Sueña Felipe Calderón con algún día abrir los periódicos y encontrarse con dos partes de la página: "de un lado las noticias malas y del otro las buenas, para que los lectores puedan "ponderar" (La Jornada 29/abr/2010).
No es infrecuente que los políticos mexicanos se refieran al tema. Unas veces abiertamente, y otras de manera soterrada --como en esta frase de Calderón-- su reclamo más frecuente a los medios de comunicación es que para ellos sólo lo negativo es noticia.
Vicente Fox convirtió esta crítica en eslogan al rubricar sus mensajes de radio y televisión con el apotegma "Las buenas noticias también son noticia".
En realidad el sueño de Calderón es regresar a los tiempos en que los boletínes de las oficinas de prensa gubernamentales se convertían en "la de ocho". Sueña con que si inaugura una presa o un hospital eso sea lo que se destaque y no el hecho de que, por ejemplo, tras la inauguración, desmantelen de nuevo el nosocomio para continuar con las obras.
Lo que parece ignorar es que, por definición, una noticia es lo que rompe o rasga la línea de continuidad de la vida, y a eso se atienen los reporteros. Es decir, que inaugure obras es algo tan cotidiano y rutinario, como reportar que el sol sale cada mañana (aunque, en rigor, el sol nunca "sale" ni se "oculta", es el movimiento de rotación terrestre el que origina los periodos de luz y oscuridad).
En cambio, si un día ese astro no iluminara la parte de la tierra en que vivimos,¡vaya que sería un notición! Indicaría que algo bastante inusual está ocurriendo en el universo y habría que investigarlo y reportarlo.
Menos se pueden considerar noticias los dichos gubernamentales, cuando frecuentemente se constata que las cifras oficiales o están maquilladas, o son incompletas o de plano son mentiras acabadas.
Y la veracidad es uno de los principales elementos de una noticia. Así, ¿qué es más noticia: que Calderón diga en un discurso que está comprometido con la transparencia o que se demuestre que desde que arribó a Los Pinos aumentó 64 por ciento el número de expedientes clasificados.
En 2006 había tres millones 800 mil expedientes relativos a la gestión gubernamental a los que usted y yo no podíamos tener acceso; en marzo de 2009 esa cantidad se había elevado a cinco millones 935 mil.
Como puede verse, los dichos no se verifican en los hechos, de ahí que el licenciado Calderón podrá seguir soñando con algo que nunca se verificará, pues las "buenas noticias" gubernamentales a menudo están manipuladas y se ofrecen no para informar, sino para ensalzar la figura del político en turno.
Así que haciéndole al Rubencito Aguilar diremos que lo que Calderón quiso decir es: "sueño con que un día los periódicos crean mis cifras, mis datos y mis dichos y los publiquen sin ningún cuestionamiento".
Las cifras de su gestión, sin embargo, ya configuran un déficit que van perfilando su administración como una de las más desastrozas del último medio siglo. Acaso por ello el michoacano insiste en justificarse pretendiendo que todo es una cuestión de percepción.
Retroceso en el Indice Global de Tecnologías
A contrapelo de su propia percepción, hay índices medibles que no tienen forma de atribuirse a pareceres subjetivos, como el ranking que divulgó antier el Foro Económico Mundial denominado Informe Global de Tecnologías de la Información.
A propósito de "malas noticias" ese informe documenta que México bajó 11 posiciones respecto del año anterior al ubicarse en el lugar 78, por debajo de Uruguay, Panamá, Colombia, Brasil, Jamaica y República Dominicana, de entre un total de 133 países.
¿Y sabe usted qué mide ese índice? nada menos que el uso que hace la población de las nuevas tecnologías.
Lo cual indica que, a diferencia de la corriente mundial que da prioridad a estos instrumentos para convertir a sus países en economías del conocimiento, en México vamos hacia atrás debido, primero, al deterioro en el nivel adquisitivo de la población merced al modelo económico impuesto y segundo, por la zona de desastre en que la alianza Calderón-Gordillo tiene sumido al sistema educativo.
Así que siguiendo los sueños de Calderón y emulando al buen Marco Antonio Flota podríamos decir:
La buena: a Calderón sólo le quedan dos años y medio
La mala: el que viene es más de lo mismo si no nos organizamos
La peor: ellos se irán, pero la mayoría seguiremos aquí.
¡Hasta la próxima!
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