Andrés Manuel López Obrador decidió dar un tirón a la cuerda de su ya de por sí tensa relación con los dirigentes formales del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Este domingo 3 de octubre, en el marco de su Gira por la Lealtad por municipios del sur del Estado de México, AMLO llamó a la militancia del PRD, PT y Convergencia a unirse para derrotar al PRI, PAN y a los dirigentes "alcahuetes y paleros" del PRD que insisten en aliarse con Acción Nacional, en una acción que, dijo, "tiene como verdadera intensión dejarnos fuera de la contienda" de 2012.
Urgió a los dirigentes del PRD a que "se quiten la careta y revelen qué acuerdos tienen con Felipe Calderón" y añadió que ese partido no nació para ser instrumento de la mafia en el poder como ahora pretenden sus dirigentes nacionales al impulsar una alianza con el blanquiazul.
De inmediato, los dirigentes de Nueva Izquierda (NI), la tribu que controla los mandos formales del partido y mejor conocida como los chuchos, acusó recibo del obús.
Jesús Zambrano señaló el lunes siguiente que el ex jefe de gobierno del DF ha caído en un discurso irresponsable, vulgar, maniqueo y mesiánico con el que busca descalificar las alianzas promovidas por el presidente nacional del PRD, Jesús Ortega.
Añadió: "Lo que Andrés Manuel está haciendo es levantar una campaña de odio, de descalificaciones, estigmatizaciones, de ubicar a quienes no están de acuerdo con él del lado de los anticristos, con una visión mesiánica donde sólo el Dios supremo tiene la razón". (El Universal on line, 4/oct/10, 15:12).
Jesús Ortega, el líder formal del PRD, pidió al tabasqueño serenarse y no andar lanzando anatemas. Casi al mismo tiempo Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del DF, volvió a defender la estrategia de las alianzas al considerarlas exitosas.
Por la forma en que evolucionan las circunstancias puede afirmarse que, pese a lo que ambos bandos insisten en afirmar, para las presidenciales de 2012 no habrá una candidatura común de todas las izquierdas. En primer lugar porque tanto AMLO como Ebrard tienen su proyecto propio que no necesariamente es coincidente.
Si bien el tema de las alianzas no los ha confrontado directamente, ambos sostienen posiciones públicas encontradas. Además, Ebrard ha dado pasos concretos en busca de una candidatura que desde hace por lo menos un año aceptó que buscaría.
El pasado 30 de septiembre presentó la fundación Equidad y Progreso, la cual constituye su plataforma de lanzamiento, pues con ella busca articular un proyecto político "de avanzada".
La fundación le brindará la coartada perfecta para recorrer el país, como ya anunció que lo haría, en giras de fin de semana que le permitan, según eso, ir recogiendo propuestas, pero que principalmente le servirán para placearse ante los electores de los estados.
López Obrador, por su parte, había anunciado que irá de nuevo por la presidencia, desde el 25 de julio durante la multitudinaria asamblea informativa que organizó su movimiento ciudadano en el zócalo capitalino, en el que mostró la fuerza del apoyo popular que aún conserva.
Es obvio que ni Ebrard ni López Obrador dilucidarán su candidatura a partir de quien se encuentre "mejor posicionado" en las encuestas al momento de elegir al candidato, como insisten en afirmar quienes abogan en la retórica por la unidad de las izquierdas.
La tal unidad no existe, y el rompimiento entre la estructura del PRD y el tabasqueño viene de lejos. Se ha acentuado con el gradual pero constante acercamiento del PRD a las posturas de Felipe Calderón y alcanzó su clímax con la política de alianzas --ideada por el camaleónico Manuel Camacho y apoyada por Ebrard-- que impulsa la dirigencia perredista a despecho de lo que opina el tabasqueño.
Aunque pudiera parecer un dato menor, la forma en que los dirigentes de Nueva Izquierda han pretendido descalificar a AMLO por su oposición a las alianzas con el PAN --acusándolo de emprender una campaña de odio y de adoptar actitudes mesiánicas-- es exactamente el mismo discurso utilizado por la derecha y por la mayoría de los medios de comunicación para tratar de anular al ex jefe de gobierno del DF.
El contenido del discurso antiobrador es el mismo y da idea del grado de asimilación-cooptación que mantienen los actuales usufructuarios de las siglas PRD con la derecha en el poder. Este fenómeno de asimilación recuerda aquella frase de Marx: la clave de la dominación consiste en hacer que los dominados piensen como los dominadores. Y el PRD ya piensa como el PAN.
En ese escenario lo más probable es que la contienda por el 2012 sea entre Enrique Peña Nieto (PRI), Marcelo Ebrard (PRD-Convergencia), AMLO (Partido del Trabajo) y Alonso Lujambio-Ernesto Cordero (PAN). Veremos.
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