Quizá con el modelo de la familia Cárdenas en la cabeza, Felipe Calderón calcula hacer de Michoacán su reducto político una vez que se marche de Los Pinos. Seguirá así un modelo político conocido en México --los Cárdenas en Michoacán, los Santos en San Luis Potosí, los Alemán en Vecracruz, los Millán en Sinaloa--: el del cacique que pertrechado en su región, y aprovechando sus relaciones políticas usufructa concesiones, permisos, se adueña de vastas extensiones de tierras y domina, en fin, los negocios y la política del lugar mediante la imposición de incondicionales o familiares en el gobierno de la entidad, que le permitan seguir siendo factor de poder a escala nacional.
Controlar el gobierno de Michoacán y, desde esa plataforma impulsar negocios particulares y proyectos políticos transexenales parece ser la apuesta de Felipe Calderón. Su desafío a la familia Cárdenas puede decirse que empezó apenas iniciado su sexenio, pues fue desde esas tierras donde anunció el operativo conjunto Michoacán, el primero con el que abrió la supuesta guerra contra los cárteles de la droga.
El intento por socavar la autoridad de los Cárdenas vino después con el llamado michoacanazo con el que se defenestró a 35 presidentes municipales y funcionarios de la administración que encabeza Leonel Godoy, uno de los cuadros más cercanos al hijo del General.
No obstante que 34 de esos acusados fueron liberados gradualmente en el lapso del último año por falta de pruebas, la inquina del gobierno federal se ha cebado contra ellos, pues no se sabe si para lavarse la cara por el papelón o por una convicción profunda, pero el caso es que tanto la Procuraduría General de la República (PGR), como el propio Calderón han insistido en que los liberados son culpables.
Incluso han pedido a la Judicatura Federal que revise la actuación de los jueces que los absolvieron, pues tanto Calderón como el procurador, han sugerido que la actuación de esos juzgadores es, por lo menos, sospechosa.
El mismo afán persecutorio se ha cebado sobre el diputado Julio César Godoy Toscano, medio hermano del gobernador, sobre el que pesan pruebas de sus nexos con el cártel de La Familia y que actualmente libra un juicio de procedencia para evitar su desafuero solicitado por la PGR.
En las últimas semanas las efemérides han conducido a Calderón a Michoacán donde se ha dado tiempo para criticar, así sea veladamente, al gobernador y su falta de resultados en materia de seguridad, subirse al ring con un diputado local durante la conmemoración por la Constitución de Apatzingan y para preparar el destape, como abanderada del PAN a la gubernatura de la entidad, de su hermana Luisa María, llamada cocoa, el cual ocurrió este viernes 22 durante una fiesta a la que asistieron 1, 400 invitados para celebrar el cumpleaños de la susodicha.
El mismo viernes 22 y todavía en tierras michoacanas, Calderón pareció aludir de nuevo al gobernador Godoy. Al clausurar el Encuentro empresarial 2010, organizado por la Coparmex, dijo que ojalá ya no vuelvan los tiempos en que las autoridades "ven el crimen, ven la extorsión, el secuestro y simplemente, como dice la canción de Pedro Infante, se agachan y se van de lado".
Así pues, el golpeteo contra Godoy, en realidad contra el cacicazgo de los Cárdenas obedece a la lógica felipista de hacerse del control de la entidad, para lo cual necesitará algo más que suerte, pues la sombra del mal fario parece perseguir la vida pública de los Calderón.
Es proverbial la mala suerte y los fracasos que suelen acompañar a las causas (lo mismo deportivas que políticas) a las que se adscribe o de las que se dice seguidor el licenciado Calderón. Pues bien, afuera del salón donde se realizaba la rumbosa fiesta del destape de la hermana del presidente, murió atropellado por un tráiler el diputado local priista Eduardo Villaseñor Meza. La fiesta terminó
¡Que no se nos olvide!
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