que ese sufrimiento sí está justificado porque tiene un fin reputado como superior: la manutención de la especie. Argumento que no oculta su antropocentrismo al implicar que la humana, por ser superior, debe prevalecer sobre el resto, incluso a costa de canibalizarlas.  

En la plaza, en cambio, según eso, se mata por matar a un animal indefenso al que primero se le infringe castigo y sufrimiento. Así presentado, el asunto resulta, en efecto, abominable.

No lo es, sin embargo. En el ruedo rigen reglas muy estrictas que atemperan las ventajas que presumiblemente da la inteligencia humana sobre un bravo al que, por cierto, se ha criado durante cuatro años con cuidados extremos para que desarrolle sus condiciones de bravura, fuerza y peligro, en las que sin duda supera al lidiador.

Ahí, en el centro del ruedo, donde no hay refugio para nadie, el diestro está obligado a atornillar sus zapatillas en la arena, no moverse, aguantar en un palmo de terreno las pesadas embestidas del animal, armado sólo con un paño rojo que, por cierto, no es para dar trapazos o hurtar el cuerpo al peligro, sino para, situado el diestro en los terrenos del toro, entre los pitones donde no hay ventaja posible, templar la acometida llevando las astas cosidas a la muleta, pero sin que éstas la alcancen nunca.

Tampoco se les mata de cualquier modo. La espada ha de entrar en el llamado hoyo de las agujas, en el morriño del animal y para alcanzarlo, el torero ha de poner el pecho. Es quizá el momento en que mas igualadas están las condiciones.

Párece alguien delante de un toro y se impondrá no sólo de su altura, sino del hecho de que para llegar al sitio de la muerte se han de sortear dos puntiagudas aduanas en movimiento. El encuentro en la llamada suerte suprema es casi cuerpo a cuerpo, pues al momento del cite la muleta se lía sobre el estaquillador y ahí no hay ventaja.   

No digo que no haya dolor en el animal, lo que afirmo es que no se le mata vilmente, como quizá con buena fe, pero con mucha ignorancia, pretenden quienes abogan por la cancelación de las corridas. El toro de lidia es un animal de combate, esa es su naturaleza. Está diseñado para el ataque.

Diseñado, sí, porque los cuidados y los estudios de mejoramiento genético de esa especie han evitado su extinción, la cual ocurriría si se cancelan las corridas, y nadie se ocupara de su crianza. Así, quienes abogan por la cancelación de las corridas de toros me hacen el efecto de aquel que para deshacerse de una mosca utiliza un cañón. La desproporción es tal que se deshace del bicho, pero genera un daño mayor.

Durante los cuatro años que pace en las dehesas antes de partir a la plaza, el toro vive, a diferencia de otras especies, como veremos, en su ámbito natural, a campo abierto, sin hacinamientos, rodeado de los más extremos cuidados en cuanto a alimentación, salud y reproducción. No padecen los trastornos fisiológicos de las especies engordadas o crecidas  artificialmente.

En contraste con lo anterior, Foreign Affairs, revista publicada por el Consejo de Relaciones Exteriores, un think tank estadounidense, publicó en su edición de marzo-abril un artículo titulado "La globalización del bienestar animal". No estaría demás que lo leyeran quienes por estos días presionan para que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal prohiba las corridas de toros en la ciudad de México.

El texto, escrito por Miyun Park y Peter Singer, señala que de acuerdo con el Banco Mundial, la demanda global ha incrementado la producción de carne en el mundo en desarrollo casi al triple entre 1980 y 2002, al pasar de 45 millones a 134 millones de toneladas.

Datos de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que desde principios de los años 60 el consumo de leche casi se ha duplicado, el de carne creció más del triple y el consumo de huevo se multiplicó por cinco.

Para satisfacer esta demanda, sólo en 2009 más de 60 millones de animales fueron sacrificados (la cifra incluye aproximadamente 52 millones de pollos, 1.34 millones de cerdos, 656 mil pavos, 521 mil ovejas, 403 mil cabras y 298 mil reses). Adicionalmente, ese año se produjeron 1.18 billones de huevos para alimentación.

Estas cifras han producido una alerta global acerca de las condiciones en que viven estos animales. La mayoría de los productos de origen animal en el mundo son suministrados por sistemas de confinamiento intensivo, los cuales niegan a los animales la oportunidad de vivir de un modo adecuado y de acuerdo con el comportamiento normal de su especie.

Debido a que el apetito mundial por carne, huevo y leche ha crecido, el sistema de confinamiento intensivo para la producción animal --inicialmente desarrollado en Europa y norteamérica tras la Segunda Guerra Mundial-- ha continuado suplantando las prácticas tradicionales aplicadas en las granjas.

Hoy los sistemas industriales producen alrededor de dos terceras partes de la producción mundial de aves, carne y huevo, así como más de la mitad de carne de cerdo.

Estos métodos industriales provocan severas limitaciones a los animales en términos de espacio y de su capacidad para desarrollar un comportamiento natural. Dado el alto número de pollos que son criados para alimentación y producción de huevo cada año, podría decirse que la inductria avícola es la principal violadora del bienestar animal.

Las gallinas ponedoras, por ejemplo, son manntenidas estériles y encerradas en mallas metálicas conocidas como jaulas para la explotación avícola intensiva. Estas jaulas son tan pequeñas que si incluso hubiera una gallina en cada una, sería incapaz de  extender y batir sus alas. Y con frecuencia hay al menos cuatro, si no es que más gallinas por jaula. Adicionalmente, estos animales jamás ven la luz del día, pues permanecen confinadas en lugares iluminadas con luz artificial para estimular su producción.

En tales condiciones de hacinamiento, las aves son incapaces de establecer su acostumbrada jerarquía social: las gallinas subordinadas no tienen forma de aislarse por sí mismas de sus dominantes compañeras de celda y como resultado es probable que tengan sus alas y cuerpos picoteados por las gallinas dominantes con lo cual quedan heridas e incluso mueren.

En lugar de proporcionar más espacio a las aves para minimizar el daño por picotazos, muchos productores de huevo lo que hacen es quemar porciones del pico de las gallinas con una navaja caliente y raras veces, si acaso, con anestesia.

La Unión Europea proscribió el uso de jaulas de esterilidad al inicio de 2012. Los productores europeos deben ahora utilizar jaulas de ambiente libre o como mínimo jaulas acondicionadas con cajas para nidos, lo cual permitiría a las gallinas satisfacer al menos algunos de sus comportamientos intintivos. Aunque estas cajas son una mejora, aun mantienen a las gallinas en confinamiento instintivo sin posibilidades de comportarse del modo en que les dicta su instinto.

La abrumadora mayoría de pollos criados para carne, también son tratados en condiciones restrictivas, con frecuencia en largos establos que pueden albergar más de 20 mil aves. Es tal la densidad que cada pollo tiene solo tanto espacio como el equivalente a una sencilla hoja de papel tamaño carta.

Además de las limitaciones impuestas a su bienestar por tales prácticas de confinamiento, el uso extendido de la reproducción selectiva tiene un impacto adverso en el bienestar de decenas de millones de animales cada año.

Por ponerlo simple: los pollos son forzados a crecer mucho más gordos y mucho más rápido de lo que es natural y saludable. En 1925 los pollos alcanzaron 2.5 gramos en aproximadamente 16 semanas; hoy, por exigencias comerciales alcanzan 5.5 gramos en menos de siete semanas.

Esas antinaturales y rápidas tasas de crecimiento dejan a muchos pollos debilitados, sufriendo de huesos deformados, anomalías en su forma de andar, ruptura de tendones y enfermedades metabólicas, aunque sean sacrificados cuando, en efecto, todavía son jóvenes. Alcanzan el peso para el matadero aproximadamente a los 42 días de edad, muchas aves no pueden caminar apropiadamente y sufren otras dolencias porque sus todavía inmaduros huesos no pueden soportar sus anormalmente pesados cuerpos.

Hasta aquí el artículo. No se trata desde luego de ver quien maltrata más. Se trata de hacer notar que
así como nadie acude a una plaza para solazarse con el sufrimiento de una bestia, como parecen sugerir quienes se oponen a las corridas, en el ámbito taurino, tanto por criadores, toreros y públicos, el toro es un animal respetadísimo y cuidadísimo desde la cuna hasta que sale al ruedo donde encuentra una muerte mucho más digna que la de otras especies. Esas sobre las que nadie dice nada.



miércoles, 1 de agosto de 2012

Soriana y la hoguera mediática

La campaña de difamación mediática emprendida por el establishment mexicano contra Andrés Manuel López Obrador por no avenirse a los designios electorales, ha tenido un nuevo, ominoso episodio protagonizado por la cadena comercial Soriana y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD).

En efecto, mediante un desplegado publicado ayer en periódicos de la ciudad de México, la organización Soriana responsabiliza a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a Ricardo Monreal y a Jesús Zambrano, "de todos los daños físicos y materiales que tanto nuestro personal como nuestras instalaciones pudieran sufrir en la ejecusión de las manifestaciones que promueven e incitan, mismas que lamentablemente han intensificado su agresividad y su violencia...".

La ANTAD, en tanto, señaló que "las agresiones" contra esa cadena de tiendas "...generan un ambiente de división social e inhiben la inversión privada y el empleo".

De acuerdo con una nota de El Universal, publicada este 1 de agosto, la Asociación señaló que "Este ambiente de persecusión y de violencia afecta la tranquilidad social, la economía de las empresas, y el bienestar de las familias y del ciudadano común", y por ello piden la intervención del presidente Felipe Calderón, así como de las secretarías de Gobernación y de Seguridad Pública Federal para "frenar la ola de violencia contra Organización Soriana". 

Se trata de dos piezas cuyo lenguaje exaltado e incriminatorio parece encaminado a crear un clima de opinión favorable que justifique y aun haga exigible la intervención de la fuerza pública en contra, si se pudiera, del propio ex candidato presidencial a quien se acusa --ahí sí sin pruebas-- de incitar actos de violencia y a la "división social" (sucedáneo legaloide del delito de disolución social esgrimido en 1968 contra los manifestantes de entonces).

Los ataques con explosivos perpretados por manos anónimas en las inmediaciones o contra algún establecimiento de esa cadena de tiendas, ha dado a ésta la coartada perfecta para lanzarse contra el político tabasqueño en una clara maniobra de cobranza de facturas por la forma en que el ex candidato y su movimiento desnudaron la compra de votos en que habría incurrido el PRI, mediante el reparto de monederos electrónicos con cargo a esas tiendas que encabeza Ricardo Martín Bringas.

Se trata de una actitud inescrupulosa porque instiga a la represión gubernamental, es decir, a la violencia contra los outsiders, a quienes se acusa sin pruebas, pero eso sí, parapetados en un lenguaje que se quiere civilizado, pacífico y de unidad sólo porque alude a valores como la protección de las familias (¡Bienvenidos de regreso al siglo XIX!)

Así, los presuntos ataques perpetrados por las hordas de Andrés Manuel serían en realidad --así se hacen aparecer-- no contra una tienda, sino contra las familias y, en un exceso de cinismo, contra la igualmente sacrosanta inversión privada y el empleo, ya damnificados desde endenantes.

A la victimización de que se hace objeto Organización Soriana, se suma --o viceversa-- la feroz campaña, esa sí de odio, enderezada por los medios alineados con el poder contra el candidato incómodo: Pepe Grillo (La Crónica de Hoy) lo llama "sembrador de odios", "le apuesta a la violencia", "busca que los mexicanos se dividan", "su aversión a la legalidad es manifiesta", y llama a la ciudadanía a respaldar a Soriana contra el ogro.

Desde las páginas de Milenio, Oscar Mario Beteta, ya en el colmo del paroxismo y por supuesto sin sentirse en la necesidad profesional de probar sus dichos, da como seguros atacantes de Soriana a los "grupúsculos" y "fanáticos" seguidores de AMLO que así estarían en camino de (¡otra vez la burra al trigo!) "sembrar desorden e inestabilidad" y de provocar "desinversión, desempleo, alza de precios, mayor miseria, discordia, más criminalidad".

Y como por todo lo anterior, para Beteta  "AMLO es esencialmente un peligro para México...no queda más que la aplicación de la ley sin contemplaciones".

Desde El Financiero, Carlos Ramírez explota la otra veta de la estrategia para desacreditar a AMLO, la muy conocida acusación del mal perdedor que no respeta "las reglas del juego de la normalidad democrática".

Así, los defensores de la legalidad acusan ilegalmente y sin pruebas de actos de cuasiterrorismo a un movimiento sólo porque impugnó las elecciones mediante los mecanismos previstos por la ley que dicen defender.