A Osvaldo, por tus
maravillosos 15
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Es difícil saber si en esta hora de terrible dolor, los padres de los 43 niños fallecidos a causa del incendio ocurrido el viernes 5 en una guardería de Hermosillo, Sonora, se enteraron y se sintieron más reconfortados al escuchar al salvador de la humanidad (Claro, don Felipe Calderón) instruir para que se investigue la tragedia --sí, adivinó usted-- "hasta sus últimas consecuencias".
Así fuera por un mínimo pudor, nuestros gobernantes ya debieran abandonar esa frase tan desafortunada y ominosa. En este país las autoridades se pasan la mitad del tiempo investigando "hasta sus últimas consecuencias" tragedias que no hubieran ocurrido si invirtieran la otra mitad en simplemente hacer su trabajo.
Independientemente de las historias de corrupción infaltables siempre en casos como éste (el dueño que pagó al inspector para que aprobara el funcionamiento del local sin contar con las especificaciones requeridas, el dinero que el inspector compartió con el supervisor para que firmara el informe, los funcionarios del gobierno local que casualmente obtuvieron la concesión del IMSS, etcétera), lo verdaderamente central es cómo el gobierno ha abdicado de sus responsabilidades respecto de la salud de la población.
Lo mismo si se trata de los fondos de pensión --entregados a las administradoras privadas que con el jineteo de esos recursos obtienen más ganancias que los propios trabajadores-- que de la medicina barata con programas demagógicos como el Seguro Popular, esta administración y las anteriores han dado prioridad a la ganancia por sobre la atención a la persona humana.
Entre 200 y 2007, las administraciones panistas han entregado la operación de guarderías a los particulares en cantidades que dejan ver claramente el desinterés gubernamental por la seguridad social no sólo de los trabajadores sino de sus familias.
En ese periodo el número de guarderías del IMSS a cargo de particulares pasó de 757 a 1, 526 en tanto que las administradas por el propio IMSS siguen siendo 142 desde el principio de esta década.
En ese esquema del retiro del Estado de sus obligaciones asistenciales, para beneficiar el negocio de los particulares es donde se sitúa la actual tragedia y las que vendrán. El sistema de subrogación adoptado por el IMSS para deshacerse de una función que es su responsabilidad, es un sistema que favorece la corrupción y en el que los fines de lucro están muy por encima de la calidad en el servicio.
Con la idea rectora de abatir costos y maximizar las ganancias, los particulares que reciben esa especie de concesión se dedican a prestar un servicio en condiciones inadecuadas --como ha sido documentado en este caso-- con la complacencia, falta de supervisión y corrupción de la autoridad supuestamente encargada de regular estos servicios una vez entregados a los particulaes.
Estamos, qué duda cabe, ante otra manifestación de un Estado fallido por su incapacidad de garantizar la seguridad de la población, especialmente de un sector tan vulnerable, como el infantil.
Así que la cara de circunstancia con la que aparece el señor Calderón en las fotos durante su visita a hospitales donde convalecen aún niños al filo de la muerte por la intoxicación y las quemaduras, no deja de ser una pose. (por cierto, no se sabe que haya visitado a las familias que perdieron a sus hijos).
También resulta una impostura su instrucción de que se investigue "hasta sus últimas consecuencias", como si éstas no llegaran a Los Pinos y a las políticas de desatención social que desde allí se diseñan.
Con nuestras condolencias a las familias de los niños fallecidos