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domingo, 30 de agosto de 2015

El nuevo pacto PRD-Peña




El PRD y sus usufructuarios, los llamados "chuchos", acaban de consumar una traición más a sus disminuidos electores y, de paso, corroboran la descomposición política de ese partido en camino de extinción, a no ser por la vida artificial que pueda insuflarle el propio gobierno mediante maniobras como la que acaba de producirse.

Sucede que Jesús Zambrano fue designado presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados para el primer año de la legislatura que inicia funciones este 1 de septiembre. La obsequiosidad oficial para con un partido como el PRD, impensable hace algunos años, tiene su origen en el temor gubernamental de que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pudiera llegar a presidir ese órgano legislativo en 2017, el año previo a las elecciones presidenciales.

Un acuerdo cameral dicta que la presidencia de la mesa directiva se turnará entre los tres partidos mayoritarios. De acuerdo con cálculos gubernamentales, la fracción parlamentaria del lopezobradorismo podría incrementarse con nuevas defecciones de diputados perredistas y las incorporaciones de los diputados del Partido del Trabajo, una vez que se oficialice su pérdida del registro.

Esas circunstancias podrían hacer que en 2017, luego de que el PRI y el PAN hubieren presidido la mesa directiva de la Cámara, tuvieran que cederle la posición a la tercera fuerza que para entonces sería el partido de López Obrador. Al dejar que el PRD presida el primer año de la legislatura, se cierra el paso a esa posibilidad, pues se alegaría que el turno de la tercera fuerza ya fue otorgado.

Mediante esta maniobra, el PRD es utilizado de nuevo por el gobierno peñista, con el beneplácito de su cúpula chucha, para golpear y estorbar el avance de la izquierda, por cuya pretendida unidad no dejan de clamar los entreguistas y claudicantes miembros de Nueva Izquierda, a la que pertenecen el propio Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete, entre otros.

La jugada cumple el doble propósito de estorbar el avance de Morena y fortalecer al perredismo, cuya menguante condición actual no le es útil al grupo en el poder, como factor de división y pulverización del voto de izquierda.

Hasta antes del sábado, Zambrano buscó ser designado coordinador de su fracción parlamentaria, cargo para el que enfrentaba una férrea oposición dentro de su partido. La maniobra gubernamental lo salvó de esa derrota, pero muestra con meridiana claridad lo que ya se sabía: que la pretendida reconversión de ese partido anunciada con la próxima sustitución de su Comité Ejecutivo Nacional, no es más que una simulación y que su verdadera transformación consiste en que se ha convertido en un partido satélite del gobierno y que su triste papel ahora es combatir todo aquello por lo que luchó cuando fue creado.


miércoles, 8 de mayo de 2013

Adéndum al Pacto: engáñame, pero no me dejes

El ridículo Adéndum al Pacto por México firmado hoy entre el PRI-gobierno y los partidos satélite --la derecha panista y la izquierda colaboracionista del PRD con los chuchos a la cabeza-- para garantizar elecciones limpias, equidad y blindaje contra el uso electoral de los programas sociales, no hace sino repetir lo que ya se consigna como delitos electorales en la legislación vigente.

¿Tenía sentido toda la parafernalia y el gasto erogado para montar un tinglado en el que los concurrentes --delincuentes electorales todos ellos-- se comprometen a evitar conductas ilícitas tipificadas por la ley vigente en vez de simplemente aplicarla?

Se trata de lavarle la cara a un acuerdo cupular sin representación de la sociedad --pues los partidos han perdido legitimidad representativa-- firmado por unos políticos para llevar adelante programas de Ajuste Estructural encaminados a promover los negocios y la prosperidad de unos cuantos, a costa de las riquezas del país.

Asistimos entonces a la simulación de la simulación. Puesta en evidencia la ingenuidad de los opositores al creer que el gobierno y el PRI no utilizarían la llamada cruzada contra el hambre con fines electorales, como desde el principio se advirtió, ahora dizque lo forzaron a sentarse a firmar once compromisos adicionales con los que supuestamente se le atarán las manos para no seguir lucrando políticamente con los programas sociales en temporada de elecciones.

Comicios a los que se presentarán esos partidos indigentes, autollamados de oposición, no se sabe en calidad de qué frente a los electores, pues si ya todos "están a partir un piñón" con el gobierno, y de acuerdo en el mismo proyecto de país, entonces para qué buscar el poder cada uno por su lado.

Partidos "opositores" que se convencieron a sí mismos, ellos solitos, de seguir en un mecanismo de concertación de élites políticas, al que se aferran como una forma de garantizar su presencia pública y  no quedar marginados o arrasados por la maquinaria gubernamental que con ellos o sin ellos podría llevar adelante el designio fondomonetarista de las reformas; adhesión que pretenden cobrar en su momento por migajas de poder habida cuenta de su ya sospechada debacle electoral en los comicios del próximo julio, dado su desdibujamiento ya no digamos ideológico sino como simples opositores en virtud de la magia pactista.

El PRD ha dado ya suficientes muestras de la forma en que se traiciona a sí mismo y de cómo racionaliza o justifica esos retrocesos con tal de seguir siendo parte de la cargada reformista del peñanietismo En ocasión de la recién aprobada reforma que redujo el arraigo de 80 a 40 días, el perredismo se pronunció inicialmente por la desaparición de esa figura que, en efecto, atenta contra los derechos humanos y el debido proceso de los acusados, pero terminó votando en favor sólo de la reducción del periodo.

Hubo de hacer publicar un desplegado para aclarar que aprobó la enmienda porque "se introdujeron elementos  de control y vigilancia para proteger los derechos humanos de los indiciados".

Algo similar a lo ocurrido con la firma del llamado Adendum al Pacto por México: el gobierno se burla de ellos, los trampea, pero terminan plegándose en razón, según ellos, de los sacrosantos "altos intereses de la nación", o del gradualismo al que los obliga su condición subordinada.


Tanto ha tergiversado y envenenado ese Pacto la estructura política del país, que no sólo los partidos  han perdido su perfil para conformar una masa informe, sino que la propia división de poderes parece naufragar ante el corporativismo pactista. Cosa de ver cómo la publicidad del Senado se ha plegado al Ejecutivo al utilizar como rúbrica de sus mensajes el mismo eslogan del gobierno: aquello de hacer leyes para mover a México.Así vamos.

viernes, 1 de abril de 2011

Beltrones y Ebrard

Manlio Fabio Beltrones, el presidente priísta de la mesa directiva del Senado de la República y Marcelo Ebrard, jefe de gobierno perredista de la ciudad de México, intentaron esta semana relanzar sus figuras públicas como precandidatos presidenciales de sus respectivos partidos.

El detonante, sin duda, fue la forma tersa en que Enrique Peña Nieto, el gobernador priísta del Estado de México, resolvió la nominación de su partido al gobierno de la entidad, en la persona de Erubiel Ávila, un militante sin pedigree --si se le compara con el precandidato perdedor, Alfredo del Mazo Maza--, pero con arraigo, conocimiento de la entidad y, sobre todo, efectivo, pues ha ganado dos veces la alcaldía de Ecatepec.

El lance del fin de semana pasado sorprendió a muchos analistas, pues Peña Nieto libró sin aparentes sobresaltos un episodio --el de la definición del candidato a sucederlo-- en el que muchos calculaban que cometería algún desliz que comprometiera sus propias aspiraciones presidenciales.

No ocurrió así y su figura como principal carta del PRI para el 2012 se acrecentó, y lo hará aún más si Erubiel Ávila se alza con el triunfo en la elección mexiquense.

En esas condiciones, Manlio Fabio Beltrones urgió a su partido a iniciar la discusón sobre el programa de gobierno que enarbolará el tricolor rumbo al 2012 y a definir para qué quieren regresar a Los Pinos, pues, según el legislador, "primero (debe ser) el programa y luego el candidato" para no incurrir en equivocaciones.

Se trata de una maniobra encaminada a bajar la atención de la figura de Peña Nieto. El senador sabe que si la discusión sigue centrándose en la figura política y personal del gobernador, éste ganaría en la batalla de las percepciones. Calcula, en cambio, que tendría alguna oportunidad de fortalecerse si la discusión se desplaza de las personas al terreno de las "ideas".

Ebrard, por su parte, recibió dos reveses en una semana: primero, no logró ser el "fiel de la balanza" en la elección de la dirigencia nacional del PRD, y después debió abandonar el barco de las alianzas en el puerto del Estado de México, donde la maniobra zozobró ante la negativa de Alejandro Encinas de participar en una coalición de la izquierda con el Partido Acción Nacional (PAN).


De modo que esta semana, en un intento de atemperar esas malas jornadas, debió organizarse un nuevo destape, pues desde hace por lo menos un año, anunció que buscaría la candidatura del PRD a la presidencia y en esa condición se ha placeado por el país, en apoyo de los candidatos de la alianza PAN-PRD que participaron en elecciones en ese lapso.

Quizá calculó que le vendría bien reposicionarse como presidenciable fuerte y para ello requería un acto de apoyo a su candidatura para no perder demasiado ante Andrés Manuel López Obrador en el terreno de las percepciones, tras los fracasos señalados.

martes, 22 de marzo de 2011

PRD: los fines y los medios

Una de las frases históricamente más mal interpretadas es aquella atribuida a Nicolás Maquiavelo, según la cual “el fin justifica los medios”. La interpretación ha sido tan torcida que incluso ha derivado en el adjetivo “maquiavélico”, con el que se califica aquello que encierra una maldad intrínseca y que no se detiene ante ninguna consideración de tipo moral o ética para alcanzar sus propósitos.

En realidad, lo que Maquiavelo dijo es que el fin proporciona los medios. Que éstos deben ser acordes con lo buscado. Es decir, que para lograr alguna meta, existen ciertos pasos o procesos lógicos que tengo que cumplir para llegar a ella y que me dicta el propio fin.

Así, si mi objetivo es cursar una carrera universitaria, mal haría en inscribirme en un Conalep. Por principio de cuentas su plan de estudios es terminal, es decir, no equivale a los estudios de preparatoria que son exigibles para ingresar a la universidad. En este caso, el medio que estoy empleando, no se justifica, es decir, no está acorde con mi objetivo. Está desviado de éste.

En cambio, el camino adecuado, según el fin que persigo es cursar el bachillerato. Y este medio me lo está dictando el propio objetivo. Tal es el exacto sentido de la frase del autor de El Príncipe.

Esa confusión conceptual –aceitada por otros intereses políticos y económicos menos intelectuales ni claros-- es la misma que padece el perredismo oficial que el domingo 27 de marzo consultará a la población del Estado de México para determinar si en las elecciones del próximo 3 de julio se presenta coaligado con el Partido Acción Nacional (PAN), con un candidato común.

Para la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como los chuchos, que domina la estructura formal del PRD –aunque ahora con la cuña en el zapato que representa Dolores Padierna, elegida el domingo pasado como Secretaria General del partido en mancuerna con Jesús Zambrano, quien ocupa la presidencia--, la estrategia aliancista (por muy amoral o antiética que resulte para muchos) se justifica merced al fin intrínsecamente bueno que persigue: evitar que el PRI gane las presidenciales de 2012.

Incluso analistas como Dennis Dresser se han adscrito a esa lógica torcida. Plantea Dresser: ¿qué es peor, la alianza o el regreso del PRI con todo lo malo que implica para la democracia mexicana? Sin la alianza, completa su argumento, la victoria del PRI sería contundente. Ni PRD ni PAN podrán ganar solos.

Para empezar, ya vimos que la frase de Maquiavelo no los justifica, porque no es ese su sentido, y segundo, el fin no está acorde con el medio porque en las elecciones de 2012 PAN y PRD enfrentarán separados al PRI, según mandata al segundo el resolutivo aprobado también este domingo por su Consejo Nacional.

Si lo que están demostrando, según ellos, es que el PRI no es invencible, que se le puede ganar y, adicionalmente, están destruyendo la percepción generalizada en el imaginario popular del inevitable regreso del tricolor a Los Pinos; junto con eso, el mensaje paralelo es que eso se puede lograr sólo unidos PAN-PRD.

¿Dónde está pues la lógica de pretender derrotarlo por separado en las presidenciales? ¿Qué elementos hacen presumir a los líderes del PAN y del PRD y a analistas como Dresser que pueden derrotar al PRI separados, cuando únicamente lo han podido hacer cuando van juntos? ¿Qué los hace creer que el elector que votó contra el PRI en su estado –entre otras cosas quizá porque el candidato no fue el adecuado o porque renunció y fue postulado por la alianza— volverá a votar en su contra en las presidenciales, cuando el candidato sea uno con mayor arrastre?

Salvo ese supuesto utilitario de que el PRI es derrotable ¿para qué más habrán servido las alianzas estatales? ¿Cambiará el modelo neoliberal de desarrollo estatal? ¿Los gobiernos aliados traerán más prosperidad y libertad en sus comarcas? ¿Qué postura adoptarán frente a temas como el aborto o los matrimonios gay que los enfrentan a escala nacional, o simplemente dejarán las cosas como están? ¿Qué nuevas formas de hacer política –como pretende la misma Dresser—se inaugurarán, por ejemplo en Guerrero, donde gobernará el ex priísta Ángel Aguirre Rivero?

Se podrá argüir que una elección presidencial es diferente y que la idea es llegar, como insisten en afirmar Manuel Camacho y los chuchos, con la cancha nivelada y no en desventaja desde el inicio.

Sea, pero precisamente porque en una elección presidencial suelen contar factores que no están presentes en una elección estatal, el hecho de que se empiece con la cancha nivelada no significa que estén en igualdad de circunstancias.

Es como si se creyera –como pretendía el demagogo Vicente Fox, siguiendo a Milton Friedman— que con un programa como el denominado “Arranque parejo en la vida” se iban a igualar automáticamente las condiciones y oportunidades de niños indígenas y pobres con los que nacen en el seno de familias adineradas.

Como puede verse, los aliancistas del PRD carecen de razones y hasta de lógica política, de principios, por supuesto. Ocurre simplemente que, en el fondo, su única lógica es, por un lado, pactar con la derecha para mostrarle al grupo hegemónico que se han olvidado de sus radicalismos, de sus pretensiones de cambio social (si es que algún día las tuvieron) y que están listos y son confiables para administrar el poder.

La otra parte de su lógica –y que es consecuente con lo anterior—es evitar y obstruir la opción que representa Andrés Manuel López Obrador, y en esa tarea ya han demostrado que pueden utilizar los mismos medios y métodos utilizados por la derecha para descalificar y tratar de desprestigiar al tabasqueño.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La política del absurdo

Los mexicanos nos relacionamos con la política como espectadores en una sala de cine o en un espectáculo teatral. Sabemos que en la pantalla o sobre el escenario discurre una ficción. Pero establecemos lo que los semiólogos llaman un contrato de verosimilitud: para vivirlo, para emocionarnos y hasta para disfrutarlo tenemos que hacer como si lo que se nos ofrece fuera real y novedoso.

En estos días, por ejemplo, asistimos ya con mayor fuerza que en los meses pasados al espectáculo puntual de cada seis años: la danza de partidos y sus seguros o presuntos candidatos para disputarse la presidencia del país.

El espectáculo --aunque tiene su atractivo porque en el juego de estrategias lo que cuenta son las señales, los signos-- es en general bastante chafa por previsible. La sociedad, ausente de todo proyecto y obligada a jugar el papel de espectadora, se entretiene en observar y tratar de descifrar los movimientos, los dichos, las insinuaciones de los protagonistas.

Los medios de comunicación recuperan el papel que, en realidad, siempre han tenido: no el de adalides de la libertad de expresión y el derecho a la información, sino el de correas de transmisión de la élite política. Es decir, el espacio privilegiado a través del cual esa clase política, los grupos de poder intercambia mensajes crípticos que los observadores, columnistas, editorialistas se encargarán de descifrar para el consumo popular. Es otro más de los valores entendidos de nuestra democracia.

El espectáculo, como digo, empieza a intensificarse y los signos se multiplican aunque, como también dije, es bastante corriente. Por el lado del PRD, Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador se disputan la nominación.

Resulta obvio que están distanciados, que es falso aquello de que será candidato aquel que se encuentre mejor posicionado en las encuestas al momento de la decisión. Pero recurren al contrato de verosimilitud para que el respetable les crea, acaso porque en los cálculos políticos, de ellos o de sus estrategas, no conviene que ya desde ahora se aprecie la ruptura, la colisión que ya se produjo.

Los signos son inequívocos: ante los embates del tabasqueño contra las alianzas que respalda Ebrard, éste endurece su discurso y declara a un periódico que en este momento superaría a AMLO en una encuesta de popularidad. Y fue más allá al contrastar el estilo de liderazgo que cada uno representa: el suyo, dijo, es moderno y escucha a la gente. Ya no se detuvo en calificar el estilo de AMLO, pero el contraste estaba hecho.

Otra señal de su rompimiento: interrogado en Univisión por el periodista Jorge Ramos respecto si hubo fraude en 2006, Ebrard evadió diciendo: hubo múltiples irregularidades, después elogió la decisión de Calderón de enfrentar al crimen organizado.

De modo que la ruptura ya es pública y notoria, pero ellos, pésimos histriones, actúan como si no fuera así y pretenden que se les compre esa apariencia, confiados en que el público sabe agradecer siempre tales esfuerzos, pues, como recordaba Arreola: "paga por ver una pulga vestida; y no tanto por la belleza del traje, sino por el trabajo que ha costado ponérselo".

En el PAN un día Calderón declara que el candidato del partido podría ser algún no militante. De inmediato las conjeturas: se refirió a Juan Ramón de la Fuente. Otros, más sagaces, interpretaron que aludió al secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra, quien no pertenece al partido.

Los panistas reaccionan contra el dicho presidencial. Después, para que ese choque de posiciones no se lea como lo que es, una división, introducen un matiz. Sabedores de que en política jamás hay que parecer ni derrotado ni dividido, aunque así sea, por voz del diputado Javier Corral arguyen que el partido siempre ha estado abierto a la ciudadanía y que el ciudadano presidente se refería a esa situación.

Los presidenciables blanquiazules toman el salvavidas y, dado que no pueden discrepar abiertamente de la opinión de su jefe Calderón, ni aceptar sus dichos porque equivaldría a reconocer que no tienen "patas para gallo", empiezan el control de daños mediante una reinterpretación a modo de lo afirmado por Calderón: "sus palabras responden a la historia de apertura del PAN a los ciudadanos"; otros niegan lo evidente: "no hay contraposición entre el presidente y el partido, pues somos un partido de ciudadanos, que siempre ha estado abierto a las candidaturas externas".

Calderón fue muy claro, pero los panistas no se dan por aludidos y empiezan a reinterpretar el sentido de las palabras originales de modo que no parezcan sobajados. Un verdadero teatro del absurdo.

Notoriamente, a partir de la declaración de Calderón, tanto Josefina Vázquez Mota, coordinadora de los diputados panistas en el Congreso, como Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, aceptan abiertamente --antes evitaron reconocerlo-- que buscarán la nominación de su partido para las presidenciales. No tuvieron más remedio. No vaya a ser que Calderón también se vaya con la finta de que nadie en el PAN aspira y tenga, como ya advirtió, que voltear hacia afuera.

Como se ve, la política mexicana sigue siendo una impostura, una gesticulación, un espectáculo en el que todos sabemos la verdad, pero los políticos actúan, y dejamos que lo hagan, como si nadie la supiera; nos proponen un imposible contrato de verosimilitud porque viola una condición esencial: el espectador nunca debe intuir el desenlace.

Así, nuestro teatro político resulta un espectáculo deplorable. Lo malo es que nos creemos espectadores de una farsa, cuando en realidad, somos protagonistas de una tragedia.

¡Que no se nos olvide!

jueves, 7 de octubre de 2010

AMLO, PRD y el 2012

Andrés Manuel López Obrador decidió dar un tirón a la cuerda de su ya de por sí tensa relación con los dirigentes formales del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Este domingo 3 de octubre, en el marco de su Gira por la Lealtad por municipios del sur del Estado de México, AMLO llamó a la militancia del PRD, PT y Convergencia a unirse para derrotar al PRI, PAN y a los dirigentes "alcahuetes y paleros" del PRD que insisten en aliarse con Acción Nacional, en una acción que, dijo, "tiene como verdadera intensión dejarnos fuera de la contienda" de 2012.

Urgió a los dirigentes del PRD a que "se quiten la careta y revelen qué acuerdos tienen con Felipe Calderón" y añadió que ese partido no nació para ser instrumento de la mafia en el poder como ahora pretenden sus dirigentes nacionales al impulsar una alianza con el blanquiazul.

De inmediato, los dirigentes de Nueva Izquierda (NI), la tribu que controla los mandos formales del partido y mejor conocida como los chuchos, acusó recibo del obús.

Jesús Zambrano señaló el lunes siguiente que el ex jefe de gobierno del DF ha caído en un discurso irresponsable, vulgar, maniqueo y mesiánico con el que busca descalificar las alianzas promovidas por el presidente nacional del PRD, Jesús Ortega.

Añadió: "Lo que Andrés Manuel está haciendo es levantar una campaña de odio, de descalificaciones, estigmatizaciones, de ubicar a quienes no están de acuerdo con él del lado de los anticristos, con una visión mesiánica donde sólo el Dios supremo tiene la razón". (El Universal on line, 4/oct/10, 15:12).

Jesús Ortega, el líder formal del PRD, pidió al tabasqueño serenarse y no andar lanzando anatemas. Casi al mismo tiempo Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del DF, volvió a defender la estrategia de las alianzas al considerarlas exitosas.

Por la forma en que evolucionan las circunstancias puede afirmarse que, pese a lo que ambos bandos insisten en afirmar, para las presidenciales de 2012 no habrá una candidatura común de todas las izquierdas. En primer lugar porque tanto AMLO como Ebrard tienen su proyecto propio que no necesariamente es coincidente.

Si bien el tema de las alianzas no los ha confrontado directamente, ambos sostienen posiciones públicas encontradas. Además, Ebrard ha dado pasos concretos en busca de una candidatura que desde hace por lo menos un año aceptó que buscaría.

El pasado 30 de septiembre presentó la fundación Equidad y Progreso, la cual constituye su plataforma de lanzamiento, pues con ella busca articular un proyecto político "de avanzada".

La fundación le brindará la coartada perfecta para recorrer el país, como ya anunció que lo haría, en giras de fin de semana que le permitan, según eso, ir recogiendo propuestas, pero que principalmente le servirán para placearse ante los electores de los estados.

López Obrador, por su parte, había anunciado que irá de nuevo por la presidencia, desde el 25 de julio durante la multitudinaria asamblea informativa que organizó su movimiento ciudadano en el zócalo capitalino, en el que mostró la fuerza del apoyo popular que aún conserva.

Es obvio que ni Ebrard ni López Obrador dilucidarán su candidatura a partir de quien se encuentre "mejor posicionado" en las encuestas al momento de elegir al candidato, como insisten en afirmar quienes abogan en la retórica por la unidad de las izquierdas.

La tal unidad no existe, y el rompimiento entre la estructura del PRD y el tabasqueño viene de lejos. Se ha acentuado con el gradual pero constante acercamiento del PRD a las posturas de Felipe Calderón y alcanzó su clímax con la política de alianzas --ideada por el camaleónico Manuel Camacho y apoyada por Ebrard-- que impulsa la dirigencia perredista a despecho de lo que opina el tabasqueño.

Aunque pudiera parecer un dato menor, la forma en que los dirigentes de Nueva Izquierda han pretendido descalificar a AMLO por su oposición a las alianzas con el PAN --acusándolo de emprender una campaña de odio y de adoptar actitudes mesiánicas-- es exactamente el mismo discurso utilizado por la derecha y por la mayoría de los medios de comunicación para tratar de anular al ex jefe de gobierno del DF.

El contenido del discurso antiobrador es el mismo y da idea del grado de asimilación-cooptación que mantienen los actuales usufructuarios de las siglas PRD con la derecha en el poder. Este fenómeno de asimilación recuerda aquella frase de Marx: la clave de la dominación consiste en hacer que los dominados piensen como los dominadores. Y el PRD ya piensa como el PAN.

En ese escenario lo más probable es que la contienda por el 2012 sea entre Enrique Peña Nieto (PRI), Marcelo Ebrard (PRD-Convergencia), AMLO (Partido del Trabajo) y Alonso Lujambio-Ernesto Cordero (PAN). Veremos. 

lunes, 25 de enero de 2010

Partidos políticos y alianzas

A Jordana, porque desde que 
llegaste la vida es una fiesta

Acaso lo único positivo que han mostrado las posibles alianzas electorales entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), sea el hecho de que han corroborado cómo duele al partido oficial la negativa de amplias franjas de ciudadanos de reconocer como legítima la investidura presidencial de Felipe Calderón.

El hecho de que la primerísima condición que han impuesto los panistas a quienes pretendan ser candidatos de esa malhadada alianza sea precisamente que reconozcan al michoacano como Presidente, muestra hasta qué punto les afecta esa ilegitimidad de origen.

Ese reconocimiento sería --incluso más que gobernar los estados donde eventualmente se alíen-- la mayor ganancia política que obtendrían los panistas, pues además del reconocimiento del propio partido que se dijo ofendido por el robo electoral, el hecho desautorizaría el cuestionamiento permanente sobre la ilegitimidad presidencial del movimiento cívico que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Tras la debacle electoral de julio de 2009, la llamada izquierda partidista ve en esas alianzas su última oportunidad de sobrevivencia. Tal es la indigencia ideológica en la que se desenvuelve y tal su incapacidad para ofrecer a los ciudadanos una alternativa real allí donde ha sido gobierno.

Esto último y la falta de trabajo político de base explican su pobre condición electoral actual que la conduce, en nombre de un crudo pragmatismo --en realidad burdo oportunismo-- a aceptar aliarse con una porción de la derecha partidaria aun incluso a cambio de avalar las elecciones de 2006.

Los argumentos son insólitos: Manuel Camacho Solís, coordinador nacional del Diálogo por la Reconstrucción de México (DIA) --que agrupa al PRD, PT y Convergencia-- sostiene que si el PRI gana este año todas las elecciones estatales tendrá el camino despejado a la presidencia en 2012.

Y añade: "Si no empezamos a ganar elecciones no vamos a concretar la inconformidad por las condiciones del país con la política". Su lógica no deja de ser curiosa: pretende capitalizar electoralmente la inconformidad de la ciudadanía aliándose con el partido que, precisamente, ha generado con sus políticas antipopulares y erráticas esa inconformidad.

La segunda justificación resulta aún más falaz. Afirman que es necesario abrir la puerta a la alternancia en entidades como Durango, Hidalgo y Oaxaca, las cuales padecen cacicazgos que niegan libertades y violan derechos.

Estamos ante la versión recargada del "voto (in)útil", añagaza que el propio Camacho y otros personajes empujaron para instalar a Vicente Fox en Los Pinos, con los resultados ya conocidos. Para los "chuchos" y para Camacho, la alternancia es un valor en sí mismo que mágicamente cambiará las relaciones sociales y económicas de los pueblos.

Lo que no dicen --sería insólito que lo ignoraran-- es que sin un cambio en el modelo económico y de participación ciudadana la alternancia, como se ha demostrado en este país, no pasa de ser un "Quítate tú para ponerme yo" para seguir reproduciendo el esquema de dominación económica y política en que se vive.

Documéntese lo anterior con los casos de Nayarit (Antonio Echevarría), Chiapas (Pablo Salazar y Juan Sabines) y Guerrero (Zeferino Torreblanca). En todos ellos, el PRD impulsó candidatos en coalición. Es cierto, ganó las elecciones, pero ninguno de esos personajes hizo un gobierno de izquierda. Antes bien, se acercaron más a los postulados del PAN y en nada cambiaron las condiciones de vida de los lugareños.

Así las cosas, el daño y el desprestigio que los aliancistas están a punto de infringir a la izquierda en México podría ser de proporciones históricas en términos de descreimiento de la gente y de cara al 2012 podría dejar al PRD en una condición aún más precaria de la que se quiere evitar.

Una imagen ilustra lo anterior: Gabino Cué se placeó el año pasado junto con López Obrador por todos los pueblos gobernados por Usos y Costumbres (los más pobres entre los pobres) de Oaxaca. Fue presentado y recibido como la alternativa por la que esos pobladores tendrían que votar para quitarse el yugo del PRI y enfrentar las lesivas políticas del gobierno federal panista.

¿Qué dirán esos pueblos cuando lo vean ahora competir aliado con uno de sus enemigos históricos (PAN)? ¿Qué opinarán cuando ese mismo Gabino Cué les diga --como ha declarado-- que "por congruencia" reconoce como presidente legítimo a Calderón a quien en aquellos mítines en medio del polvo y casuchas mal construidas llamaba "ilegítimo"?

La traición de los "chuchos" y sus acompañantes es mayúscula si se tiene en cuenta que se alían con uno de los representantes de los poderes fácticos que controlan este país. Como ha escrito el maestro universitario Arnaldo Córdova:

"...se sabe muy bien que el PRI y el PAN, siendo diferentes entre sí, no son fuerzas políticas autónomas. Ambos han sido coptados por el gran capital y las fuerzas más reaccionarias de la sociedad mexicana que forman un sólo bloque hegemónico de poder. El PAN gobernó pésimamente y los dueños del poder ya no lo soportan".
Es decir, el PRI y el PAN no son --como pretenden ignorar Camacho y su club-- partidos políticos conformados por ciudadanos que legítimamente enarbolan una ideología específica. Son, en cambio, dos piezas que el poder hegemónico trasnacional utiliza para imponer su modelo de dominación en México.

Cuando alguno de esos dos partidos deja de serle funcional a ese poder, éste lo desecha y recurre al otro. Así se asegura la continuidad de su dominio, con la ventaja adicional que mantiene a los ciudadanos engañados con la ilusión de la "alternancia" y la "democracia".

Desde esta perspectiva, acaso la maniobra aliancista del PRD no sea, en el fondo, más que un guiño destinado al bloque hegemónico en el poder para hacerle ver que esa "izquierda moderna y bien portada" también puede ser confiable en la defensa de sus intereses y que está lista para que le presten el poder durante seis años.

¡Hasta la próxima!

viernes, 13 de noviembre de 2009

Denunciar a Calderón

Margarita Zavala, a quien algunos medios siguen calificando con el oficioso mote de "primera dama" por ser esposa de Felipe Calderón, anunció el 9 de noviembre pasado en Veracruz el lanzamiento de una página web de denuncia ciudadana anónima denominada No te dejes. Somos más (www.notedejes.mx/).

La página fue presentada durante el congreso nacional Ciudadanía y medios: acción conjunta, y con ella se pretende alentar la participación ciudadana en el combate a los delitos.

Lo curioso del asunto radica en que varios ciudadanos han escrito a medios de comunicación informando que, en efecto, han decidido aprovechar ese medio para denunciar a ¡Felipe Calderón!

Y lo han hecho por delitos como asociación delictuosa, por delitos contra el patrimonio de las personas, por delitos contra la democracia electoral, por atentar contra la economía pública, pero sobre todo, por usurpación de funciones.

El sistema otorga un folio y una contraseña para que el denunciante haga un seguimiento posterior del curso y trámite que se da a su denuncia. Será bueno saber qué respuesta da la Asociación Nacional de Consejos de Participación Cívica, quien promovió esa página, al cúmulo de denuncias que ya ha recibido en contra de Calderón.

Lloriqueos de Ortega

Otro que ha denunciado, o mejor, se ha quejado, es Jesús Ortega. El presidente formal del PRD acudió con el secretario de Hacienda, Agustín Carsten a acusar a los diputados del PRI y del PAN de querer dejar sin dinero a su partido en la repartición del Presupuesto de Egresos del próximo año.

El suyo es un caso patético: hizo todo lo que estuvo a su alcance (alquimia incluida) para quedarse con el cascarón en que está convertido el PRD. Lo dividió, obtuvo una pobre representación en el Congreso (eso sí, no violenta, sino "moderna" y "civilizada").

Se opuso al aumento de impuestos. Pero con un partido aniquilado y entregado a Calderón mediante pactos inconfesos, no consiguió nada. Ahora la dupla derechista PRI-PAN amenazan con no asignar recursos a los gobernadores perredistas por no aprobar su partido la cascada de aumentos a los impuestos.

Y Ortega acude a "los buenos oficios" (así lo dijo) de Carstens para que no los dejen sin recursos. La izquierda moderna y bien portada se topa con la realidad: es utilizada para golpear al movimiento cívico que encabeza Andrés Manuel López Obrador y ahora hasta le regatean las 30 monedas que le corresponderían por su labor de zapa.

¡Hasta la próxima!

jueves, 22 de octubre de 2009

La izquierda y su irresponsabilidad histórica

En esta hora del país salta más a la vista la irresponsabilidad histórica en que ha incurrido la izquierda partidista: ha sido incapaz de construir una alternativa electoral viable, a partir de organizar a la población y hacerla partícipe en las decisiones políticas que definen el proyecto y rumbo del país.

En vez de eso, la izquierda partidista, con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la cabeza, se ha mimetizado con los usos de una cultura política caracterizada por el uso patrimonialista de los cargos públicos y de los puestos de representación popular, por la corrupción, favoritismo, arribismo, clientelismo, corporativismo y fraudes en elecciones internas.

Con todo ello, la izquierda ha sido involuntaria, pero eficaz aliada de la derecha en eso de excluir a la población de la política y convertir los asuntos públicos en un tema de cúpulas, cuando no de facciones o tribus interesadas sólo en los presupuestos repartibles.

Las derrotas de la izquierda en los comicios federales de julio y las del pasado fin de semana en Coahuila y Tabasco, no son más que el corolario lógico que resulta del extravío y la indigencia ideológica que mantienen postrada a esta franja del espectro político.

El ascenso de la derecha en su versión Partido Revolucionario Institucional (PRI), no es sino resultado de la incapacidad de la izquierda para organizar a la población, para diferenciarse allí donde ha sido gobierno y de sus divisiones y sectarismo que serían justificables si fueran resultado de confrontaciones ideológicas. Pero no; se trata de algo más pueril: la ambición por alcanzar el poder sin contar con un proyecto ni con una base social de ciudadanos organizados.

Una clara muestra de lo anterior, es el feroz pragmatismo que ha conducido, por ejemplo a Andrés Manuel López Obrador a apoyar a candidatos como Ceferino Torreblanca (Guerrero) y Juan Sabines (Chiapas), que llegados al gobierno apoyados por el PRD han gobernado sin el menor apego a esas siglas, cuando algo representaban.

Ese pragmatismo --deponer principios en aras de aparentes triunfos electorales y ficticias posiciones de gobierno-- es el mismo que mantiene en el PRD al principal líder del movimiento ciudadano, cuando quienes lo siguen saben que ya no caben en ese partido convertido por sus líderes formales en un remedo de oposición.

Ahora se anuncia (martes 20 de octubre) la reactivación --con miras a la elección presidencial de 2010-- de un frente unificado de partidos de izquierda (PRD, PT y Convergencia) similar, pero con otra denominación aun por definir, al Frente Amplio Progresista (FAP) que postuló a Lopéz Obrador a la presidencia en 2006.

No se sabe si lo que armarán esos líderes convocantes será un Frankenstein (por las contrahechuras que resulten) o un caballo de Troya que incube traiciones, cuyas crónicas pueden prepararse desde ahora, dada la inclusión en ese intento de la autodenominada "izquierda moderna" (en realidad colaboracionista) del PRD "chuchista".

El capital histórico y político ha sido dilapidado por la izquierda mexicana de nuestros días, y lo peor es que no se distinguen maneras inteligentes de enfrentar la ofensiva derechista, más allá de las recetas de siempre: agruparse, crear frentes que se disgregan apenas pasadas las elecciones y vuelta al ostracismo.

En tanto, la derecha de los Peña Nieto, Beltrones y Salinas avanza sin aparente "novedad en el frente" lista para mantener el poder en manos de una oligarquía financiera y trasnacional, como quedó de manifiesto en la recién aprobada cascada de aumentos a los impuestos y servicios que deberá pagar la población, a partir del próximo año. En ese episodio, como en los que seguramente vendrán, la izquierda no apareció sino como convidado de piedra, como tímido testimonio de una porción de la sociedad que merecería estar mejor representada.

¡Hasta la próxima!

lunes, 6 de julio de 2009

Calderón, el gran perdedor

El Programa de Resultados Preeliminares (PREP) del Instituto Federal Electoral (IFE) indica que, conforme a lo previsto por diversas encuestas previas, en las elecciones de este domingo en México el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tendrá la mayoría en la LXI legislatura de la Cámara de Diputados, y habría ganado cinco de las seis gubernaturas estatales en disputa, pues salvo Sonora, se perfilaba como ganador en San Luis Potosí, Querétaro, Nuevo León, Campeche y Colima.

En el Distrito Federal el Partido Acción Nacional (PAN) habría ganado las delegaciones Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa, en tanto que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) mantendría el control en 12 delegaciones y en la Asamblea Legislativa.

En Iztapalapa se perfilaba como ganador el Partido del Trabajo (PT) al que apoyó la corriente de Andrés Manuel López Obrador tras el fallo del Tribunal Federal Electoral que a tres semanas de la elección determinó que Silvia Oliva, la candidata de Nueva Izquierda (NI) tendría que ser la candidata del PRD en la demarcación en lugar de Clara Brugada.

Así que PRI, PAN, PRD en ese orden, se mantienen como las principales fuerzas políticas del país. En cuarto sitio se estaría posicionando el Partido Verde Ecologista (PVEM), mientras que el Partido Social Demócrata (PSD) perdería su registro al no alcanzar el 2 por ciento de la votación nacional.

Es preciso acotar que, de acuerdo con el PREP, el PVEM estaría disputando la cuarta posición con el llamado voto nulo (1.3 millones de sufragios) y en estados como Jalisco y Aguascalientes ese voto sería la tercera fuerza política. Ello no es otra cosa que la manifestación de la crisis de credibilidad y re representatividad que aqueja a nuestros sistema político y de lo cual habrá que tomar debida nota.

Una primera aproximación a estos resultados indica que los grandes perdedores han sido Felipe Calderón y Germán Martínez, este último como líder nacional del derechista Partido Acción Nacional, quien mantuvo una dura campaña contra el PRI al relacionarlo con el narcotráfico, la corrupción y las crisis económicas.

Aunque extrañamente el tema económico y su manifestación en el creciente desempleo y carestía, fue uno de los grandes ausentes en las campañas, se mantuvo presente en el ánimo de los electores quienes se han inclinado mayoritariamente por el PRI al que si bien identifican con la corrupción, también admiten que por lo menos "deja caer algo para los de abajo".

Un aspecto que llama la atención es la falta de correspondencia entre los altos índices de aprobación que entre la gente presuntamente mantiene el señor Calderón, de acuerdo con varias encuestas, y la estrepitosa derrota que acaba de sufrir su partido.

Quizá estemos ante un efecto boomerang, pues los medios de comunicación denostan constantemente a los partidos políticos, pero en general mantienen intocada la figura presidencial. El propio PAN habría entonces sido víctima de esa percepción contraria a los partidos.

Otra primera lectura de estos resultados confirmaría el desdibujamiento de la izquierda en México, cuyo principal representante, el PRD, si bien está en el tercer sitio de las preferencias, se mantiene a 15 puntos porcentuales del segundo lugar y a casi 25 del primer sitio, en algo que seguramente es resultado de las disputas internas que lo mantienen en vilo desde la elección de su dirigencia en marzo de 2008.

El presidente nacional de ese instituto, Jesús Ortega, seguramente acusó el golpe y esta misma noche ha declarado que se expulsará a quienes dentro del partido hayan apoyado a otras fuerzas políticas, lo que prefigura el conflicto anunciado y largamente pospuesto entre las corrientes Nueva Izquierda (NI) y la lopezobradorista Izquierda Unida (IU).

Quien volvió a demostrar su eficacia operativa fue precisamente López Obrador. Todos sus enemigos, desde Carlos Salinas de Gortari hasta el actual ocupante de Los Pinos debieron haber tomado nota de cómo una vez más parece haber escapado al intento de arrebatarle a su corriente el control de Iztapalapa, un importante y clave reservorio de votos para quien pretenda dominar la capital del país.

En una rápida maniobra ante el fallo del Tribunal Federal Electoral que quitó a Clara Brugada su condición de candidata a delegada por esa demarcación, para otorgársela a la representante de NI, López Obrador llamó a votar por el PT para que una vez ganada la delegación el candidato de este partido renunciara y así el jefe de gobierno pudiera proponer a Brugada como sustituta para el puesto.

La ventaja preeliminar que manifiesta el PT de 22 mil 600 votos por 21, 500 del PRD hacen presumir que la estrategia de López Obrador se habría impuesto sobre su propio partido y sobre quienes a escala federal quisieron endilgarle una derrota a su movimiento.

Y sin embargo, habrá que acreditarle al propio AMLO y a la izquierda en general su parte de responsabilidad en el ascenso del PRI, pues salvo en algunos momentos, la izquierda nunca pudo diferenciarse plenamente del resto de los partidos una vez llegados al poder.

Si bien es difícil hacer cambios radicales en, por ejemplo, el modelo de desarrollo económico el cual es aplicado desde la presidencia de la República, sí existe cierto margen de maniobra que permitiría a la izquierda diferenciar sus gobiernos, su comportamiento ético y sus procedimientos internos de modo que la gente percibiera una forma diferente de hacer política.

No ha sido el caso. En vez de eso se han cometido fraudes a sí mismos, no tienen un programa unificado para ofrecer al país y para colmo, algunos de sus representantes, cuando son gobierno, han incurrido en las mismas prácticas clientelares y corruptas que los partidos de derecha. Así no han sido capaces de ofrecer a la ciudadanía una auténtica alternativa de gobierno. Esa es una alta responsabilidad por lo que un ajuste de cuentas interno está pendiente y debiera ser obligado en una coyuntura como la presente.

Lo que vendrá con una legislatura dominada por el PRI es que Calderón tendrá que negociar más de cerca con un partido al que, a través de Germán Martínez, calificó de corrupto y ligado al narco. El PRI, por su parte, seguramente aprobará algunas de las reformas que envíe Calderón, tratándo de consolidar su imagen como una agrupación que sabe negociar y aportar soluciones, esto de cara a las presidenciales de 2012.

En ese contexto es muy previsible que el PRI-PAN aprueben para empezar, el paquete económico de 2010 que seguramente incluirá gravar con el IVA alimentos y medicinas que le permitan al gobierno tapar el "boquete financiero" provocado por la caída en la recaudación.

El PRI está de nuevo entre nosotros. Y en un país que no fue capaz de completar su transición a la democracia, ese regreso no es una buena noticia.

¡Hasta la próxima!

sábado, 13 de junio de 2009

Campañas: el PRD


Los "estrategas" contratados por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) para la presente campaña electoral resultan anacrónicos. Una antigua conseja recomienda --a quienes tienen necesidad de salir a un escenario a ganar aplausos fáciles-- actuar o con perros o con niños. El PRD eligió lo segundo.

En general, la suya es una campaña anodina, pero acorde con lo que buscan tras el cochinero en que convirtieron su elección interna del año pasado: recuperar una imagen más o menos civilizada que, según ellos, los congraciará con los electores.

Los mandos formales del partido, o lo que queda de él, están en manos de la corriente Nueva Izquierda --los "Chuchos"-- la cual ha decidido colaborar comedidamente con la administración del Presidente al que un sector de ese instituto, y aun de la sociedad, consideran espurio e ilegítimo, en tanto impuesto mediante un fraude electoral.

Ese colaboracionismo --que desde la corriente lopezobradorista e incluso desde Los Pinos es más bien considerado como servilismo, como lo acreditó el episodio de la redada de alcaldes y funcionarios michoacanos-- ha dejado a ese partido en una condición endeble (ante sí mismo, ante el gobierno y ante los electores) que trata de subsanar mediante una campaña pretendidamente "amable".

Las concesiones o claudicaciones a que está dispuesto el PRD no son sólo conceptuales, sino de imagen. Ya desde la precampaña, el emblema del partido --el Sol azteca-- fue alterado con una media elipse que lo iguala con la carita sonriente de la trasnacional que comercializa papas fritas, como una forma de presentar un look más light.

Luego, la que podría considerarse dentro de la estrategia como la campaña "paraguas", nos presentó al presidente formal del partido, Jesús Ortega Martínez, acompañado de la niña Mariana, a la que ya muchos llaman con sorna la "chilindrinita del PRD".

Como si fueran magos de mala categoría, a los publicistas contratados por el partido se les notan desde gayola los hilos de sus trucos. Resulta obvia la intensión de superar la pésima imagen del partido a partir del indudable carisma de la protagonista infantil.

La apuesta está reforzada en el nivel discursivo. El "Así sí, gana la gente" no apunta tanto --como a primera vista parece-- a dar la idea de que se está cercano del interés general, sino a una operación psicológica que consiste en inducir la aceptación en la mente del elector, mediante el empleo de una doble afirmación (Así=de este modo=esto es lo correcto; = aceptación remarcada).

Los antiguos manuales norteamericanos de persuación recomendaban a sus lectores enfrentar cualquier situación conflictiva haciendo decir al oponente "Sí" varias veces antes de llegar al quid del problema. Estas afirmaciones repetidas operarían un cambio positivo en la mente y en la adrenalina del reclamante, hasta relajarlo subconcientemente.

De acuerdo con semejante concepción, el "Sí" actúa como una llave mágica sobre la sinapsis (comunicación) neuronal que predispone de mejor manera el ánimo de la gente para recibir cualquier mensaje. Esa es la apuesta perredista.

Lo malo es que se queda en eso. Al parecer, al PRD de los chuchos no interesa tanto obtener una nutrida fracción parlamentaria, como ser percibido por la ciudadanía como un instituto político "decente" y bien portadito. En su lógica colaboracionista, acaso su cálculo sea que sirven mejor al gobierno de Calderón no haciendo demasiado bulto en la Cámara, para mejor dedicar su campaña sólo a mejorar la imagen de cara a futuras contiendas.

La exclusión del PRD del próximo debate pactado entre el PRI y el PAN, parece confirmar la hipótesis. Ni los propios contendientes reconocen algún peso al actual perredismo que sólo es tratado como comparsa de campaña. Jesús Ortega reclamó tibiamente su derecho a participar, pero tras consumarse la exclusión quedó desactivado, como resignado al triste papel de administrador de un cascarón.

Se trata, en fin, de una campaña indigna de un partido que se pretende de izquierda. Sus propuestas, más que plantear verdaderos cambios estructurales que modifiquen el estado de cosas prevaleciente, son acomodaticias a lo que ya existe. Véase, al efecto, este ejemplo:

Ante la falta de empleos, Jesús Ortega propone --¡¡hágame usted el desempleado favor!!-- aumentar la cobertura del seguro de desempleo. O sea, en lugar de apuntar al objetivo de trabajar en políticas que permitan generar puestos de trabajo bien remunerados, este lidercillo se limita a proponer paliativos.

Como si el desempleo fuera una fatalidad ante la cual no quedara más que aguantarse y buscarle atenuantes para que la olla del conflicto social no estalle. Ese es el verdadero talante del Presidente del PRD, un hombre políticamente limitadísimo, y del propio partido cooptado desde hace un rato por quienes mandan hoy en el país y reducido casi a nada.

De ahí la pobreza y el anacronismo conceptual de la tal campaña. De ahí tambien su pobre credibilidad.

¡Hasta la próxima!