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domingo, 30 de agosto de 2015

El nuevo pacto PRD-Peña




El PRD y sus usufructuarios, los llamados "chuchos", acaban de consumar una traición más a sus disminuidos electores y, de paso, corroboran la descomposición política de ese partido en camino de extinción, a no ser por la vida artificial que pueda insuflarle el propio gobierno mediante maniobras como la que acaba de producirse.

Sucede que Jesús Zambrano fue designado presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados para el primer año de la legislatura que inicia funciones este 1 de septiembre. La obsequiosidad oficial para con un partido como el PRD, impensable hace algunos años, tiene su origen en el temor gubernamental de que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pudiera llegar a presidir ese órgano legislativo en 2017, el año previo a las elecciones presidenciales.

Un acuerdo cameral dicta que la presidencia de la mesa directiva se turnará entre los tres partidos mayoritarios. De acuerdo con cálculos gubernamentales, la fracción parlamentaria del lopezobradorismo podría incrementarse con nuevas defecciones de diputados perredistas y las incorporaciones de los diputados del Partido del Trabajo, una vez que se oficialice su pérdida del registro.

Esas circunstancias podrían hacer que en 2017, luego de que el PRI y el PAN hubieren presidido la mesa directiva de la Cámara, tuvieran que cederle la posición a la tercera fuerza que para entonces sería el partido de López Obrador. Al dejar que el PRD presida el primer año de la legislatura, se cierra el paso a esa posibilidad, pues se alegaría que el turno de la tercera fuerza ya fue otorgado.

Mediante esta maniobra, el PRD es utilizado de nuevo por el gobierno peñista, con el beneplácito de su cúpula chucha, para golpear y estorbar el avance de la izquierda, por cuya pretendida unidad no dejan de clamar los entreguistas y claudicantes miembros de Nueva Izquierda, a la que pertenecen el propio Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete, entre otros.

La jugada cumple el doble propósito de estorbar el avance de Morena y fortalecer al perredismo, cuya menguante condición actual no le es útil al grupo en el poder, como factor de división y pulverización del voto de izquierda.

Hasta antes del sábado, Zambrano buscó ser designado coordinador de su fracción parlamentaria, cargo para el que enfrentaba una férrea oposición dentro de su partido. La maniobra gubernamental lo salvó de esa derrota, pero muestra con meridiana claridad lo que ya se sabía: que la pretendida reconversión de ese partido anunciada con la próxima sustitución de su Comité Ejecutivo Nacional, no es más que una simulación y que su verdadera transformación consiste en que se ha convertido en un partido satélite del gobierno y que su triste papel ahora es combatir todo aquello por lo que luchó cuando fue creado.