Uno de los rasgos de la economía global es la preminencia del capital trasnacional en el jugoso negocio de las telecomunicaciones.
Fue precisamente el desarrollo tecnológico en este sector lo que detonó la actual fase neoliberal del capitalismo, ese que indujo la desregulación y la sustracción al control estatal de amplios sectores de la actividad productiva, que así fueron a dar a manos privadas bajo el garlito del impulso a la competitividad como vía hacia mejores niveles de vida.
En México ese proceso privatizador --iniciado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y profundizado en los tres siguientes-- se realizó con el signo de la más escandalosa corrupción, pues se benefició a grupos empresariales en cuyos consejos de administración no fue infrecuente la presencia de ex funcionarios gubernamentales, o de cuadros que después pasaron a la función pública, lo que configuró un entramado de complicidades y tráfico de influencias que tornó imperceptible la necesaria frontera entre el interés empresarial y el público.
Esa característica condujo al premio Nobel de economía 2000, James J. Heckman, a caracterizar en octubre de 2009 a la economía mexicana como un "capitalismo de amigos".
El proceso privatizador no ha cesado (ahora incluye medidas pomposamente llamadas de segunda y tercera generación) y puede presumirse que la corrupción gubernamental tampoco. Cada vez con mayor anchura se continúa entregando la riqueza nacional al lucro del capital foráneo en desmedro de la economía local, bajo el supuesto --sobradamente comprobado como falso-- de que la inversión extranjera crea empleos y es un detonante del desarrollo económico.
La Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) anunció el pasado 19 de septiembre que promoverá la apertura de la inversión extranjera en telefonía fija. En rigor, debió anunciar que ampliará esa participación, pues actualmente se permite una composición de hasta 49 por ciento de capital foráneo.
Aunque se trata de un mercado en declive ante el auge de la telefonía móvil, llama la atención el hecho de que la Cofetel anuncie que alentará su extranjerización sin imponer la cláusula de reciprocidad, esa que permitiría que las empresas mexicanas reciban el mismo trato en el país que invierta aquí.
Las razones esgrimidas por el organismo regulador ilustran con suficiencia el ánimo entreguista que campea entre nuestros funcionarios: asegura la Cofetel que aplicar esa cláusula "resta atractivo a los potenciales inversionistas, representa una barrera a la competencia y limita los beneficios a los consumidores finales".
La argumentación para favorecer al capital trasnacional no ha variado desde hace dos décadas, con el agravante de que es falaz y hasta, si se quiere, ridícula, porque si representara un obstáculo para la competencia en ningún país existiría semejante disposición. Los beneficios a los consumidores finales, parten del supuesto de que con mayor competencia los precios disminuyen, lo cual tampoco se verifica en la realidad.
Ocurre simplemente que otras naciones sí protejen su planta productiva y su mercado interno mediante restricciones al libre flujo del capital foráneo en áreas estratégicas, como las telecomunicaciones. Aquí, en cambio, pese a las lecciones de los años recientes, el panismo continúa aplicando puntual y fielmente el designio en boga: maximizar las ganancias a costa del saqueo de los bienes que, administrados con un enfoque menos entreguista, favorecerían el bienestar de la población.
pues jaime, no estoy de acuerdo contigo. A mi si me gustaria tener una opcion diferente a telmex para contratar mi internet. En este momento no puedo porque no hay otra compañia que ofrezca el servicio en mi localidad.
ResponderEliminarTambién quisiera tener mayor ancho de banda por un menor precio, cosa que no sucede porque telmex establece sus tarifas y además se ampara cada vez que hay un intento por regularlo.
Hasta en estados unidos se dio la division de ATT, aqui llevamos decadas y Telmex sigue y seguira siendo un ente monopolico y dominante.... no estoy de acuerdo contigo.
Estimado anónimo: La nuez de mi argumento no consiste en que se impida la llegada de capital trasnacional en sectores estratégicos. Se trata de impedir que los beneficios y ganancias se exporten a la casa matriz, mediante operaciones ventajosas que, como ha ocurrido recurrentemente, implican la connivencia, cuando no la corrupción de los funcionarios que las permiten. Por lo demás, las cláusulas de reciprocidad son un instrumento del capitalismo actual para precisamente alentar la competencia. Es ridículo que el gobierno mexicano renuncie a ella sin más, alegando precisamente que lo hace para alentar la competencia. Esa es la actitud entreguista que se critica en el texto. Saludos!!
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