El señor Felipe Calderón --quien hace de presidente del estado mexicano laico-- gusta de las reminiscencias bíblicas en sus presentaciones públicas. A las bienaventuranzas que nos recetó en el "funeral de Estado" de su amigo Juan Camilo Mouriño, agregó ahora una encomienda cuasi apostólica para los cónsules y embajadores del país.
El viernes pasado en Palacio Nacional los instruyó a id por el mundo a expandir la buena nueva de que "México es un Estado pleno y funcional".
En el lenguaje críptico que suelen emplear los políticos mexicanos, la frase constituye una inequívoca alusión a quienes empiezan a preguntarse si no gobierna un Estado fallido.
El concepto, hay que recordarlo, fue introducido por Noam Chomsky en su libro Failed states: the abuse of power and the assault on democracy (2008).
Un estado deja de ser viable (es fallido) cuando tiene un gobierno central débil (Calderón aún lucha contra el fantasma de su ilegitimidad), cuando pierde el control de su territorio o el monopolio del uso de la fuerza (en algunos casos el narco cuenta con mayor poder de fuego que el propio ejército mexicano); cuando deja de proteger a sus ciudadanos contra la violencia (véanse los índices de inseguridad e impunidad), o se encuentra inmerso en la corrupción o el crimen (aquí los principales cuerpos de seguridad están infiltrados como empieza a demostrarse).
Más aún: de acuerdo con el índice de estados fallidos 2008 que publicó el think tank estadounidense Fund for Peace (www.fundforpeace.org), México ocupa el lugar 105 entre 177 países, lo que lo coloca por segundo año consecutivo en la categoría de estados en riesgo, sólo abajo de los que ya están en alerta.
Por si esto no bastara, a fines del año pasado la Secretaría de la Defensa Nacional reconoció lo que todo mundo empieza a percibir: que el narcotráfico ha puesto en riesgo la viabilidad del país (Milenio 11/28/08).
Con esos datos juzgue el lector de qué lado estamos más cerca, si de ser funcionales o fallidos.
El señor Calderón pidió también al cuerpo diplomático decir en el extranjero que aunque sorprende y preocupa el número de muertes que se han producido aquí estos años, "están clara e indisolublemente vinculadas a la lucha que los grupos criminales mantienen entre sí por territorios que vienen perdiendo y por el debilitamiento de sus estructuras".
La realidad vuelve a desmentirlo. Los criminales no se matan sólo entre ellos. Durante la primera semana de mayo de 2008, sicarios presuntamente contratados por el Cártel de Sinaloa ejecutaron en la capital del país a las tres piezas clave en la lucha contra la delincuencia organizada.
Con sólo unas horas de diferencia el 1 de mayo fueron asesinados Roberto Velasco Bravo (director de Crimen organizado, de la Dirección General de Análisis Táctico de la Policía Federal) y Aristeo Gómez Martínez (director de la Jefatura del Estado Mayor, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal). La madrugada del 8 de mayo fue ejecutado Edgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal.
Se trató de tres colaboradores del primer círculo del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, en lo que fue interpretado por diversos analistas como un desafío directo del narcotráfico contra el gobierno de Calderón.
A ello podría añadirse el atentado del 15 de septiembre en Morelia en contra de civiles y el perpetrado los primeros días de 2009 contra las instalaciones de Televisa-Monterrey.
La afirmación presidencial preocupa porque si cree realmente lo que dice, significa que está enfrentando un problema delicadísimo, con un enfoque muy distorsionado de la realidad. Si se trata de una versión de un político que trata de engañar a la opinión pública, resultará un esfuerzo inútil y costoso: pondrá en evidencia el talante poco honorable del jefe de esos diplomáticos-apóstoles.
Monsivaiana
El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo que es optimista el escenario de crecimiento cero previsto para este año por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens. En estos días de mensajes positivos de año nuevo, ambos funcionarios podrían revisar el nuevo aforismo de Carlos Monsiváis:
"No te dejes matar por el pesimismo, mejor déjate aniquilar por la inutilidad de tu optimismo".
El viernes pasado en Palacio Nacional los instruyó a id por el mundo a expandir la buena nueva de que "México es un Estado pleno y funcional".
En el lenguaje críptico que suelen emplear los políticos mexicanos, la frase constituye una inequívoca alusión a quienes empiezan a preguntarse si no gobierna un Estado fallido.
El concepto, hay que recordarlo, fue introducido por Noam Chomsky en su libro Failed states: the abuse of power and the assault on democracy (2008).
Un estado deja de ser viable (es fallido) cuando tiene un gobierno central débil (Calderón aún lucha contra el fantasma de su ilegitimidad), cuando pierde el control de su territorio o el monopolio del uso de la fuerza (en algunos casos el narco cuenta con mayor poder de fuego que el propio ejército mexicano); cuando deja de proteger a sus ciudadanos contra la violencia (véanse los índices de inseguridad e impunidad), o se encuentra inmerso en la corrupción o el crimen (aquí los principales cuerpos de seguridad están infiltrados como empieza a demostrarse).
Más aún: de acuerdo con el índice de estados fallidos 2008 que publicó el think tank estadounidense Fund for Peace (www.fundforpeace.org), México ocupa el lugar 105 entre 177 países, lo que lo coloca por segundo año consecutivo en la categoría de estados en riesgo, sólo abajo de los que ya están en alerta.
Por si esto no bastara, a fines del año pasado la Secretaría de la Defensa Nacional reconoció lo que todo mundo empieza a percibir: que el narcotráfico ha puesto en riesgo la viabilidad del país (Milenio 11/28/08).
Con esos datos juzgue el lector de qué lado estamos más cerca, si de ser funcionales o fallidos.
El señor Calderón pidió también al cuerpo diplomático decir en el extranjero que aunque sorprende y preocupa el número de muertes que se han producido aquí estos años, "están clara e indisolublemente vinculadas a la lucha que los grupos criminales mantienen entre sí por territorios que vienen perdiendo y por el debilitamiento de sus estructuras".
La realidad vuelve a desmentirlo. Los criminales no se matan sólo entre ellos. Durante la primera semana de mayo de 2008, sicarios presuntamente contratados por el Cártel de Sinaloa ejecutaron en la capital del país a las tres piezas clave en la lucha contra la delincuencia organizada.
Con sólo unas horas de diferencia el 1 de mayo fueron asesinados Roberto Velasco Bravo (director de Crimen organizado, de la Dirección General de Análisis Táctico de la Policía Federal) y Aristeo Gómez Martínez (director de la Jefatura del Estado Mayor, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal). La madrugada del 8 de mayo fue ejecutado Edgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal.
Se trató de tres colaboradores del primer círculo del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, en lo que fue interpretado por diversos analistas como un desafío directo del narcotráfico contra el gobierno de Calderón.
A ello podría añadirse el atentado del 15 de septiembre en Morelia en contra de civiles y el perpetrado los primeros días de 2009 contra las instalaciones de Televisa-Monterrey.
La afirmación presidencial preocupa porque si cree realmente lo que dice, significa que está enfrentando un problema delicadísimo, con un enfoque muy distorsionado de la realidad. Si se trata de una versión de un político que trata de engañar a la opinión pública, resultará un esfuerzo inútil y costoso: pondrá en evidencia el talante poco honorable del jefe de esos diplomáticos-apóstoles.
Monsivaiana
El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo que es optimista el escenario de crecimiento cero previsto para este año por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens. En estos días de mensajes positivos de año nuevo, ambos funcionarios podrían revisar el nuevo aforismo de Carlos Monsiváis:
"No te dejes matar por el pesimismo, mejor déjate aniquilar por la inutilidad de tu optimismo".
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