miércoles, 17 de febrero de 2010

Fernando Gómez Mont : corromper la política



A Fernando Gómez Mont, el secretario de Gobernación de Felipe Calderón, bien puede aplicársele aquel silogismo que los musulmanes idearon para deshacerse de la famosa Biblioteca de Alejandría.

Si la biblioteca tiene entre sus obras al Corán, hay que quemarla por inútil (pues la obra, razonaban, ya existe en otras colecciones). Y si no lo tiene, hay que quemarla...por impía. 

Del mismo modo, Gómez Mont tiene sus días contados como secretario de Gobernación, a menos que el cinismo haya terminado por apoderarse de esta administración. Su vacilante y ambigua actuación de los últimos días ha concluido con una especie de inmolación que lo deja vacío de credibilidad y, lo que es peor, sin honorabilidad ante él mismo y ante la nación.

Su renuncia de la semana pasada al Partido Acción Nacional (PAN), por estar supuestamente en contra de las alianzas electorales con el Partido de la Revolución Democrática, lo colocó como el único panista del gabinete con personalidad y convicción propias. Pese a que su lance lo dejaba fuera de un partido, para varios observadores su figura creció políticamente hasta tomar la talla de precandidato a la presidencia.

Pero vinieron las revelaciones. Primero, se conjeturó que Gómez Mont habría ofrecido al PRI detener la alianza PAN-PRD en Oaxaca a cambio de que los del tricolor aprobaran la Ley de Ingresos 2010 de Calderón.

Pero eso dejaba mal parado al michoacano, pues se asumía que él estaba detrás de ese presunto acuerdo, y que al autorizar las alianzas con el PRD incurría en una doble traición: dejaba colgado de la brocha a su secretario de Gobernación y le incumplía al PRI.

Sea porque se lo hayan ordenado o porque decidió que era menester hacerlo ante la andanada de conjeturas, el lunes pasado Gómez Mont tomó el teléfono y llamó a Pascal Beltrán del Río, director Editorial de Excélsior, para confirmar que, en efecto, el tal pacto con el PRI sí existió, pero que fue una iniciativa suya, "una decisión personal" de la cual enteró a Calderón "ex post", es decir, hasta enero.

Si eso ocurrió, Calderón tiene un secretario de Gobernación proclive a adoptar graves decisiones sin su participación, lo cual lo desautoriza como conductor del diálogo político con los partidos, pues ofrece compromisos que no puede cumplir.

En cambio, si el ocupante de Los Pinos siempre estuvo al tanto del acuerdo --lo cual es muy posible-- y lo incumplió premeditadamente en su ansia por detener el presunto avance priista hacia la presidencia, entonces Gómez Mont queda como un pelele que prefiere sacrificar su autoridad moral y credibilidad (cualquiera que ésta sea) para salvar a su jefe.



En ambos supuestos, Gómez Mont ya no tiene nada qué hacer en Bucareli. Mantenerlo allí no parece sino una confirmación de que Calderón fue quien urdió el referido acuerdo y es la forma en que trata de pagar la autodefenestración de su secretario. 

Ahora se sabe que su renuncia al PAN no fue sino una desesperada maniobra distractora o un intento por dar al Secretario una salida digna que dejara a salvo su credibilidad al presentarla sólo como resultado de su oposición a las alianzas.


Falló el cálculo, surgieron las revelaciones y ahora la figura política del número dos del gabinete quedó reducida a nada, pues de paso su infidencia destapó al PRI al revelar la complicidad de este partido en un acuerdo que sacrificó a la población, al aceptar el aumento a los impuestos en un entorno de crisis a cambio de ventajas electorales.


En último término, lo que el episodio deja al descubierto es la forma perversa en que se negocia el interés nacional en el seno de los partidos, a cambio de ventajas económicas, políticas o electorales. No es que no se supiera, pero ahora ha quedado plenamente documentado.

Revela, además, el grado de descomposición y corrupción políticas al que el binomio PRI-PAN, coptado por los poderes fácticos, ha conducido al país. Y por añadidura, desnudan la hipócrita tesis de la reforma política del calderonismo que supuestamente pretende devolver el poder a los ciudadanos.

Sin transparencia, con acuerdos secretos adoptados de espaldas a la nación y a conveniencia de la coyuntura política, aquellos seguirán excluidos por más reformas cosméticas que se intenten y cuyo fin último, ahora se ve, es mantenerlos manipulados.

¡Hasta la próxima!

martes, 9 de febrero de 2010

Ciudad Juárez, Gómez Mont y la señora

Que dice el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, que "por falta de comunicación" Felipe Calderón  acusó en Japón a los jóvenes masacrados en Ciudad Juárez, de pertenecer a pandillas delictivas. Por ello extiende a los deudos una disculpa pública.


Debido a la gravedad del desliz declarativo, en rigor la disculpa debería ofrecerla el propio Calderón, apenas pise el jueves, como ha anunciado que lo hará, aquella ciudad y no a través de su avanzada. No se trató, sin embargo de un error o de una falta de comunicación, como se adujo.


Si tal fuera, estaríamos ante un error mayúsculo, pues en virtud del mundo en que vivimos y los recursos tecnológicos de que dispone la oficina presidencial, no es creíble o resultaría preocupante que apenas Calderón sale de nuestras fronteras, pierda comunicación o se desentienda de los asuntos del país.

El senado, responsable de autorizar los viajes presidenciales al exterior, debería tomar nota del asunto y tenerlo en cuenta la próxima vez que el ocupante de Los Pinos solicite permiso para ausentarse del país.

Sin embargo, sostenemos, no se trató de un error declarativo. Disgustado quizás porque la cruenta realidad y el desorden en que mantiene al país lo alcanzó en Asia, a donde había cantado loas acerca de "lo bien que nos va en México" ante inversionistas de aquella región del mundo, Calderón pretendió sostener sus mentiras, afirmando, como lo ha hecho desde que inició su guerra contra el narcotráfico, que los miles de muertos, decapitados y ejecutados que a diario aparecen en las calles de la Repùblica se deben a que los narcos se están matando entre ellos.

Prefirió ofender la memoria de los jóvenes masacrados antes de reconocer el desgobierno de su malhadada administración. No es un asunto menor. Refleja el grado en que el país se la salido de control y el talante de un hombre que elude sus responsabilidades y siempre busca culpar a "otros" de sus deficiencias y omisiones a la hora de enfrentar las responsabilidades de un cargo al que quiso acceder, ahora se ve que por frivolidad, atropellando incluso la voluntad de los votantes.

¿Tú también Margarita Zavala?

La visión color de rosa de un país desgarrado por la crisis económica y por la inseguridad en las calles se pretende imponer a los mexicanos a punta de discursos. Margarita Zavala de Calderón, presidenta del DIF nacional y esposa del susodicho, habló este lunes durante la inauguración del Congreso Nacional de Innovación Educativa 2010.

Allí insistió, a tono con su marido, en que los mexicanos deberíamos ver las cosas buenas que tiene este país y que son muchas. Con un infame humor negro sostuvo que "A todos nos duelen los asesinatos y afortunadamente nos duelen porque eso quiere decir que seguimos siendo un país que se duele ante el dolor de los otros...y eso también habla bien de nuestro país" (¡¡¡!!!).

Más adelante, y luego de volver a acusar a países como El Salvador, Guatemala y Brasil --como ya lo había hecho Calderón antes sin el menor rubor diplomático-- de tener más homicidios que nosotros por cada 100 mil habitantes, lanzó esta perla:
"...porque además dicen que sólo el 5% de los homicidios se castigan, entonces sí quiero decirles que con esa impunidad pues ese promedio de homicidios significa que no es un país de violencia, es un pueblo que no le gusta la violencia, porque de lo contrario aprovecharía la impunidad para que tuviera mucho más homicidios".
 Ante esto, uno ya no está seguro qué es peor, si la sintaxis verbal de la señora o su desfachatez. A continuación, para reforzar su mensaje de que México es un país color de rosa, recomendó a todos escuchar la música de Arturo Márquez, admirar las esculturas de Helen Escobedo y leer a Carlos Fuentes, Roger Bartra, Ángeles Mastretta y a don Miguel León Portilla.

Se trata de personalidades que, en algunos casos, no habrían podido desarrollar sus talentos si las instituciones en las que se formaron hubieran sido acuchilladas con presupuestos exiguos, como los que los gobiernos panistas destinan a la cultura y ya no digamos que a la ciencia.

De hecho, también citó como orgullo de México, al premio Nobel de Química Mario Molina, quien debió hacer la carrera que lo condujo al galardón fuera de México, ante la falta de apoyos que aquí existen para la ciencia.

Ese es el lamentable discurso que priva hoy en los círculos de poder.

¡Hasta la próxima!

lunes, 8 de febrero de 2010

Ciudad Juárez e inundaciones



De nuevo los palos de ciego, la reacción efectista, tardía e insuficiente; el cálculo político para obtener ganancias allí donde la tragedia se enseñorea contra los indefensos y los desposeídos. Todo menos el quehacer político profesional, la capacidad técnica para trabajar y resolver problemas con los más aptos y no sólo con los más amigos.

De la masacre de jóvenes que se divertían en una fiesta en Ciudad Juárez, a las inundaciones que arrasaron con viviendas y vidas en Michoacán, Estado de México y en el oriente de la Ciudad de México. Y en medio de todo la incapacidad gubernamental como un Dios.

El gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, anuncia que trasladará los poderes estatales (cuáles, preguntarán los malosos) a Ciudad Juárez, en una jugada que se pretende de alto impacto político y que de paso exhibe la ausencia de Felipe Calderón en la entidad. El michoacano, en tanto, anuncia cambios de estrategia en ese estado con programas sociales y económicos integrales para hacer frente a una guerra, contra el narco, que por si no lo sabe ya tiene perdida.

Todo con el telón de fondo de la próxima elección estatal para gobernador, acaso lo que de verdad importa a nuestros próceres, pues con eso en mente, PRI y PAN tratarán de capitalizar en su beneficio electoral la trágica masacre de jóvenes --tempranamente calificados como pandilleros por el mismo Calderón que desde Los Pinos diagnosticó gastritis como la causa de muerte de doña Ernestina Ascencio, la anciana ultrajada en Veracruz por miembros del ejército-- y las decenas de ejecusiones que diariamente ocurren en aquella franja fronteriza.

Los fondos de la "nueva estrategia" para Chihuahua anunciada por el gobierno federal tendrán sin duda un uso electoral: montados en la tragedia, los panistas pretenderán utilizarlos para apuntalar las aspiraciones de su abanderado al gobierno de la entidad, algo como lo que lograron en Sonora tras el incendio en la Guardería ABC donde muerieron quemados 46 bebés.


Calderón inició el año pasado defendiéndose de "gobernar" un Estado fallido. Gustoso de las metáforas que seguramente sólo él encuentra festivas, se le oía ilustrar: "si sale polvo por las ventanas (en referencia a las miles de ejecusiones que ya se contabilizaban en 2009), es porque estamos limpiando la casa", y retaba a viajar a Chihuahua para que, según eso, se corroborara que se tenía el control de la entidad.

Ahora mismo, no se sabe si su ausencia de aquellas tierras en esta hora de tragedia se debe a que teme encontrar el repudio de una sociedad ofendida por sus declaraciones sobre el filo pandilleril de la matanza, u ofendida por la incapacidad del ejército que envió a dar de palos al panal sin un plan estratégico y operativo para, en efecto, arrebatar la plaza y desterrar a las bandas del crimern organizado. O acaso su ausencia se deba simplemente a que sabe que allí no hay ley y su Estado Mayor aún no refuerza convenientemente el ya de por sí enorme aparato de seguridad con el que suele viajar por todo el país.

Otro sitio donde Calderón no se siente cómodo es el Distrito Federal. Quizá porque considere a sus habitantes hostiles al reconocimiento de su pretendida investidura presidencial, el panista se ha negado a apersonarse en los lugares afectados por las inundaciones.

En cambio estuvo en Michoacán y en el Estado de México. Para el Distrito Federal ha preferido enviar a su correligionario y director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege a tratar, otra vez, de sacar raja política de la tragedia, declarando que la tal comisión --que dirige sin ningún conocimiento técnico del tema-- había advertido a las autoridades capitalinas sobre el probable incremento del nivel de lluvia en la zona. Antes que ayudar, se trata de sembrar tempestades para eventualmente obtener ganancias electorales. Para eso están en el cargo.

Como se ve, ni aun en la tragedia, nuestra ínclita clase política abandona sus juegos de poder ni deja de ver a los ciudadanos en problemas sólo como potenciales boletas electorales.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 27 de enero de 2010

César Nava, el PAN y los niños



Una desafortunada coincidencia --para César Nava, presidente del Partido Acción Nacional-- hizo coincidir ayer por varias horas su artículo semanal en la versión online de El Universal, con una nota que desnuda el fariseísmo panista.

El texto del presidente nacional del PAN reafirma la justificación que ha propalado en cuanta entrevista ha concedido durante los últimos días, acerca de por qué se opone a la adopción de niños por matrimonios del mismo sexo.

Como se sabe, para camuflajear su homofobia y abierto sentido discriminatorio y mantenerse en lo políticamente correcto, recurrió al expediente de fundar su alegato en una pretendida defensa de los derechos de los niños que eventualmente sean adoptados por esas parejas.

Pues bien, junto a su artículo se mostraba este titular: "Trabajan 3.6 millones de menores en México: OIT"

En el cuerpo de esa nota el director de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para Cuba y México, Germán López Morales, señalaba que de esa cantidad, una tercera parte, labora en la agricultura y sus subsectores, una de las tres más peligrosas para el sector infantil junto con la construcción y la minería.

El funcionario del organismo añadió que la mayoría de esos menores (personas entre 5 y 17 años) no recibe remuneración alguna y que 1.5 millones no asiste a la escuela.

Ante esta realidad que viola cotidianamente las disposiciones sobre el trabajo infantil y el derecho de los niños a la educación y a la salud, el súbito defensor de los derechos de la infancia en que se ha convertido César Nava no ha dicho una palabra.

Quizá le parezca bien que eso ocurra o tema confrontarse con los intereses de las empresas que así explotan el trabajo infantil. No sería raro que así fuera, pues en otro ámbito --el de la comida chatarra-- el PAN ha frenado en el Congreso, durante los dos últimos años, la aprobación de reformas a la Ley General de Salud para acotar la publicidad de ese tipo de productos y obligar a los fabricantes a incluir en las etiquetas la leyenda: "el abuso en el consumo de este producto puede provocar obesidad" (La Jornada, 27 enero/10).

Ante las presiones de empresas como Sabritas, Bimbo y Marinela, el Congreso no ha dictaminado 60 iniciativas para frenar la venta de comida chatarra y la publicidad en los programas destinados al público infantil.

Todavía más, no obstante que apenas la semana pasada la Secretaría de Salud (Ssa) presentó un informe que coloca a México como el país con mayor población infantil obesa, los legisladores panistas presionaron ayer para que la Comisión de Educación de la Comisión Permanente acordara solicitar al gobierno de Felipe Calderón que no publique los lineamientos de venta de comida chatarra en las escuelas, hasta en tanto la Ssa no realice un estudio integral sobre el efecto del consumo de frituras y refrescos en la salud de los niños.

Así protege el PAN los intereses de esas industrias y descobija los derechos de los niños, como los de alimentación, educación y trabajo.

A la luz de estos hechos, juzgue el lector si, en el caso de las adopciones, se trata de defender los derechos infantiles que en otros ámbitos se desprotegen impune y abiertamente, o si en realidad estamos, de nuevo, ante la inmoral doble moral panista, esa sí de origen claramente genético.

¡Hasta la próxima!

lunes, 25 de enero de 2010

Partidos políticos y alianzas

A Jordana, porque desde que 
llegaste la vida es una fiesta

Acaso lo único positivo que han mostrado las posibles alianzas electorales entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), sea el hecho de que han corroborado cómo duele al partido oficial la negativa de amplias franjas de ciudadanos de reconocer como legítima la investidura presidencial de Felipe Calderón.

El hecho de que la primerísima condición que han impuesto los panistas a quienes pretendan ser candidatos de esa malhadada alianza sea precisamente que reconozcan al michoacano como Presidente, muestra hasta qué punto les afecta esa ilegitimidad de origen.

Ese reconocimiento sería --incluso más que gobernar los estados donde eventualmente se alíen-- la mayor ganancia política que obtendrían los panistas, pues además del reconocimiento del propio partido que se dijo ofendido por el robo electoral, el hecho desautorizaría el cuestionamiento permanente sobre la ilegitimidad presidencial del movimiento cívico que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Tras la debacle electoral de julio de 2009, la llamada izquierda partidista ve en esas alianzas su última oportunidad de sobrevivencia. Tal es la indigencia ideológica en la que se desenvuelve y tal su incapacidad para ofrecer a los ciudadanos una alternativa real allí donde ha sido gobierno.

Esto último y la falta de trabajo político de base explican su pobre condición electoral actual que la conduce, en nombre de un crudo pragmatismo --en realidad burdo oportunismo-- a aceptar aliarse con una porción de la derecha partidaria aun incluso a cambio de avalar las elecciones de 2006.

Los argumentos son insólitos: Manuel Camacho Solís, coordinador nacional del Diálogo por la Reconstrucción de México (DIA) --que agrupa al PRD, PT y Convergencia-- sostiene que si el PRI gana este año todas las elecciones estatales tendrá el camino despejado a la presidencia en 2012.

Y añade: "Si no empezamos a ganar elecciones no vamos a concretar la inconformidad por las condiciones del país con la política". Su lógica no deja de ser curiosa: pretende capitalizar electoralmente la inconformidad de la ciudadanía aliándose con el partido que, precisamente, ha generado con sus políticas antipopulares y erráticas esa inconformidad.

La segunda justificación resulta aún más falaz. Afirman que es necesario abrir la puerta a la alternancia en entidades como Durango, Hidalgo y Oaxaca, las cuales padecen cacicazgos que niegan libertades y violan derechos.

Estamos ante la versión recargada del "voto (in)útil", añagaza que el propio Camacho y otros personajes empujaron para instalar a Vicente Fox en Los Pinos, con los resultados ya conocidos. Para los "chuchos" y para Camacho, la alternancia es un valor en sí mismo que mágicamente cambiará las relaciones sociales y económicas de los pueblos.

Lo que no dicen --sería insólito que lo ignoraran-- es que sin un cambio en el modelo económico y de participación ciudadana la alternancia, como se ha demostrado en este país, no pasa de ser un "Quítate tú para ponerme yo" para seguir reproduciendo el esquema de dominación económica y política en que se vive.

Documéntese lo anterior con los casos de Nayarit (Antonio Echevarría), Chiapas (Pablo Salazar y Juan Sabines) y Guerrero (Zeferino Torreblanca). En todos ellos, el PRD impulsó candidatos en coalición. Es cierto, ganó las elecciones, pero ninguno de esos personajes hizo un gobierno de izquierda. Antes bien, se acercaron más a los postulados del PAN y en nada cambiaron las condiciones de vida de los lugareños.

Así las cosas, el daño y el desprestigio que los aliancistas están a punto de infringir a la izquierda en México podría ser de proporciones históricas en términos de descreimiento de la gente y de cara al 2012 podría dejar al PRD en una condición aún más precaria de la que se quiere evitar.

Una imagen ilustra lo anterior: Gabino Cué se placeó el año pasado junto con López Obrador por todos los pueblos gobernados por Usos y Costumbres (los más pobres entre los pobres) de Oaxaca. Fue presentado y recibido como la alternativa por la que esos pobladores tendrían que votar para quitarse el yugo del PRI y enfrentar las lesivas políticas del gobierno federal panista.

¿Qué dirán esos pueblos cuando lo vean ahora competir aliado con uno de sus enemigos históricos (PAN)? ¿Qué opinarán cuando ese mismo Gabino Cué les diga --como ha declarado-- que "por congruencia" reconoce como presidente legítimo a Calderón a quien en aquellos mítines en medio del polvo y casuchas mal construidas llamaba "ilegítimo"?

La traición de los "chuchos" y sus acompañantes es mayúscula si se tiene en cuenta que se alían con uno de los representantes de los poderes fácticos que controlan este país. Como ha escrito el maestro universitario Arnaldo Córdova:

"...se sabe muy bien que el PRI y el PAN, siendo diferentes entre sí, no son fuerzas políticas autónomas. Ambos han sido coptados por el gran capital y las fuerzas más reaccionarias de la sociedad mexicana que forman un sólo bloque hegemónico de poder. El PAN gobernó pésimamente y los dueños del poder ya no lo soportan".
Es decir, el PRI y el PAN no son --como pretenden ignorar Camacho y su club-- partidos políticos conformados por ciudadanos que legítimamente enarbolan una ideología específica. Son, en cambio, dos piezas que el poder hegemónico trasnacional utiliza para imponer su modelo de dominación en México.

Cuando alguno de esos dos partidos deja de serle funcional a ese poder, éste lo desecha y recurre al otro. Así se asegura la continuidad de su dominio, con la ventaja adicional que mantiene a los ciudadanos engañados con la ilusión de la "alternancia" y la "democracia".

Desde esta perspectiva, acaso la maniobra aliancista del PRD no sea, en el fondo, más que un guiño destinado al bloque hegemónico en el poder para hacerle ver que esa "izquierda moderna y bien portada" también puede ser confiable en la defensa de sus intereses y que está lista para que le presten el poder durante seis años.

¡Hasta la próxima!