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martes, 19 de enero de 2010

CFE, las mentiras y los hechos



Felipe Calderón pretende gobernar a punta de discursos, y la palabra, se sabe, puede intentar describir una realidad, pero no instaurarla.

Cuando, por mendacidad o locura, se incurre en el voluntarismo de pensar que lo afirmado crea realidades inmediatas, los hechos se encargarán de desmentirnos. Eso es lo que le ha ocurrido. Y esa ha sido --además del ya sabido fraude electoral-- otra fuente de su deslegitimación: la mentira.

El caso de Luz y Fuerza (LyF) es paradigmático. El decreto nocturno del 10 de octubre de 2009 que extinguió esa empresa y que dejó sin fuente de sustento a más de 44 mil familias, encubrió el objetivo principal --acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas y transferir el negocio de la red de fibra óptica de la paraestatal a empresas privadas favoritas del gobierno, como W Comunicaciones-- con la imposibilidad de seguir inyectando recursos a una empresa inviable.

Apenas un mes después de esgrimido ese "argumento", Alfredo Elías Ayub, director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció que en los próximos dos años el gobierno federal invertiría cinco mil millones de pesos para mejorar la red de distribución eléctrica que pertenecía a LyF.

El anunció sorprendió, pues se destinarían recursos que antes se negaron para inducir y propiciar la obsolescencia y falta de mantenimiento en esa misma infraestructura.

Luego apareció otra perla. En el Informe de la desincorporación mediante extinción del organismo descentralizado Luz y Fuerza  del Centro y el Diagnóstico de Luz y Fuerza, documentos que Calderón ordenó clasificar como reservados --lo que equivale a ocultarlos a los ciudadanos hasta por 12 años, en el segundo caso-- el subsecretario de Electricidad de la Secretaría de Energía, Benjamín Contreras Astiazarán reconoció que si bien el costo de la compañía ascendió en 2008 a 44 mil 300 millones de pesos --incluido el pago de salarios, prestaciones y el pasivo laboral-- la principal carga no fue resultado del Contrato Colectivo de Trabajo (como se adujo hasta en los anuncios por televisión) sino de la compra de energía a la CFE y el costo de combustibles para su generación.

Todavía más: el 14 de septiembre pasado Pemex firmó un acuerdo de suministro eléctrico con las empresas españolas Abengoa y Abener Energía por dos mil millones de dólares para crear una planta cogeneradora de energía, con el propósito --imagínese usted-- de disminuir las compras de electricidad a la CFE y a LyF.

Es decir, en vez de modernizar esas paraestatales, se prefiere entregar recursos a empresas extranjeras. Con ese capital, más las cuentas por cobrar que LyF reportó por al menos dos mil 160 millones de pesos, correspondientes a particulares y grandes empresas a las que el gobierno se negaba a cobrar, bien pudo haberse evitado la extinción del organismo.

En su intento por justificar el cierre de la empresa, Calderón dijo en red nacional que por las ineficiencias en el suministro de luz, muchas empresas no se instalan en el centro del país y dejan de generar empleos. Como siempre no le pareció necesario explicar de dónde obtuvo esos datos ni cuantificar tales pérdidas.

En cambio, como resultado de los ventarrones del viernes pasado que dejaron sin luz a 48 colonias del DF y a más de 360 mil usuarios, la Coparmex-DF documentó que la incapacidad de la CFE para atender la emergencia dejó pérdidas por más de 100 millones de pesos.

Al día de hoy, unos 400 mil habitantes de Iztapalapa, Tláhuac y Azcapotzalco siguen sin agua, pues debido a los cortes en la energía eléctrica no ha podido bombeárseles el líquido.

Así, pese a que su eslogan pretende identificar a la CFE como una "empresa de clase mundial", los hechos, es decir, la porfiada realidad se ha encargado de demostrar que está más allá del voluntarismo del discurso. Se trata, en cambio, de una entidad que carece de los estándares de eficiencia y capacidad, al igual que el gobierno,  para suministrar el servicio de energía eléctrica en el centro del país. El caos que prevalece demuestra que no tiene el control del servicio y que es una empresa rebasada.

Lo peor es que pese a que las mentiras, contradicciones e insuficiencias de Calderón han quedado al descubierto --también en este tema-- en el grupo en el poder no existe voluntad para superar este conflicto. El rechazo gubernamental a la comisión mediadora que se propuso para destrabarlo es un datos revelador que contraviene cualquier discurso.

¡Hasta la próxima!

jueves, 12 de noviembre de 2009

El papel de los medios en el conflicto de Luz y Fuerza

La marcha y el paro nacional realizados ayer por el Sindicato Mexicano de Electricistas y otras agrupaciones obreras, populares y estudiantiles, en favor de la reapertura de Luz y Fuerza del Centro --liquidada por el grupo en el poder mediante un decreto cuya legalidad ha sido cuestionada por los principales constitucionalistas del país-- mostró la estrategia de contrainsurgencia desinformativa que el gobierno aplica no sólo en contra del SME, sino de toda la población, para garantizar el control social de la disidencia.

La receta no es nueva, pero sigue en uso: consiste en destacar los perjuicios que la movilización causaría a peatones, automovilistas y comerciantes, con el evidente propósito de exacerbar el enojo de los afectados. Un vocero de los comerciantes aseguró que la marcha causaría pérdidas por 20 millones de pesos, pero no se tomó la molestia de explicar cómo llegó a ese cálculo.

Y aun hubo medios, como el salinista La Razón que dirige Pablo Hiriart, que en obvia consonancia con el discurso gubernamental y violando todos los códigos periodísticos que prohiben deslizar opiniones o condenas en los encabezados de notas informativas, insistió en descalificar la lucha de los electricistas: "El SME sale hoy a la calle en defensa de privilegios", fue el encabezado principal.

Concluida la protesta, la defenestración siguió que dio un contento. Se trataba ahora de desvalorar sus efectos: ("marcha desdibujada", "Acudieron sólo 30 mil") y de continuar con la labor de desprestigio: "día caótico", "violencia callejera", "insultos a transeúntes" "protesta desquiciada y extremadamente violenta"; otro locutor se escandalizaba por las "pintas en monumentos históricos".

El inefable Pedro Ferriz de Con presentó en Canal 28 un "Pulso ciudadano" en que "ciudadanos" condenaban la movilización y conminaban a los electricistas a aceptar la decisión gubernamental: "Es una orden del gobierno que tienen que acatar", dijo una señora; "Ya es imposible que cambien lo que está sucediendo", señaló otro con la resignación que a los medios les gusta destacar.

Era tan evidente la maniobra que, asaltado por un rubor de último minuto, Ferriz se vio precisado a aclarar que los sondeos callejeron son aleatorios y que las tales entrevistas se presentaban sin edición ni sesgo informativo. Ya saben: "Explicación no pedida...".

La condena mediática fue completada por TV Azteca con un desgarramiento de vestiduras ante el "atentado a la libertad de expresión" que significaron las pintas que los manifestantes hicieron en una camioneta de esa empresa, en protesta por la evidente desinformación que la televisora pone en práctica en su cobertura del conflicto.

Todo lo anterior puede resultar anecdótico. No lo es, sin embargo. Forma parte de una estrategia global --que localmente se aplica de manera pedestre-- encaminada a combatir todo lo que se oponga al actual modelo de dominación impuesto por Estados Unidos, y que en México es defendido por la derecha en el poder (PRI-PAN).

Esa ofensiva se expresa en México en la aplicación de un modelo que --como lo demostró la Ley de Ingresos recién aprobada por el Congreso-- insiste en mantener vigente el Consenso de Washington, un conjunto de medidas económicas dictadas por el stablishment estadounidense que desembocó en la actual crisis mundial.

Carlos Slim, considerado ayer por la revista Forbes como el sexto hombre más poderoso del planeta, denunció apenas el domingo pasado la aplicación aquí de ese modelo: "Hemos vivido con ajustes económicos que nos han impuesto desde afuera el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en vez de elaborar planes de desarrollo".

Los representantes en México de esos intereses son el PRI y el PAN. Y para seguir aplicando el neoliberalismo que les dictan desde fuera, necesitan garantizar las condiciones que permitan asegurar y ampliar las ganancias de los grandes capitales.

De ahí que voten leyes que liberan de impuestos a los empresarios, o les regalan la explotación de recursos de la nación, como las minas, la petroquímica básica o el espectro radioeléctrico, o creando falsos organismos reguladores, como la Comisión Federal de Telecomunicaciones controlada por Televisa.

En el caso de Luz y Fuerza, su pretendida eliminación responde al interés del bipartido en el poder de abrir el negocio de la fibra óptica (1,100 kilómetros de red pertenecientes a LyF) a los empresarios cercanos al régimen (La empresa hispana WL entre cuyos accionistas figuran los ex secretarios de Energía panistas Ernesto Martens y Fernando Canales Clariond).

Así pues, la violencia mediática contra la defensa que los trabajadores hacen de esa empresa no es otra cosa que la forma en que el imperio de las comunicaciones defiende sus negocios en puerta ante lo que considera un obstáculo para la reproducción del sistema neoliberal, sus ventajas y privilegios.

Mediante los recursos y triquiñuelas televisivas y radiofónicas reseñadas al principio, los medios de comunicación hacen su papel: manipulan la conciencia de la población de modo que ésta acepte y vea sólo "la verdad" del poder.

Aplican puntualmente aquel principio de la dominación según el cual la conciencia de los poderosos debe introducirse en la conciencia de los dominados. Que éstos piensen y crean que sus intereses son similares a los que los sojuzgan para que una vez engañados, se conviertan incluso en sus defensores.

En eso consiste toda la labor de los medios de comunicación. Y el resultado rinde frutos, pues es obvio que la mayoría de la población cree, en efecto, que los medios denuncian el caos provocado por las protestas movidos por un genuino interés en el bienestar de los afectados.

Su interés está en otra parte: en el desprestigio de los movimientos sociales que pueden ser un obstáculo para sus ganancias.

Addenda: Una muestra más de las prácticas de manipulación y censura de las televisoras: ayer, durante la inauguración del estadio Territorio Santos Modelo, Felipe Calderón escuchó abucheos y rechiflas cuando fue presentado y en el momento en que leyó su discurso.

De inmediato, el sonido ambiental de la transmisión fue aminorado para que la repulsa a Calderón no se escuchara en la televisión.

¡Hasta la próxima!

lunes, 12 de octubre de 2009

Luz y Fuerza: verdades a medias

El señor Felipe Calderón decidió extinguir la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLyFC), mediante un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación este domingo 11 de octubre, tras tomar con el ejército y la policía federal la sede y las instalaciones principales de la empresa.

El modo sorpresivo (a la media noche del sábado) y autoritario (empleo de las fuerzas armadas) como se operó la medida se parece más a un asalto perpetrado por alguna banda del crimen organizado que a una medida institucional, de un gobierno en pleno ejercicio de la legalidad que actuara con un sentido de auténtico interés colectivo.

Los argumentos esgrimidos por el grupo en el poder serían atendibles, creíbles y su acción encomiable --como insisten en presentar los medios de comunicación electrónicos-- si no fuera por la existencia de otros datos de la realidad que desmienten puntualmente la justificación oficial.

El principal de ellos consiste en haber sembrado en la opinión pública la idea de que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) es casi, casi el dueño de la empresa y responsable de su deficiente operación, como si  no se tratara de una entidad pública, cuya administración está a cargo del propio gobierno federal.

En las acusaciones lanzadas contra Luz y Fuerza, el gobierno actúa como si fuera un tercero y no el principal responsable de que el organismo funcione. De modo que en una lectura rigurosa, podría decirse que cada crítica contra la empresa es una crítica del gobierno contra sí mismo.

La argumentación esgrimida por Felipe Calderón en un mensaje en cadena nacional transmitido la noche de este domingo es demoledora...si no se tratara sólo de medias verdades.

Se ha dicho, por ejemplo, que la CLyFC no produce electricidad y sólo es un intermediario entre la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a la que compra el fluido eléctrico y los seis millones de usuarios a los que lo distribuye en los estados de México, Puebla, Morelos, Hidalgo y la Ciudad de México.

Lo que se omite decir es que por decisión de la empresa, desde 1975 no se han realizado las obras de infraestructura necesarias para generar electricidad o que se ha cedido a los particulares la generación --aun a despecho de lo que prescribe la Constitución-- y que también por una decisión administrativa, la Compañía debe comprar energía cara a la CFE, para luego tener que venderla barata a los usuarios.

Afirma el gobierno que este año la empresa recibirá un subsidio por 42 mil millones de pesos, casi lo mismo que el programa estrella contra la pobreza, Oportunidades. De acuerdo con el SME, sin embargo, la descapitalización que obliga a inyectarle cuantiosos recursos a la Compañía, proviene, en buena parte, de las compras de energía que debe hacer a la CFE y del esquema tarifario que la Secretaría de Hacienda aplica a los grandes empresarios.

En efecto, quienes utilizan el fluido para hacer negocio pagan el kilowat/hora a 88 centavos, mientras que los usuarios domésticos deben pagarlo a 97 centavos.

El robo o la pérdida de 30 por ciento de la producción, contra 10 por ciento que registra la CFE en ese rubro, figura también entre las causas aducidas por el gobierno. Otra vez, la serpiente que se muerde la cola: Si tal es la  proporción en que se roba la energía, no es el SME sino la empresa, la responsable de dar con los culpables y castigarlos, más si --como se induce de la acusación-- son los propios trabajadores sindicalizados los autores de esos hurtos.

La inversión de valores propia de esta época hace que parezca un absurdo que un sindicato tenga elevadas prestaciones. Es cierto, lo usual es que, como resultado de contubernios y pactos ocultos entre líderes y patrones, los trabajadores tengan condiciones laborales deplorables.

Cuando un sindicato como el SME se aparta de esa condición, en parte debido a su talante democrático (con sus bemoles, si se quiere) y no corporativo, se le acusa de que sus "privilegios" descapitalizan la empresa. Como si no fuera ésta la que, en todo caso, ha aceptado pactar esas condiciones, pues recuérdese que un contrato colectivo de trabajo es un instrumento de carácter bilateral. Y en él se expresa sólo aquello en que las partes están de acuerdo.

Ello mismo puede aducirse respecto de la acusación del gobierno de que cualquier decisión importante dentro de la empresa tenía que responder más al interés de los trabajadores que al beneficio de los usuarios, debido a que "había prácticamente una coadministración con el sindicato". Si tal condición prevalecía era con la anuencia gubernamental.

Todas las "razones" oficiales insisten en atribuir al sindicato y a los trabajadores la situación de la empresa. Ello parece confirmar que son motivaciones políticas las que encubren la decisión adoptada. Se trata de un sindicato no corporativo, es decir, no alineado a los intereses gubernamentales; es una organización que denunció el "fraude electoral" que colocó a Calderón en la presidencia y que por tanto lo considera un "presidente espurio".

Ha sido acusado de desviar recursos para apoyar el movimiento cívico que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Es lo que podría denominarse un sindicato enemigo del régimen. No deben perderse de vista estos hechos al evaluarse las motivaciones gubernamentales. No sería la primera vez que la venganza y la animadversión personal se conviertan en políticas de Estado, amén de los intereses económicos que están en juego.

¡Hasta la próxima!!