Es bien sabida la red de protección informativa que tiende Televisa en favor de quien en México encabeza la pirámide del poder formal: el presidente de la república. Esa protección se traduce en términos prácticos en una operación de desinformación en contra de una vasta porción de televidentes que tienen a ese como el único medio de relación con el mundo.
En televisa se puede criticar a diputados y senadores, gobernadores, partidos políticos, líderes sindicales, pero nunca al Presidente, acaso porque su figura encarna el gran acuerdo de gobernabilidad conformado por todo el entramado de intereses, privilegios, impunidades y corruptelas tejidos alrededor de los poderes fácticos y el grupo hegemónico del que forman parte y que en conjunto se conoce como sistema político.
El tácito acuerdo pactado por quienes mandan en el país de mantener intocada la figura presidencial se cumple diariamente en los noticieros del duopolio televisivo (que incluye a TV Azteca) y notoriamente en el espacio nocturno de Joaquín López Dóriga.
Las revelaciones de Wikileaks de miles de despachos de la diplomacia estadounidense, dadas a conocer el pasado mes de noviembre han incluido algunas notas sobre México. Ninguna de esos contenidos ha sido formalmente desmentido ni por la cancillería de EUA ni por los funcionarios mexicanos involucrados, incluido el propio Felipe Calderón.
Lo que revelan esas filtraciones son datos duros, hechos noticiosos que sin embargo no han sido valorados como tales por Televisa que no los ha dado a conocer en su noticiero estrella.
El auditorio de la televisora no sabrá que Calderón, contraviniendo lo dispuesto por la Constitución, solicitó la intervención extranjera (EUA) para pacificar Ciudad Juárez, Chihuahua. Tampoco sabrá que al asumir como jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton solicitó informes sobre cómo afecta el nivel de estrés las decisiones de Calderón o si éste era un hopmbre de ideas o un simple burócrata.
Tampoco sabrán el modo como Calderón conspira junto con EUA en contra de algunos regímenes de latinoamérica o que su guerra contra el narcotráfico adolece de un aparato de inteligencia confiable, por lo que no su acción es ineficaz y casi siempre tardía.
Nada de eso existe porque la consigna es proteger a Calderón, blindarlo porque esos consorcios saben que al hacerlo se blindan ellos mismos y sus negocios.
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