lunes, 11 de julio de 2011

PGR: víctimas legalmente inexistentes

 El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta y periodista Javier Sicilia, así como el resto de la sociedad debimos tomar nota del informe que envió la Procuraduría General de la República (PGR) a la Comisión Permanente del Congreso sobre "Avances y resultados de la estrategia de seguridad pública en el periodo diciembre 2006-2011".

En ese documento, la procuradora Marisela Morales sostiene, más allá de discursos y palabrería, la postura oficial del gobierno: "Se estima que no hay base jurídica para concluir que existen víctimas, daños materiales y pérdidas económicas por la estrategia de seguridad pública 2006-2011".

Semejanten afirmación equivale a negar legalmente las más de 40 mil muertes producidas hasta ahora por esa "estrategia". Se trata de una actitud negacionista que equipara al "gobierno" de Calderón con aquellos que aun hoy sostienen que el genocidio perpetrado por la Alemania nazi nunca ocurrió, no obstante los testimonios fehacientes de quienes sobrevivieron al holocausto.

La afirmación de la procuradora Morales --quien durante el diálogo en Chapultepec pudo mirar la cara, el dolor y la indignación de familiares de víctimas realmente existentes-- ilustra con meridiana claridad la perversidad y mala fe de un gobierno que hace como que dialoga y reconforta a familiares de víctimas a las que en realidad no reconoce legalmente. Y como tampoco hay daños materiales ni pérdidas económicas, nadie está en condiciones de demandar legalmente al gobierno indemnización de ningún tipo. Ese es el alcance último de esa negación.

Si políticamente  todos esos muertos, las desapariciones forzadas y los "levantados" eran considerados por Calderón "daños colaterales", ahora venimos a saber, por voz de la PGR, que para efectos legales ni siquiera existen.

Si nos atenemos al concepto de víctima (persona que ha sufrido el menoscabo de sus derechos esenciales, o sus familiares y descendientes, cuando la víctima directa no sea capaz de reclamar sus derechos por haber sido muerta), entonces lo que la PGR intenta decirnos al negar legalmente el estatus de víctimas a los caídos, es que todos ellos son miembros del crimen organizado, pues no habrían muerto injustamente ni se habrían violado sus derechos, pues habrían fallecido en el ejercicio de su actividad ilegal, lo cual, en los hechos, equivale, otra vez, a criminalizarlos.

¿Qué acuerdos vinculantes (legalmente obligatorios) puede establecer el Movimiento por la Paz o cualquier otro con un gobierno que, por principio de cuentas, no reconoce la existencia jurídica de aquellos por los que se exige justicia? Es pregunta.

viernes, 1 de julio de 2011

Gatopardismo y biotecnología

La conclusión lampedusiana, "cambiar para que todo siga igual", alude a que toda modificación será cosmética, aparente, mientras no cambie la estructura sobre la que esté construida una determinada forma de vida, pues la estructura es la organización y operación que determina esa forma de vida, por lo cual ésta no puede nunca ser diferente ni distinta ni, por ende, producir resultados diferentes.

Un ejemplo biológico: si usted siembra granos de maíz invariablemente tendrá una planta de esa clase. Los granos pueden ser modificados mediante técnicas de biotecnología introduciendo en su estructura biológica  (aquello que lo hace ser maíz) genes que hagan el cultivo, por ejemplo, más resistentes a plagas, o que aceleren el proceso de maduración o para que las mazorcas resulten más grandes.

Al final del día --o de la cosecha-- estos cambios genéticos no alteran el hecho de que usted obtendrá siempre una planta de maíz y no una de aguacate, a menos que introduzca un cambio,  éste sí radical: que sustituya unas semillas por otras.

En la sociedad ocurre otro tanto. Es lugar común afirmar que México ya transitó a la democracia. Y sin embargo, persisten el autoritarismo gubernamental, la exclusión de los ciudadanos de las desiciones fundamentales, la desigualdad, la injusticia y la corrupción institucional, incluidas las prácticas que desvirtúan  eso que --dicen-- es el acto primigenio de la democracia: el derecho al voto.

Esto es así porque sólo cambiaron los contenidos, pero no la estructura; es decir, no cambió el patrón en el que los contenidos se insertan. Así, el cambio del PAN por el PRI en la presidencia de México, tras 70 años de hegemonía tricolor, fue una modificación de contenido.

El patrón en el que ese nuevo contenido (el gobierno de un partido diferente) se insertó, no varió un ápice. ¿Y cuál es ese patrón o estructura que permaneció intocada? En un sentido general, fue el sistema social mediante el que se organiza en el país el proceso de producción, distribución  y consumo de la riqueza material.

Ese sistema social es la madre que se desdobla en superestrcucturas conocidas, como el corporativismo y charrismo sindical, el caciquismo regenteado por los poderes locales (gobernadores), los acuerdos entre las élites políticas y las cúpulas empresariales, las políticas económicas y las estructuras simbólicas (imágenes, textos, palabras, relaciones de poder) que sirven para establecer y mantener las relaciones de dominación en la sociedad.

Mientras no se modifique esa estructura, digamos biológica, que hace que nuestra forma de vida y nuestra sociedad sean lo que son y no otra cosa, la alternancia de los partidos políticos en el gobierno, la "ciudadanización" de los organismos electorales --federales y estatales-- así como todo el entramado legal que no alcanza para impartir justicia, serán como los genes introducidos en nuestra planta de maíz.

Tendremos una nueva presentación, un nuevo contenido, pero el cuento seguirá siendo el mismo: pobreza, desempleo desigualdad, injusticia, depredación ambiental, pues nuestras estructuras no pueden generar sino eso, porque su esencia es el intercambio mercantil de la fuerza de trabajo, como condición de posibilidad de la apropiación del trabajo no pagado.

El otro camino es aquel acto sencillo, pero radical: sustituir nuestro maíz al que sólo le hacemos mejoras, por una semilla distinta, aquella que luego de ponernos de acuerdo en lo que queremos cosechar, nos conduzca efectivamente a ello.

Mientras no lo hagamos, continuaremos cosechando la misma planta, con nuevo envoltorio y presentación mejorada, pero igualmente deforme y decrépita.

martes, 28 de junio de 2011

Absurdos electorales

A ver: un servidor público en un puesto de elección popular ¿pierde su condición los fines de semana? El asunto viene a cuento por aquello de que los funcionarios gubernamentales sólo pueden acudir a actos proselitistas en días inhábiles, para evitar que incurran en el uso indebido de recursos públicos y violen los principios de imparcialidad y equidad.

El criterio es a todas luces disparatado y hasta risible porque asume que gobernantes como Marcelo Ebrard o Enrique Peña Nieto, se pueden desprender de su condición los fines de semana y acudir en apoyo, como lo han hecho, de sus correligionarios en otros estados.

¿Fueron electos para trabajar sólo de lunes a viernes? Ello implicaría que, como cualquier otro trabajador, podrían pasarse los fines de semana desentendidos de su oficina y sin emitir ninguna órden a nadie. Lo que a su vez supondría que en esos días habría un vacío de autoridad tanto en la ciudad de México como en el estado de México, donde ambos gobiernan.

Pero si los señores Ebrard y Peña Nieto utilizan celulares y otros medios que se les proveen para el desempeño de sus cargos para mantenerse en contacto o ser consultados, digamos por sus jefes policiacos, entonces implica que aun los fines de semana siguen siendo servidores públicos.

Imagine el lector que hubiera ocurrido una desgracia en en DF que requiriera la presencia del jefe de Gobierno, uno de esos domingos en que Ebrard se encontraba en Guerrero --despojado de su condición de gobernante, según este ridículo criterio-- apoyando la campaña al gobierno de la entidad de Ángel Aguirre Rivero.

Podrían ocurrir dos escenarios:

a) Notificado del hecho, Ebrard se desentiende de la emergencia y sigue en los mítines del guerrerense aduciendo que, puesto que se trata de un día inhábil, él no es en ese momento el gobernante capitalino.

b) Enterado del problema corre a una caseta telefónica, se despoja de su atuendo de ciudadano y vuela de regreso a la ciudad de México para, en su calidad de jefe de Gobierno dominical, atender el problema.

¿Se dan ustedes cuenta? En una interpretación que cabe, podría ser sancionado porque si elige regresar significa que acudía al mítin como jefe de Gobierno y no como ciudadano. Estaríamos como aquella paradoja del gato de Schroedinger, con que se ilustra la superposición de estados en la física cuántica.

Como se sabe, la materia y la energía pueden manifestarse, a la vez, como corpúsculos y como ondas, pues existen en una superposición de estados. Que se manifieste como uno o como otro depende de lo que sea en el momento en que es observada.

Así Ebrard. Si recibiera la llamada cuando en su superposición de estados, el momento corresponde al del ciudadano, entonces no regresa. Si la recibe cuando en su fluctuación se encuentra como jefe de Gobierno, entonces regresa y, en tal caso, podría ser sancionado por acudir como tal a un mitín de campaña. Ridículo ¿no creen?

Nadie sugiere que los gobernantes no tengan derecho a días o a horas de azueto. Pero eso es diferente a pretender que los fines de semana pueden desprenderse de su condición o a pensar ingenuamente que en esos días no utilizan recursos públicos.

Otro disparate semejante de nuestro sistema electoral se produce al pretender que los funcionarios o gobernantes pueden influir en las preferencias electorales cuando acuden a un mítin en días hábiles (de ahí la prohibición que se los impide) y no hacerlo cuando asisten en días inhábiles.

Véase la resolución que en 2009 emitió nuestro ínclito Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: "La condición de funcionarios públicos, en sí misma, no es suficiente para estimar que la simple asistencia de éstos en días inhábiles a eventos proselitistas, genera la inducción al voto del electorado en determinado sentido". Barroco, ¿no?

El problema que da lugar a estos subterfugios disparatados es la corrupción de nuestra clase política que a la menor provocación incurre en trampas de toda laya. Todos esos galimatías e interpretaciones que increpan a toda lógica se evitarían si simplemente nuestros actores políticos tuvieran educación, principios y auténtica vocación democrática. Punto.

domingo, 26 de junio de 2011

Eruviel Ávila: el fraude que viene

En el estado de México está por concretarse un fraude a la vista de todos. El próximo domingo 3 de julio habrá allí comicios para elegir gobernador y el candidato de la coalición Unidos por ti (PRI, Verde ecologista y Nueva Alianza), Eruviel Ávila Villegas, se perfila como el ganador.

Con un aparato estatal volcado subrepticiamente en labores de organizaciòn y acarreo del voto, y una bien organizada maquinaria para la compra de voluntades y sufragios operando en su favor, aceitado todo con un gasto millonario en imagen pública, pago de encuestas a modo, redes sociales, logistica, acarreo de simpatizantes y reparto de todo tipo de bienes, todo está listo para la consumación del fraude.

Y sin embargo, se hablará de un ejercicio democrático en el que con su voto "libre" y secreto, los ciudadanos habrán ejercicio su derecho al sufragio. No está mal.

El Instituto Estatal Electoral, encargado de organizar y cuidar la legalidad de la elección, avalará el fraude, pues los consejeros "ciudadanos" que lo integran son todos afines al gobernador priista en la entidad, Enrique Peña Nieto. Nada dirán de la evidente y colosal compra previa de votos, ni sobre el rebase en los gastos de campaña que ameritarían la descalificación del candidato oficial.

Si acaso, las mediciones respectivas iniciarán después de la elección y sus resultados se conocerán por lo menos seis meses después, cuando se hayan legitimado, por la vía de los hechos consumados, los resultados y cuando los electores ya ni se acuerden del asunto.

En tanto, las quejas y recursos legales de impugnación que logren elevarse hasta el tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), se toparán con la presidenta de este órgano, María del Carmen Alanís, otra reconocida peñanietista, quien ya dio claras muestras de su condición subordinada al exonerar al gobernador mexiquense por la difusión nacional de espots promocionales que, de acuerdo con la ley, sólo debían difundirse en el estado.

Con todos esos elementos extralegales en su favor y con todos los flancos cubiertos (autoridades estatales, el árbitro electoral y la compra y coacción de voluntades vía la ilegal recolección y registro de credenciales) Eruviel Ávila será el gobernador.

Se habrá consumado así un monumental fraude electoral y nadie podrá legalmente demostrar lo contrario, pues ninguna autoridad estará dispuesta a dar curso legal y el debido proceso a las pruebas que logren presentarse.

Con todo, hay una forma fácil y sencilla en que los mexiquenses podrían quitarse de encima toda esta red de complicidades tejida para manipular su voto: ejerciendo masivamente su libertad individual y no cruzando su boleta por el candidato oficial.

Para eso se requiere de una ciudadanía que no esté dispuesta a ser parte de los actos de corrupción que luego reprocha; de una ciudadanía inmune a la manipulación de los medios de comunicación; de una ciudadanía dispuesta a romper con la lógica clientelar: votar por quien me ofrece satisfactores inmediatos y no por quien se compromete a respetar los derechos.

Se precisa de una ciudadanía informada, educada y capaz de reconocer a quienes jamás representarán sus intereses por estar al servicio de sus enemigos históricos; una ciudadanía interesada genuinamente en la política como algo que afecta su vida cotidiana aunque no lo parezca; una ciudadanía alejada del fatalismo que mira todo como algo natural y eterno, del tipo: "todos son iguales", "siempre ganan los mismos"; o del cinismo: "estos por lo menos reparten".

Veremos si los ciudadanos del estado de México tienen esos atributos.

viernes, 24 de junio de 2011

Sicilia, Calderón y el diálogo


Quien quiera evaluar el resultado del diálogo efectuado ayer en el Alcázar del Castillo de Chapultepec entre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta y periodista Javier Sicilia, y Felipe Calderón, no tiene más que echar una mirada a la página editorial del diario Milenio.

Escriben allí quienes en estos días acaso representan mejor los intereses del establishment mexicano, en cuanto que están a cargo de la construcción de las formas simbólicas de dominación mediante las que gobiernan los verdaderos poderes de este país: el aparato propagandístico televisivo y los intereses económicos trasnacionales.

En efecto, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín y Héctor Aguilar Camín quedaron muy complacidos por los resultados del "diálogo" que tuvo lugar ayer. Lo que estos columnistas celebran sin decirlo es el tono descafeínado empleado por un movimiento que inició con una consigna inequívoca contra la violencia del Estado en su ineficaz combate al narcotráfico.

Lo que celebran es que el diálogo "entre el poeta y el político" haya permanecido en el terreno de la ética, de la espiritualidad, del simbolismo religioso, en el ámbito donde las exigencias de justicia pueden fácilmente devenir sensiblería para consumo de la galería.

Lo que a esos voceros de los poderes fácticos les interesa resaltar es la "civilidad" del diálogo que no exige nada, que no pone en peligro ni cuestiona las bases del sistema de dominación que regentean. "El mejor Calderón y el mejor Sicilia" titula casi eufórico Gómez Leyva. "El diálogo que sí fue", celebra por su parte Aguilar Camín. López Dóriga secunda: "Gracias al poeta".

En todos esos textos lo que se revela es, otra vez, el afán conciliador, el pulcro comportamiento de los demandantes de justicia, el reconocimiento de su dolor, la exigencia de atención a sus casos; y se destaca el talante "humano" mostrado por Calderón e incluso se llega a sugerir como afectuoso el abrazo final entre Sicilia y el ocupante de Los Pinos.

Esta vez no se catalogó al grupo opositor como "vociferante", extremista o maximalista o encabezado por un mesias de la redención o del dolor. No hubo necesidad. Era un grupo "light" que no llegó a Chapultepec a exigir cambios en el sistema de complicidades políticas y de negocios al amparo del poder en que abreva la clase política y que ha conducido a la degradación de las instituciones, imposibilitadas por ello de combatir con eficacia al crimen organizado.

Tampoco vinieron a plantear revoluciones educativas, ni cambios en el modelo económico que deja en la indigencia a nuestros jóvenes por la falta de oportunidades laborales. Nada de eso.

Por ello no merecieron denostación ni condena por parte de los medios. Al revés: la ocasión fue aprovechada para elaborar discursos ejemplarizantes, donde la abundancia de adjetivos oculta sin rubor el vacío de resultados: "encuentro excepcional, dramático y conmovedor"; "discusión genuina, a la vez profunda y clara"; "experiencia pedagógica y conmovedora".

La lección al calce es inmediata: así se dialoga en la democracia neoliberal, sin estridencias, sin exigencias que pongan en riesgo la continuidad del sistema, sin querer ganarlo todo, sin exabruptos que exigen renuncias o revocaciones del mandato. Todo con la tersura que da la espiritualidad.

Lo que el encuentro de ayer reveló ya sin ambages fue el carácter del movimiento encabezado por Sicilia: se trata exclusivamente de una demanda por justicia y atención a las víctimas. Se trata de que el Estado repare el daño que en términos de dolor y sufrimiento ha infringido a miles de hogares y familias en todo el país. Se trata de que los gobernantes asuman la dimensión ética del problema, que acepten y asuman públicamente sus culpas por cada muerte, por cada desaparecido, por cada levantado.

La duda que queda es si esos objetivos parten de una caracterización adecuada del origen del problema y de sus verdaderas soluciones. La euforia de los comentaristas de Milenio-Televisa, parecn confirmar que no.