martes, 7 de diciembre de 2010

Assange, arrestado



El cerco político, jurídico, cibernético y económico sobre Julian Assange, el austriaco de 39 años fundador del sitio WikiLeaks, que reveló desde el pasado 29 de noviembre 250 mil cables clasificados de la diplomacia estadounidense fue arrestado hoy en Londres.

El hecho fue recibido por la secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton, como "una buena noticia", tras más de una semana en que los afanes de Washington se concentraron en sus conocidas tácticas para descalificar a Assange quien ha sido perseguido como el enemigo público número uno del "mundo libre".

Esas tácticas han incluido bloqueos a las donaciones que recibe WikiLeaks, su expulsión de los servidores que lo alojaban, ataques cibernéticos masivos (tácticas de ciberguerra), hasta la clásica y muy antigua de colocar a su fundador en situaciones comprometedoras con mujeres y drogas (en este caso sólo con mujeres al desempolvar una acusación por violación que el gobierno sueco ya había desestimado en su momento), así como con cargos criminales, todo con el claro afán de acallar al mensajero para diluir el mensaje.

Las presiones del establishment estadounidense para aislar en Internet a WikiLeaks empezaron cuando Amazón anunció que dejaría de alojar el sitio. Sintomáticamente, fue Joe Lieberman, presidente del Comité de Seguridad Interna de Estados Unidos, quien divulgó la decisión de Amazon.

Luego la firma EveryDNS.net, que ayuda a las computadoras a localizar los sitios de sus miembros dejó de dar servicios a la empresa de Assange el jueves 2 de diciembre, pues se recurrió a ella luego de que Amazon dejó de alojar el sitio.

El servicio de pagos en línea PayPal con sede en Estados Unidos se unió al boicot. Bloqueó transferencias económicas en beneficio del portal, alegando que "su política comercial impide el uso de su servicio para alentar, promover o facilitar actividades ilegales".

En el ámbito político el cerco sobre el "enemigo" no ha sido menos feroz. Como siempre, Washington trató de socializar las pérdidas derivadas de las revelaciones al calificarlas como un "ataque a la comunidad internacional".

La estrategia era clara. Hacer parecer el asunto no sólo como una acción contra los EUA sino contra el mundo. "Esta divulgación no sólo es un ataque a los intereses de la política exterior de Estados Unidos. Es un ataque a la comunidad internacional; a las alianzas y socios, a las conversaciones y negociaciones que salvaguardan la seguridad global y promueven la prosperidad económica", dijo Clinton en un encuentro con los medios, tras conocerse el contenido de los cables.

En su doble intento por condenar las filtraciones y hacer que su país siga viéndose como el muchacho bueno de la película y preocupado por el bienestar de la humanidad, la jefa de la diplomacia estadounidense añadió que la "divulgación ilegal de información clasificada pone en peligro las vidas de personas, amenaza nuestra seguridad nacional y mina nuestros esfuerzos para trabajar con otros países para resolver problemas compartidos".

Las reacciones de la clase política del país del Norte fueron endureciéndose hasta casi solicitar la ejecusión de Assange. Primero Peter King, representante  republicano y próximo presidente del Comité de Seguridad Interna en la siguiente legislatura, pidió al procurador general de EU calificar a WikiLeaks como "organización terrorista extranjera", pues "representa un peligro claro y presente a la seguridad nacional de Estados Unidos".

El mismo King pidió días después declarar a Julian Assange como "combatiente enemigo" y enjuiciarlo en un tribunal militar fuera de EU donde no tendría derechos constitucionales.

Mike Huckabee, ex gobernador de Arkansas y posible candidato presidencial en 2012 fue más allá al solicitar la ejecusión del enemigo: "Sea quien sea dentro de nuestro gobierno el que filtró esa información es culpable de traición y creo que algo menos que la ejecusión es una pena demasiado bondadosa".

La presión estadounidense por unir al mundo contra Assange y su portal alcanzó incluso a Australia, país de origen del ex hacker. En una postura que revela cómo esa isla se ha plegado a los intereses del imperio, el fiscal general de Australia, Robert McClelland, señaló que autoridades de su país colaborarán  en caso de que Julian Assange sea llevado ante la justicia.

"Soy conciente de que el fiscal general de EU dijo que autoridades de justicia actualizan detalles sobre si han sido violadas sus leyes", ante lo cual --añadió-- "daremos el apoyo necesario a las autoridades judiciales estadounidenses".

Estrategias aparte, como apuntó en un editorial el diario mexicano La Jornada (2 de diciembre/2010), "la hostilidad y el arresto de Assange desacredita aún más la imagen de EU ante el mundo como autonombrado defensor de las libertades y los valores democráticos".

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