domingo, 22 de junio de 2014

Argentina, México y el capitalismo buitre


Por estos días resulta inevitable comparar el patriotismo y el valor de la presidenta argentina Cristina Fernández para defender los intereses de su país, con el entreguismo y la alevosía de Enrique Peña Nieto para traicionar y vender el suyo.

Puesta ante la tesitura de pagar a especuladores financieros a cambio de la ruina económica del país, Fernández de Kirchner busca una negociación justa, pues “no estoy dispuesta a rifar la patria…porque nuestros hijos y nietos no dependen de este gobierno, sino de que haya patria con soberanía, igualdad y posibilidades de crecimiento”.

Como se sabe, esta semana la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos emitió un fallo que obliga a Argentina a pagar al contado y en una sola exhibición unos mil 500 millones de dólares a los llamados fondos buitre.

Esta denominación carroñera se aviene bien con la naturaleza especultiva consustancial al capitalismo financierista que se ha enseñoreado en el mundo. Se trata de agencias que aprovechando las crisis económicas adquieren bonos de deuda de países en problemas –como Argentina en 2001—a precios bajísimos y mediante movimientos especulativos obtienen ganancias muy por encima de lo invertido.

La administradora NML compró en 2008 títulos vencidos de deuda argentina por 48 millones de dólares y ahora pretende cobrar 832 millones lo que equivale a una ganancia de mil 608 por ciento.

Ese es el modo –no la actividad productiva—en que los grandes capitales hacen negocio y obtienen ganancias fáciles en la era de la globalización. Un dato ilustra lo ilustra mejor: a fines de la década de 1990 se movían en los mercados financieros globales unos 25 billones de dólares al día, comparado con un comercio mundial de solo 10 mil millones de dólares diarios. Es decir, el comercio real (bienes y servicios producidos por trabajadores) fue de solo uno por ciento del comercio ficticio (movimientos financieros especulativos).

Por esa y otras vías (los Swaps) los fondos buitre han contribuido a la ruina de países como Grecia, España y Portugal que luego son sometidos a rigurosos programas de ajuste económico en detrimento de la población.

En el caso argentino el desembolso que se exige equivale a más de 50 por ciento de sus reservas lo que implicaría ingresar en una espiral de endeudamiento-pobreza-más endeudamiento con la consecuente reducción de programas sociales, desempleo, hambre y empobrecimiento generalizados.

Lo perverso del caso es que cuando el país austral renegoció su deuda para evitar incurrir en el impago, pues siempre reconoció su deuda, 92 por ciento de sus acreedores aceptaron el trato; los fondos buitre fueron los únicos que se negaron a ello.

El fallo de la Corte estadunidense empuja a un país como Argentina a caer contra su voluntad en el incumplimiento de pagos, pues se exige que antes que al resto de los acreedores primero se liquide la deuda con los fondos buitre antes del próximo 30 de junio. Incluso estos fondos podrían obtener órdenes de embargo sobre los fondos que Argentina transfiere a Nueva York para el pago a los acreedores que sí aceptaron reestructurar su deuda, lo que la colocaría en default técnico (cese de pagos).

La mandataria argentina recordó el viernes 20 de junio que su país ha descubierto la segunda reserva de gas y petróleo no convencional más importante del mundo, así que los que revolotean no lo hacen sólo por las finanzas sino por los recursos naturales.


Lo dicho: mientras en México entregamos el petróleo a las trasnacionales con la ventaja incluso de expropiar en su favor terrenos comunales y ejidales donde encuentren yacimientos, cuando los dueños originales no quieran vender o no les convenga el precio de venta, Argentina nos ofrece otra lección de dignidad latinoamericana.

viernes, 6 de junio de 2014

Oportunidades y pobreza

Una de las razones por las que en México falla la política social --como el programa Oportunidades-- con la que, según eso, se intenta sacar a la gente de la pobreza, radica en que se parte de un falso supuesto: que esa condición es resultado de circunstancias fortuitas y que, por tanto, puede superarse apoyando a las familias empobrecidas para que sus nuevas generaciones puedan labrarse un futuro mejor.

Nacer o no en una familia miserable puede ser, en efecto, cuestión de mala suerte, lo que no lo es, es la existencia de la miseria. Esta es resultado de un sistema en que la riqueza y el poder son acumulados en la estructura de producción mediante la explotación de algunos grupos sociales por parte de otros.

Debido a que esos programas sociales no están orientados a modificar este sistema de acumulación, jamás podrán acabar con las condiciones estructurales que permiten la reproducción de la pobreza de generación en generación. Por eso se critica su carácter asistencialista, es decir, que asisten, ayudan a sobrellevar una situación extrema, pero no aspiran --aunque la propaganda gubernamental y la manipulación televisiva lo afirmen-- a erradicarla.

Por si la evidencia empìrica no fuera suficiente a demostrar lo anterior, un análisis conjunto entre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revelan que programas como oportunidades no mejoró en más de dos décadas las condiciones que permitirían a las familias salir de pobres.

La Cepal y la OIT recuerdan que esos programas de apoyo económico parten del supuesto de que con esas ayudas los hijos de los hogares así favorecidos tendrían mejor educación, salud y nutrición, lo que les permitiría insertarse mejor en el mercado laboral y salir de la pobreza por sus propios medios.

La mala noticia es que el sistema de acumulación imperante (la causa estructural del problema) ha determinado reducir las oportunidades laborales, pues sus mayores ganancias las obtiene con la especulación financiera y así, casi no requiere de mano de obra, y a la que emplea le ofrece salarios miserables.

De modo que los beneficiarios de Oportunidades, si bien aumentaron su nivel educativo, de poco les sirvió porque ahora de lo que carecen es de oportunidades laborales y productivas, y así siguen sin salir de pobres.

Las mediciones Cepal-OIT mostraron que de los jóvenes registrados en Oportunidades en la década pasada, 40.2 por ciento de las mujeres y 74.1 por ciento de hombres "permanecían en una categoría ocupacional igual o inferior a la de sus padres". Esos porcentajes eran similares a los reportados para jóvenes que no fueron beneficiarios del programa: 43.6 por ciento en mujeres y 71.7 por ciento en hombres.

Ambos organismos señalan que si bien esas ayudas aliviaron en alguna medida la pobreza, no contribuyeron a una ruptura de los factores que la producen de generación en generación.

Ya podrán venir cruzadas o mafufadas contra el hambre (con su correspondiente cauda de corrupción y compra de votos), pues mientras el modelo de acumulación no cambie, los pobres seguirán siéndolo y en México infancia seguirá siendo destino.