martes, 25 de octubre de 2016

La Inquisición católica y la cremación.



El Santo Oficio nos recuerda de cuando en cuando que para la Iglesia seguimos en el siglo XVI. Llamado ahora Congregación para la Doctrina de la Fe, nos receta cada tanto interpretaciones sobre lo que juzga desviaciones en la práctica o interpretación del corpus católico.

En un documento titulado  Ad resurgendum cum Christo, aprobado por el papa Francisco, prohíbe esparcir o conservar en casa las cenizas de los difuntos cremados. En realidad la renuencia de la Iglesia es contra la cremación misma, una práctica que, dice, se ha extendido, pero que es contraria a la fe de la Iglesia, según la cual, en dichos del prefecto de la congregación, el cardenal alemán Gerhard Mueller, "los muertos no son propiedad de los familiares, son hijos de Dios y esperan en un campo santo su resurrección".

La jerarquía católica mira con recelo que las cenizas las conserven los familiares porque, dice, produce riesgos como la posibilidad del olvido que pueden sobrevenir sobre todo pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

Recomienda en cambio, mantener las cenizas en un lugar sagrado como un cementerio, en una iglesia o en un área especialmente dedicada para tal fin por la autoridad eclesiástica competente. Si bien la Iglesia reconoce que no existen razones doctrinales para prohibir la cremación, pues no impide a la ominipotencia divina resucitar el cuerpo, el secretario de la Comisión Teológica Internacional, Serge Thomas Bonino, la calificó como "algo brutal" y que además no permite a las personas cercanas acostumbrarse a la falta de un ser querido.

Como en tantos otros temas, en este caso la Iglesia se coloca contra las prácticas seculares, fiel a su pulsión de controlar, a través del Santo Oficio, aunque ahora se denomine de otra forma, la vida de las personas. No tendrán eco.


martes, 9 de febrero de 2016

Murakami y Rulfo


Tardío lector de Haruki Murakami --apenas concluí los libros 1 y 2 de esa monumental novela que es 1Q84-- encuentro en su universo narrativo paralelismos con nuestro Juan Rulfo. Tanto, que hasta me parece que este autor japonés ya candidato al Nobel, hace en la mencionada obra un guiño o, si se quiere, un homenaje al Pedro Páramo del jaliscience.

Hay, en la obra rulfiana, una frase que algún crítico ha juzgado extraña, pero cargada de simbolismo: cuando el fantasmal arriero que encuentra Juan Preciado en su camino a Comala le dice que él también es hijo de Pedro Páramo, Rulfo escribe enseguida: "Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar".

En la página 680 de 1Q84 (edición Tusquets 2015), uno de los protagonistas de la obra visita a su padre en la clínica en que está recluido con la memoria extraviada. Tras despedirse el personaje de su progenitor, y sin que tampoco viniera mucho al caso, Murakami introduce esta frase en el relato: "Una bandada de cuervos atravesó el cielo graznando".

Se trata, me parece, de una clarísima alusión a Rulfo, en una novela que, lo mismo que la del mexicano, está construida en un estilo de gran lirismo y en la que el mundo y su realidad están trastocados por presencias intrusivas y avasallantes. De modo que la novela del autor japonés no solo tiene ecos orwellianos, sino también rulfianos, como lo muestra esa frase que he referido, que es similar, matizada por un fraseo apenas diferente.