miércoles, 7 de septiembre de 2011

El affair Batres-Ebrard


El episodio ocurrido ayer, en que el jefe de gobierno capitalino removió de la secretaría de Desarrollo Social a Martí Batres Guadarrama, considerado como un cuadro cercano a López Obrador, dio lugar a una nueva andanada contra el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Batres reclamó a su jefe que haya asistido y aun saludado a Felipe Calderón en la ceremonia en que éste presentó un mensaje con motivo de su V Informe de Gobierno. Ebrard se había resistido a ese saludo como una forma de subrayar su distancia y la de su partido respecto de Calderón, por el modo considerado ilegítimo en que se hizo de la presidencia de la República.

De unos años a esta parte, tanto el PRD --dominado por una corriente que se ha alejado de AMLO hasta casi el rompimiento-- como el jefe de gobierno han ido amainando ostensiblemente sus reticencias respecto de Calderón, al grado que se mostraron anuentes y favorecedores de las llamadas candidaturas comunes con el PAN, partido que, se supone, les había robado la presidencia.

Paralelamente, Ebrard ha ido modificando su percepción de lo que ocurrió en 2006. En una entrevista con el periodista Jorge Ramos de Univisión, preguntado acerca de si hubo fraude, respondió eufemísticamente que lo que hubo fueron muchas irregularidades.

Esa mudanza en la percepción del discípulo de Manuel Camacho terminó por confirmarse con el saludo de mano que le concedió a Calderón el pasado 2 de septiembre durante el referido acto y que motivó la protesta de Batres.

Marcelo argumentó que el despido no obedeció a una intolerancia suya, sino al hecho de que no se puede criticar a un gobierno y pertenecer a él. También dijo que como presidente que es de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) tuvo que saludar a Calderón, pero sólo por eso. La reacción en los medios fue inmediata: conocida la cercanía del defenestrado secretario de Desarrollo Social y pre candidato al gobierno de la ciudad, con AMLO, la remoción fue interpretada como una seña más del rompimiento entre Ebrard y el tabasqueño.


Casi todos los analistas coinciden en que el jefe de gobierno estuvo en lo correcto al deshacerse de un hombre como Batres, que es un esbirrio del recalcitrante Andrés Manuel, tronó Oscar Mario Beteta, o al que coincidieron en llamar incongruente. Y acaso lo sea, pero no por criticar a su jefe, sino por no leer las señas que desde hace tiempo daban indicios del viraje de Ebrard.

Pero como no se puede calificar a Batres de ingenuo, es dable suponer que en realidad sí estaba al tanto de esa mudanza y esperó el momento para marcharse del gabinete haciendo ostensible el comportamiento cambiante de Marcelo y dejarlo patente como una forma de marcar claramente los dos proyectos que se disputan la candidatura dentro de la izquierda partidista.

En efecto, cada vez son más las voces que dentro de los cercanos a AMLO hablan de la derechización de Marcelo. Los medios, por su parte, han ocultado en sus comentarios las incongruencias de Ebrard, cada vez más parecido a los personajes de Stevenson, Dr, Jekyll y Mr. Hyde, por su proclividad a enfundarse hasta en tres personalidades: como jefe de gobierno, como candidato los fines de semana y como presidente de la Conago.

Mediante esa forma sutil de utilizar el lenguaje para manipular la realidad, los comentaristas políticos llaman "incongruente" el comportamiento de Batres, pero consideran "pragmático" el actuar incongruente del jefe de gobierno. Muestran de ese modo pueril que consideran a éste como el "opositor" preferido.




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