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lunes, 8 de abril de 2013

Horario de verano y otras ficciones

¿Y si además de imponer el horario de verano se les ocurriera --como otro modo de incrementar sus ganancias-- añadir un día hábil a la semana? Seguramente lo lograrían porque vivimos en un mundo de ficciones: la ficción democrática, la ficción del Estado de derecho, la ficción económica, entre otras.

Tan vivimos en una ficción económica, por ejemplo, que un día a alguien se le ocurrió quitarle tres ceros al peso para, dijo, facilitar las operaciones financieras. Si eso pudo hacerse es porque el dinero, ese papelito por el que nos matamos todos los días para ganarlo y poder comprar cosas (como debe ser), en realidad no existe.

A propósito de esa adecuación monetaria, permítaseme una referencia personal para decir que mis hijos aún se sorprenden de que tenga libros por los que pagué 15, 600 y que hoy no valen más de 150. Como ellos hay miles de jóvenes que estaban naciendo cuando se adoptó esa ocurrencia, de modo que ignoran la ficción en que ahora viven y creen que el peso ya regresó a su paridad histórica de 12.50 respecto del dólar.

Incluso muchos de quienes fueron testigos de ese cambio ya no lo recuerdan. Y si eso ocurre con hechos que vivieron, qué será con aquellas normas y convenciones que se impusieron cuando ni aun habían nacido y a los que simplemente se adaptaron apenas tuvieron consciencia de sí, considerándolos --no como resultado de procesos históricos--  sino como leyes eternas e inmutables con las que simplemente hay que vivir.

Ese es el "encanto" de las ficciones en que vivimos: la mayoría fueron impuestas y responden al interés de grupos organizados que se benefician de ellas, pero esto no resulta evidente, pues se hacen parecer como cosas naturales.

Así, pues, dispongámonos a vivir  los próximos siete meses del año con la ficción del horario de verano y hagamos de cuenta que entre el sábado 6 y el domingo 7 de este abril, la Tierra giró una hora más rápido sobre su eje o que, de acuerdo con esa otra ocurrencia de la señora Rosario Robles, sólo es otra muestra de que, en efecto, están moviendo a México.