viernes, 26 de agosto de 2011

Casino Royale: bla, bla, bla


Resulta exasperante constatar como ante la nueva tragedia que vivió ayer el país con el asesinado de 52 personas en el Casino Royale, de Monterrey, N.L., la respuesta gubernamental son los calificativos, la intensión autoexculpatoria y la confirmación de que la "estrategia" causante de los hechos que se condenan y lamentan continuará incólume. La espiral de muerte y de sangre se nos volvió torbellino que ya arrastra a toda la sociedad, pero seguirá, anuncia Felipe Calderón desde la comodidad de Los Pinos.



El bla, bla, bla es acompañado de actos protocolarios vacíos de significado, como el apersonarse el michoacano en el lugar de la tragedia, depositar una solemne ofrenda floral, poner cara de circunstancia, permanecer dos minutos en el sitio y decretar tres días de luto nacional. Y ya, a esperar la siguiente masacre al cabo el scrip está armado: "enérgica condena", discurso oficial de ocasión, consternación de utilería para con los deudos de las víctimas y...a seguir la guerra.



El mensaje de 20 minutos difundido por Felipe Calderón la mañana de este viernes, es pródigo en calificativos, pero vacío de sustancia. Convencido a sí mismo de que todavía algo gobierna y de que su palabra tiene algún peso (¡oh, el "presidente" está indignado! ¡oh, el "presidente" condenó los hechos! ¡a temblar criminales que Felipe ya los señaló!), el panista lanza anatemas, llama terroristas a quienes perpetraron este "acto de terror y barbarie", estos "hechos dolorosos", este "acto inhumano y crimen imperdonable".


Como cada vez que un hecho semejante ocurre (Las fosas de San Fernando, las víctimas de Villas de Salvárcar, el asesinato de indocumentados y periodistas, la guardería ABC) ofrece redoblar la presencia de las fuerzas federales y seguir "golpeando las estructuras del crimen organizado" que no han de ser tan golpeadas a la vista de su incólume capacidad de fuego y de violencia.


Y lo infaltable en el discurso calderoniano: el reparto de culpas. Los culpables son el Congreso por no dar a las fuerzas federales "certidumbre jurídica y atribuciones legales" para combatir la delincuencia (léase: por no aprobar la Ley de Seguridad Nacional al gusto del propio Calderón que, como ya se ha visto, no busca sino legalizar los atropellos que contra la población civil cometen el ejército, la policía y la Marina, responsables de desapariciones forzadas, allanamiento de domicilios sin órdenes de cateo y secuestro de sospechosos sin órdenes de aprehensión, en lo que más bien constituye una operación de contrainsurgencia contra la propia población civil a la que se dice "proteger").

Otro culpable: el poder judicial por no condenar a los acusados que presenta el Ministerio Público. En realidad, es una instancia ante la que se estrella la propaganda calderonista que se solaza en presentar ante la opinión pública asesinos responsables de hasta 600 crímenes, a los que luego los fiscales gubernamentales no son capaces de condenar por ninguno de ellos.

Y el villano favorito, EUA, al que se condena de dientes para afuera por ser el "mayor consumidor de droga del mundo", y porque los miles de millones de dólares de ganancias permiten a los narcos adquirir las armas con las que luego matan a los mexicanos.


Sin embargo el enojo de Calderón contra el vecino vicioso no llega a tanto como para decidir detener la guerra aquí y que la sufran ellos allá. Nada de eso: sólo hace un llamado a misa, casi un ruego más propio de un subordinado que de un representante de un país soberano, al Congreso, a la sociedad y al gobierno estadounidense a que si están resignados a consumir drogas, entonces "que reflexionen por la tragedia que vivimos en México", pues no podemos seguir pagando las consecuencias que genera el mercado negro de estupefacientes.



Y como para que al vecino no le quede duda que seguiremos haciéndoles el trabajo sucio aquí, Calderón se pregunta ante la tragedia del día: ¿qué sigue? Ah, sigue perseverar y redoblar el esfuerzo, dice envalentonado.


Y afirma que claudicar ahora es "entregar a nuestras familias al capricho y al arbitrio de las bandas delincuenciales". Y lo dice rodeado por 52 cadáveres precisamente de familias de Nuevo León, víctimas de la contundencia con la que según eso se han debilitado y golpeado las estructuras de las bandas criminales.


Los criminales quedaron advertidos por la palabra presidencial: "deben saber que mientras más se metan con la gente inocente, más contundentemente vamos a actuar contra ellos".


Y al final, venimos a saber que todo ese bla, bla, bla, de Calderón, no era sino la ocasión para justificar ante la sociedad su reclamo para instalar en México un régimen autoritario, que, con el pretexto de atacar criminales, atropelle a la sociedad, sin que esta reclame ni diga nada.


No otra cosa puede significar el llamado de Calderón al final de su discurso: "Déjennos hacer nuestro trabajo, dejen a un lado la mezquindad política y los intereses que buscan frenar la acción de las fuerzas federales".


A la ominosa amenaza de los criminales, la sociedad mexicana tendrá que enfrentar la ominosa tentación de instaurar aquí una dictadura militar con el pretexto de que se ataca al crimen organizado. La nación por encima de los ciudadanos que la conforman. Esa ha sido siempre la justificación de las dictaduras.


lunes, 1 de agosto de 2011

Por qué los pobres de Calderón no son un fracaso


Criticar a Felipe Calderón porque durante su "gobierno" los mexicanos nos volvimos más pobres es pecar de ingenuidad. Indudablemente que los datos difundidos este viernes 29 de julio  por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), justificarían que proclamáramos el fracaso total de su administración, la ineficacia e ineptitud de las políticas aplicadas y hasta el mediocre desempeño profesional del michoacano.

Este tipo de descalificaciones vendrían al caso si el empeño y el proyecto del grupo gobernante fueran la justicia social con base en un desarrollo económico soberano, sustentable y de largo plazo. Pero como no es así, en realidad, el aumento de la pobreza en México es un resultado buscado y trabajado, derivado naturalmente del modelo económico aplicado conscientemente por lo cual no puede considerarse un fracaso. Veamos:

A mediados de la séptima década del siglo pasado (1975) se produjo un retroceso en la rentabilidad del capital. La necesidad de garantizar la recuperación de las ganancias capitalistas que se habían obtenido durante la posguerra condujo a lo que conocemos como neoliberalismo globalizador, la fase actual del sistema capitalista.

Recuperar y mantener los márgenes de rentabilidad para el gran capital era vital pues, como se sabe,  sin un régimen de acumulación que garantice una masa suficiente de ganancia el capitalismo se desplomaría. Eso era lo que estaba en juego en aquellos años. Para superar la emergencia y recuperar los niveles de ganancia o rentabilidad el neoliberalismo recurrió a una constante reducción de los salarios, se desmontó el andamiaje de la seguridad social, se privatizaron los servicios a cargo del Estado para reducir su tamaño y su costo.

Ello se tradujo en políticas de contensión salarial, la privatización de pensiones, el abandono de la seguridad social que en México se expresó en las reformas a las leyes del IMSS e ISSSTE, desregulación y reducción de impuestos a las grandes empresas locales y trasnacionales. Además, se adoptaron modificaciones tecnológicas para incrementar la productividad laboral o el grado de explotación técnica de los asalariados.

Exactamente lo que hemos vivido desde principios de los años 80. Así, Calderón y sus antecesores han seguido puntualmente las políticas dictadas por el capital financiero internacional, encaminadas a que existan las condiciones apropiadas para que los grandes capitales recuperen e incrementen su tasa de ganancia.

Ese es el gran diseño, el único proyecto al que han estado abocados nuestros gobiernos (PRI-PAN) en los últimos 30 años. Toda la verborrea oficial plasmada en los cientos de páginas de los llamados planes nacionales de desarrollo no ha tenido otro objetivo que encubrir el gran engaño.

Si el modelo económico que se aplica conscientemente está diseñado para aumentar las ganancias del capital y depauperar a la población ¿Cómo puede ser un fracaso una estrategia que arroja los resultados esperados?

Entre 2008 y 2010 --informa el Coneval-- se volvieron pobres 3.2 millones de personas. En total, en el país hay ahora 52 millones de pobres que equivalen a 46.2% de la población.

Gonzalo Hernández Licona, secretario Ejecutivo del Coneval formuló una consideración clave: Este aumento de 3.2 millones de pobres --dijo-- indica que el efecto de la reducción del ingreso fue mayor que el impacto de la reducción de las carencias del país.

Esto significa que usted puede repartir dádivas mediante programas sociales como Solidaridad (Carlos Salinas de Gortari), Progresa (Ernesto Zedillo) y Oportunidades (Felipe Calderón), puede echarle cemento a todas las casas con piso de tierra que haya en el país, puede introducir drenaje y agua potable, pero mientras no aumente los salarios de los trabajadores, todo lo demás es demagogia, porque no tiene ningún efecto en el desarrolo económico ni del país ni de las personas.

El capitalismo y el alacrán

Ahí es precisamente donde se inserta la crítica al modelo neoliberal del capitalismo rampante, pues el dogma, seguido por nuestros gobernantes, es reducir el ingreso de las personas para maximizar las ganancias ¿Se dan ustedes cuenta cuál es el verdadero origen de nuestros males?

Por ello, denostar a Calderón y centrarse en su figura es desentenderse de la causa primigenia. No digo que el panista sea una víctima inocente del malvado sistema capitalista, pues él, como antes De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox, se adscribieron gustosos a ese proyecto desnacionalizador que quebró al país, pero que a ellos y a sus cómplices les redituó millonarias ganancias.

Lo que digo es que para que la crítica resulte eficaz debemos situar la actuación de estos hombres dentro de la estructura capitalista a la que sirven.

En México la izquierda electoral se desentiende de estos fenómenos producidos por el capitalismo mundial y por eso no los denuncia. En vez de eso se empeña en moverse en la lógica de que la sociedad capitalista es modificable o puede funcionar mediante reformas que aminoren la desigualdad, pero sin cambiar el régimen de acumulación que produce esa desigualdad y que fabrica tanto pobre.

Ese reformismo no la ha conducido ni la conducirá a ninguna parte. La razón es sencilla: detrás del glamour y las comodidades con que nos seduce, el capitalismo es esencialmente una relación de poder entre dominantes y dominados; es explotación del hombre y depredación de la ecología del planeta.

Y si se le preguntara por qué lo hace, respondería como el alacrán de la fábula: porque es mi naturaleza.

jueves, 28 de julio de 2011

Semar: desapariciones forzadas

La declaración formulada este martes por el secretario de Marina, almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, respecto de que los criminales se valen de los defensores de derechos humanos para manchar el prestigio de la institución, obedece a una doble estrategia gubernamental:

a) debilitar la actuación de esos "incómodos" defensores en momentos en que más riesgos corren en virtud de los atropellos que cada vez con mayor frecuencia cometen las fuerzas armadas dentro del Estado policiaco-militar que se ha instaurado en el país; y, a la vez,

b) camuflajear esos atropellos haciéndolos pasar por acciones de los criminales que de ese modo pretenderían inculpar a las fuerzas armadas para desprestigiarlas e inhibir su acción.

En ambos casos, se trata de un discurso ominoso que, en realidad, lo que pretende es exculpar a los militares y marinos de los probados atropellos en que han incurrido y, de ese modo, cubrirlos con un inadmisible manto de impunidad.

La maniobra no es nueva. Ya el año pasado el entonces secretario de gobernación, Fernando Gómez Mont, pidió a la Comisión Nacional de Derechos Humanos no convertirse en la "tonta útil" del crimen organizado.

El discurso del secretario de Marina se produce en momentos en que sobre esa corporación pesan graves acusaciones, como la desaparición de 15 personas, ocurrida entre el primero y el 23 de junio pasados, en Nuevo Laredo Tamaulipas.

Mediante un ilegal modus operandi --pues se realizó sin que mediaran órdenes de cateo o de aprehensión, los marinos irrumpieron con violencia el cinco de junio en por lo menos seis domicilios, de los que se llevaron a otras tantas personas, ante la angustia y el terror de esposas e hijos.

Desde entonces, los desgarrados familiares de José Fortino Martínez, José Cruz Días Camarillo, Diego Omar Guillén Martín, Héctor Rodríguez Vázquez, Martín Rico García y Usiel Gómez Rivera, no han vuelto a saber de ellos. Están desaparecidos.

Además de ellos también se ha denunciado la desaparición, a manos del personal de la Armada, de Joel Díaz Espinosa, Alejandro Gil Martínez, Reynaldo Vielma Cisneros, Juventino Vital Gaona y David Juventino Vital Montalbo (padre e hijo). Los nombres que faltan para completar los 15 desaparecidos no fueron dados a conocer públicamente por el temos de sus familiares a sufrir represalias.

Quien sí las padeció fue Oralia Guadalupe Villaseñor Vázquez, esposa de José Fortino Martínez, cuya casa fue baleada con unos 40 balazos de grueso calibre, luego de que denunció su caso en periódicos de circulación nacional.

La respuesta de la Secretaría de Marina (Semar) ha sido la típica de un culpable pillado en falta. Primero negó haber participado en tales aprehensiones, aduciendo que pudo tratarse de falsos marinos portando uniformes apócrifos de la Armada.

Luego, en un comunicado del 1 de julio reconoció que el pasado 5 de junio, en Nuevo Laredo Tamaulipas, su personal "tuvo contacto con seis de las personas presuntamente detenidas". Véase lo que dice la Semar:

"Al operar información de inteligencia que apuntaba a que en varios domicilios de Nuevo Laredo, Tamaulipas, se encontraban elementos de la delincuencia organizada y al reconocer dichos lugares el día 5 del actual, se reconoce que se tuvo contacto con seis de las personas presuntamente detenidas".

Del texto se desprende que:

1. La Marina reconoce que ese 5 de junio sí realizó un operativo en "varios domicilios". Es decir, no se trató de criminales vestidos de marinos, como se adujo en un principio  tratando de ocultar el hecho finalmente reconocido, y como pretende que ocurre siempre el secretario Saynez.

2. Reconoce que "tuvo contacto" con los hoy desaparecidos. Es decir, que entró en sus domicilios --en rigor se trató de un allanamiento-- pues explícitamente admite que ese contacto se produjo "al reconocer dichos lugares", es decir, los "varios domicilios" en los que, según su "información de inteligencia" (?)  había delincuentes.

3. Aunque no especifica que significa "tener contacto" con las víctimas, se entiendo que registraron sus nombres, los tuvieron frente a sí, pues de otro modo la Semar no sabría que se trata de las mismas personas cuyo paradero hoy se desconoce.

Ningún testimonio indica que los marinos "tuvieron contacto" con los desaparecidos, los dejaron en sus casas y después volvieron por ellos. En tal caso podría suponerse que tras el operativo oficial, criminales vestidos como marinos realizaron los secuestros para incriminar a aquellos. No fue así. Aquella noche sólo hubo un operativo y los marinos se llevaron sin más a las víctimas.

No obstante esas evidencias, en el comunicado de la Semar se afirma que: "Hasta el momento no existen indicios que hagan presuponer que el personal naval haya asegurado y, menos aún,  privado ilícitamente de su libertad a estas personas".

Los familiares de algunos de los secuestrados siguieron al convoy de marinos y tienen fotos y videos que demuestran como, tras capturarlos, los mantuvieron por horas en el Hotel Santa Mónica. Y que luego los condujeron a un lienzo charro, ubicado a 50 kms de Nuevo Laredo, donde la Marina instaló un campamento en Hidalgo, Coahuila.

Otro dato que resulta llamativo es que en ese mismo comunicado del 1 de julio, la Semar dice respecto de los seis ciudadanos desaparecidos con los que "se tuvo contacto", que "debe señalarse que no se encontraron elementos que permitieran establecer su pertenencia a alguna célula criminal". ¿Y entonces? ¿No afirmaron que realizaron el operativo porque contaban con información de inteligencia? ¿Qué tipo de "información de inteligencia" utiliza la Marina que irrumpe ilegalmente en domicilios de quienes la propia dependencia reconoce después que son inocentes? ¿Esa es la seguridad que dicen brindar a los ciudadanos?

Como se ve, el secretario de Marina, Francisco Saynez, tiene mucho que explicar acerca de posibles crímenes cometidos por sus subordinados. En vez de hacerlo, y en un claro intento autoexculpatorio, pretende acusar a los defensores de derechos humanos, poniéndolos con ello en una riesgosa situación.

El tono y el contenido del discurso de Saynez envía un ominoso mensaje a la sociedad: el de la impunidad que cubre y cubrirá a los militares y marinos. Eso ya lo sabíamos, pero cada vez resulta más explícito. Y con todo eso, la Secretaría de Gobernación rechazó la petición del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad para que se forme una Comisión de la Verdad.

¿Para qué? dijo la dependencia, si no estamos en los años sesenta ni tenemos una dictadura. ¿No?
   

lunes, 11 de julio de 2011

PGR: víctimas legalmente inexistentes

 El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta y periodista Javier Sicilia, así como el resto de la sociedad debimos tomar nota del informe que envió la Procuraduría General de la República (PGR) a la Comisión Permanente del Congreso sobre "Avances y resultados de la estrategia de seguridad pública en el periodo diciembre 2006-2011".

En ese documento, la procuradora Marisela Morales sostiene, más allá de discursos y palabrería, la postura oficial del gobierno: "Se estima que no hay base jurídica para concluir que existen víctimas, daños materiales y pérdidas económicas por la estrategia de seguridad pública 2006-2011".

Semejanten afirmación equivale a negar legalmente las más de 40 mil muertes producidas hasta ahora por esa "estrategia". Se trata de una actitud negacionista que equipara al "gobierno" de Calderón con aquellos que aun hoy sostienen que el genocidio perpetrado por la Alemania nazi nunca ocurrió, no obstante los testimonios fehacientes de quienes sobrevivieron al holocausto.

La afirmación de la procuradora Morales --quien durante el diálogo en Chapultepec pudo mirar la cara, el dolor y la indignación de familiares de víctimas realmente existentes-- ilustra con meridiana claridad la perversidad y mala fe de un gobierno que hace como que dialoga y reconforta a familiares de víctimas a las que en realidad no reconoce legalmente. Y como tampoco hay daños materiales ni pérdidas económicas, nadie está en condiciones de demandar legalmente al gobierno indemnización de ningún tipo. Ese es el alcance último de esa negación.

Si políticamente  todos esos muertos, las desapariciones forzadas y los "levantados" eran considerados por Calderón "daños colaterales", ahora venimos a saber, por voz de la PGR, que para efectos legales ni siquiera existen.

Si nos atenemos al concepto de víctima (persona que ha sufrido el menoscabo de sus derechos esenciales, o sus familiares y descendientes, cuando la víctima directa no sea capaz de reclamar sus derechos por haber sido muerta), entonces lo que la PGR intenta decirnos al negar legalmente el estatus de víctimas a los caídos, es que todos ellos son miembros del crimen organizado, pues no habrían muerto injustamente ni se habrían violado sus derechos, pues habrían fallecido en el ejercicio de su actividad ilegal, lo cual, en los hechos, equivale, otra vez, a criminalizarlos.

¿Qué acuerdos vinculantes (legalmente obligatorios) puede establecer el Movimiento por la Paz o cualquier otro con un gobierno que, por principio de cuentas, no reconoce la existencia jurídica de aquellos por los que se exige justicia? Es pregunta.

viernes, 1 de julio de 2011

Gatopardismo y biotecnología

La conclusión lampedusiana, "cambiar para que todo siga igual", alude a que toda modificación será cosmética, aparente, mientras no cambie la estructura sobre la que esté construida una determinada forma de vida, pues la estructura es la organización y operación que determina esa forma de vida, por lo cual ésta no puede nunca ser diferente ni distinta ni, por ende, producir resultados diferentes.

Un ejemplo biológico: si usted siembra granos de maíz invariablemente tendrá una planta de esa clase. Los granos pueden ser modificados mediante técnicas de biotecnología introduciendo en su estructura biológica  (aquello que lo hace ser maíz) genes que hagan el cultivo, por ejemplo, más resistentes a plagas, o que aceleren el proceso de maduración o para que las mazorcas resulten más grandes.

Al final del día --o de la cosecha-- estos cambios genéticos no alteran el hecho de que usted obtendrá siempre una planta de maíz y no una de aguacate, a menos que introduzca un cambio,  éste sí radical: que sustituya unas semillas por otras.

En la sociedad ocurre otro tanto. Es lugar común afirmar que México ya transitó a la democracia. Y sin embargo, persisten el autoritarismo gubernamental, la exclusión de los ciudadanos de las desiciones fundamentales, la desigualdad, la injusticia y la corrupción institucional, incluidas las prácticas que desvirtúan  eso que --dicen-- es el acto primigenio de la democracia: el derecho al voto.

Esto es así porque sólo cambiaron los contenidos, pero no la estructura; es decir, no cambió el patrón en el que los contenidos se insertan. Así, el cambio del PAN por el PRI en la presidencia de México, tras 70 años de hegemonía tricolor, fue una modificación de contenido.

El patrón en el que ese nuevo contenido (el gobierno de un partido diferente) se insertó, no varió un ápice. ¿Y cuál es ese patrón o estructura que permaneció intocada? En un sentido general, fue el sistema social mediante el que se organiza en el país el proceso de producción, distribución  y consumo de la riqueza material.

Ese sistema social es la madre que se desdobla en superestrcucturas conocidas, como el corporativismo y charrismo sindical, el caciquismo regenteado por los poderes locales (gobernadores), los acuerdos entre las élites políticas y las cúpulas empresariales, las políticas económicas y las estructuras simbólicas (imágenes, textos, palabras, relaciones de poder) que sirven para establecer y mantener las relaciones de dominación en la sociedad.

Mientras no se modifique esa estructura, digamos biológica, que hace que nuestra forma de vida y nuestra sociedad sean lo que son y no otra cosa, la alternancia de los partidos políticos en el gobierno, la "ciudadanización" de los organismos electorales --federales y estatales-- así como todo el entramado legal que no alcanza para impartir justicia, serán como los genes introducidos en nuestra planta de maíz.

Tendremos una nueva presentación, un nuevo contenido, pero el cuento seguirá siendo el mismo: pobreza, desempleo desigualdad, injusticia, depredación ambiental, pues nuestras estructuras no pueden generar sino eso, porque su esencia es el intercambio mercantil de la fuerza de trabajo, como condición de posibilidad de la apropiación del trabajo no pagado.

El otro camino es aquel acto sencillo, pero radical: sustituir nuestro maíz al que sólo le hacemos mejoras, por una semilla distinta, aquella que luego de ponernos de acuerdo en lo que queremos cosechar, nos conduzca efectivamente a ello.

Mientras no lo hagamos, continuaremos cosechando la misma planta, con nuevo envoltorio y presentación mejorada, pero igualmente deforme y decrépita.

martes, 28 de junio de 2011

Absurdos electorales

A ver: un servidor público en un puesto de elección popular ¿pierde su condición los fines de semana? El asunto viene a cuento por aquello de que los funcionarios gubernamentales sólo pueden acudir a actos proselitistas en días inhábiles, para evitar que incurran en el uso indebido de recursos públicos y violen los principios de imparcialidad y equidad.

El criterio es a todas luces disparatado y hasta risible porque asume que gobernantes como Marcelo Ebrard o Enrique Peña Nieto, se pueden desprender de su condición los fines de semana y acudir en apoyo, como lo han hecho, de sus correligionarios en otros estados.

¿Fueron electos para trabajar sólo de lunes a viernes? Ello implicaría que, como cualquier otro trabajador, podrían pasarse los fines de semana desentendidos de su oficina y sin emitir ninguna órden a nadie. Lo que a su vez supondría que en esos días habría un vacío de autoridad tanto en la ciudad de México como en el estado de México, donde ambos gobiernan.

Pero si los señores Ebrard y Peña Nieto utilizan celulares y otros medios que se les proveen para el desempeño de sus cargos para mantenerse en contacto o ser consultados, digamos por sus jefes policiacos, entonces implica que aun los fines de semana siguen siendo servidores públicos.

Imagine el lector que hubiera ocurrido una desgracia en en DF que requiriera la presencia del jefe de Gobierno, uno de esos domingos en que Ebrard se encontraba en Guerrero --despojado de su condición de gobernante, según este ridículo criterio-- apoyando la campaña al gobierno de la entidad de Ángel Aguirre Rivero.

Podrían ocurrir dos escenarios:

a) Notificado del hecho, Ebrard se desentiende de la emergencia y sigue en los mítines del guerrerense aduciendo que, puesto que se trata de un día inhábil, él no es en ese momento el gobernante capitalino.

b) Enterado del problema corre a una caseta telefónica, se despoja de su atuendo de ciudadano y vuela de regreso a la ciudad de México para, en su calidad de jefe de Gobierno dominical, atender el problema.

¿Se dan ustedes cuenta? En una interpretación que cabe, podría ser sancionado porque si elige regresar significa que acudía al mítin como jefe de Gobierno y no como ciudadano. Estaríamos como aquella paradoja del gato de Schroedinger, con que se ilustra la superposición de estados en la física cuántica.

Como se sabe, la materia y la energía pueden manifestarse, a la vez, como corpúsculos y como ondas, pues existen en una superposición de estados. Que se manifieste como uno o como otro depende de lo que sea en el momento en que es observada.

Así Ebrard. Si recibiera la llamada cuando en su superposición de estados, el momento corresponde al del ciudadano, entonces no regresa. Si la recibe cuando en su fluctuación se encuentra como jefe de Gobierno, entonces regresa y, en tal caso, podría ser sancionado por acudir como tal a un mitín de campaña. Ridículo ¿no creen?

Nadie sugiere que los gobernantes no tengan derecho a días o a horas de azueto. Pero eso es diferente a pretender que los fines de semana pueden desprenderse de su condición o a pensar ingenuamente que en esos días no utilizan recursos públicos.

Otro disparate semejante de nuestro sistema electoral se produce al pretender que los funcionarios o gobernantes pueden influir en las preferencias electorales cuando acuden a un mítin en días hábiles (de ahí la prohibición que se los impide) y no hacerlo cuando asisten en días inhábiles.

Véase la resolución que en 2009 emitió nuestro ínclito Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: "La condición de funcionarios públicos, en sí misma, no es suficiente para estimar que la simple asistencia de éstos en días inhábiles a eventos proselitistas, genera la inducción al voto del electorado en determinado sentido". Barroco, ¿no?

El problema que da lugar a estos subterfugios disparatados es la corrupción de nuestra clase política que a la menor provocación incurre en trampas de toda laya. Todos esos galimatías e interpretaciones que increpan a toda lógica se evitarían si simplemente nuestros actores políticos tuvieran educación, principios y auténtica vocación democrática. Punto.

domingo, 26 de junio de 2011

Eruviel Ávila: el fraude que viene

En el estado de México está por concretarse un fraude a la vista de todos. El próximo domingo 3 de julio habrá allí comicios para elegir gobernador y el candidato de la coalición Unidos por ti (PRI, Verde ecologista y Nueva Alianza), Eruviel Ávila Villegas, se perfila como el ganador.

Con un aparato estatal volcado subrepticiamente en labores de organizaciòn y acarreo del voto, y una bien organizada maquinaria para la compra de voluntades y sufragios operando en su favor, aceitado todo con un gasto millonario en imagen pública, pago de encuestas a modo, redes sociales, logistica, acarreo de simpatizantes y reparto de todo tipo de bienes, todo está listo para la consumación del fraude.

Y sin embargo, se hablará de un ejercicio democrático en el que con su voto "libre" y secreto, los ciudadanos habrán ejercicio su derecho al sufragio. No está mal.

El Instituto Estatal Electoral, encargado de organizar y cuidar la legalidad de la elección, avalará el fraude, pues los consejeros "ciudadanos" que lo integran son todos afines al gobernador priista en la entidad, Enrique Peña Nieto. Nada dirán de la evidente y colosal compra previa de votos, ni sobre el rebase en los gastos de campaña que ameritarían la descalificación del candidato oficial.

Si acaso, las mediciones respectivas iniciarán después de la elección y sus resultados se conocerán por lo menos seis meses después, cuando se hayan legitimado, por la vía de los hechos consumados, los resultados y cuando los electores ya ni se acuerden del asunto.

En tanto, las quejas y recursos legales de impugnación que logren elevarse hasta el tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), se toparán con la presidenta de este órgano, María del Carmen Alanís, otra reconocida peñanietista, quien ya dio claras muestras de su condición subordinada al exonerar al gobernador mexiquense por la difusión nacional de espots promocionales que, de acuerdo con la ley, sólo debían difundirse en el estado.

Con todos esos elementos extralegales en su favor y con todos los flancos cubiertos (autoridades estatales, el árbitro electoral y la compra y coacción de voluntades vía la ilegal recolección y registro de credenciales) Eruviel Ávila será el gobernador.

Se habrá consumado así un monumental fraude electoral y nadie podrá legalmente demostrar lo contrario, pues ninguna autoridad estará dispuesta a dar curso legal y el debido proceso a las pruebas que logren presentarse.

Con todo, hay una forma fácil y sencilla en que los mexiquenses podrían quitarse de encima toda esta red de complicidades tejida para manipular su voto: ejerciendo masivamente su libertad individual y no cruzando su boleta por el candidato oficial.

Para eso se requiere de una ciudadanía que no esté dispuesta a ser parte de los actos de corrupción que luego reprocha; de una ciudadanía inmune a la manipulación de los medios de comunicación; de una ciudadanía dispuesta a romper con la lógica clientelar: votar por quien me ofrece satisfactores inmediatos y no por quien se compromete a respetar los derechos.

Se precisa de una ciudadanía informada, educada y capaz de reconocer a quienes jamás representarán sus intereses por estar al servicio de sus enemigos históricos; una ciudadanía interesada genuinamente en la política como algo que afecta su vida cotidiana aunque no lo parezca; una ciudadanía alejada del fatalismo que mira todo como algo natural y eterno, del tipo: "todos son iguales", "siempre ganan los mismos"; o del cinismo: "estos por lo menos reparten".

Veremos si los ciudadanos del estado de México tienen esos atributos.

viernes, 24 de junio de 2011

Sicilia, Calderón y el diálogo


Quien quiera evaluar el resultado del diálogo efectuado ayer en el Alcázar del Castillo de Chapultepec entre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta y periodista Javier Sicilia, y Felipe Calderón, no tiene más que echar una mirada a la página editorial del diario Milenio.

Escriben allí quienes en estos días acaso representan mejor los intereses del establishment mexicano, en cuanto que están a cargo de la construcción de las formas simbólicas de dominación mediante las que gobiernan los verdaderos poderes de este país: el aparato propagandístico televisivo y los intereses económicos trasnacionales.

En efecto, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín y Héctor Aguilar Camín quedaron muy complacidos por los resultados del "diálogo" que tuvo lugar ayer. Lo que estos columnistas celebran sin decirlo es el tono descafeínado empleado por un movimiento que inició con una consigna inequívoca contra la violencia del Estado en su ineficaz combate al narcotráfico.

Lo que celebran es que el diálogo "entre el poeta y el político" haya permanecido en el terreno de la ética, de la espiritualidad, del simbolismo religioso, en el ámbito donde las exigencias de justicia pueden fácilmente devenir sensiblería para consumo de la galería.

Lo que a esos voceros de los poderes fácticos les interesa resaltar es la "civilidad" del diálogo que no exige nada, que no pone en peligro ni cuestiona las bases del sistema de dominación que regentean. "El mejor Calderón y el mejor Sicilia" titula casi eufórico Gómez Leyva. "El diálogo que sí fue", celebra por su parte Aguilar Camín. López Dóriga secunda: "Gracias al poeta".

En todos esos textos lo que se revela es, otra vez, el afán conciliador, el pulcro comportamiento de los demandantes de justicia, el reconocimiento de su dolor, la exigencia de atención a sus casos; y se destaca el talante "humano" mostrado por Calderón e incluso se llega a sugerir como afectuoso el abrazo final entre Sicilia y el ocupante de Los Pinos.

Esta vez no se catalogó al grupo opositor como "vociferante", extremista o maximalista o encabezado por un mesias de la redención o del dolor. No hubo necesidad. Era un grupo "light" que no llegó a Chapultepec a exigir cambios en el sistema de complicidades políticas y de negocios al amparo del poder en que abreva la clase política y que ha conducido a la degradación de las instituciones, imposibilitadas por ello de combatir con eficacia al crimen organizado.

Tampoco vinieron a plantear revoluciones educativas, ni cambios en el modelo económico que deja en la indigencia a nuestros jóvenes por la falta de oportunidades laborales. Nada de eso.

Por ello no merecieron denostación ni condena por parte de los medios. Al revés: la ocasión fue aprovechada para elaborar discursos ejemplarizantes, donde la abundancia de adjetivos oculta sin rubor el vacío de resultados: "encuentro excepcional, dramático y conmovedor"; "discusión genuina, a la vez profunda y clara"; "experiencia pedagógica y conmovedora".

La lección al calce es inmediata: así se dialoga en la democracia neoliberal, sin estridencias, sin exigencias que pongan en riesgo la continuidad del sistema, sin querer ganarlo todo, sin exabruptos que exigen renuncias o revocaciones del mandato. Todo con la tersura que da la espiritualidad.

Lo que el encuentro de ayer reveló ya sin ambages fue el carácter del movimiento encabezado por Sicilia: se trata exclusivamente de una demanda por justicia y atención a las víctimas. Se trata de que el Estado repare el daño que en términos de dolor y sufrimiento ha infringido a miles de hogares y familias en todo el país. Se trata de que los gobernantes asuman la dimensión ética del problema, que acepten y asuman públicamente sus culpas por cada muerte, por cada desaparecido, por cada levantado.

La duda que queda es si esos objetivos parten de una caracterización adecuada del origen del problema y de sus verdaderas soluciones. La euforia de los comentaristas de Milenio-Televisa, parecn confirmar que no. 

lunes, 13 de junio de 2011

Saramago: el privilegio de la lucidez


Juan Marcial
In Memoriam

Está por cumplirse un año de la desaparición física del escritor portugués José Saramago (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010), ocurrida el 18 de junio del calendario pasado.

En el caso del premio nobel de literatura 1998, hablar de “desaparición física” no es un eufemismo para evitar decir muerte, menos cuando su lucidez para interpretar de qué va la cosa en este mundo sigue viva y está en el centro de las rebeliones que este año alentaron la llamada Primavera árabe y el movimiento de Los indignados, en España.

Saramago fue un incisivo denunciador de cómo está organizado el mundo, cómo funciona, quienes lo manejan más allá de los que creemos nuestros gobernantes, de qué medios de control y dominación material y simbólica se valen para lograr que con su inmovilismo y nula participación, naturalmente aceptados,  las sociedades sean cómplices de su propia esclavitud, en lugar de rebelarse contra éstá.

Se trata de temas capitales porque están en la base de todas las injusticias, crímenes, mentiras y desigualdades sociales, políticas y económicas que padece la mayoría de la población mundial.

En suma, lo que Saramago describe es cómo domina al mundo el sistema capitalista y, al hacerlo, pone de relieve que la principal arma de dominación es la mentira llamada democracia que se presenta como el valor supremo que ya ha sido alcanzado por el “mundo libre” y en consecuencia ya podemos tirarnos a la poltrona, pues el trabajo está hecho.

La democracia, sostiene el autor de Ensayo sobre la ceguera, es la mayor y más efectiva trampa jamás inventada por el sistema para perpetuarse porque, mediante una operación maestra,  a la vez que excluye a los ciudadanos de las decisiones importantes, los hace creer que participan.

Es la domesticación total. Y esa, dice nuestro autor, ha sido la gran operación del sistema capitalista: la domesticación.

“Sólo nos piden el voto, no nos piden que participemos. Y cada cuatro años, acudimos a votar muy contentos, creyendo que estamos haciendo algo importante, pero lo importante ocurrió entre esos cuatro años”

Estas ideas se desprenden del libro José Saramago en sus palabras (Alfaguara, 2010), conformado por “un repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita desde la segunda mitad de los años setenta hasta comienzos de 2009”, como reza la solapa del volumen.

En esas intervenciones el escritor fija la tesis de que quienes gobiernan el mundo, imponen gobernantes y dictan el curso de nuestras vidas son, en realidad, las grandes corporaciones trasnacionales que tienen todo el poder.

Sin nunca recurrir al concepto, las declaraciones del escritor aluden a lo que los estudiosos de la ciencia política denominan poderes fácticos, aquellos que sin ser electos por nadie, son quienes deciden el destino de pueblos enteros desde su condición de invisibilidad, que les asegura impunidad y, sobre todo, la garantía de no ser molestados y mantenerse a buen resguardo de ataques o reclamos.

“No son los políticos los que gobiernan el mundo. Los lugares del poder, a parte de ser supranacionales, multinacionales, son invisibles” (p. 477).

“La diferencia entre la dictadura convencional y la del capitalismo reside en que (aquella) tenía cara, y decíamos es aquél, o aquellos militares, o Hitler, o Franco o Pinochet…pero ahora no tiene cara, no sabemos contra quien luchar. No hay contra quien luchar. El mercado no tiene cara, sólo tiene nombre. Está en todas partes y no podemos identificarlo, no podemos decir ‘eres tú’” (pp. 511-512).

“Hay que ser críticos en el análisis de la realidad social. El poder no está en manos de los gobiernos, puesto que no es democrático. Los gobiernos no son más que unos comisionados del poder real: Coca-Cola, Mitsubishi, General Motors…Las multinacionales son las que gobiernan el mundo. ¿Alguna vez la Coca-Cola se presentó a las elecciones? No lo necesitan porque el poder ya lo tienen. Hablar de democracia en este contexto es una pérdida de tiempo. Esta democracia es un engaño. La ciudadanía está anestesiada, el consumismo es la nueva ideología” (p. 513).

“Porque, a ver, ¿Quiénes son los que mandan en este mundo? ¿Mandan los ministros? ¿Los presidentes? No, señor, los que mandan en este mundo son los señores George Soros, Bill Gates y las grandes corporaciones financieras mundiales (y sin embargo) no se presentan a los comicios electorales; entonces ¿por qué seguir hablando de democracia? Si el poder está en otro nivel, y los poderes económicos y financieros privilegian sus especulaciones sobre cualquier otra cosa ¿cómo podemos seguir hablando de democracia? La democracia es algo que está fuera de las preocupaciones de los que realmente mandan en este mundo” (p. 431).

“Ya hemos comprobado que el verdadero poder no está en los palacios de los gobiernos: se encuentra en los consejos de administración de las multinacionales que deciden nuestra vida…Vivimos en una plutocracia, porque los ricos son quienes gobiernan y viven” (p. 433).

Tras fijar la verdadera naturaleza del poder que gobierna al mundo, el autor de Ensayo sobre la lucidez, desentraña la gran impostura de la democracia: la exclusión de los ciudadanos.

“Si todo va bien, volveremos a hacerlo (votar) cuatro años después. En ese espacio de tiempo los representantes elegidos pueden hacer cualquier cosa, hasta lo contrario de los motivos que llevaron al ciudadano a elegirlos. El momento álgido de la expresión democrática (el voto) es, a la vez, el momento de renuncia al ejercicio democrático” (p. 415).

“…no nos damos cuenta de que, en el mismo momento en que introduce en la urna su voto, el ciudadano está haciendo un acto de renuncia a su derecho y deber de participar, al delegar el poder que tiene en otras personas, que a veces ni siquiera sabe quienes son. La democracia puede ser sólo una fachada detrás de la cual no haya nada” (p. 429).

“Nosotros no podemos seguir hablando de democracia en el plano puramente formal. Es decir, que existan elecciones, un parlamento, leyes, etcétera…pero yo hablo de un problema más importante que es el problema del poder. Y el poder, aunque sea una trivialidad decirlo, no está en las instituciones que elegimos. El poder está en otro lugar” (p. 430).

“Los ciudadanos tenemos todas las libertades democráticas posibles, pero estamos atados de manos y pies porque con el cambio de gobierno no podemos cambiar el poder” (p. 433).

“El problema fundamental es que por encima de lo que llamamos el poder político hay otro poder no democrático, el económico…Pienso que no se puede decir, con toda la ligereza del mundo, que vivimos en democracia cuando esa democracia no dispone de medios ni de ningún instrumento para controlar o para impedir los abusos del poder económico…Es una democracia de manos y pies atados” (p. 434).

“En realidad vivimos bajo una plutocracia, bajo el gobierno de los ricos. Vea el ejemplo del Fondo Monetario Internacional. Se trata de un organismo que no fue elegido por la población, pero que controla buena parte de la economía internacional” (p. 435).

¿Y cómo gobierna ese poder económico que nadie eligió? Simple: controla nuestras vidas: dicta qué música escuchar, qué cine ver, qué artistas idolatrar, a qué diversiones acudir, qué comida consumir, qué moda seguir, qué temas discutir.

Como su objetivo es el lucro inmediato y la explotación destructiva, todo lo anterior se concreta en el consumo. El consumo es la ideología y el centro comercial el nuevo espacio de formación de la mentalidad humana: consumidores autistas obsesionados por la posesión de cosas.

“Se ha introducido en nuestras mentes esa idea nueva de que si no consumes no eres nada. Si no consumes tú no eres nadie. Y eres tanto más cuanto eres capaz de consumir. A partir de que el ser humano se mira a sí mismo como un consumidor, todas sus capacidades disminuyen, porque todas van a ser puestas al servicio de una mayor capacidad de consumir” (p. 526).

“Si a ti te dicen que lo que importa es lo que compras, y según lo que compras te consideran más o menos, te conviertes en un ser que no piensa sino en satisfacer sus gustos, sus deseos y nada más…la propia experiencia social es la que nos está haciendo así (egoístas)…Ahora los valores se adquieren en los centros comerciales. Son las catedrales de nuestro tiempo” (pp. 512-513).

“La facilidad de consumir forma o deforma la conciencia de la persona. ¡Eso acaba con todo! Porque ocupa el espacio de una ideología determinada. Ya no es un ciudadano, es un consumidor, un cliente. A partir de ahí el individuo cumplirá las obligaciones inherentes a ese hecho: comprará, comprará y comprará. Eso acaba ocupando todo el espacio mental en su vida” (p. 530).

Todo ello constituye lo que el escritor cataloga como una gran mentira: “vivimos rodeados de mentiras, y ésta es un arma política de muy alta precisión” o “Vivimos en un sistema de mentiras organizadas, entrelazadas las unas con las otras…nunca se había mentido tanto. Vivimos en la mentira todos los días” (pp. 522, 527).

Superar ese estado de cosas implica recuperar nuestra forma de ser y estar en el mundo. En palabras de Saramago, eso significa que “uno mantenga una relación estrecha con los hechos, con la vida, con el mundo, con la sociedad”.

“Sigo creyendo que si uno no tiene ideas, no tiene nada, y que no basta tener ideas en general: hay que tener una idea del mundo, una idea del hombre, de la sociedad…” (p. 479).

“Si no cambiamos, no nos cambiamos; es decir, si no cambiamos de vida, no cambiamos la vida. Cuando digo cambiar de vida, no es dejar de ser albañil para pasar a ser médico. No es eso. Hay que cambiar la forma de entender el mundo. El mundo necesita acción; pero no se llega a la acción sin que eso haya sido elaborado por el espíritu” (p. 484).

“…estamos perdiendo la capacidad crítica de lo que pasa en el mundo…estamos abandonando nuestra responsabilidad de pensar, de actuar.” (p. 514).

“Se perfila una forma de entender el mundo definida por tres vectores muy claros: la neutralidad, el temor y la resignación” (p. 523).

En una declaración para O Globo de Río de Janeiro, formulada el 10 de mayo de 2003, Saramago apuntaba que democracia y derechos humanos son dos grandes batallas para este siglo. “Y si no las libramos, el siglo será un desastre” (p. 501).

Después de lo anotado, se comprende está última advertencia y se entiende, además, cuál debiera ser el contenido de esas batallas: la abolición del poder que ejercen sobre nosotros las grandes corporaciones. Y para eso, se requiere la participación convertida en acción de la sociedad.

Ahí el gran desafío planteado por el escritor, cuyos ecos, por eso, se mantienen vigentes a un año de su partida.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Pacto por la paz con justicia y dignidad (Síntesis)

Foto: Yadin Xolalpa/El Universal
 I. RAZONES Y URGENCIA

Ante la emergencia nacional, hoy más que nunca resulta necesario tomar medidas urgentes para detener esta guerra con su escalada de violencia y regenerar el tejido social y comunitario.

Este momento histórico adverso y profundamente violento es resultado de estructuras económicas y sociales que generan desigualdad y exclusión Aquí impera la muerte lenta causada por la miseria la pobreza el desempleo la falta de oportunidades para el desarrollo pleno de nuestras vidas y por la destrucción del ambiente.

La guerra contra el narcotráfico es una manifestación de políticas y acuerdos internacionales que sitúan a México como el campo de batalla donde a los pobres de este país y Centroamérica les toca pagar una alta cuota de vidas humanas para que las drogas lleguen a su destino y consoliden grandes negocios.

Frente a este escenario el Estado ha optado por una estrategia militar para enfrentar al crimen organizado y la protesta social privilegiando un proceso de militarización intensivo y extensivo de la seguridad pública no sólo por el amplio despliegue de las fuerzas militares en territorio nacional sino también por la creciente presencia de los mandos castrenses en la dirección de las policías civiles.

Resultado de esta estrategia que pone en el centro la confrontación violenta es una guerra civil donde mexicanos matan mexicanos generando 40 mil ejecuciones en lo que va del sexenio.

Sólo en el mes pasado en abril se contabilizaron mil 427 asesinatos considerando los cuerpos hallados en las narcofosas Las víctimas civiles se cuentan ya por miles en todo el país más de 230 mil personas desplazadas 10 mil huérfanos la Redim calcula 30 mil aunque no es una cifra oficial 10 mil secuestros de migrantes más de 30 alcaldes asesinados.

Un componente fundamental que explica esta escalada de violencia y guerra es la enorme corrupción y su infiltración en el Estado en todos sus niveles.

La impunidad es otro de los factores que determinan lo que hoy sucede en el país 98 3 de los delitos quedan impunes Tenemos un sistema de procuración e impartición de justicia incapaz de investigar y sancionar a quienes cometen los delitos y la violación de derechos.

II. VISIÓN COMÚN CON EXIGENCIAS MÍNIMAS Y COMPROMISOS

1. Exigimos esclarecer asesinatos y desapariciones y nombrar a las víctimas

Proponemos a la sociedad y planteamos la exigencia y mandato a las autoridades acciones de corto y mediano plazo que inicien un nuevo camino de paz con justicia y dignidad.

A.- Se deben esclarecer y resolver los asesinatos las desapariciones los secuestros las fosas clandestinas la trata de personas y el conjunto de delitos que han agraviado a la sociedad Determinar la identidad de todas las víctimas de homicidio es un requisito indispensable para generar confianza.

B.- Exigimos a las autoridades estatales y federal la resolución pública que presente a los autores intelectuales y materia les de algunos de los casos emblemáticos que han agraviado a la sociedad entre ellos la familia Reyes Marisela Escobedo y su hija Rubí Bety Cariño y Jirí Jaakola las niñas y niños de la guardería ABC la familia Le Barón los jóvenes de Villas de Salvárcar los jóvenes de Morelos.

C.- Convocamos a la sociedad civil a rescatar la memoria de las víctimas de la violencia a no olvidar y exigir justicia colocando en cada plaza o espacio público placas con los nombres de las víctimas.

2. Exigimos poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana

A.- Se debe cambiar el enfoque militarista y la estrategia de guerra de la seguridad pública y asumir una nueva estrategia de seguridad ciudadana con enfoque en los derechos humanos.

B(I).- Exigimos que antes de dos meses los Congresos locales aprueben la reforma constitucional en derechos humanos y sea publicada para darle plena efectividad y que en el mismo plazo se instituya el mecanismo de protección de periodistas y defensores de derechos humanos.

B(II).- Exigimos que no se aprueben leyes o normas que conculquen los derechos humanos y las garantías individuales bajo el concepto de seguridad nacional y que no se aprueben las modificaciones propuestas al dictamen de la Ley de Seguridad Nacional.

3. Exigimos combatir la corrupción y la impunidad

A.- Se requiere una amplia reforma en la procuración y administración de justicia que dote de verdadera autonomía al Ministerio Público y al Poder Judicial que establezca el control ciudadano sobre las policías y los cuerpos de seguridad avance en la reforma de los juicios orales y establezca sistemas más efectivos de control judicial que reduzcan la discrecionalidad en los procedimientos y resoluciones de fondo La justicia no puede seguir al servicio de intereses y cálculos políticos También se requiere legislar para generar la capacidad y atribuciones de investigación y consignación de funcionarios públicos de los tres órdenes de gobierno en casos de corrupción.

B.- Exigimos que en máximo 6 meses el Congreso elimine el fuero de legisladores y funcionarios de los tres órdenes de gobierno en materia de actos de corrupción delitos del orden común y de crimen organizado.

4 Exigimos combatir la raíz económica y las ganancias del crimen

A.- La criminalidad y su violencia tiene como su motor las ganancias derivadas del narcotráfico los secuestros la trata de personas la extorsión la venta de protección y demás delitos que después reinyectan los recursos en la economía mediante el lavado de dinero Exigimos un combate frontal al lavado de dinero y activos de los delincuentes mediante la creación de unidades autónomas de investigación patrimonial en coordinación con fa Unidad Federal de Inteligencia Financiera que permitan reunir material probatorio para formular acusaciones y dictar sentencias por los actos de negocios ilegales.

B.- Exigimos la presentación de un Informe a la Nación sobre los resultados de la investigación patrimonial y el lavado de dinero que muestre los casos más notorios que se han sancionado en este sexenio y sobre el avance en la integración de las Unidades de investigación sobre lavado de dinero de las 32 entidades federativas y la federal.

5. Exigimos la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social

A.- La seguridad ciudadana no se resolverá con armas y violencia Exigimos una política económica y social que genere oportunidades reales de educación salud cultura y empleo para jóvenes porque son las y los principales víctimas de esta estrategia Exigimos la recuperación del carácter público de la educación y romper el control corporativo que ejerce la cúpula del SNTE sobre la política educativa así como el incremento inmediato en los recursos destinados a las acciones sociales de seguridad ciudadana al menos en la misma proporción de los destinados a las fuerzas armadas y de seguridad pública.

B.- Exigimos que en los próximos 3 meses se establezca un programa especial de emergencia nacional para y de jóvenes que invierta las prioridades del presupuesto garantizando al menos lo mismo que se destina a seguridad para la construcción de escuelas y el aumento de la matrícula en educación secundaria media superior y superior un sistema universal de becas para estudiantes de secundaria EMS y superior de escuelas públicas así como recursos para proyectos culturales deportivos productivos y sociales realizados por los propios Jóvenes y sus organizaciones como actores de reconstrucción del tejido social en sus barrios comunidades y unidades habitacionales.

6 Exigimos democracia participativa

Mejor democracia representativa y democratización en los medios de comunicación. La seguridad requiere democracia y nuevos medios de participación ciudadana Exigimos que se amplíen los medios e instrumentos de participación ciudadana en los asuntos públicos mediante el reconocimiento institucional de la consulta popular las candidaturas independientes la revocación de mandato, la contraloría social y las acciones colectivas.

Se requiere una política de Estado en materia de telecomunicaciones que rompa en el menor tiempo posible los monopolios y genere una amplia democratización y apertura no sólo a la competencia sino al fortalecimiento de los medios públicos.

Exigimos a la Cámara de Diputados que en un periodo extraordinario a más tardar en dos meses apruebe la minuta de reforma política constitucional aprobada por el Senado que establece la consulta popular la iniciativa legislativa las candidaturas independientes y la reelección inmediata de legisladores y alcaldes.

III PARA INICIAR EL CAMINO

Proponemos dos momentos para lograr esto:

-Un pacto ciudadano entre los miembros de la sociedad civil y;

-En un segundo momento, una serie de planteamientos y de mandatos de exigencias a los gobernantes a los líderes de los partidos políticos y a los factores de poder.

Este momento requiere la participación de todas y todos el Pacto de la sociedad civil implica un esfuerzo de unidad y organización de la sociedad civil nacional para que tengamos una voz y acciones con el fin de parar esta guerra y la violencia social corrupción e impunidad que nos está destruyendo como personas y como nación.

El 10 de junio nos reuniremos en Ciudad Juárez con las Comisiones de Verificación y Sanción que la sociedad civil nacional establecerá en este tiempo con especialistas y gente honorable para cada uno de los 6 puntos.

Durante este periodo hasta el 10 de junio las Comisiones con las aportaciones del resto de la sociedad civil irán especifican do con más detalle las acciones correspondientes a cada exigencia.

Invitamos a toda la ciudadanía en las comunidades barrios colonias lugares de trabajo a aportar en esta discusión y construir espacios de reflexión y acción colectiva nacional permanentes.

Hacemos además un llamado a nuestros compatriotas que radican allá y al pueblo de los Estados Unidos de América para que apoyen nuestra movilización y exijan al gobierno y al Congreso de ese país que detengan el flujo de armas hacia México y el lavado de dinero.

lunes, 9 de mayo de 2011

Nuevo pacto o fractura nacional


(Texto leído por Javier Sicilia en el zócalo de la ciudad de México, el domingo 8 de mayo de 2011, al concluir la Marcha por la paz con dignidad y justicia que encabezó desde Cuernavaca, Morelos).

Hemos llegado a pie, como lo hicieron los antiguos mexicanos, hasta este sitio en donde ellos por vez primera contemplaron el lago, el águila, la serpiente, el nopal y la piedra, ese emblema que fundó a la nación y que ha acompañado a los pueblos de México a lo largo de los siglos.

Hemos llegado hasta esta esquina donde alguna vez habitó Tenochtitlan -a esta esquina donde el Estado y la Iglesia se asientan sobre los basamentos de un pasado rico en enseñanzas y donde los caminos se encuentran y se bifurcan-; hemos llegado aquí para volver a hacer visibles las raíces de nuestra nación, para que su desnudez, que acompañan la desnudez de la palabra, que es el silencio, y la dolorosa desnudez de nuestros muertos, nos ayuden a alumbrar el camino.

Si hemos caminado y hemos llegado así, en silencio, es porque nuestro dolor es tan grande y tan profundo, y el horror del que proviene tan inmenso, que ya no tienen palabras con qué decirse. Es también porque a través de ese silencio nos decimos, y les decimos a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad de este país, que no queremos un muerto más a causa de esta confusión creciente que sólo busca asfixiarnos, como asfixiaron el aliento y la vida de mi hijo Juan Francisco, de Luis Antonio, de Julio César, de Gabo, de María del Socorro, del comandante Jaime y de tantos miles de hombres, mujeres, niños y ancianos asesinados con un desprecio y una vileza que pertenecen a mundos que no son ni serán nunca los nuestros; estamos aquí para decirnos y decirles que este dolor del alma en los cuerpos no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad y la balbuciente democracia que estamos perdiendo; para decirnos y decirles que aún creemos que es posible que la nación vuelva a renacer y a salir de sus ruinas, para mostrarles a los señores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos de defender la vida de todos los hijos y las hijas de este país, que aún creemos que es posible rescatar y reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, barrios y ciudades.

Si no hacemos esto solamente podremos heredar a nuestros muchachos, a nuestras muchachas y a nuestros niños una casa llena de desamparo, de temor, de indolencia, de cinismo, de brutalidad y engaño, donde reinan los señores de la muerte, de la ambición, del poder desmedido y de la complacencia y la complicidad con el crimen.

Todos los días escuchamos historias terribles que nos hieren y nos hacen preguntarnos: ¿Cuándo y en dónde perdimos nuestra dignidad? Los claroscuros se entremezclan a lo largo del tiempo para advertirnos que esta casa donde habita el horror no es la de nuestros padres, pero sí lo es; no es el México de nuestros maestros, pero sí lo es; no es el de aquellos que ofrecieron lo mejor de sus vidas para construir un país más justo y democrático, pero sí lo es; esta casa donde habita el horror no es el México de Salvador Nava, de Heberto Castillo, de Manuel Clouthier, de los hombres y mujeres de las montañas del sur -de esos pueblos mayas que engarzan su palabra a la nación- y de tantos otros que nos han recordado la dignidad, pero sí lo es; no es el de los hombres y mujeres que cada amanecer se levantan para ir a trabajar y con honestidad sostenerse y sostener a sus familias, pero sí lo es; no es el de los poetas, de los músicos, de los pintores, de los bailarines, de todos los artistas que nos revelan el corazón del ser humano y nos conmueven y nos unen, pero sí lo es.

Nuestro México, nuestra casa, está rodeada de grandezas, pero también de grietas y de abismos que al expandirse por descuido, complacencia y complicidad nos han conducido a esta espantosa desolación.
Son esas grietas, esas heridas abiertas, y no las grandezas de nuestra casa, las que también nos han obligado a caminar hasta aquí, entrelazando nuestro silencio con nuestros dolores, para decirles directamente a la cara que tienen que aprender a mirar y a escuchar, que deben nombrar a todos nuestros muertos -a esos que la maldad del crimen ha asesinado de tres maneras: privándolos de la vida, criminalizándolos y enterrándolos en las fosas comunes de un silencio ominoso que no es el nuestro-; para decirles que con nuestra presencia estamos nombrando esta infame realidad que ustedes, la clase política, los llamados poderes fácticos y sus siniestros monopolios, las jerarquías de los poderes económicos y religiosos, los gobiernos y las fuerzas policiacas han negado y quieren continuar negando. Una realidad que los criminales, en su demencia, buscan imponernos aliados con las omisiones de los que detentan alguna forma de poder.

Queremos afirmar aquí que no aceptaremos más una elección si antes los partidos políticos no limpian sus filas de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado maniatado y cooptado al usar los instrumentos de éste para erosionar las mismas esperanzas de cambio de los ciudadanos. O ¿dónde estaban los partidos, los alcaldes, los gobernadores, las autoridades federales, el ejército, la armada, las Iglesias, los congresos, los empresarios; dónde estábamos todos cuando los caminos y carreteras que llevan a Tamaulipas se convirtieron en trampas mortales para hombres y mujeres indefensos, para nuestros hermanos migrantes de Centroamérica?

¿Por qué nuestras autoridades y los partidos han aceptado que en Morelos y en muchos estados de la República gobernadores señalados públicamente como cómplices del crimen organizado permanezcan impunes y continúen en las filas de los partidos y a veces en puestos de gobierno? ¿Por qué se permitió que diputados del Congreso de la Unión se organizaran para ocultar a un prófugo de la justicia, acusado de tener vínculos con el crimen organizado y lo introdujeron al recinto que debería ser el más honorable de la patria porque en él reside la representación plural del pueblo y terminaran dándole fuero y después aceptando su realidad criminal en dos vergonzosos sainetes? ¿Por qué se permitió al presidente de la República y por qué decidió éste lanzar al ejército a las calles en una guerra absurda que nos ha costado 40 mil víctimas y millones de mexicanos abandonados al miedo y a la incertidumbre? ¿Por qué se trató de hacer pasar, a espaldas de la ciudadanía, una ley de seguridad que exige hoy, más que nunca una amplia reflexión, discusión y consenso ciudadano?

La Ley de Seguridad Nacional no puede reducirse a un asunto militar. Asumida así es y será siempre un absurdo. La ciudadanía no tiene por qué seguir pagando el costo de la inercia e inoperancia del Congreso y sus tiempos convertido en chantaje administrativo y banal cálculo político. ¿Por qué los partidos enajenan su visión, impiden la reforma política y bloquean los instrumentos legales que permitan a la ciudadanía una representación digna y eficiente que controle todo tipo de abusos? ¿Por qué en ella no se ha incluido la revocación del mandato ni el plebiscito?

Estos casos -hay cientos de la misma o de mayor gravedad- ponen en evidencia que los partidos políticos, el PAN, el PRI, el PRD, el PT, Convergencia, Nueva Alianza, el Panal, el Verde, se han convertido en una partidocracia de cuyas filas emanan los dirigentes de la nación. En todos ellos hay vínculos con el crimen y sus mafias a lo largo y ancho de la nación. Sin una limpieza honorable de sus filas y un compromiso total con la ética política, los ciudadanos tendremos que preguntarnos en las próximas elecciones ¿por qué cártel y por qué poder fáctico tendremos que votar? ¿No se dan cuenta de que con ello están horadando y humillando lo más sagrado de nuestras instituciones republicanas, que están destruyendo la voluntad popular que mal que bien los llevó a donde hoy se encuentran?

Los partidos políticos debilitan nuestras instituciones republicanas, las vuelven vulnerables ante el crimen organizado y sumisas ante los grandes monopolios; hacen de la impunidad un modus vivendi y convierten a la ciudadanía en rehén de la violencia imperante.

Ante el avance del hampa vinculada con el narcotráfico, el Poder Ejecutivo asume, junto con la mayoría de la mal llamada clase política, que hay sólo dos formas de enfrentar esa amenaza: administrándola ilegalmente como solía hacerse y se hace en muchos lugares o haciéndole la guerra con el ejército en las calles como sucede hoy. Se ignora que la droga es un fenómeno histórico que, descontextualizado del mundo religioso al que servía, y sometido ahora al mercado y sus consumos, debió y debe ser tratado como un problema de sociología urbana y de salud pública, y no como un asunto criminal que debe enfrentarse con la violencia. Con ello se suma más sufrimiento a una sociedad donde se exalta el éxito, el dinero y el poder como premisas absolutas que deben conquistarse por cualquier medio y a cualquier precio.

Este clima ha sido tierra fértil para el crimen que se ha convertido en cobros de piso, secuestros, robos, tráfico de personas y en complejas empresas para delinquir y apropiarse del absurdo modelo económico de tener siempre más a costa de todos.

A esto, ya de por sí terrible, se agrega la política norteamericana. Su mercado millonario del consumo de la droga, sus bancos y empresas que lavan dinero, con la complicidad de los nuestros, y su industria armamentista -más letal, por contundente y expansiva, que las drogas-, cuyas armas llegan a nuestras tierras, no sólo fortalecen el crecimiento de los grupos criminales, sino que también los proveen de una capacidad inmensa de muerte. Los Estados Unidos han diseñado una política de seguridad cuya lógica responde fundamentalmente a sus intereses globales donde México ha quedado atrapado.

¿Como reestructurar esta realidad que nos ha puesto en un estado de emergencia nacional? Es un desafío más que complejo. Pero México no puede seguir simplificándolo y menos permitir que esto ahonde más sus divisiones internas y nos fracture hasta hacer casi inaudibles el latido de nuestros corazones que es el latido de la nación. Por eso les decimos que es urgente que los ciudadanos, los gobiernos de los tres órdenes, los partidos políticos, los campesinos, los obreros, los indios, los académicos, los intelectuales, los artistas, las Iglesias, los empresarios, las organizaciones civiles, hagamos un pacto, es decir, un compromiso fundamental de paz con justicia y dignidad, que le permita a la nación rehacer su suelo, un pacto en el que reconozcamos y asumamos nuestras diversas responsabilidades, un pacto que le permita a nuestros muchachos, a nuestras muchachas y a nuestros niños recuperar su presente y su futuro, para que dejen de ser las víctimas de esta guerra o el ejército de reserva de la delincuencia.

Por ello, es necesario que todos los gobernantes y las fuerzas políticas de este país se den cuenta que están perdiendo la representación de la nación que emana del pueblo, es decir, de los ciudadanos como los que hoy estamos reunidos en el zócalo de la Ciudad de México y en otras ciudades del país.
Si no lo hacen, y se empeñan en su ceguera, no sólo las instituciones quedarán vacías de sentido y de dignidad, sino que las elecciones de 2012 serán las de la ignominia, una ignominia que hará más profundas las fosas en donde, como en Tamaulipas y Durango, están enterrando la vida del país.

Estamos, pues, ante una encrucijada sin salidas fáciles, porque el suelo en el que una nación florece y el tejido en el que su alma se expresa están deshechos. Por ello, el pacto al que convocamos después de recoger muchas propuestas de la sociedad civil, y que en unos momentos leerá Olga Reyes, que ha sufrido el asesinato de 6 familiares, es un pacto que contiene seis puntos fundamentales que permitirán a la sociedad civil hacer un seguimiento puntual de su cumplimiento y, en el caso de traicionarse, penalizar a quienes sean responsables de esas traiciones; un pacto que se firmará en el Centro de Ciudad Juárez -el rostro más visible de la destrucción nacional- de cara a los nombres de nuestros muertos y lleno de un profundo sentido de lo que una paz digna significa.

Antes de darlo a conocer, hagamos un silencio más de 5 minutos en memoria de nuestros muertos, de la sociedad cercada por la delincuencia y un Estado omiso, y como una señal de la unidad y de la dignidad de nuestros corazones que llama a todos a refundar la Nación. Hagámoslo así porque el silencio es el lugar en donde se recoge y brota la palabra verdadera, es la hondura profunda del sentido, es lo que nos hermana en medio de nuestros dolores, es esa tierra interior y común que nadie tiene en propiedad y de la que, si sabemos escuchar, puede nacer la palabra que nos permita decir otra vez con dignidad y una paz justa el nombre de nuestra casa: México.

sábado, 7 de mayo de 2011

La marcha y sus perspectivas


La marcha por la paz con justicia y dignidad, convocada por el poeta Javier Sicilia y que culminará este domingo 8 de mayo en el Zócalo de la ciudad de México, tras haber iniciado en Cuernavaca, Morelos el pasado jueves 5 de mayo, podría convertirse en el movimiento ciudadano que estaba faltando para inducir cambios en la estructura política del país.

Como la gran movilización ciudadana que tuvo lugar tras los sismos de 1985 en México, y que hizo a la población advertir las posibilidades de su acción organizada, este nuevo movimiento parece la gran oportunidad para que la ciudadanía recupere el protagonismo que debe tener en la conducción de los asuntos públicos del país.

Ese y no otro parece ser el sentido de las afirmaciones de Javier Sicilia cuando dice que no se trata de un movimiento contra el gobierno, sino de establecer un pacto ciudadano para iniciar la reconstrucción del tejido social roto por la violencia; para rehacer las instituciones públicas, reformarlas y refundar la nación.

No es poca cosa. Se trata de afirmaciones, cuyo contenido encierra el germen de un nuevo sistema político, diferente al que ha prohijado las actuales condiciones de violencia incluida la institucional.

Ese gran pacto ciudadano será seguramente el eje del discurso de Sicilia este domingo, pero deberá estar acompañado de las propuestas programáticas que permitan, a partir del día siguiente, convertirlo en un hecho y que hagan viable la confluencia, sin exclusiones con cargo a una disputa por radicalismos ideológicos, de todos los movimientos y organizaciones que plantean, así sea con diferentes grados, plataformas, ideologías y ritmos, la transformación de esta nación.

Esa gran unidad resulta urgente, dada la gran tarea por venir. Y es que cuando se habla de reconstruir el tejido social, no se trata sólo de erigir campos deportivos o áreas verdes o escuelas técnicas, como pretende el gobierno (véase al efecto el programa gubernamental Todos somos Juárez), sino de convocar a un gran debate nacional sobre educación, cultura, economía, política, salud, del cual deba emerger un nuevo pacto social sobre el que construir el futuro.

¿Pues no que se trataba sólo de marchar contra la violencia? Se preguntarán algunos. En efecto, por lo pronto, es preciso presionar al grupo en el poder, cuya cabeza visible es Felipe Calderón, para que modifique la a todas luces fallida, cuando no simulada, estrategia con la que se dice combatir al crimen organizado.

Pero existe una violencia anterior a la generada por el crimen organizado y que contribuye a crear las condiciones que lo hacen florecer: la violencia institucional. Aquella que no necesita de balas, ni de pistolas ni de sicarios a sueldo (aunque los funcionarios de alto nivel serían sus homólogos), pero que igual mata, viola, atropella, y cancela silenciosamente, bajo el ropaje de las leyes, las posibilidades de sobrevivencia, trabajo, justicia, igualdad, salud, casa, alimentación y educación de las mayorías.

De ahí la necesidad de la refundación a que ha convocado Javier Sicilia. Y la marcha de este domingo 8 de mayo –sin ánimo de cargarle responsabilidades mayores a las que se ha propuesto—deberá delinear los causes políticos, los contenidos programáticos y las formas organizativas que adoptará el gran pacto ciudadano, pues no será sólo con exigencias y consignas como se alcanzará la transformación deseada.

Así lo hace ver la postura de Felipe Calderón reiterada desde la noche anterior al inicio de la marcha en un mensaje televisivo, y durante la conmemoración de la batalla de Puebla: la estrategia no se modificará, “eso no ocurrirá”; el retiro de la guerra contra el narcotráfico “no es opción” porque tenemos de nuestro lado “la ley, la razón y la fuerza”.

Como muy pocas ocasiones en el pasado inmediato, las posturas están claras: más allá de la retórica política y de la manipulación de los medios de comunicación, lo que hay y resulta ya inocultable es un pueblo enfrentado contra la clase política y contra quien detenta el cargo más elevado dentro de esa clase: la presidencia de la república.

Un pueblo en abierto desacuerdo con la conducción del país y un gobierno que con autoritarismo insiste en las políticas que producen ese desacuerdo configuran lo que no puede ser catalogado sino como una dictadura.

A eso hemos llegado en México. De ahí que la marcha puede representar el inicio de la organización ciudadana pacífica contra ese engendro.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tortura condujo a Bin Laden

José Morales, un ex jefe del Centro de  Antiterrorismo de la CIA reveló a la revista Time que los interrogatorios con tortura a sospechosos de terrorismo condujeron eventualmente a la localización y asesinato de Osama Bin Laden.

Rodríguez trabajó para la CIA entre 2002 y 2005, periodo en que los líderes de Al Qaeda, Khalid Sheikh Mohammad (KSM) y Abu Faraj al-Libbi fueron tomados en custodia y sometidos a "Técnicas Especiales de Interrogación" (EIT's, por sus siglas en inglès) en prisiones secretas del extranjero.

La información proporcionada por KSM y Abu Faraj al Libbi acerca del mensajero de Bin Laden fue la principal información que condujo a su localización y posterior ejecusión. La afirmación de Rodríguez produjo críticas de la Casa Blanca.

"No hay evidencia de que la información obtenida mediante EIT's fue el principal elemento de inteligencia que nos condujo al líder de Al Qaeda", dijo Tommy Vietor, vocero del Consejo de Seguridad Nacional. "Tomó años de colección y análisis de muy diversas fuentes para desarrollar el caso que nos permitió identificar sus componentes y formarnos la idea de que Bin Laden estaba probablemente viviendo allí".

Rodríguez concuerda en que otros elementos de inteligencia tuvieron un rol en la ubicación del paradero del terrorista, la información de KSM y Abu Faraj fue la más importante. Este último "no fue sometido a la tortura del submarino (hundir su cabeza en agua durante varios minutos), pero su información sobre el mensajero fue clave".

Faraj dijo a los interrogadores que el mensajero llevaría comunicados de Bin Laden al mundo exterior cada dos meses o más. "Me di cuenta de que el líder no estaba realmente al frente de su organización. Tú no puedes liderear una organización si tienes un mensajero que lleva comunicados cada dos meses", dijo Rodríguez.

"Así fue como me convencí de que esta persona era sólo una figura decorativa que no estaba al frente de los golpes tácticos de la organización".

Mientras que algunos reportes sugieren que la información que proporcionó KSM vino semanas o meses después de que fuera sometido a las EIT's, Rodríguez dijo que los tips aportados por Libbi se produjeron sólo una semana después de que fuera sometido a los violentos interrogatorios.

El uso de EIT's fue un escándalo durante el gobierno de Georges W. Bush. Sin embargo, John McLaughlin, subdirector de la Agencia Central de Inteligencia durante la época en la que se utilizó la técnica del submarino, dijo que era un programa deliberado para alentar la docilidad de los testigos, pero "nunca fue concebido como un programa de tortura".

Ninguno de los oficiales del gobierno de Bush hizo, sin embargo, una clara distinción entre "inducir docilidad o deseos de cooperar" (inducing compliance) y tortura.

(Traducido por Contadero de Time on line)

viernes, 22 de abril de 2011

Reforma penal de Calderón

Felipe Calderón envió a la Cámara de Senadores una iniciativa de reforma al Código Penal Federal y al Código Federal de Procedimientos Penales. Se trata de sancionar  con el decomiso de bienes a empresas, bancos, aseguradoras y otros organismos del sistema financiero responsables de operaciones ilegales en beneficio del narcotráfico y el crimen organizado.

Los acusados serían multados e inhabilitados para participar en contratos con el sector público y exhibidos públicamente, pues la sentencia se publicaría en el Diario Oficial de la Federación y en un periódico de circulación nacional.

En la iniciativa el término personas morales es sustituido por el de personas jurídicas de naturaleza privada. Plantea, además, dos nuevos tipos penales: el de "confabulación" y el de "facilitación delictiva", así como castigar hasta con 15 años de prisión a informantes del hampa (los llamados halcones), aunque se trate de menores de edad.

La propuesta de reforma incorpora al orden jurídico la figura de "injusto colectivo" con el fin de imputar la responsabilidad penal a quienes de alguna forma participen o se beneficien de los ilícitos cometidos por el grupo delictivo. Así, los delitos de alguna banda podrán imputarse a cualquiera de sus integrantes, aun cuando no hayan partcipado en la comisión del hecho que se juzgue, bajo la óptica de que los actos individuales permiten el funcionamiento de la organización.

Toda esta elucubración jrídica fue de inmediato cuestionada, con razón, por el senador perredista Pablo Gómez: "¿Para qué quiere Calderón más leyes si no las aplica? Nos sigue pidiendo y pidiendo leyes cada vez más complicadas ¿Para qué toda una maraña jurídica si lo que tenemos es una ineptitud manifiesta de todo el aparato gubernamental y de prevensión de justicia?" (La Jornada 16-IV-11, Andrea Becerril).

En efecto, ¿Para qué tantos nuevos conceptos y figuras jurídicas, cuando bastaría con intervenir los circuitos financieros del narcotráfico?

jueves, 21 de abril de 2011

Cárceles, psicología y violencia

Foto AP
El asunto ya es preocupante. Y más que en el ámbito político quizá deba ser sometido a consideraciones psicológicas. Me refiero a la obsesión de Felipe Calderón por la guerra. Su febril imaginación en este terreno lo ha conducido a pergueñar dos iniciativas de ley que, más que de un estadista o ya por lo menos de un hombre de Estado, nos hablan de un sujeto acosado por pulsiones vengativas.
Me refiero a la iniciativa con proyecto de decreto que expide la Ley Federal del Sistema Penitenciario y de Ejecusión de Sanciones, propuesta a la Cámara de Diputados.

Calderón plantea definir prisiones con seis niveles de seguridad, que van desde la mínima hasta las de máxima y súper máxima seguridad. En estas últimas, los reos sentenciados por delitos federales (delincuencia organizada) serán sometidos a vigilancia permanente, aislamiento, suspensión de estímulos y visitas sólo por medios electrónicos.

Las puerta de estas celdas tendrán un sistema electrónico de apertura y cierre desde un centro de control, módulos y estancias unitarios donde los sentenciados no conviven con otros reos; puertas dobles, de apertura una a la vez y a control remoto, y dispositivos con sensores y detectores de movimiento.

Es posible imaginar a Calderón urgiendo a sus asesores a diseñar cárceles semejantes dominado por la excitación que le produjera el haber leído las condiciones infrahumanas en que permanece recluido  el soldado Bradley Manning, acusado por el gobierno de Barack Obama de haber entregado a Julián Assange los 250 mil cables diplomáticos secretos difundidos por Wikileaks.

O después de haber leído alguna descripción de las cárceles estadounidenses de máxima seguridad, pues no otro ha sido el modelo que para todo sigue el michoacano en materia de vigilancia y castigo, aunque en México con los deplorables resultados ya conocidos.

Se trata, como ha dicho el legislador priista Arturo Zamora, integrante de la Comisión de Seguridad Pública, de una medida desesperada ante la incapacidad gubernamental por los índices de violencia que padecemos, pero que de ningún modo inhibirá la comisión de delitos (La Jornada 16/IV/11, p. 12)).

El perredista Arturo Santana dijo en esa misma nota al reportero Roberto Garduño que la propuesta "se me hace muy de reality show", e ironizó: "¿Después de las cárceles de súper máxima seguridad cuáles van a seguir?". Quiza las de ultra mega máxima seguridad, respondemos nosotros.

La iniciativa de crear este tipo de cárceles corrobora meridianamente lo que ha expresado Javier Sicilia: "Calderón sólo tiene imaginación para la violencia".

domingo, 17 de abril de 2011

Narcotráfico ¿Quién paga la guerra?

Las cifras del gasto en seguridad dadas a conocer este sábado en Washington por el secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero Arroyo, resultan alarmantes y reflejan la insensatez y el grave daño que causan al país las políticas aplicadas por Felipe Calderón Hinojosa.

El funcionario reveló que ese gasto asciende a 200 mil millones de pesos anuales, con lo que supera el presupuesto combinado para educación media superior y superior, que este año es de apenas 146 mil 300 millones de pesos.

Además es seis veces mayor que los recursos destinados al programa de desarrollo humano Oportunidades, orientado a combatir la pobreza extrema en el país, el cual tiene asignados para el presente ejercicio 35 mil 355 millones de pesos.

Ello significa que por cada peso destinado a combatir la pobreza, se gastan 5.6 pesos en la guerra contra el crimen organizado.

En la conferencia de prensa ofrecida por Cordero --en el marco de la reunión de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que concluyó este sábado en la capital estadounidense (La Jornada, 16 de abril/2011/Roberto González Amador), el funcionario calderonista reconoció, además, que los recursos con que se financia el combate a la delincuencia no provienen de préstamos externos, sino de los propios contribuyentes.

Muy orondo, dijo que la administración de Calderón ha hecho dos reformas fiscales que aumentaron la recaudación tributaria en casi 1.4 puntos del producto interno bruto, que equivalen a unos 190 mil millones de pesos.

Eso significa que el famoso hoyo fiscal de 300 mil millones de pesos que se esgrimió en 2009 para aumentar los impuestos a los mexicanos en plena crisis económica, en realidad nunca existió, y que esos recursos de que ahora se ufana el secretario de Hacienda se requerían en realidad para financiar la guerra del michoacano instalado en Los Pinos.

Así, estamos ante un manejo inadmisible e irresponsable de los recursos públicos por al menos dos razones:

1. Porque se aumentaron los impuestos a una población afectada por la crisis económica  de 2008, de la que según el Banco Mundial México ha sido el último país latinoamericano en superar y eso a medias. Esa cascada de impuestos --que incluyó el aumento mensual en el precio de las gasolinas y el gas doméstico desde hace más de un año, el impuesto al valor agregado y el impuesto sobre la renta-- es dinero que sale del bolsillo de los ciudadanos y que Calderón emplea no para la reactivación del desarrollo económico, sino para una guerra fallida por la torpeza e ineficacia de la estrartegia gubernamental.

2. Porque además del saldo sangriento que representan las más de 40 mil muertes y que está pagando la sociedad mexicana, la insuficiente inversión en educación, salud y desarrollo humano está comprometiendo el desarrollo del país a largo plazo.

Es decir, el daño causado por Calderón al distraer recursos para su guerra afecta tanto el presente como el futuro del país, con un agravante mayúsculo: al rezagar la inversión que se requiere en educación y combate a la pobreza y el desempleo, se mantienen latentes dos de las causas que precisamente --como lo reconoció esta semana el Banco Mundial en su Informe sobre Desarrollo Humano 2011-- incuban la delincuencia y la violencia que con tanto ardor se dice combatir.

Con todo ello los mexicanos vivimos una cruel paradoja: somos víctimas de la violencia que nosotros pagamos con nuestros impuestos. En otras palabras: pagamos impuestos para que nos maten.

Por estas razones el grito de ¡Ya basta! no puede tener --como él quisiera en su intento por salvarse a sí mismo-- otro destinatario que el propio Felipe Calderón.

¡Que no se nos olvide!