lunes, 9 de noviembre de 2009
Copenhague, muerto desde ahora
La cumbre sobre cambio climático que tendrá lugar el próximo mes de diciembre en Copenhague ha fracasado antes de iniciada.
Convocada para establecer un nuevo acuerdo vinculante (obligatorio) para sustituir al Protocolo de Kyoto sobre reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera, es probable que termine sin acuerdos cuantificables lo que en esta materia equivale a nada.
La reunión previa efectuada en Barcelona, España, del 2 al 6 de noviembre --que convocó a más de 180 naciones-- prefiguró lo que veremos en Holanda: la reticencia de Estados Unidos a fijar un porcentaje que esté dispuesto a cumplir sobre la reducción de emisiones de CO2 y la resistencia de países como India y China, dos de los mayores productores de gases contaminantes, a adoptar metas para el recorte de emisiones.
Pese a los encendidos discursos de Barack Obama respecto de la urgencia de alcanzar un acuerdo en la materia, parece que en este terreno de nuevo se encuentra con las manos atadas e incapacitado para asumir compromisos, atrapado como está por la intrincada red de intereses económicos y políticos que se mueven en Washington.
Con la renuencia de USA a fijar una posición, los países en desarrollo sostienen que las negociaciones carecen de sentido. En Barcelona 50 naciones africanas abandonaron las negociaciones en protesta por el hecho de que los países ricos rehusan disminuir sus emisiones al menos 40 por ciento para el año 2020, en relación con los niveles de 1990, la más agresiva cifra sugerida por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático.
Estados Unidos se ha comprometido a recortar 20 por ciento sus emisiones para 2020 (30 por ciento si otras naciones hacen similares promesas), pero la legislación que se discute aún en el Senado de ese país prevé sólo reducciones de 4 por ciento en relación con el nivel de 1990. Como se ve, son cifras muy lejanas del 40 por ciento que los científicos han fijado como necesario para reducir los riesgos que para el planeta representa el fenómeno.
Claves en cualquier acuerdo global en este tema son China e India, las mayores naciones en desarrollo cuyas emisiones nacionales están aumentando rápidamente. Pero ambas están esperando que Estados Unidos diga su palabra.
"Los países ricos están claramente usando a los EUA como una excusa para poner sus intereses nacionales por encima de la necesidad de aligerar el sufrimiento de millones de personas desconsoladas, hambrientas y sin hogar debido al cambio climático", ha expresado Antonio Hill, asesor ambiental de Oxfam. ¿Por qué querrían las naciones pobres firmar un acuerdo climático vacío de promesas?
¡Hasta la próxima!
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