jueves, 22 de abril de 2010

Entre el oficio y el desmadre/I


 Ofrecemos a quienes visitan este Contadero, un texto enviado por el escritor y periodista Ramón Martínez de Velasco (ramavel@hotmail.com)


“Yo no quiero causar sensación/sólo hablo de mi generación”: The Who.

La materia gris no se crea ni se destruye, sólo se trastorna.
Un aviso a tiempo, por si algún “periodista” o “reportero” le pregunta a usted sobre mis trastornos pasados y presentes.

Algo muy común en el gremio y, claro, en una sociedad de cínicos, en donde tanta gentuza desquiciada y prejuiciosa se presenta ante sí misma, y ante “el amable auditorio”, como “persona normal”, como “gente bien”, como “la buena onda”.

Tenía razón Nietzsche, mi filósofo de cabecera: “los inteligentes son insoportables”. También nuestro Juan Rulfo, cuando decidió mandar todo al carajo.

Sobre mí, por si hace falta, me gustaría un retrato como el que hizo Emile Bouvier sobre Jacques Vaché: “No estaba loco en absoluto, pero no por ello dejaban sus acciones de ser desconcertantes. Por ejemplo, en la mañana estaba hospitalizado, en la tarde descargaba carbón en los muelles, y en la noche recorría los cafés y los cinemas. Nunca decía hola o adiós, y no hacía el menor caso de las cartas. No reconocía a sus amigos de un día para otro”.

Pero hasta ahora, he de admitirlo, la negra cueva de la psique me ha negado alcanzar esa beatitud.
Estuve cerca, eso sí.

Para mediados de los años 80 (del siglo XX, como siempre aclaran algunos pedantes) me fui a trabajar con la campesinada a Maravatío, Michoacán, huyendo de la academia. Con el dinero acumulado me largué a vivir a Mexicali, Baja California, huyendo de la loquera.

Y es que antes de partir hacia aquella ciudad, hoy desconocida para mí, toqué fondo.
Mi meta era ser “licenciado en periodismo”, pero algunos de mis maestros en la gran UNAM me llevaron hacia otras lecturas, o hacia la bohemia y la tertulia.

De ahí salté al alcohol y a los alucinógenos. Tal cual se lee. Sin sentimientos de culpa ni hipocresía. Todo lo contrario, pues aquella fue una etapa fundamental en mi vida.

Entre la lectura y el vicio, con Willian Burroughs aprendí la ecuación de la droga: “La droga no es, como el alcohol o la yerba, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no es un estimulante. Es un modo de vivir”. El autor de Yonqui vivió en la ciudad de México y deambuló por su Centro Histórico en busca de “pinchazos”. Si ya su escritura era, en sí misma, una adicción, sus pasos perdidos por la macrópolis me guiaron hacia mi espejo, en donde, cual debe ser, pude observar a mi pálida sombra.

De la ciudad en donde nací, crecí y me embrutecí, el azar y la necesidad me llevaron a trabajar en dos diarios bajacalifornianos: La Voz de la Frontera y El Centinela. Fui corrector de galeras --así nos llamaban-- porque otro de mis escritores de cabecera, Henry Miller, lo fue. De él aprendí que “siempre hay dos caminos a tomar: uno, de regreso hacia el confort y la seguridad de la muerte; el otro, hacia ninguna parte”. También él se otorgó el privilegio de residir en la ciudad de México.

Llegué a la hermosa Mexicali, hoy flor marchita, de la mano de Fernando Jordán, “biógrafo” de la Baja California y autor de “El otro México”. Pisé esas tierras con otras intenciones, pero al segundo día era ya corrector de galeras, y a la semana conocí a la única “cachanilla” que me interesó conocer.

Ya metido, otra vez, en el mundillo del periodismo, quise experimentar el testimonio de Miller sobre lo que, para él, es una mesa de redacción. Para mi buena suerte me topé con ambientes semejantes a los que él describe en su “Trópico de cáncer” y, por supuesto, con bebedores y alcohólicos que me arrastraron hacia el famoso “Gato negro”, enclavado en la zona de tolerancia de Mexicali, descrita, de un modo u otro, por Fernando Jordán, y olvidada por el escritor tijuanense Federico Campbell.

domingo, 18 de abril de 2010

Calderón: daños colaterales.


A Felipe Calderón le parecen mínimos los asesinatos de civiles perpetrados por el ejército o por presuntas bandas criminales en lo que muchos consideran su "guerra contra el narco". Es natural. Está en su papel de justificar esa estrategia.

Sólo que lo hace a despecho del dolor y la tragedia que cada una de esas vidas ha significado para sus respectivas familias. Como el taxista, o la madre y sus dos hijos menores quienes volvían del colegio el pasado viernes 16 de abril en Acapulco, y que murieron sólo por estar en "el lugar y la hora equivocados".

Lo chocante de esta última frase, ya un lugar común, caza muy bien con la indiferencia gubernamental hacia esas víctimas. Y esa indiferencia proviene de quienes dicen defender y respetar la vida y se oponen al aborto en las primeras semanas de gestación. En este como en otros temas, la hipocrecía de la derecha queda, de nuevo, al descubierto.

El ruletero abatido en Acapulco había vuelto de Estados Unidos y comprado un taxi, para mantener a sus cuatro hermanas. ¿Y ahora? La vida y el destino de esa familia cambió en un instante. A ellos nadie de la presidencia les ha llamado. Menos tendrán un resarcimiento económico por esa muerte repentina.

Es el mismo caso de los 16 estudiantes asesinados el 31 de enero en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, o el de los dos estudiantes del Tec de Monterrey, muertos por el ejército y negado su deceso durante las primas horas en una clara maniobra por ocultar el hecho (aún ahora todavía los militares no entregan los videos que con una ingenuidad pasmosa, entregó la institución a la entidad castrense).

O el asesinato de Bryan y Martín Almanza Salazar, de cinco y nueve años respectivamente, quienes fueron baleados el 3 de abril por soldados en una carretera de Tamaulipas, cuando viajaban con sus padres y otros familiares para pasar unos días de vacaciones en la playa.

Cada una de esas vidas truncadas prematuramente constituyen un drama familiar de incalculable sufrimiento. Pero para Calderón son sólo unos cuantos. Los pequeños Bryan y Martín cuentan sólo por dos en la estadística oficial. El taxista de Acapulco es, para su desgracia, sólo uno. Y la suma completa no llega a cinco por ciento, afirma orgulloso el michoacano.

Esas declaraciones desnudan el carácter cosmético de las condolencias oficiales. Salvo en los casos en que ha debido acudir personalmente para subsanar errores políticos previos y porque la presión de la opinión pública así lo obligaba, Calderón no se presenta en otros funerales, señaladamente en los que incluyen a gente pobre.

En tales casos su esposa, Margarita Zavala, se encarga de cubrir el expediente, pues literalmente eso representan para Los Pinos esas muertes: un expediente, una cifra...Quizá Calderón crea que la presencia de su esposa es más "amable" para los deudos. Pero ella no se robó...perdón, ella no fue electa como presidente y no tiene ninguna responsabilidad política, menos ninguna representatividad.

En todo caso el panista deja al descubierto su talante machista: que las mujeres se encarguen de los asuntos sensibleros, de consolar a las madres de los caídos, ellas, como madres, se entenderán mejor. Eso les toca.

Se dirá que Calderón no podría asistir cada vez que sus tropas o las de los delincuentes abaten a un civil. Es cierto, aunque ya se dice con sorna que bien podría hacerlo, pues dado el desorden generalizado que priva en el país, no se ve que tenga alguna otra ocupación productiva.

Eso de minimizar a los civiles caídos es una muestra más de que el panismo no gobierna para los mexicanos, sino con arreglo a otros intereses que ya hemos descrito en una entrega anterior. Lo malo es que el asunto sólo se ve en términos de quien va ganando o perdiendo esta guerra.

Una encuesta publicada durante la semana por Roy Campos muestra que, si bien por un pequeño porcentaje, la mayoría de la población cree que el gobierno va perdiendo esta guerra.

Esa percepción es, sin embargo, genial para el stablishment mexicano, pues da cuenta de que la población todavía no se percata de que, en realidad, quienes vamos perdiendo somos los ciudadanos.

Y si no pregúntenle a los familiares de los fallecidos.

¡Hasta la próxima!

sábado, 17 de abril de 2010

Narcotráfico y proyecto hegemónico



La crisis económica, política, laboral, educativa, de seguridad y de derechos humanos que se vive en México es resultado del proceso de suplantación del poder del Estado por el poder de las corporaciones. En último término, de eso se trataba el proceso globalizador y la ideología neoliberal consustancial a él.

Los poderes constitucionales están en vías de ser suplantados por los poderes fácticos mediante un proceso que en México se ha desarrollado en dos vías: el ya conocido adelgazamiento del sector público iniciado en el sexenio de Miguel de la Madrid y profundizado en los dos siguientes de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, a través de procesos privatizadores signados por la corrupción, en favor de la oligarquía financiera local y trasnacional.

La otra vía ha sido la cooptación, por parte del bloque dominante de poder, de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, para establecer un bipartidismo que asegure la rotación del mando entre fracciones del propio bloque, sin riesgo de rupturas mayores, salvo las que se produzcan por el interés de cada fracción de usufructuar el poder sexenal delegado por las corporaciones.

La izquierda habría sido neutralizada con el control del aparato político del Partido de la Revolución Democrática (PRD) --entregado por el gobierno, a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación-- a una caterva de políticos menores, pero deseosos de aparacer ante el bloque dominante como garantía de continuidad para sus intereses económicos, al abandonar cualquier tipo de aspiración al cambio y presentándose como una izquierda "moderna y bien portada", cuya mayor y más reciente prueba de capitulación, la constituyen las alianzas electorales con el partido de la derecha.

En ese esquema el narcotráfico constituye una industria de acumulación capitalista, paralela, encubierta y alentada por grandes corporaciones financieras internacionales, desde donde se dictan estrategias, se maneja la logística, se trazan rutas y se imponen jefes-parapeto que luego son elevados a la condición de capos más buscados, pero a fin de cuentas prescindibles, como lo ilustra esa frase que Ismael "el mayo" Zambada le soltó a don Julio Scherer: "Si me atrapan o me matan...nada cambia".

La derrama multimillonaria proveniente del tráfico de estupefacientes --que de acuerdo con la dirección ejecutiva de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito deja ganancias anuales por 350 mil millones de dólares-- beneficia desde sicarios reclutados entre vastas porciones de jóvenes, a quienes el modelo económico cancela sus posibilidades de desarrollo marginándolos de la educación superior y del mercado de trabajo formal, hasta gobiernos, a través de empresas que financian proyectos de infraestructura y, desde luego, campañas políticas.

Un dato serviría para verificar lo anterior: el tráfico ilegal de armas en la frontera México-Estados Unidos sería impensable sin la corrupción y la red de complicidades que propician esas corporaciones en ambos lados.

Así, de muchas formas el narcotráfico favorece el proyecto hegemónico mundial --cuyas líneas siguen siendo en lo fundamental el supuestamente enterrado Consenso de Washington-- ya sea como forma de control social de quienes incurren en adicciones como una vía de escape ante las insoportables condiciones de vida, y que de otro modo estarían exigiendo derechos en las calles, ya como generador de ganancias exorbitantes que aceitan el funcionamiento del sistema.

Ese carácter del narcotráfico de industria ligada a los intereses financieros de las grandes corporaciones que han impuesto su hegemonía política, económica y, desde luego, ideológica, hace impensable, en tales condiciones, su combate y exterminio.

De ahí la impostura de Felipe Calderón. El gran engaño a la sociedad mexicana es haberle hecho creer que el problema del narco se reducía a unos individuos desalmados que solitos se organizaron en cárteles para envenenar con enervantes a nuestra juventud.

Y a los que, por ende, se podía combatir en unos cuantos meses con la fuerza del ejército. Congruente con esta engañifa, Calderón desplegó una campaña militar contra tales cabecillas, en vez de hacerlo para desarticular las redes y flujos de financiamiento y lavado de dinero, que les permiten a aquellos operar con amplios recursos logísticos, de inteligencia, de armamento, comunicaciones y financieros.

No obstante, aun en esa guerra menor ha sido ineficaz, como lo muestra la pérdida del control de varias plazas del norte, noreste y occidente de México, donde esas bandas han desnudado la torpeza e impericia, sean naturales o inducidos-- del combate oficial.

Ese modo tramposo de encarar el problema del narcotráfico dio a Calderón la coartada perfecta para un doble propósito: obtener la legitimidad que él sabe que no consiguió en las urnas, y militarizar al país como una forma de socavar e inhibir la protesta social que amenazaba con desbordarse, dado el carácter antipopular del proyecto hegemónico que representa.

En ese marco, se entinde que para él y los oficiales que lo arropan la muerte de civiles que se "cruzan por las líneas de fuego", aunque en realidad se trate de asesinatos atribuibles al propio ejército, sean considerados con el avieso eufemismo de "daños colaterales", término de cuestionable aplicación en una guerra, e inaceptable como minimización de daños en tiroteos que no alcanzan aquella jerarquía bélica.

En realidad, los civiles (entre ellos estudiantes y menores de edad) muertos en enfrentamientos entre bandas, o entre éstas y el ejército o por el ejército mismo, según varias evidencias, no son víctimas del esfuerzo gubernamental por salvar al país de ese flagelo, sino víctimas de una estrategia de legitimación personal y de una guerra sucia que, a diferencia de la desplegada por el gobierno en los años 70 del siglo pasado, se permite asesinar abiertamente porque tiene la coartada de una misión mesiánica: combatir al narco, aunque en realidad se trate de legitimar a una persona y de acciones de contrainsurgencia que buscan apuntalar un proyecto hegemónico global.

¡Hasta la próxima!

martes, 13 de abril de 2010

Ejército asesino

El ejército mexicano asesinó el 3 de abril a dos niños en la carretera Ribereña de Tamaulipas. El desgarrador relato de la madre de esos pequeños, Cyntia Salazar, no deja lugar a dudas. Los asesinaron. No hay otro término para describir el hecho.

Los Almanza Salazar pasarían unos días en la playa, en Matamoros. La troca en que viajaban incluía entre sus pasajeros a los cinco hijos de la familia, el hermano de Cyntia y un bebé de tres meses, hijo del matrimonio Rangel. De acuerdo con el relato de Cyntia Salazar, al ver el retén militar y sabedores de cómo hay que actuar en tales casos disminuyeron la velocidad y bajaron los cristales de la camioneta para que vieran que viajaba allí una familia con niños.

Circularon despacio frente al retén sin que ningún soldado les hiciera alguna indicación. Apenas superado el punto, los militares balearon el vehículo, Así, sin razón, sin lógica, a mansalva. La lluvia de balas alcanzó a dos hijos del matrimonio Almanza Salazar: Bryan de cinco años y Martín de nueve. El primero murió en brazos de su madre.

Ésta ha dicho que todos corrieron hacia el monte para resguardarse de las balas: "Y ni modo que no vieran el corredero de niños, ellos seguían disparando". Al cabo de un rato cesó la trágica cacería.

Debieron transcurrir cinco largos días para que el 8 de abril la Secretaría de Gobernación emitiera el boletín No. 156-08/04/2010, el cual miente desde el título: "Comunicado sobre las agresiones ocurridas a militares en Tamaulipas el fin de semana pasado".

A la luz del relato de Cyntia Salazar, ese texto resulta valiosísimo porque revela el modus operandi del llamado gobierno de la república para encubrir los asesinatos de las fuerzas armadas y manipular a la opinión pública.

En ese boletín el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, dice que los militares se encontraban en el lugar de los hechos porque recibieron información de que hubo un enfrentamiento entre presuntos delincuentes, pero que al llegar allí fueron atacados "por un grupo de sujetos armados (y que) repelieron la agresión".

Y añade: "Derivado de los enfrentamientos, en la secuencia de estas agresiones, fallecieron dos menores: Bryan Almanza Salazar, de cinco años de edad, y Martín Almanza Salazar, de nueve años de edad".

En lo que parece una maniobra discursiva para torcer la realidad, Gómez Mont se apresura a reseñar el arsenal que, según él, se aseguró tras el enfrentamiento, si bien estamos obligados a pensar que los agresores abandonaron sus armas --entre las que figuraban dos proyectiles para lanza-cohetes y más de cinco mil cartuchos de diferentes calibres-- porque no se refiere que se haya apresado a nadie. Tampoco hay evidencia fotográfica o fílmica, como se estila para presumir los presuntos triunfos, de esas armas.

Interesado en que se crea su versión, el Secretario remata esta parte afirmando que: "Es decir, este sólo hecho (se refiere al aseguramiento de armas) acredita en qué contexto de agresión, violencia y fuerza se estaban dando estos hechos".

Enseguida, vienen más de 10 párrafos de palabraría vacía, más encaminados a minimizar y cubrir con "paja" el asunto principal que es la muerte de los dos menores, que a brindar información útil para la ciudadanía.

En este, como en otros casos el objetivo último es proteger a los militares, pues se recurre exactamente a la misma coartada empleada para evadir la probable responsabilidad del ejército en el asesinato de los dos estudiantes del "Tec" de Monterrey y en los que ha documentado Human Right Watch.

Estamos claramente ante un gobierno asesino, que atropella las garantías individuales y los derechos humanos en la más completa impunidad, pues el comunicado mentiroso de Gómez Mont equivale, en los hechos, a una exculpación anticipada de los militares que asesinaron a estos dos menores.

Todavía este martes 13 de abril el secretario de Gobernación ha dicho, en respuesta al asunto de la familia Almanza Salazar, que habrá una reconstrucción de hechos porque las cosas se ven diferentes desde dentro de una camioneta y desde afuera.

Siguiendo su extraña lógica podría respondérsele que también las cosas se ven distintas cuando te han asesinado a dos hijos en un retén militar, que cuando tratas de encubrir a los asesinos.


¡Hasta la próxima!

lunes, 12 de abril de 2010

Iglesia canalla


 Con un ánimo altanero y condenatorio, distanciadísimo del testimonio de salvación y humildad que pregona, la Arquidiócesis de México afirmó que quienes vaticinan el inminente fin de la Iglesia morirán antes de ver cumplidos "sus malévolos deseos", pues la institución "sigue siendo la gran propuesta para la renovación de la humanidad".

Resulta curioso comprobar el uso acomodaticio que los prelados mexicanos dan a la muerte. De acuerdo con su evangelio, ésta no es más que el paso necesario para la salvación eterna, pues como todas las religiones, su oferta principal es esa: la resurrección cuyo símbolo mayor es el sacrificio del crucificado.

Menos piadosa que el credo que dice profesar, la jerarquía católica mexicana esgrime la muerte como castigo
contra aquellos que se han empeñado en investigar y dar a la luz pública los casos de pederastía en que han incurrido sus ministros del culto --hay tres mil acusaciones en los últimos 50 años, según ha reconocido el propio Vaticano-- así como el encubrimiento cómplice que, de acuerdo con múltiples indicios, alcanza a Juan Pablo II a punto de ser elevado a los altares, y al propio Papa Ratzinger.

En el editorial de su órgano de información semanal Desde la fe, que imprime Mario Vázquez Raña y se distribuye los domingos mediante los diarios de la Organización Editorial Mexicana de la que aquél es propietario, la Arquidiócesis se queja de que todos los medios de comunicación arrojan la piedra sin conmiseración contra una iglesia pecadora, en un linchamiento social sin derecho a juicio, sin oportunidad de réplica, sin ninguna concesión, sin distinguir en absoluto a los culpables de los inocentes.

Ese tipo de admoniciones muestran la hipocrecía de los actos de contricción de Benedicto XVI y aquí de Norberto Rivera Carrera en relación con la pedofilia practicada y encubierta por ellos mismos de diversos sacerdotes. Pese al daño que han causado en las vidas de quienes fueron abusados, la Iglesia cree que es bastante con reconocer tardíamente esos atropellos, sin ningún tipo de resarcimiento y que todo debería quedar ahí.

La persecusión de que se dice víctima, no es más que el ánimo social, manifiesto en muchas partes del mundo, por llegar a los culpables, terminar con años de impunidad, encubrimiento y complicidad en los que, ahora se sabe, incurrieron también los más altos dignatarios de la jerarquía católica, incluido el actual Papa.

No se trata de montar hogueras o procesos inquisidores, como se queja la Iglesia, se trata de que los culpables y sus encubridores enfrenten no sólo el retiro eclesiástico sino las penas civiles que a sus crímenes correspondan. 

Lo contrario, sería seguir solapando a quienes sin piedad destruyeron vidas, almas y denigraron espíritus, Eso sería una canallada.

¡Hasta la próxima!

viernes, 12 de marzo de 2010

Calderón y Mr. Hyde



Como si se tratara de una malísima versión mexicana de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde --la novela de Stevenson que ilustra la psicopatología correspondiente a un desdoblamiento de personalidad-- Felipe Calderón llamó este jueves a los políticos a no denigrar su actividad, y "se declaró preocupado por los niveles de recriminación, descalificación y ofensa alcanzados...", (La Jornada, 12 de marzo, p.5).

Abundó: "La descalificación irracional a nada conduce. La denostación, la ofensa, simple y sencillamente empobrece (sic) la vida pública de México y aleja, con toda razón, a los ciudadanos de la vida pública, porque va agrandando el descrédito de la política".

Esa declaración la pudo haber hecho cualquier ciudadano y tendría razón. En boca del michoacano, sin embargo, es un tramposo intento por distanciarse y desmarcarse de un episodio del que él mismo es protagonista principalísimo, pues fue él quien urdió el pacto PRI-PAN que trataba de evitarle dolores de cabeza aliancistas al gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, a cambio de aumentar los impuestos a los ciudadanos.

La impericia y la desaseada práctica política con que condujo posteriormente el asunto desembocó en la quema de dos de sus principales operadores (Fernando Gómez Mont y César Nava), aunque ellos mismos cooperaron con su dósis de ineptitud, y en los zafarranchos verbales ocurridos esta semana en San Lázaro, de los que ahora dice lamentarse, como si se tratara de una persona ajena por completo a la escaramuza, una especie de Dr. Jekyll que regresara a su condición "honorable" tras haber actuado alevosamente mientras estaba transformado en Mr. Hyde.


Operador tras bambalinas de ese acuerdo, primero negado, vuelto a negar y finalmente reconocido vergonzosamente, Calderón pretende ahora hacer creer al respetable que él y su investidura se mantienen ajenos al lodazal que ahora condena para enseguida formular llamados a la racionalidad y el buen comportamiento, situado él desde un hipotético e inmaculado Olimpo.

Y ya entrado en gastos, aprovecha el viaje para decir que por esos malos políticos revoltosos que denostan y ofenden --recuérdese que los priistas le recordaron que gracias a ellos se sentó en la silla, dada su condición de espurio-- es preciso aprobar su iniciativa de reforma política para que los ciudadanos los controlen y no sigan denigrando la política.

Si Vicente Fox era un bipolar, como nos lo vino a confirmar --tardíamente--el propio Vaticano; ahora Calderón se revela como alguien con una personalidad desdoblada. Ah! las patologías del panismo.

¡Hasta la próxima!

martes, 9 de marzo de 2010

Operación Peña Nieto


Los enredos políticos protagonizados estos días por los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) muestran la visión patrimonialista del poder que campea en nuestra clase política --esa que les permite disponer de los recursos públicos y ofrecerlos como moneda de cambio en acuerdos electorales--, pero sobre todo, han hecho evidente una cosa:

La vasta operación política puesta en marcha desde hace meses por el gran capital --con Televisa como cabeza visible de un conglomerado de empresas, capitales e intereses que conforman el verdadero bloque hegemónico de poder--  para ganar la presidencia en 2012, a través del gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto.

Poderes fácticos

PRI y PAN han sido cooptados por ese bloque y convertidos en los operadores políticos que procesan y gestionan los intereses del gran capital en la esfera pública. Si esa operación se concreta, lo que veremos es ni más ni menos que la sustitución de los poderes constitucionales por los poderes fácticos. Esa es la batalla de esta hora.

Los debates de los meses recientes constituyen las pequeñas batallas que ese bloque hegemónico está librando contra una parte de la sociedad, con el propósito de ir ganando posiciones para su proyecto de cara a lo que estiman que será su próximo gobierno.

El proyecto de la derecha

En ese marco deben situarse, por ejemplo, la alianza PRI-PAN para penalizar a las mujeres que abortan en 18 estados de la república; la férrea oposición de los sectores más reaccionarios de la sociedad --léase la Iglesia-- en contra de los derechos de la comunidad lésbico-gay; la controversia constitucional interpuesta por el gobierno de Calderón en contra de matrimonios entre personas del mismo sexo, acción con la que ha exhibido una interpretación ideológica y religiosa del artículo 4o. constitucional para torcer la interpretación de lo que debe ser una familia con lo cual ha hecho saber a esos sectores reaccionarios qué el gobierno está de su lado.

Otras muestras de ese proyecto de la derecha encaminado a sojuzgar aún más a la sociedad son las pretendidas reformas laboral, política y de seguridad nacional. La primera brinda todas las ventajas al capital para conculcar los derechos de huelga, de libre asociación y de estabilidad en el empleo.

La reforma política, en tanto, es una mascarada que se monta y alienta en el desprestigio de la política, no para dar más libertad y control a los ciudadanos, como engañosamente se afirma, sino para debilitar la división de poderes y eliminar los contrapesos que impiden una presidencia casi imperial, todo con el pretexto de que la pluralidad impide la gobernabilidad y los acuerdos para la modernización del país.

La iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional enviada por Calderón al Congreso en abril del año pasado es otro flanco en la ofensiva de la derecha encaminada al control social y a la criminalización de los movimientos sociales disidentes.

Arropada en el pretexto de los peligros que entraña el narcotráfico y el crimen organizado, introdujo una figura jurídica denominada "Declaración de existencia de una afectación a la seguridad interior", con el fin de permitir la participación de las fuerzas armadas y otras instancias de seguridad del Estado para enfrentar actos que afecten la seguridad interior, como la sublevación en una entidad federativa.

Aguilar Camín y los intelectuales

Como todo proyecto político, éste también tiene una veta intelectual, cuya función es darle legitimidad frente a la sociedad, mediante una operación ideológica que consiste en justificar las principales tesis: en este caso, la extinción de los monopolios --considerados no los privados, sino los servicios a cargo del Estado, como la educación y la salud-- y la subordinación económica hacia los Estados Unidos.

Ese trabajo ideológico habría sido encomendado por Carlos Salinas de Gortari --quien evidentemente juega en el equipo de Peña Nieto, como lo muestra la nueva evidencia que reveló el presidente del Senado, Carlos Navarrete, al acusar al ex presidente de interceder para que se reuniera con el mexiquense--  a Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda, entre otros.

Quien quiera abundar en la lista, no tiene más que revisar la relación de "los abajo firmantes" que suscribieron esa entelequia titulada "No a la generación del No". Mediante ese documento, pero sobre todo, mediante el texto denominado "Un futuro para México", publicado inicialmente en la revista Nexos de noviembre y ahora convertido en libro, esos intelectuales orgánicos están presionando en favor del actual proyecto de la derecha.

Todo lo anterior constituye un bien organizado diseño encaminado a configurar un proyecto de gobierno que el grupo hegemónico ha decidido entregar para su administración a Enrique Peña Nieto. Eso es lo que representa el gobernador mexiquense.

En ese marco, el pacto que firmaron César Nava, Beatriz Paredes, Fernando Gómez Mont y el representante del mexiquense, es sólo una muestra de cómo se ha decidido arropar esa candidatura. Que fue mal operado y que dejó ver los hilos de la operación más general que está detrás, eso es algo que los priistas atribuyen a la inexperiencia y torpeza de los panistas.

En todo caso, Calderón y los suyos no se resignan a dejar el poder que les fue entregado merced a que la corrupción priista de fines de los 90 ponía en peligro la continuidad del proyecto hegemónico. Ahora es el michoacano y el panismo quienes ponen en riesgo ese diseño. Por eso los poderes fácticos han decidido que en 2012 debe ser sustituido y así será.

Pero el PRI no es monolítico y ahí otros grupos, como el del senador Manlio Fabio Beltrones están dispuestos a dar la pelea por ser ellos quienes den vida a la nueva etapa. Eso explica la corriente de opinión que quiere aprovechar el episodio del acuerdo descubierto para debilitar al grupo del Estado de México pidiendo la cabeza de Paredes, evidenciada como alfil del mexiquense. 

Así, con todo lo deleznable que el affair del acuerdo puso al descubierto, respecto del talante ético de los políticos involucrados, lo más grave para la República y sus libertades es la operación gansteril que está en marcha para mantener secuestrado al país y hacer del 2012 una elección decidida desde ahora.

martes, 2 de marzo de 2010

Guarderías: el Informe SCJN

Es difícil encontrar un documento tan contundente por la pertinencia de su metodología, lo inequívoco de las pruebas y por la claridad de sus conclusiones como el Informe preeliminar de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el caso de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, en la que perdieron la vida 49 niños y otros 75 resultaron dañados.

Y sin embargo, los principales responsables de la tragedia, el ex director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Juan Molinar Horcasitas y el ex gobernador de la entidad, Eduardo Bours Castello, siguen ahí, impunes y defendiéndose, en el caso del hoy secretario de Comunicaciones y Transportes, con las justificaciones más insólitas.

En cualquier democracia que lo fuera realmente, Molinar sería a esta hora un secretario cesado fulminantemente primero, por la responsabilidad política que le corresponde en las omisiones e irregularidades que condujeron a aquella tragedia y, segundo, para enfrentar la acción penal correspondiente.

Pero estamos en México, donde es seguro que ninguno de las dos consecuencias mencionadas ocurran. Como tampoco ocurrió nada en otros casos igualmente documentados. En efecto, con ser una investigación rigurosa la que ha presentado la Corte en relación con las guarderías, no ha sido la única.

Similares textos se produjeron tras la investigación de los hechos en los casos de Lydia Cacho, el gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz y en el caso de las violaciones de derechos en Atenco, en el que se mencionó expresamente la responsabilidad del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto.

Y sin embargo nada pasó entonces ni ocurrirá ahora, entre otras razones por lo que dijo Miguel De la Madrid a Carmen Aristegui en aquella entrevista ya legendaria: la impunidad es el aceite que alimenta nuestro sistema político.

Este episodio, sin embargo, añadirá a Felipe Calderón otra descalificación política. A su impugnado origen ha ido sumando la ilegitimidad que deviene de un quehacer político desaseado, mentiroso e ineficaz. Su bandera de la transparencia y rendición de cuentas quedará también hecha jirones al cabo de este episodio.

En todo caso sigue perdiendo oportunidades para legitimarse en función de un compromiso con la legalidad. En vez de eso, cada día se forma en las filas de la ilegalidad y la impunidad. El suyo será, desde ya puede afirmarse, no sólo un gobierno ilegítimo y fallido, también uno de los más corruptos de que se tenga memoria.

¡Hasta la próxima! 

lunes, 1 de marzo de 2010

Todos somos Juárez: maniobra para el olvido


El programa gubernamental "Todos somos Juárez" instituido para "reconstruir el tejido social" --como eufemísticamente se denomina al hecho de haber perdido el gobierno el control de la plaza, ahora en poder del crimen organizado-- está condenado al fracaso.

Primero, porque está en manos de un gobierno de incapaces. Segundo, porque deja intacta la raíz del problema: el modelo económico neoliberal que ha cancelado la capilaridad social vía la educación, que es incapaz de generar empleos y que lanza a la informalidad a millones de jóvenes que cada año se incorporan a la población económicamente activa (actualmente 18 millones de trabajadores no tienen prestaciones y 13 millomes más laboran sin contrato).

El programa --cuya denominación es una lamentable adaptación del grito de guerra de los zapatistas que hasta en eso deja ver la falta de imaginación gubernamental-- incluye inversiones millonarias en nuevos espacios educativos.

O sea ¿alguien cree que los jóvenes ya embaucados por el narco o por las adicciones las abandonarán sólo porque ya habrá lugares disponibles en los nuevos espacios educativos? ¿o que quienes están por incorporarse al crimen organizado desistirán ante semejante oferta educativa?

¿Y después? Suponiendo sin conceder que se logre arrancar a los jóvenes de las manos de las adicciones o de los empleos que les ofrece el narcotráfico para mejor regresar a las aulas ¿qué harán cuando terminen sus estudios y encuentren un mercado laboral deprimido que no tiene plazas para ellos y un mercado interno sin poder adquisitivo, merced al modelo económico que aplica el gobierno que ahora se dice interesado en reconstruir el "tejido social" en la entidad?

Las medidas de corte económico del programa resultan risibles e insuficientes, encaminadas sólo a cumplir con la escenografía de los primeros 100 días, que ya después la atención de la gente estará en otra cosa.

Véanse lo endeble de las propuestas:  financiamiento para empresarios mediante créditos preferenciales; información y financiamiento a quienes quieran autoemplearse; incremento en las becas de capacitación y generación de más de cuatro mil empleos temporales (¿por uno o dos meses y después?). ¿Los salarios que percibirían quienes se capaciten para el trabajo serán lo suficientemente remuneradores como para no ser tentados a volverse parte de la delincuencia organizada?

Se trata, así, de un programa coyuntural, cosmético y demagógico, encaminado sólo a atemperar el malestar de la dolida sociedad juarense, y para que con el transcurso del tiempo se olvide el asunto y se desmovilice la sociedad, tal como se pretende con el caso de los bebés quemados en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora.

¡Hasta la próxima!

viernes, 26 de febrero de 2010

Alcoholímetros y corrupción


El alcoholímetro es otro ejemplo de cómo una buena idea deviene corrupción. Pensados para evitar accidentes provocados por la excesiva ingesta de alcohol, lo cual en un segundo puede causar una tragedia sólo por la infausta circunstancia de coincidir un conductor sobrio con otro que no lo esté, se han convertido, sin embargo en otra fuente de corrupción y extorsión policiaca.

Y demuestran, además, el carácter represivo del gobierno con la ciudadanía, el cual contrasta con el ánimo paquidérmico con que la autoridad enfrenta a los verdaderos delincuentes.

Se ha dicho ya que el arresto inconmutable por 36 horas de un conductor pillado en falta es excesivo y que México es la única capital mundial en la que el castigo se produce a la primera infracción.

Ciudadanos hay que han propuesto detener al conductor hasta que un familiar acuda por él al retén para pagar una multa y conducir al infractor a casa. Y sólo en caso de que nadie acudiera en un tiempo perentorio entonces sí proceder al arresto.

Ni esa ni otras propuestas igualmente atendibles han sido consideradas por el Gobierno de la Ciudad, porque de lo que se trata en realidad es de castigar y extorsionar al ciudadano. Hay otras faltas igualmente peligrosas que sin embargo la autoridad tolera y que producen accidentes tan graves como los que puede provocar un conductor ebrio.

Taxistas y peseros que se detienen inopinadamente enmedio del arroyo vehicular; peseros, camiones urbanos y foráneos de pasajeros que no sólo circulan por carriles de alta velocidad en avenidas prohibidas para ellos, sino que incluso se detienen a subir y bajar pasaje poniéndo en grave riesgo la vida de los demás conductores, ante la mirada complaciente de patrulleros.

Si a los propietarios de esas unidades se les revocara la concesión a la primera falta, siguiendo el esquema de cero tolerancia que se aplica a los particulares, mucho se aliviaría el desorden vial que padecemos. Pero allí el gobierno de Marcelo Ebrard, a través de la policía capitalina aplica una doble vara.

Ahora se anuncia que en los puntos de revisión del programa Conduce sin alcohol se instalarán juzgados cívicos móviles que agilizarán el proceso de sanción, contra aquellos conductores que resulten positivos en la prueba.

Lo dicho, se trata de castigar, no de servir a la ciudadanía. Si tal fuera la idea, también se habilitarían permanentemente ministerios públicos móviles junto a las patrullas de policía. De este modo, se facilitaría al ciudadano levantar de inmediato el acta correspondiente, cuando fuera objeto de un robo en la vía pública o en algún establecimiento, como las gasolineras, donde es frecuente el contubernio de los despachadores con bandas de asaltantes.

De ese modo se agilizaría todo el proceso penal. Pues en las condiciones actuales encontrar una patrulla después de un asalto sólo sirve para que le sugieran a uno acudir a una oficina del MP que no siempre están a la mano y en la que seguramente se perderán varias horas. La mayoría no hará esa gestión y así se pierden pistas vitales sobre la actuación de los delincuentes.

Con MP móviles, las denuncias serían inmediatas, el ciudadano no perdería el tiempo, la policía judicial podría investigar cualquier ilícito casi en tiempo real y se tendrían indicios más aproximados del mapa delincuencial de la ciudad.

Pero no. Cuando se trata de perseguir delincuentes, la policía no repara en trámites burocráticos; en cambio, para castigar a los ciudadanos de inmediato se adoptan medidas expeditas, como los juzgados móviles que ahora se anuncian.

Romo Trujano

Por cierto, acaban de liberar a José Luis Romo Trujano, el joven que en marzo de 2009 quiso evadir el alcoholímetro y al hacerlo atropelló y mató a un policía y derrumbó la estatua de Juan Pablo II.

Los magistrados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal decidieron reclasificar el delito de homicidio calificado por el de homicidio culposo agravado, el cual no es considerado grave y permite al inculpado quedar libre bajo fianza.

El razonamiento de los juzgadores resulta inadmisible: sostienen que si bien el joven asesinó a un policía, su intención original no era el homicidio sino escapar del alcoholímetro. Puede ser que así hubiera sido originalmente, pero el uniformado se colocó delante del automóvil y le indicó que se detuviera, el conductor tuvo tiempo de mirarlo y decidió arrollarlo.

Lo único que faltó a la tal resolución fue achacar al policía fallecido la culpa de su muerte y hacer pagar a su familia una indemnización a Romo Trujano por los meses que permaneció en la cárcel a causa de la imprudencia del uniformado.

¡Hasta la próxima!

martes, 23 de febrero de 2010

Aguirre "el jodido"

 Del episodio de Javier Aguirre resulta notable el empeño de la industria de la televisión, a través de sus comentaristas y editorialistas, por devolver al Vasco la credibilidad perdida. Bastó que el seleccionador nacional saliera a disculparse, a decir que se equivocó y a hacer profesión de fe, respecto de las posibilidades deportivas de su equipo en el próximo mundial.

Es natural. Les urgía restaurar la confianza del aficionado, de modo que ese entusiasmo insuflado desde los micrófonos se convierta en ganancias para patrocinadores, anunciantes y televisoras. Contra eso atentaban las declaraciones de Aguirre.

En un tono desespañolizado --a diferencia del que se le escuchó emplear ante su entrevistador de la Cadenar Ser-- el Vasco compareció, debidamente conminado desde Los Pinos, ante los medios de comunicación para desdecirse de sus dichos.

Es la segunda vez que lo hace. Antes debió disculparse por patear a un rival durante la pasada Copa Oro.

Aguirre acometió su acto de contricción seguramente pensando en lo "jodido" que resultaba tener que hacerlo, sólo por dirigir en un país de "jodidos" que casi exigen ser engañados con tal de tener una esperanza con que vivir durante la primera parte de este año. Después Dios dirá.

Lo más "jodido", sin embargo, es que haya aceptado hacerlo a cambio de mantener su puesto. Las televisoras y los comentaristas han destacado su hombría y buena cuna al rectificar sus declaraciones. Pero quizá sea al revés: un biennacido o un hombre de verdad habrían sostenido sus convicciones ante el vendaval.

De todos modos nadie creyó en sus aclaraciones y lo más seguro es que, como lo adelantó, cuando termine el mundial regrese a Europa pensando lo mismo de lo que ahora, por dinero y "jodido", se desdijo.

¡Hasta la próxima!

jueves, 18 de febrero de 2010

Javier Aguirre y la imagen de México


Muy mal debieron caer en la Federación Mexicana de Fútbol y en Los Pinos las declaraciones que el técnico de la selección mexicana de fútbol, Javier Aguirre, formuló en España a la Cadena Ser, el martes pasado.

En pocas palabras, lo que el llamado Vasco afirmó es que "México está jodido" por las inundaciones y la inseguridad. Que él por eso regresará a Europa al día siguiente de terminado el mundial y que sus hijos mayores viven en Madrid, a causa precisamente de los elevados índices de inseguridad que privan en la capital mexicana.

Ya en los futbolístico vaticinó que la selección terminará entre el 10o. y el 15o. lugar en la justa mundialista, y casi casi puso en duda que su equipo supere la fase de grupos, pues dijo que en la historia de los mundiales el anfitrión siempre clasifica, de modo que dio por descontado que Sudáfrica lo hará, por lo que el boleto restante lo tendrá que disputar con Francia y Uruguay.

Con unas cuantas frases, el seleccionador nacional puso en jaque el negocio de "la esperanza verde" con que desde ahora se infla el orgullo de los aficionados de modo que se refleje en el consumo intensivo de productos asociados con la marca selección nacional.

Pero no sólo. También propinó un revés mayúsculo a la imagen del México de fábula que Felipe Calderón está empeñado en transmitir al mundo a despecho de lo que indica la cruda y porfiada realidad. Las palabras condenatorias de una figura pública como Aguirre habrán seguramente tenido ya un efecto confirmatorio, pues corroboran lo que se sabe en todo el mundo y que aquí se insiste en negar con mensajes promocionales.

Calderón suele denostar a quienes "viven de hablar mal de nuestro país". No es que los críticos celebren lo que aquí ocurre. Sólo hacen notar las insuficiencias e ineptitudes oficiales que nos han conducido a este caos y que podrían incluso llevar a perder lo que aún queda de bueno.

Lo que el calderonismo nunca conseguirá es modificar la realidad a punta de mensajes publicitarios. Y sin embargo insiste en ello. Apenas el 10 de febrero se anunció que un grupo selecto de consultores y asesores fue convocado a proponer proyectos para "rehabilitar y mejorar" la reputación e imagen internacional del gobierno.

Según un despacho publicado ese día en El Universal online, la invitación escrita en inglés y enviada por Los Pinos señala:
La meta final del gobierno es rehabilitar y mejorar su imagen y reputación internacional, con el propósito de mejorar su actuación en el mercado mundial y, por lo tanto, atraer más flujos de turismo, comercio e inversión.
 En el texto el gobierno reconoce que su imagen se ha deteriorado como resultado de la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado, pues la exposición mediática alcanzada por esos temas ha modificado de manera negativa la imagen tradicional que del país tienen otras naciones.

No está mal. Sólo que en Los Pinos parece que confieren demasiada credibilidad al apotegma actual del marketing, según el cual lo importante no es cómo seas sino cómo te perciban. Olvidan sin embargo que los teóricos de la imagen también sostienen que lo que proyecte una persona o una organización debe tener algún asidero real en su interior.

Además pasan por alto que los hechos suelen ser, en su silencio, más ruidosos que cualquier vocinglerío organizado con fines promocionales. Así, a la opinión pública nacional y mundial una masacre de jóvenes inocentes o el atentado contra un futbolista famoso le dicen más sobre la realidad de nuestro país, que cualquier anuncio con el que se pretenda minimizar esos hechos y sustituirlos por otra realidad.

Mientras las evidencias no demuestren otra cosa, el mundo le creerá más a Aguirre que a cualquier campaña de imagen. Lo malo es que esos promocionales, que desde ahora podemos augurar como fallidos, a quien le cuestan es al erario público.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 17 de febrero de 2010

Fernando Gómez Mont : corromper la política



A Fernando Gómez Mont, el secretario de Gobernación de Felipe Calderón, bien puede aplicársele aquel silogismo que los musulmanes idearon para deshacerse de la famosa Biblioteca de Alejandría.

Si la biblioteca tiene entre sus obras al Corán, hay que quemarla por inútil (pues la obra, razonaban, ya existe en otras colecciones). Y si no lo tiene, hay que quemarla...por impía. 

Del mismo modo, Gómez Mont tiene sus días contados como secretario de Gobernación, a menos que el cinismo haya terminado por apoderarse de esta administración. Su vacilante y ambigua actuación de los últimos días ha concluido con una especie de inmolación que lo deja vacío de credibilidad y, lo que es peor, sin honorabilidad ante él mismo y ante la nación.

Su renuncia de la semana pasada al Partido Acción Nacional (PAN), por estar supuestamente en contra de las alianzas electorales con el Partido de la Revolución Democrática, lo colocó como el único panista del gabinete con personalidad y convicción propias. Pese a que su lance lo dejaba fuera de un partido, para varios observadores su figura creció políticamente hasta tomar la talla de precandidato a la presidencia.

Pero vinieron las revelaciones. Primero, se conjeturó que Gómez Mont habría ofrecido al PRI detener la alianza PAN-PRD en Oaxaca a cambio de que los del tricolor aprobaran la Ley de Ingresos 2010 de Calderón.

Pero eso dejaba mal parado al michoacano, pues se asumía que él estaba detrás de ese presunto acuerdo, y que al autorizar las alianzas con el PRD incurría en una doble traición: dejaba colgado de la brocha a su secretario de Gobernación y le incumplía al PRI.

Sea porque se lo hayan ordenado o porque decidió que era menester hacerlo ante la andanada de conjeturas, el lunes pasado Gómez Mont tomó el teléfono y llamó a Pascal Beltrán del Río, director Editorial de Excélsior, para confirmar que, en efecto, el tal pacto con el PRI sí existió, pero que fue una iniciativa suya, "una decisión personal" de la cual enteró a Calderón "ex post", es decir, hasta enero.

Si eso ocurrió, Calderón tiene un secretario de Gobernación proclive a adoptar graves decisiones sin su participación, lo cual lo desautoriza como conductor del diálogo político con los partidos, pues ofrece compromisos que no puede cumplir.

En cambio, si el ocupante de Los Pinos siempre estuvo al tanto del acuerdo --lo cual es muy posible-- y lo incumplió premeditadamente en su ansia por detener el presunto avance priista hacia la presidencia, entonces Gómez Mont queda como un pelele que prefiere sacrificar su autoridad moral y credibilidad (cualquiera que ésta sea) para salvar a su jefe.



En ambos supuestos, Gómez Mont ya no tiene nada qué hacer en Bucareli. Mantenerlo allí no parece sino una confirmación de que Calderón fue quien urdió el referido acuerdo y es la forma en que trata de pagar la autodefenestración de su secretario. 

Ahora se sabe que su renuncia al PAN no fue sino una desesperada maniobra distractora o un intento por dar al Secretario una salida digna que dejara a salvo su credibilidad al presentarla sólo como resultado de su oposición a las alianzas.


Falló el cálculo, surgieron las revelaciones y ahora la figura política del número dos del gabinete quedó reducida a nada, pues de paso su infidencia destapó al PRI al revelar la complicidad de este partido en un acuerdo que sacrificó a la población, al aceptar el aumento a los impuestos en un entorno de crisis a cambio de ventajas electorales.


En último término, lo que el episodio deja al descubierto es la forma perversa en que se negocia el interés nacional en el seno de los partidos, a cambio de ventajas económicas, políticas o electorales. No es que no se supiera, pero ahora ha quedado plenamente documentado.

Revela, además, el grado de descomposición y corrupción políticas al que el binomio PRI-PAN, coptado por los poderes fácticos, ha conducido al país. Y por añadidura, desnudan la hipócrita tesis de la reforma política del calderonismo que supuestamente pretende devolver el poder a los ciudadanos.

Sin transparencia, con acuerdos secretos adoptados de espaldas a la nación y a conveniencia de la coyuntura política, aquellos seguirán excluidos por más reformas cosméticas que se intenten y cuyo fin último, ahora se ve, es mantenerlos manipulados.

¡Hasta la próxima!

martes, 9 de febrero de 2010

Ciudad Juárez, Gómez Mont y la señora

Que dice el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, que "por falta de comunicación" Felipe Calderón  acusó en Japón a los jóvenes masacrados en Ciudad Juárez, de pertenecer a pandillas delictivas. Por ello extiende a los deudos una disculpa pública.


Debido a la gravedad del desliz declarativo, en rigor la disculpa debería ofrecerla el propio Calderón, apenas pise el jueves, como ha anunciado que lo hará, aquella ciudad y no a través de su avanzada. No se trató, sin embargo de un error o de una falta de comunicación, como se adujo.


Si tal fuera, estaríamos ante un error mayúsculo, pues en virtud del mundo en que vivimos y los recursos tecnológicos de que dispone la oficina presidencial, no es creíble o resultaría preocupante que apenas Calderón sale de nuestras fronteras, pierda comunicación o se desentienda de los asuntos del país.

El senado, responsable de autorizar los viajes presidenciales al exterior, debería tomar nota del asunto y tenerlo en cuenta la próxima vez que el ocupante de Los Pinos solicite permiso para ausentarse del país.

Sin embargo, sostenemos, no se trató de un error declarativo. Disgustado quizás porque la cruenta realidad y el desorden en que mantiene al país lo alcanzó en Asia, a donde había cantado loas acerca de "lo bien que nos va en México" ante inversionistas de aquella región del mundo, Calderón pretendió sostener sus mentiras, afirmando, como lo ha hecho desde que inició su guerra contra el narcotráfico, que los miles de muertos, decapitados y ejecutados que a diario aparecen en las calles de la Repùblica se deben a que los narcos se están matando entre ellos.

Prefirió ofender la memoria de los jóvenes masacrados antes de reconocer el desgobierno de su malhadada administración. No es un asunto menor. Refleja el grado en que el país se la salido de control y el talante de un hombre que elude sus responsabilidades y siempre busca culpar a "otros" de sus deficiencias y omisiones a la hora de enfrentar las responsabilidades de un cargo al que quiso acceder, ahora se ve que por frivolidad, atropellando incluso la voluntad de los votantes.

¿Tú también Margarita Zavala?

La visión color de rosa de un país desgarrado por la crisis económica y por la inseguridad en las calles se pretende imponer a los mexicanos a punta de discursos. Margarita Zavala de Calderón, presidenta del DIF nacional y esposa del susodicho, habló este lunes durante la inauguración del Congreso Nacional de Innovación Educativa 2010.

Allí insistió, a tono con su marido, en que los mexicanos deberíamos ver las cosas buenas que tiene este país y que son muchas. Con un infame humor negro sostuvo que "A todos nos duelen los asesinatos y afortunadamente nos duelen porque eso quiere decir que seguimos siendo un país que se duele ante el dolor de los otros...y eso también habla bien de nuestro país" (¡¡¡!!!).

Más adelante, y luego de volver a acusar a países como El Salvador, Guatemala y Brasil --como ya lo había hecho Calderón antes sin el menor rubor diplomático-- de tener más homicidios que nosotros por cada 100 mil habitantes, lanzó esta perla:
"...porque además dicen que sólo el 5% de los homicidios se castigan, entonces sí quiero decirles que con esa impunidad pues ese promedio de homicidios significa que no es un país de violencia, es un pueblo que no le gusta la violencia, porque de lo contrario aprovecharía la impunidad para que tuviera mucho más homicidios".
 Ante esto, uno ya no está seguro qué es peor, si la sintaxis verbal de la señora o su desfachatez. A continuación, para reforzar su mensaje de que México es un país color de rosa, recomendó a todos escuchar la música de Arturo Márquez, admirar las esculturas de Helen Escobedo y leer a Carlos Fuentes, Roger Bartra, Ángeles Mastretta y a don Miguel León Portilla.

Se trata de personalidades que, en algunos casos, no habrían podido desarrollar sus talentos si las instituciones en las que se formaron hubieran sido acuchilladas con presupuestos exiguos, como los que los gobiernos panistas destinan a la cultura y ya no digamos que a la ciencia.

De hecho, también citó como orgullo de México, al premio Nobel de Química Mario Molina, quien debió hacer la carrera que lo condujo al galardón fuera de México, ante la falta de apoyos que aquí existen para la ciencia.

Ese es el lamentable discurso que priva hoy en los círculos de poder.

¡Hasta la próxima!

lunes, 8 de febrero de 2010

Ciudad Juárez e inundaciones



De nuevo los palos de ciego, la reacción efectista, tardía e insuficiente; el cálculo político para obtener ganancias allí donde la tragedia se enseñorea contra los indefensos y los desposeídos. Todo menos el quehacer político profesional, la capacidad técnica para trabajar y resolver problemas con los más aptos y no sólo con los más amigos.

De la masacre de jóvenes que se divertían en una fiesta en Ciudad Juárez, a las inundaciones que arrasaron con viviendas y vidas en Michoacán, Estado de México y en el oriente de la Ciudad de México. Y en medio de todo la incapacidad gubernamental como un Dios.

El gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, anuncia que trasladará los poderes estatales (cuáles, preguntarán los malosos) a Ciudad Juárez, en una jugada que se pretende de alto impacto político y que de paso exhibe la ausencia de Felipe Calderón en la entidad. El michoacano, en tanto, anuncia cambios de estrategia en ese estado con programas sociales y económicos integrales para hacer frente a una guerra, contra el narco, que por si no lo sabe ya tiene perdida.

Todo con el telón de fondo de la próxima elección estatal para gobernador, acaso lo que de verdad importa a nuestros próceres, pues con eso en mente, PRI y PAN tratarán de capitalizar en su beneficio electoral la trágica masacre de jóvenes --tempranamente calificados como pandilleros por el mismo Calderón que desde Los Pinos diagnosticó gastritis como la causa de muerte de doña Ernestina Ascencio, la anciana ultrajada en Veracruz por miembros del ejército-- y las decenas de ejecusiones que diariamente ocurren en aquella franja fronteriza.

Los fondos de la "nueva estrategia" para Chihuahua anunciada por el gobierno federal tendrán sin duda un uso electoral: montados en la tragedia, los panistas pretenderán utilizarlos para apuntalar las aspiraciones de su abanderado al gobierno de la entidad, algo como lo que lograron en Sonora tras el incendio en la Guardería ABC donde muerieron quemados 46 bebés.


Calderón inició el año pasado defendiéndose de "gobernar" un Estado fallido. Gustoso de las metáforas que seguramente sólo él encuentra festivas, se le oía ilustrar: "si sale polvo por las ventanas (en referencia a las miles de ejecusiones que ya se contabilizaban en 2009), es porque estamos limpiando la casa", y retaba a viajar a Chihuahua para que, según eso, se corroborara que se tenía el control de la entidad.

Ahora mismo, no se sabe si su ausencia de aquellas tierras en esta hora de tragedia se debe a que teme encontrar el repudio de una sociedad ofendida por sus declaraciones sobre el filo pandilleril de la matanza, u ofendida por la incapacidad del ejército que envió a dar de palos al panal sin un plan estratégico y operativo para, en efecto, arrebatar la plaza y desterrar a las bandas del crimern organizado. O acaso su ausencia se deba simplemente a que sabe que allí no hay ley y su Estado Mayor aún no refuerza convenientemente el ya de por sí enorme aparato de seguridad con el que suele viajar por todo el país.

Otro sitio donde Calderón no se siente cómodo es el Distrito Federal. Quizá porque considere a sus habitantes hostiles al reconocimiento de su pretendida investidura presidencial, el panista se ha negado a apersonarse en los lugares afectados por las inundaciones.

En cambio estuvo en Michoacán y en el Estado de México. Para el Distrito Federal ha preferido enviar a su correligionario y director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege a tratar, otra vez, de sacar raja política de la tragedia, declarando que la tal comisión --que dirige sin ningún conocimiento técnico del tema-- había advertido a las autoridades capitalinas sobre el probable incremento del nivel de lluvia en la zona. Antes que ayudar, se trata de sembrar tempestades para eventualmente obtener ganancias electorales. Para eso están en el cargo.

Como se ve, ni aun en la tragedia, nuestra ínclita clase política abandona sus juegos de poder ni deja de ver a los ciudadanos en problemas sólo como potenciales boletas electorales.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 27 de enero de 2010

César Nava, el PAN y los niños



Una desafortunada coincidencia --para César Nava, presidente del Partido Acción Nacional-- hizo coincidir ayer por varias horas su artículo semanal en la versión online de El Universal, con una nota que desnuda el fariseísmo panista.

El texto del presidente nacional del PAN reafirma la justificación que ha propalado en cuanta entrevista ha concedido durante los últimos días, acerca de por qué se opone a la adopción de niños por matrimonios del mismo sexo.

Como se sabe, para camuflajear su homofobia y abierto sentido discriminatorio y mantenerse en lo políticamente correcto, recurrió al expediente de fundar su alegato en una pretendida defensa de los derechos de los niños que eventualmente sean adoptados por esas parejas.

Pues bien, junto a su artículo se mostraba este titular: "Trabajan 3.6 millones de menores en México: OIT"

En el cuerpo de esa nota el director de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para Cuba y México, Germán López Morales, señalaba que de esa cantidad, una tercera parte, labora en la agricultura y sus subsectores, una de las tres más peligrosas para el sector infantil junto con la construcción y la minería.

El funcionario del organismo añadió que la mayoría de esos menores (personas entre 5 y 17 años) no recibe remuneración alguna y que 1.5 millones no asiste a la escuela.

Ante esta realidad que viola cotidianamente las disposiciones sobre el trabajo infantil y el derecho de los niños a la educación y a la salud, el súbito defensor de los derechos de la infancia en que se ha convertido César Nava no ha dicho una palabra.

Quizá le parezca bien que eso ocurra o tema confrontarse con los intereses de las empresas que así explotan el trabajo infantil. No sería raro que así fuera, pues en otro ámbito --el de la comida chatarra-- el PAN ha frenado en el Congreso, durante los dos últimos años, la aprobación de reformas a la Ley General de Salud para acotar la publicidad de ese tipo de productos y obligar a los fabricantes a incluir en las etiquetas la leyenda: "el abuso en el consumo de este producto puede provocar obesidad" (La Jornada, 27 enero/10).

Ante las presiones de empresas como Sabritas, Bimbo y Marinela, el Congreso no ha dictaminado 60 iniciativas para frenar la venta de comida chatarra y la publicidad en los programas destinados al público infantil.

Todavía más, no obstante que apenas la semana pasada la Secretaría de Salud (Ssa) presentó un informe que coloca a México como el país con mayor población infantil obesa, los legisladores panistas presionaron ayer para que la Comisión de Educación de la Comisión Permanente acordara solicitar al gobierno de Felipe Calderón que no publique los lineamientos de venta de comida chatarra en las escuelas, hasta en tanto la Ssa no realice un estudio integral sobre el efecto del consumo de frituras y refrescos en la salud de los niños.

Así protege el PAN los intereses de esas industrias y descobija los derechos de los niños, como los de alimentación, educación y trabajo.

A la luz de estos hechos, juzgue el lector si, en el caso de las adopciones, se trata de defender los derechos infantiles que en otros ámbitos se desprotegen impune y abiertamente, o si en realidad estamos, de nuevo, ante la inmoral doble moral panista, esa sí de origen claramente genético.

¡Hasta la próxima!

lunes, 25 de enero de 2010

Partidos políticos y alianzas

A Jordana, porque desde que 
llegaste la vida es una fiesta

Acaso lo único positivo que han mostrado las posibles alianzas electorales entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), sea el hecho de que han corroborado cómo duele al partido oficial la negativa de amplias franjas de ciudadanos de reconocer como legítima la investidura presidencial de Felipe Calderón.

El hecho de que la primerísima condición que han impuesto los panistas a quienes pretendan ser candidatos de esa malhadada alianza sea precisamente que reconozcan al michoacano como Presidente, muestra hasta qué punto les afecta esa ilegitimidad de origen.

Ese reconocimiento sería --incluso más que gobernar los estados donde eventualmente se alíen-- la mayor ganancia política que obtendrían los panistas, pues además del reconocimiento del propio partido que se dijo ofendido por el robo electoral, el hecho desautorizaría el cuestionamiento permanente sobre la ilegitimidad presidencial del movimiento cívico que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Tras la debacle electoral de julio de 2009, la llamada izquierda partidista ve en esas alianzas su última oportunidad de sobrevivencia. Tal es la indigencia ideológica en la que se desenvuelve y tal su incapacidad para ofrecer a los ciudadanos una alternativa real allí donde ha sido gobierno.

Esto último y la falta de trabajo político de base explican su pobre condición electoral actual que la conduce, en nombre de un crudo pragmatismo --en realidad burdo oportunismo-- a aceptar aliarse con una porción de la derecha partidaria aun incluso a cambio de avalar las elecciones de 2006.

Los argumentos son insólitos: Manuel Camacho Solís, coordinador nacional del Diálogo por la Reconstrucción de México (DIA) --que agrupa al PRD, PT y Convergencia-- sostiene que si el PRI gana este año todas las elecciones estatales tendrá el camino despejado a la presidencia en 2012.

Y añade: "Si no empezamos a ganar elecciones no vamos a concretar la inconformidad por las condiciones del país con la política". Su lógica no deja de ser curiosa: pretende capitalizar electoralmente la inconformidad de la ciudadanía aliándose con el partido que, precisamente, ha generado con sus políticas antipopulares y erráticas esa inconformidad.

La segunda justificación resulta aún más falaz. Afirman que es necesario abrir la puerta a la alternancia en entidades como Durango, Hidalgo y Oaxaca, las cuales padecen cacicazgos que niegan libertades y violan derechos.

Estamos ante la versión recargada del "voto (in)útil", añagaza que el propio Camacho y otros personajes empujaron para instalar a Vicente Fox en Los Pinos, con los resultados ya conocidos. Para los "chuchos" y para Camacho, la alternancia es un valor en sí mismo que mágicamente cambiará las relaciones sociales y económicas de los pueblos.

Lo que no dicen --sería insólito que lo ignoraran-- es que sin un cambio en el modelo económico y de participación ciudadana la alternancia, como se ha demostrado en este país, no pasa de ser un "Quítate tú para ponerme yo" para seguir reproduciendo el esquema de dominación económica y política en que se vive.

Documéntese lo anterior con los casos de Nayarit (Antonio Echevarría), Chiapas (Pablo Salazar y Juan Sabines) y Guerrero (Zeferino Torreblanca). En todos ellos, el PRD impulsó candidatos en coalición. Es cierto, ganó las elecciones, pero ninguno de esos personajes hizo un gobierno de izquierda. Antes bien, se acercaron más a los postulados del PAN y en nada cambiaron las condiciones de vida de los lugareños.

Así las cosas, el daño y el desprestigio que los aliancistas están a punto de infringir a la izquierda en México podría ser de proporciones históricas en términos de descreimiento de la gente y de cara al 2012 podría dejar al PRD en una condición aún más precaria de la que se quiere evitar.

Una imagen ilustra lo anterior: Gabino Cué se placeó el año pasado junto con López Obrador por todos los pueblos gobernados por Usos y Costumbres (los más pobres entre los pobres) de Oaxaca. Fue presentado y recibido como la alternativa por la que esos pobladores tendrían que votar para quitarse el yugo del PRI y enfrentar las lesivas políticas del gobierno federal panista.

¿Qué dirán esos pueblos cuando lo vean ahora competir aliado con uno de sus enemigos históricos (PAN)? ¿Qué opinarán cuando ese mismo Gabino Cué les diga --como ha declarado-- que "por congruencia" reconoce como presidente legítimo a Calderón a quien en aquellos mítines en medio del polvo y casuchas mal construidas llamaba "ilegítimo"?

La traición de los "chuchos" y sus acompañantes es mayúscula si se tiene en cuenta que se alían con uno de los representantes de los poderes fácticos que controlan este país. Como ha escrito el maestro universitario Arnaldo Córdova:

"...se sabe muy bien que el PRI y el PAN, siendo diferentes entre sí, no son fuerzas políticas autónomas. Ambos han sido coptados por el gran capital y las fuerzas más reaccionarias de la sociedad mexicana que forman un sólo bloque hegemónico de poder. El PAN gobernó pésimamente y los dueños del poder ya no lo soportan".
Es decir, el PRI y el PAN no son --como pretenden ignorar Camacho y su club-- partidos políticos conformados por ciudadanos que legítimamente enarbolan una ideología específica. Son, en cambio, dos piezas que el poder hegemónico trasnacional utiliza para imponer su modelo de dominación en México.

Cuando alguno de esos dos partidos deja de serle funcional a ese poder, éste lo desecha y recurre al otro. Así se asegura la continuidad de su dominio, con la ventaja adicional que mantiene a los ciudadanos engañados con la ilusión de la "alternancia" y la "democracia".

Desde esta perspectiva, acaso la maniobra aliancista del PRD no sea, en el fondo, más que un guiño destinado al bloque hegemónico en el poder para hacerle ver que esa "izquierda moderna y bien portada" también puede ser confiable en la defensa de sus intereses y que está lista para que le presten el poder durante seis años.

¡Hasta la próxima!

martes, 19 de enero de 2010

CFE, las mentiras y los hechos



Felipe Calderón pretende gobernar a punta de discursos, y la palabra, se sabe, puede intentar describir una realidad, pero no instaurarla.

Cuando, por mendacidad o locura, se incurre en el voluntarismo de pensar que lo afirmado crea realidades inmediatas, los hechos se encargarán de desmentirnos. Eso es lo que le ha ocurrido. Y esa ha sido --además del ya sabido fraude electoral-- otra fuente de su deslegitimación: la mentira.

El caso de Luz y Fuerza (LyF) es paradigmático. El decreto nocturno del 10 de octubre de 2009 que extinguió esa empresa y que dejó sin fuente de sustento a más de 44 mil familias, encubrió el objetivo principal --acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas y transferir el negocio de la red de fibra óptica de la paraestatal a empresas privadas favoritas del gobierno, como W Comunicaciones-- con la imposibilidad de seguir inyectando recursos a una empresa inviable.

Apenas un mes después de esgrimido ese "argumento", Alfredo Elías Ayub, director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció que en los próximos dos años el gobierno federal invertiría cinco mil millones de pesos para mejorar la red de distribución eléctrica que pertenecía a LyF.

El anunció sorprendió, pues se destinarían recursos que antes se negaron para inducir y propiciar la obsolescencia y falta de mantenimiento en esa misma infraestructura.

Luego apareció otra perla. En el Informe de la desincorporación mediante extinción del organismo descentralizado Luz y Fuerza  del Centro y el Diagnóstico de Luz y Fuerza, documentos que Calderón ordenó clasificar como reservados --lo que equivale a ocultarlos a los ciudadanos hasta por 12 años, en el segundo caso-- el subsecretario de Electricidad de la Secretaría de Energía, Benjamín Contreras Astiazarán reconoció que si bien el costo de la compañía ascendió en 2008 a 44 mil 300 millones de pesos --incluido el pago de salarios, prestaciones y el pasivo laboral-- la principal carga no fue resultado del Contrato Colectivo de Trabajo (como se adujo hasta en los anuncios por televisión) sino de la compra de energía a la CFE y el costo de combustibles para su generación.

Todavía más: el 14 de septiembre pasado Pemex firmó un acuerdo de suministro eléctrico con las empresas españolas Abengoa y Abener Energía por dos mil millones de dólares para crear una planta cogeneradora de energía, con el propósito --imagínese usted-- de disminuir las compras de electricidad a la CFE y a LyF.

Es decir, en vez de modernizar esas paraestatales, se prefiere entregar recursos a empresas extranjeras. Con ese capital, más las cuentas por cobrar que LyF reportó por al menos dos mil 160 millones de pesos, correspondientes a particulares y grandes empresas a las que el gobierno se negaba a cobrar, bien pudo haberse evitado la extinción del organismo.

En su intento por justificar el cierre de la empresa, Calderón dijo en red nacional que por las ineficiencias en el suministro de luz, muchas empresas no se instalan en el centro del país y dejan de generar empleos. Como siempre no le pareció necesario explicar de dónde obtuvo esos datos ni cuantificar tales pérdidas.

En cambio, como resultado de los ventarrones del viernes pasado que dejaron sin luz a 48 colonias del DF y a más de 360 mil usuarios, la Coparmex-DF documentó que la incapacidad de la CFE para atender la emergencia dejó pérdidas por más de 100 millones de pesos.

Al día de hoy, unos 400 mil habitantes de Iztapalapa, Tláhuac y Azcapotzalco siguen sin agua, pues debido a los cortes en la energía eléctrica no ha podido bombeárseles el líquido.

Así, pese a que su eslogan pretende identificar a la CFE como una "empresa de clase mundial", los hechos, es decir, la porfiada realidad se ha encargado de demostrar que está más allá del voluntarismo del discurso. Se trata, en cambio, de una entidad que carece de los estándares de eficiencia y capacidad, al igual que el gobierno,  para suministrar el servicio de energía eléctrica en el centro del país. El caos que prevalece demuestra que no tiene el control del servicio y que es una empresa rebasada.

Lo peor es que pese a que las mentiras, contradicciones e insuficiencias de Calderón han quedado al descubierto --también en este tema-- en el grupo en el poder no existe voluntad para superar este conflicto. El rechazo gubernamental a la comisión mediadora que se propuso para destrabarlo es un datos revelador que contraviene cualquier discurso.

¡Hasta la próxima!

viernes, 8 de enero de 2010

Matrimonios gay y laicismo




La virulenta reacción de la Iglesia ante las reformas al Código Civil del Distrito Federal que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo y aun su derecho de adopción, constituye una abierta violación del artículo 130 constitucional y de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.

Y sin embargo, el grupo de poder que ejerce el gobierno no sólo no interviene para aplicar las leyes que juró --haiga sido como haiga sido-- "cumplir y hacer cumplir", sino que con su actitud omisa alienta esas transgresiones.

El comportamiento del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, es revelador. Cada vez que le toca cumplir con una de sus principales tareas --preservar el interés general mediante la aplicación de la ley violada por alguno de los poderes fácticos-- recurre al recurso del avestruz.

Su forma de esconder su prominente cabeza consiste en ofrecer analizar el problema, como ahora que ha dicho que está analizando "el contexto" y la "significación" de los abiertos ataques del clero a una ley. Lo malo es que cuando Gómez Mont se pone a "analizar" algo, lo que nos está diciendo es que no hará nada.

Lo mismo hizo el año pasado. Ante la abierta violación de las televisoras de la ley electoral al interrumpir el Súper Bowl para transmitir en bloque propaganda de los partidos, ofreció "analizar" el alcance de la violación y si su dependencia tenía facultades para intervenir, cuando en su organigrama existe una oficina encargada de esos temas. Nada pasó.

El asunto de fondo radica en que la derecha encaramada en el poder ejerce un gobierno faccioso, alejado del postulado democrático y republicano de gobernar para todos. En este caso, se sabe de las inclinaciones confecionales de casi todos los miembros del gabinete. De ahí la permisibilidad de que goza el clero.

El postulado constitucional es claro: "Los ministros no podrán...en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa ni en publicaciones de carácter religioso oponerse a las leyes del país o a sus instituciones ni agraviar de cualquier forma los símbolos patrios".

No se trata, como pretende hacer creer el secretario de Gobernación, de un asunto de libertad de expresión ni de exclusión de la iglesia del debate. Se trata, en cambio, de garantizar la vigencia del Estado laico en los términos en que también lo define la Constitución.

La Iglesia no puede participar en un debate como el actual simplemente porque se trata de un asunto del orden civil, temas de los que por ley está excluida, merced precisamente al carácter laico del Estado mexicano. Por ello no se configura un acto de exclusión ni de falta de pluralismo, pretextos bajo los que Gómez Mont pretende disfrazar su inacción ante planteamientos como los del clero con los que seguramente simpatiza.

No está mal que lo haga, pero tendría que recordar que no está en el cargo que desempeña para conducirse de acuerdo con sus convicciones personales, sino para hacer cumplir las leyes, aunque éstas y aquellas no sean --como no lo son-- coincidentes.

El reclamo del Arzobispado muestra claramente una inocultable, pero inaceptable intensión dogmática y hegemónica contraria a la libertad de conciencia preconizada por el laicismo. Afirma el clero mexicano que las reformas impulsadas por el Partido de la Revolución Democrática son "...leyes criminales, inmorales e inicuas que van contra la ley de Dios y los valores del evangelio". (El Universal, 30/12/09)

¿Y en qué disposición legal --preguntamos-- se obliga a que la ley civil deba estar en consonancia con la "ley de Dios"? ¿o que las creencias religiosas deban convertirse en leyes? El proyecto ideológico de la Iglesia, bien se ve, pretende convertir los dogmas y la mediación de la fe en normas sociales de observancia obligatoria para todos. Muestra así su talante excluyente.

Y sin embargo, eso ha sucedido en el tema del aborto. En el último año, 18 estados han votado leyes que penalizan esa práctica convirtiéndo a las mujeres en delincuentes. Ya la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) ha hecho notar que ese proceso se basa en una "incompatibilidad flagrante entre el concepto moderno, multifacético y complejo de lo que es un ser humano, y la simplista, arbitraria y poco informada definición de la vida".

En este tema, como en el de los matrimonios entre personas del mismo sexo, el retiro del gobierno o su alineamiento con los intereses del clero lo descalifica como garante de la igualdad de todos ante la ley, y lo convierte --como ya ha ocurrido en el ámbito económico-- en un gobierno faccioso que abre premeditadamente nuevos frentes de polarización social, y nos acerca, como bien advierte la AMC, a etapas de confrontación dolorosamente superadas hace siglo y medio, y que a todos dañarían.


¡Hasta la próxima!

domingo, 3 de enero de 2010

Cómo manipular un Mensaje de año nuevo

En los próximos días --podría incluso ser este mismo domingo 3 de enero-- Felipe Calderón dictará en cadena nacional un mensaje de año nuevo. Si usted, estimado lector, fuera comisionado para planear el contenido y escenografía de esa alocusión ¿cómo lo haría?

Para empezar su trabajo, seguramente algún asesor de Los Pinos, le haría saber que los mensajes de este tipo tienen la intensión de generar buen ánimo y optimismo entre la población de cara al nuevo año. Se realizan además para favorecer la buena imagen del Presidente al presentarlo como un ser humano que, como todo jefe de familia, comparte las preocupaciones por el porvenir, pero que está listo para iniciar juntos un intenso trabajo confiado en la fuerza, talento y creatividad de los mexicanos.

Acaso también le informen que se trata de una táctica de gobernabilidad, pues con mensajes como éstos, se hace ver a la población que todos seguimos teniendo metas y desafíos comunes. Se busca con ello mantener la unidad nacional, así como la cohesión y el respaldo sociales en torno de un proyecto de gobierno que supuestamente beneficiará a la Patria (así, con mayúsculas) entera.

Esto último --le dirán a usted-- resulta muy importante, pues nos pone a todos del mismo lado y jalando parejo, aunque en realidad no sea así, pero de lo que se trata es de que lo parezca (ésto quizá ya no se lo digan), sobre todo en un momento en que se acuchilla a la población con aumentos en impuestos y bienes y servicios, lo cual podría revelar el verdadero talante de un gobierno oligárquico que actúa dando la espalda al pueblo.

Hasta aquí la introducción. Enseguida le entregarán un dossier con informes de encuestas sobre el ánimo social tras la primera ola de aumentos en los precios de todos los artículos de consumo que hay en el mercado, como resultado de las medidas económicas propuestas en septiembre por Calderón y aprobadas por el Congreso.Allí encontrará usted datos como estos:


Inició la avalancha de aumentos de precios, derivada, por lo pronto, del incremento en el IVA (de 15 a 16 por ciento) y de los llamados gasolinazos que en menos de tres semanas, iniciaron aun antes del nuevo año, aumentó 16 centavos el precio de la gasolina magna, la de mayor consumo en el país, lo cual disparó a su vez el precio de la tortilla y se espera que otros productos sigan la misma escalada.

Ese indiscriminado aumento en los precios de todo se verá agravado por una disminución de los sueldos. En efecto, la primera quincena, semana o catorcena que cobren los asalariados de este país será menor a la última que cobraron en 2009. Ganarán menos que el año pasado, merced al incremento en el Impuesto sobre la Renta (ISR), que ahora descontará 30 por ciento del sueldo, dos puntos porcentuales más que el año pasado.

Con esos elementos ¿qué haría usted decir a Calderón en su mensaje de año nuevo?

Si usted fuera honesto renunciaría a la encomienda, sabedor de que todo lo que se pretende decir está orientado a engañar a sus conciudadanos, mediante verdades a medias, mentiras completas y cifras maquilladas, además de la consabida palabrería cuidadosamente elegida por psicólogos del lenguaje para exacerbar el ánimo de la gente, mediante técnicas que aún recuerdan las utilizadas por los estrategas y propagandistas de Hitler.

Pero como el mensaje de todos modos tiene que cumplirse, quien lo sustituya a usted en la encomienda seguramente le escribirá a Calderón un guión como este:


1. Iniciar con el saludo y felicitación por el año que comienza. Quizá sea buen recurso aludir brevemente desde el principio a las celebraciones por el bicentenario del inicio de la Independencia y el centenario de la Revolución, aunque serán ideas que se desarrollen más adelante y servirán para cerrar con fuerza el mensaje.

2. Para dar al discurso un tono de verosimilitud desde el primer momento empezar diciendo que el año pasado fue difícil. Reconocer incluso que hubo crisis, pero insistir en que ésta fue provocada por factores externos ajenos al gobierno. Recordar también la crisis de salud causada por el repentino brote de la influenza A-H1N1

3. Hablar de las "oportunas" medidas que debió adoptar el gobierno y del esfuerzo que también hizo la población. Cuando se hable de retos y logros, la estrategia consistirá en hacer que el mérito recaiga en la acción de gobierno, pero hacerlo pasar como si fueran triunfos de todos. Así se logra la adhesión psicológica con el emisor del mensaje.

4. Así preparado el terreno, hablar de los logros y avances, principalmente en el combate a la delincuencia organizada y de ahí sostenerse para seguir justificando la nociva presencia del ejército y la marina en las calles.

5. Enseguida hablar de lo que viene. En este punto no podrá evitarse el tema de aumento de impuestos y en el precio de bienes y servicios. El televidente notará que Calderón no hablará de aumentos, sino de "ajustes" o de "evolución en la estructura de precios".

La estrategia será explicar que eran medidas necesarias ante la baja en la producción y en los ingresos provenientes del petróleo. Que ante ello todos tenemos que cooperar, pero suavizar explicando que ese costo se traducirá en mejores servicios de salud, en una mayor cobertura de los programas sociales, en el combate a la pobreza, en el exterminio de la corrupción y en un manejo responsable del gasto por parte del gobierno.

Aquí cabría una buena dosis de cinismo para asegurar que el gobierno no ha autorizado aumentos en los precios de artículos de consumo básico (aunque se sepa que los aumentos autorizados en la gasolina también son un componente en la estructura de precios y que si sube el transporte y la energía para hacer, por ejemplo, tortillas, esos aumentos se trasladan al consumidor final, como está ocurriendo. Cierto: el gobierno no autorizó, pero lo provocó al aumentar el precio de las gasolinas, un insumo presente en todas las cadenas productivas).

Cerrar este punto afirmando que el gobierno se mantendrá vigilante de que no haya aumentos injustificados
y que sancionará a quien lo haga.

6. Para amarrar esa argumentación y no cargar en Calderón toda la responsabilidad y el rechazo popular por esos aumentos, otro recurso será culpar soterradamente al Congreso, pero de un modo elegante, es decir, afirmando que la actuación responsable de diputados y senadores y los acuerdos y consensos logrados permitieron contar con una Ley de Ingresos y con un Presupuesto de Egresos que permitirá al país enfrentar en mejores condiciones los retos que vienen.

7. En este punto insistir en la idea de que la crisis económica que afectó al mundo se está superando en México y para probarlo citar algunos indicadores oficiales que hablen de la recuperación del empleo y otros como la exportación de manufacturas, es decir, datos que la gente no entiende y que nadie podrá verificar, pero que suenan probatorios.

8. Otro modo de contrarrestar el enojo ciudadano será ligar el punto anterior recordando que Calderón ya envió al Congreso una iniciativa de reforma Política y que enviará una Reforma energética de segunda generación.

La explicación de la Reforma política pretenderá posicionar a Calderón como alguien que está defendiendo el interés ciudadano ante los malvados partidos políticos que tratan de excluirlos de las decisiones. Así, el discurso dirá que propuso el registro de candidaturas independientes, la creación de figuras como la iniciativa popular, el plebiscito y el referéndum, lo cual dará a los ciudadanos mayor poder y posibilidades de participación.

Subrayar lo anterior con alguna fórmula retórica que trate de capitalizar el descontento ciudadano con los políticos y con los partidos, de modo que Calderón quede como un benefactor del pueblo. De hecho, esta será la línea estratégica para defender las reformas, cuando llegue el momento de su discusión en las Cámaras.

9. Las efemérides del Centenario y el Bicentenario serán utilizadas para insuflar en el ánimo de la población sentimientos de patriotismo, para hablar de la grandeza de este país y de su gente que siempre han sabido superar retos y desafíos por muy difíciles que parecieran.

Con este impulso terminar de manera encendida llamando al optimismo y a la confianza en el país, en sus instituciones y en el gobierno, diciendo que este año nos va a ir muy bien, que tenemos rumbo y que vamos por el camino correcto.

10. En cuanto a la escenografía, la idea es mostrar a Calderón relajado, sonriente y confiado; de pie, enmarcada su figura en un despacho con libreros o con muebles en madera, por la calidez que se requiere en un mensaje como este y que transmite ese material.

Los movimientos de la cámara irán del plano medio(cintura para arriba) o mediun Close-up (pecho hacia arriba). Este último movimiento se conseguiría gradualmente a medida que Calderón se vaya acercando a alguna parte del mensaje en que formule llamados a la unidad o las que se consideren las partes climáticas del discurso.

En resumen, estos son algunos elementos a los que recurrirán Calderón y su equipo para manipular el mensaje de año nuevo que usted verá en la televisión.


Queda desde luego a su buen juicio y criterio, dejarse convencer o no; ser víctima o no de estos y otros recursos de la manipulación gubernamental y televisiva.



En todo caso, la realidad siempre está ahí afuera.