Los "buenos" |
¿Qué hace posible un reality como Iniciativa México? Si nos atenemos a los organizadores, la necesidad de convencernos a nosotros mismos de que somos una fuerza que puede transformar al país, que unidos por grandes ideas podemos romper ciclos e inercias.
Según esos mismos organizadores se trata de una iniciativa que en su primera versión movió la conciencia de millones de mexicanos agobiados por la violencia, divididos por los reclamos en un país confundido con su futuro.
El mensaje que recibieron esos millones de ciudadanos, según la televisión, es que en este país hay esperanza porque somos más los buenos que los malos.
El uso de la simplificación o, si se prefiere, del esquematismo buenos/malos atiende a la necesidad inmediata de que el público capte el mensaje. Hay que hablarle en el lenguaje de las telenovelas de donde han aprendido a tipificar conductas y a estereotipar sentimientos, apelar a las emociones para concitar el acuerdo y la convicción de que juntos --Televisa, los medios de comunicación y la sociedad-- somos una fuerza.
Por eso Iniciativa México, como antes el Teletón, le habla al corazón de las personas, al sentimiento en el que las ideologías los intereses y hasta la lucha de clases son entelequias que se disuelven ante la fuerza de la hermandad alcanzada.
En la presentación de la Iniciativa 2011 la escenografía y hasta el acomodo de los participantes es el mismo que hace un año y seguramente se repetirá el próximo. Detrás de los presentadores --Carlos Loret de Mola (Televisa) y Sergio Sarmiento (TV Azteca), el equilibrio del duopolio ante todo-- los capitanes de esas empresas Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego. El tiempo congelado en la fotografía de ese instante en que las diferencias desaparecen y todos somos uno. Lo uniforme permanece.
El esquema del concurso, avisan los presentadores, es el mismo: sacar del anonimato a quien sin pedir nada a cambio se organiza para mejorar y construir sin tener aspiraciones políticas y al margen del reconocimiento mediático.
Se trata --descubriría algún estratega-- de una fuerza social que debe ser mediatizada, es decir, sacada de su entorno para ponerla a concursar a nivel nacional con otros seres igualmente anónimos y desinteresados, en pos de un dinero que nunca soñaron tener.
Gente valiosa, sin duda, a la que es menester cooptar antes que lo hagan los partidos o antes de que, concientizada por su labor y liderazgo, se convierta en futuro opositor (a). ¿Cuál, si no, es el sentido de sacar de su medio a quien trabaja desinteresadamente y convertir su labor, que no fue iniciada con ese propósito, en una mercancía de concurso?
La lógica ensaya una interpretación: identifíquense a esos liderazgos sociales naturales, desprovéase su labor de todo componente social y sustitúyase con el sentimentalismo propio de una telenovela rosa. Por último, hágaseles probar las mieles de la fama y devuélvanse a su medio, a su ostracismo, pero ya inoculados contra tentaciones opositoras de cualquier signo.
Quienes evaden impuestos, los que utilizan el poder para destruir prestigios de quienes denuncian sus intereses políticos; los que emplean sus relaciones para corromper autoridades y ganar ventajas de negocios para sí , los que manipulan campañas políticas y han polarizado a la nación; quienes tienen al país postrado porque así conviene a sus ganancias y utilidades, esos mismos vienen ahora a alentarnos para que sigamos "echándole ganas" mientras continúa el saqueo de recursos.
Con la coartada de la Unidad por delante, la televisión se lanza en busca del valor perdido: la credibilidad. Todo, para posicionarse de cara a las próximas batallas, una esencial: la elección presidencial de 2012 y ser, de nuevo, un factor de poder.
Para ello le es preciso recuperar la confianza de los electores, de la ciudadanía. Es menester que, como nunca, con iniciativas como ésta, la gente identifique a la televisión y los medios como parte de sí mismos, de su familia, interesados en sus problemas y en sacar adelante al país, como parte de "los buenos".
Es necesario que la gente crea que se comparten valores, afanes, intereses. Así preparado el terreno, podrá hacerse una mejor labor de zapa cuando se trate de desprestigiar a un candidato, cuando se haga campaña contra quien seguramente se identificará como una amenaza para la unidad y la paz del país. Para denunciar a los extremistas que demanden cambios, a quienes pretendan violentarnos sacándonos de la comodidad que da el ser televidentes.
Para socavar a quienes --outsiders-- se aparten del guión. Para eso se trabaja.