martes, 25 de octubre de 2016
La Inquisición católica y la cremación.
El Santo Oficio nos recuerda de cuando en cuando que para la Iglesia seguimos en el siglo XVI. Llamado ahora Congregación para la Doctrina de la Fe, nos receta cada tanto interpretaciones sobre lo que juzga desviaciones en la práctica o interpretación del corpus católico.
En un documento titulado Ad resurgendum cum Christo, aprobado por el papa Francisco, prohíbe esparcir o conservar en casa las cenizas de los difuntos cremados. En realidad la renuencia de la Iglesia es contra la cremación misma, una práctica que, dice, se ha extendido, pero que es contraria a la fe de la Iglesia, según la cual, en dichos del prefecto de la congregación, el cardenal alemán Gerhard Mueller, "los muertos no son propiedad de los familiares, son hijos de Dios y esperan en un campo santo su resurrección".
La jerarquía católica mira con recelo que las cenizas las conserven los familiares porque, dice, produce riesgos como la posibilidad del olvido que pueden sobrevenir sobre todo pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.
Recomienda en cambio, mantener las cenizas en un lugar sagrado como un cementerio, en una iglesia o en un área especialmente dedicada para tal fin por la autoridad eclesiástica competente. Si bien la Iglesia reconoce que no existen razones doctrinales para prohibir la cremación, pues no impide a la ominipotencia divina resucitar el cuerpo, el secretario de la Comisión Teológica Internacional, Serge Thomas Bonino, la calificó como "algo brutal" y que además no permite a las personas cercanas acostumbrarse a la falta de un ser querido.
Como en tantos otros temas, en este caso la Iglesia se coloca contra las prácticas seculares, fiel a su pulsión de controlar, a través del Santo Oficio, aunque ahora se denomine de otra forma, la vida de las personas. No tendrán eco.
martes, 9 de febrero de 2016
Murakami y Rulfo
Tardío lector de Haruki Murakami --apenas concluí los libros 1 y 2 de esa monumental novela que es 1Q84-- encuentro en su universo narrativo paralelismos con nuestro Juan Rulfo. Tanto, que hasta me parece que este autor japonés ya candidato al Nobel, hace en la mencionada obra un guiño o, si se quiere, un homenaje al Pedro Páramo del jaliscience.
Hay, en la obra rulfiana, una frase que algún crítico ha juzgado extraña, pero cargada de simbolismo: cuando el fantasmal arriero que encuentra Juan Preciado en su camino a Comala le dice que él también es hijo de Pedro Páramo, Rulfo escribe enseguida: "Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar".
En la página 680 de 1Q84 (edición Tusquets 2015), uno de los protagonistas de la obra visita a su padre en la clínica en que está recluido con la memoria extraviada. Tras despedirse el personaje de su progenitor, y sin que tampoco viniera mucho al caso, Murakami introduce esta frase en el relato: "Una bandada de cuervos atravesó el cielo graznando".
Se trata, me parece, de una clarísima alusión a Rulfo, en una novela que, lo mismo que la del mexicano, está construida en un estilo de gran lirismo y en la que el mundo y su realidad están trastocados por presencias intrusivas y avasallantes. De modo que la novela del autor japonés no solo tiene ecos orwellianos, sino también rulfianos, como lo muestra esa frase que he referido, que es similar, matizada por un fraseo apenas diferente.
lunes, 8 de febrero de 2016
Fallas en edición de Los de abajo
La atractiva edición centenaria de la novela Los de abajo, de Mariano Azuela, que el Fondo de Cultura Económica (junto con la UAM y El Colegio Nacional), publicó en el amanecer de este 2016 en su colección Letras mexicanas, tiene dos errores inexcusables en una edición como esa.
En el estudio introductorio, Víctor Díaz Arciniega refiere que el general Julián Medina participó como villista en la Convención de Aguascalientes y llegó a gobernador interino de Jalisco. Añade que Friedrich Katz lo calificó como "uno de los rebeldes locales (de Jalisco) más influyentes". En este punto se omite, como no se hace en otros casos, incluir la referencia de en qué obra el investigador alemán incluyó ese juicio.
Hay que colegir que se trata de la monumental biografía que sobre el Centauro del Norte escribió Katz y que Editorial Era publicó en dos tomos en 1998.
La otra inexactitud está en la página 16. Escribe Díaz Arciniega: "Mariano Azuela padeció durante los trece meses de la presidencia de Madero --del 6 de noviembre de 1911 al 22 de febrero de 1913-- el denso ambiente de Lagos...". Solo que el periodo citado no es de 13 sino de 15 meses.
Lamentables desatenciones que opacan esta edición conmemorativa.
lunes, 4 de enero de 2016
La crisis del posdoctorado en EUA
Un artículo publicado este lunes en The Scientist Magazine por Muhammed Z. Ahmed, afirma que la carencia de trabajo está dejando a los posdoctorados sin un futuro dentro de la academia, en los Estados Unidos.
Tras señalar que quienes estudian posdoctorados tienen un papel crítico en la productividad de la investigación de cualquier país, el investigador de The Tropical Research and Educational Center, de la Universidad de Florida, indica que Estados Unidos cuenta con una relativamente fuerte infraestructura posdoctoral y ofrece altos salarios y más beneficios que en la mayoría de los otros países. Sin embargo, asienta que el limitado crecimiento de los fondos federales para investigación, durante la última década, ha incrementado la dificultad de los posdoctorantes para encontrar trabajos permanentes.
El limitado financiamiento también ha creado un ambiente altamente competitivo para aquellos que encuentran posiciones como investigadores principales.En cambio, señala que en China los fondos para investigación y desarrollo se han incrementado cerca de 10 veces en el mismo periodo y el numero de posdoctorantes ha aumentado con ello, no obstante que los salarios y los beneficios se mantienen bajos.
De acuerdo con una encuesta reciente, la mayoría de los científicos chinos sienten que recibieron un insuficiente tutelaje durante su paso del doctorado al posdoctorado, y que no existe una infraestructura organizada para responder a los desafíos que los posdoctorados enfrentan. Si continuara la carencia de inversión en posdoctorados, tanto China como Estados Unidos podrían ver disminuida su reputación como poderosas casas de investigación, lo cual solo serviría para exacerbar el problema de los posdoctorados.
El autor comenta que junto con sus colegas encuestó recientemente a la comunidad de posdoctorados sobre la cantidad de fondos federales para investigación y desarrollo y acerca del número anual de publicaciones en ambos países.
Entre 1993 y 2012 China exhibió un excepcional crecimiento en las tres áreas: el número total de posdoctorantes nacionales e internacionales aumentó sustancialmente cada año; los fondos gubernamentales se incrementaron a una taza de aproximadamente 18.7 por ciento por año, resultando en un incremento de 2, 273 por ciento en los 20 años del periodo examinado. En tanto el número de publicaciones se cuadruplicó.
En Estados Unidos el número de posdoctorados no se incrementó, los fondos federales decrecieron aproximadamente 0.2 por ciento cada año, resultando un declive total de 4.7 por ciento entre 1993 y 2012, mientras que las publicaciones anuales han permanecido relativamente constantes.
El autor del texto comenta que sin duda estos tres factores --los posdoctorados, los fondos federales y las publicaciones-- están correlacionados. Hay una cruda diferencia entre la tendencia de crecimiento de China y la neutral y ligera tendencia descendente de Estados Unidos, lo cual plantea una interesante cuestión: ¿el incremento en los fondos para los posdoctorados podría estimular una mayor productividad científica en los EUA?
Una encuesta aplicada por la Harvard Medical School, mostró que 70-90 por ciento de los artículos publicados entre 1990 y 1999, seleccionados de los laboratorios de más alto perfil, incluidos 43 por ciento de artículos publicados en Science, tenían a un posdoctorante como primer autor. Esta tendencia, la cual continua en los EUA, indica que los posdoctorantes permanecen como uno de los grupos de investigación más productivos.
Una tendencia que notamos en nuestro reciente estudio --apunta Ahmed-- es el significativo movimiento de jóvenes investigadores de China hacia los Estados Unidos para su entrenamiento posdoctoral. La mitad de los actuales posdoctorantes en EUA son ciudadanos no estadounidenses con visas temporales. Solo 11 por ciento de los posdoctorantes chinos beneficiados continua su investigación como posdoctorante en instituciones chinas.Muchos apuntan a EUA.
El número de estudiantes chinos graduados en EUA creció más del triple entre 1987 y 2010. China es actualmente la más grande fuente de doctores en ciencia extranjeros graduados en EU. Los notoriamente bajos salarios en China están empujando a los talentosos jóvenes investigadores de ese país a buscar oportunidades de posdoctorados en el extranjero, y el extendido uso del Mandarían ha creado una barrera lingüística que con frecuencia impide a los doctorantes internacionales aceptar posiciones en China.
Por otra parte, los posdoctorantes internacionales son atraídos con frecuencia hacia EUA porque creen que les proporcionará mejores oportunidades de avanzar en sus carreras de investigación, que las que encontrarán en sus países de origen.
Sin embargo, los posdoctorantes están enfrentando en EUA una creciente incertidumbre en cuanto a conseguir empleos permanentes. Una reciente estimación mostró que solo alrededor de 15 por ciento de los doctorantes estadounidenses tienen trabajos permanentes, mientras que otra encuesta encontró que la taza de desempleo después de completar un posdoctorado creció más del doble, al pasar de cuatro por ciento en 2008 a 10 por ciento en 2012.
Como resultado de ello los posdoctorantes permanecen más tiempo en posiciones con bajos sueldos. Mientras que una típica posición posdoctoral suele durar uno o dos años, muchos jóvenes investigadores permanecen hoy en posiciones de ascenso durante tres o cinco años. Otros se han desencantado de la perspectiva de una vida en la academia y eligen aceptar posiciones en la industria o abandonan la investigación totalmente.
Para mantener su alto nivel en investigación, China y EUA deben promover cambios significativos. China debe destinar más fondos a incrementar el salario de los posdoctorantes y mejorar la calidad de su formación. EUA necesita un influjo de apoyo financiero y mantener los actuales estándares en la formación posdoctoral.
Los cambios, dice Ahmed, también deben ocurrir en el ámbito de las universidades. Las instituciones académicas deberían enseñar a los estudiantes acerca de la carrera académica, la investigación colaborativa, y administración de laboratorios; revisar los criterios de selección para el ingreso de estudiantes graduados, para asegurar que solo se enrolen los candidatos con los mejores talentos, y conducir encuestas para determinar qué tipo de estudiante tiende a actuar mejor en la industria o en la academia y rediseñar programas de graduación de acuerdo con esas características.
domingo, 30 de agosto de 2015
El nuevo pacto PRD-Peña
El PRD y sus usufructuarios, los llamados "chuchos", acaban de consumar una traición más a sus disminuidos electores y, de paso, corroboran la descomposición política de ese partido en camino de extinción, a no ser por la vida artificial que pueda insuflarle el propio gobierno mediante maniobras como la que acaba de producirse.
Sucede que Jesús Zambrano fue designado presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados para el primer año de la legislatura que inicia funciones este 1 de septiembre. La obsequiosidad oficial para con un partido como el PRD, impensable hace algunos años, tiene su origen en el temor gubernamental de que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pudiera llegar a presidir ese órgano legislativo en 2017, el año previo a las elecciones presidenciales.
Un acuerdo cameral dicta que la presidencia de la mesa directiva se turnará entre los tres partidos mayoritarios. De acuerdo con cálculos gubernamentales, la fracción parlamentaria del lopezobradorismo podría incrementarse con nuevas defecciones de diputados perredistas y las incorporaciones de los diputados del Partido del Trabajo, una vez que se oficialice su pérdida del registro.
Esas circunstancias podrían hacer que en 2017, luego de que el PRI y el PAN hubieren presidido la mesa directiva de la Cámara, tuvieran que cederle la posición a la tercera fuerza que para entonces sería el partido de López Obrador. Al dejar que el PRD presida el primer año de la legislatura, se cierra el paso a esa posibilidad, pues se alegaría que el turno de la tercera fuerza ya fue otorgado.
Mediante esta maniobra, el PRD es utilizado de nuevo por el gobierno peñista, con el beneplácito de su cúpula chucha, para golpear y estorbar el avance de la izquierda, por cuya pretendida unidad no dejan de clamar los entreguistas y claudicantes miembros de Nueva Izquierda, a la que pertenecen el propio Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete, entre otros.
La jugada cumple el doble propósito de estorbar el avance de Morena y fortalecer al perredismo, cuya menguante condición actual no le es útil al grupo en el poder, como factor de división y pulverización del voto de izquierda.
Hasta antes del sábado, Zambrano buscó ser designado coordinador de su fracción parlamentaria, cargo para el que enfrentaba una férrea oposición dentro de su partido. La maniobra gubernamental lo salvó de esa derrota, pero muestra con meridiana claridad lo que ya se sabía: que la pretendida reconversión de ese partido anunciada con la próxima sustitución de su Comité Ejecutivo Nacional, no es más que una simulación y que su verdadera transformación consiste en que se ha convertido en un partido satélite del gobierno y que su triste papel ahora es combatir todo aquello por lo que luchó cuando fue creado.
martes, 10 de marzo de 2015
La imposición de Medina Mora: los significados
La designación de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante el mayoriteo de PRI-PAN-PVEM constituye una nueva confirmación de como el grupo hegemónico en el poder se pertrecha y se prepara para mantener su guerra de contrainsurgencia contra los ciudadanos, mediante la cooptación de todos los resquicios posibles.
Si se mira con atención, se verá que la imposición de Medina Mora, pese al rechazo generalizado, viene a certificar la muerte en México de la llamada separación de poderes y a acreditar la ofensiva gubernamental contra la sociedad. Considerada como un valor de las democracias occidentales, la tal división se vendió como un mecanismo de pesos y contrapesos que serviría para mantener el equilibrio del sistema, de modo que ninguno de los tres poderes formales incurriera en excesos que condujeran al colapso del contrato o consenso social.
La realidad es otra. La división de poderes tiene una razón de ser distinta de la que plantea el formalismo legal: su razón es proteger el sistema económico prevaleciente y asegurar que ningún poder por si solo sea capaz de modificar --si llegara a caer bajo el control opositor-- el modo de producción que permite el dominio económico y político de unos pocos sobre el resto del conglomerado social.
Con la asunción del primer compadre del país a un sitial en la Corte termina por cerrarse la pinza del control social, pues el otro extremo se configuró con el sometimiento del Congreso --el otro Poder-- vía la compra y/o negociación, según fuera necesario, de los partidos pretendidamente opositores (PAN-PRD), que así se sumaron a los satélites naturales: Nueva Alianza y PVEM, en aquel desfiguro político, pero económicamente redituable, llamado Pacto por México.
Dadas las batallas que con buen cálculo prevé el peñanietismo que habrá de seguir librando contra la sociedad mexicana que se opone al proyecto desnacionalizador y antipopular que encabeza, desde ahora se ha hecho del control político de los tres poderes de la Unión, con lo que formalmente mantiene arrinconado al pueblo y a cualquier intento por romper con esa hegemonía: desde el Congreso podrán seguir legislando para legitimar las rapaces relaciones sociales de producción, y desde una Corte mayoritariamente conservadora, ahora apuntalada con el ex procurador, podrán seguir desechando cuanto recurso de inconstitucionalidad se presente y, lo más importante, podrán seguir criminalizando la protesta social y avalando los fraudes electorales por venir.
Sin embargo, ese ominoso diseño no lo es todo, pues qué eficacia tendría una autocracia como la que ya con descaro se ha configurado en este país, si al control social vía el formalismo legal no añadiera la fuerza real de las armas: el uso legítimo de la violencia, que le llaman.
Y en efecto, la pretendida guerra contra el crimen organizado ha dado la coartada perfecta --ya desde el calderonismo-- para ir construyendo por todo el país nuevos cuarteles y destacando batallones para que llegado el caso actúen contra la propia población eventualmente insurrecta. Ese es el verdadero diseño.
Por eso las impugnaciones contra el ex embajador en el Reino Unido y en Estados Unidos nunca iban a ser oídas ni a prosperar, porque el designio de llevarlo a la Corte para apuntalar el proyecto hegemónico estuvo claro desde que Peña Nieto conformó la terna donde lo incluyó a él y a los otros dos magistrados que, siempre se supo, incluso ellos mismos, no eran mas que simples comparsas.
Así, con la partidocracia en un puño, los poderes cooptados, el ejército diseminado por todos los puntos del país para lo que pueda ofrecerse contra la población y las instituciones de procuración de justicia cedidas a uno de los poderes fácticos más determinantes en este país (el poder de las televisión), el peñanietismo está listo para mantenerse al mando y entregar buenas cuentas a los centros de poder trasnacional que lo impusieron.
Ante eso, todo el desgaste que pueda seguir sufriendo mediante las redes sociales no será sino anecdótico, mientras no se organice una insurrección cívica verdaderamente articulada. Porque está claro que estamos ya bien encaminados hacia una auténtica autocracia en la que la vía electoral está, como se verá en junio próximo, virtualmente cancelada.
martes, 4 de noviembre de 2014
Pacto por la sobrevivencia política
El Pacto nacional por la seguridad a que convocará Enrique Peña Nieto a gobiernos, partidos políticos y a las organizaciones civiles es, en realidad, un pacto por la sobrevivencia política del sistema y sus usufructuarios encaminado no a "garantizar la plena vigencia del Estado de Derecho", sino a la conservación del poder de esas élites y de las condiciones que hacen posible el diario saqueo de los recursos públicos, a costa de los ciudadanos.
El desbordamiento de una porción de la sociedad tras el eufemísticamente llamado caso Iguala (en realidad un crimen de Estado contra seis jóvenes estudiantes y la desaparición de otros 43 pertenecientes a la normal rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa), ha conducido a esa otra porción del crimen organizado conocida comúnmente como clase política, ha lanzarse un nuevo llamado a cerrar filas entre ellos, a reorganizarse mediante un pacto cosmético cuya difusión propagandística --esa sí-- esté dirigida al gran público para que éste aprecie los esfuerzos "serios" y "responsables" que esa élite empoderada hace para rescatar al país de la "descomposición" en que está naufragando.
En realidad quienes están en riesgo son esos grupos hegemónicos ante una reacción social que seguramente ya han calibrado como potencialmente peligrosa para el esquema de dominación política que les permite enriquecerse sin medida vía la corrupción, los negocios y las complicidades mutuas (incluido el regenteo del narcotráfico), esas que ahora se dicen dispuestos a erradicar mediante el tal acuerdo nacional aderezado con calificativos que se pretenden rimbombantes y autolegitimadores como los de "acuerdo con visión de Estado y de largo plazo".
Se trata de una puesta en escena demasiado vista con el mismo deplorable reparto cuya actuación condujo precisamente a lo que ahora se pretende cambiar a punta de declaraciones y de aparentes actos de contricción. Un cambio para remover estructuras, levantar polvo, vender humo y hacer ruido mediático el tiempo suficiente que permita atemperar los ánimos inconformes, sofocar las rebeliones en ciernes y "fortalecer las instituciones", vale decir: para afinarlas de modo que pueda continuar funcionando mejor aceitada la misma maquinaria política delictiva.
Un auténtico pacto transformador tendría que empezar por una reducción inmediata de los sueldos de la alta burocracia enquistada en los tres órdenes de gobierno y en los tres poderes de la Unión, y de sus elevadas y desiguales prestaciones respecto del resto de la clase trabajadora del país; otro tanto debiera ocurrir con el financiamiento público a los partidos políticos, así como una revisión inmediata de las concesiones otorgadas para los grandes proyectos de infraestructura pública del sexenio incluidos el nuevo aeropuerto y el tren rápido México-Querétaro, asignado según eso a la única empresa que presentó una propuesta: un consorcio chino-mexicano, cuya parte nacional está en manos de empresarios cercanos al propio Peña Nieto y de Hipólito Gerard, cuñado de Carlos Salinas de Gortari, quien así se harán de un negocio de más de 50 mil millones de pesos.
Un pacto en serio tendría que desmantelar las estructuras del Estado organizadas para la corrupción, el saqueo y el control social de la población vía la colusión entre la clase política y el llamado crimen organizado, pero eso --se considera-- sería entregar las bases con las que la actual clase política mantiene el control y el dominio que ejerce sobre la sociedad mexicana.
Una viñeta ilustra de manera involuntaria el carácter cosmético y falso del pacto a que convocará el peñanietismo a la sociedad mexicana: el anuncio fue formulado durante el acto en que se presentaron los reglamentos de la reforma energética, el acto por el que se ha entregado la riqueza del país a la depredación económica del extranjero y en cuyos negocios participará seguramente la clase política de izquierda y derecha que tramó esa entrega.
domingo, 22 de junio de 2014
Argentina, México y el capitalismo buitre
Por estos días resulta inevitable comparar
el patriotismo y el valor de la presidenta argentina Cristina
Fernández para defender los intereses de su país, con el entreguismo y la
alevosía de Enrique Peña Nieto para traicionar y vender el suyo.
Puesta ante la tesitura de pagar a
especuladores financieros a cambio de la ruina económica del país, Fernández de
Kirchner busca una negociación justa, pues “no estoy dispuesta a rifar la
patria…porque nuestros hijos y nietos no dependen de este gobierno, sino de que
haya patria con soberanía, igualdad y posibilidades de crecimiento”.
Como se sabe, esta semana la Corte Suprema
de Justicia de Estados Unidos emitió un fallo que obliga a Argentina a pagar al
contado y en una sola exhibición unos mil 500 millones de dólares a los
llamados fondos buitre.
Esta denominación carroñera se aviene bien
con la naturaleza especultiva consustancial al capitalismo financierista que se
ha enseñoreado en el mundo. Se trata de agencias que aprovechando las crisis
económicas adquieren bonos de deuda de países en problemas –como Argentina en
2001—a precios bajísimos y mediante movimientos especulativos obtienen
ganancias muy por encima de lo invertido.
La administradora NML compró en 2008 títulos
vencidos de deuda argentina por 48 millones de dólares y ahora pretende cobrar
832 millones lo que equivale a una ganancia de mil 608 por ciento.
Ese es el modo –no la actividad
productiva—en que los grandes capitales hacen negocio y obtienen ganancias fáciles
en la era de la globalización. Un dato ilustra lo ilustra mejor: a fines de la
década de 1990 se movían en los mercados financieros globales unos 25 billones
de dólares al día, comparado con un comercio mundial de solo 10 mil millones de
dólares diarios. Es decir, el comercio real (bienes y servicios producidos por
trabajadores) fue de solo uno por ciento del comercio ficticio (movimientos
financieros especulativos).
Por esa y otras vías (los Swaps) los fondos buitre han contribuido a la ruina
de países como Grecia, España y Portugal que luego son sometidos a rigurosos
programas de ajuste económico en detrimento de la población.
En el caso argentino el desembolso que se
exige equivale a más de 50 por ciento de sus reservas lo que implicaría
ingresar en una espiral de endeudamiento-pobreza-más endeudamiento con la
consecuente reducción de programas sociales, desempleo, hambre y
empobrecimiento generalizados.
Lo perverso del caso es que cuando el país
austral renegoció su deuda para evitar incurrir en el impago, pues siempre
reconoció su deuda, 92 por ciento de sus acreedores aceptaron el trato; los fondos buitre fueron los únicos que se
negaron a ello.
El fallo de la Corte estadunidense empuja a
un país como Argentina a caer contra su voluntad en el incumplimiento de pagos,
pues se exige que antes que al resto de los acreedores primero se liquide la
deuda con los fondos buitre antes del próximo 30 de junio. Incluso estos fondos
podrían obtener órdenes de embargo sobre los fondos que Argentina transfiere a
Nueva York para el pago a los acreedores que sí aceptaron reestructurar su
deuda, lo que la colocaría en default
técnico (cese de pagos).
La mandataria argentina recordó el viernes
20 de junio que su país ha descubierto la segunda reserva de gas y petróleo no
convencional más importante del mundo, así que los que revolotean no lo hacen
sólo por las finanzas sino por los recursos naturales.
Lo dicho: mientras en México entregamos el
petróleo a las trasnacionales con la ventaja incluso de expropiar en su favor
terrenos comunales y ejidales donde encuentren yacimientos, cuando los dueños
originales no quieran vender o no les convenga el precio de venta, Argentina
nos ofrece otra lección de dignidad latinoamericana.
viernes, 6 de junio de 2014
Oportunidades y pobreza
Una de las razones por las que en México falla la política social --como el programa Oportunidades-- con la que, según eso, se intenta sacar a la gente de la pobreza, radica en que se parte de un falso supuesto: que esa condición es resultado de circunstancias fortuitas y que, por tanto, puede superarse apoyando a las familias empobrecidas para que sus nuevas generaciones puedan labrarse un futuro mejor.
Nacer o no en una familia miserable puede ser, en efecto, cuestión de mala suerte, lo que no lo es, es la existencia de la miseria. Esta es resultado de un sistema en que la riqueza y el poder son acumulados en la estructura de producción mediante la explotación de algunos grupos sociales por parte de otros.
Debido a que esos programas sociales no están orientados a modificar este sistema de acumulación, jamás podrán acabar con las condiciones estructurales que permiten la reproducción de la pobreza de generación en generación. Por eso se critica su carácter asistencialista, es decir, que asisten, ayudan a sobrellevar una situación extrema, pero no aspiran --aunque la propaganda gubernamental y la manipulación televisiva lo afirmen-- a erradicarla.
Por si la evidencia empìrica no fuera suficiente a demostrar lo anterior, un análisis conjunto entre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revelan que programas como oportunidades no mejoró en más de dos décadas las condiciones que permitirían a las familias salir de pobres.
La Cepal y la OIT recuerdan que esos programas de apoyo económico parten del supuesto de que con esas ayudas los hijos de los hogares así favorecidos tendrían mejor educación, salud y nutrición, lo que les permitiría insertarse mejor en el mercado laboral y salir de la pobreza por sus propios medios.
La mala noticia es que el sistema de acumulación imperante (la causa estructural del problema) ha determinado reducir las oportunidades laborales, pues sus mayores ganancias las obtiene con la especulación financiera y así, casi no requiere de mano de obra, y a la que emplea le ofrece salarios miserables.
De modo que los beneficiarios de Oportunidades, si bien aumentaron su nivel educativo, de poco les sirvió porque ahora de lo que carecen es de oportunidades laborales y productivas, y así siguen sin salir de pobres.
Las mediciones Cepal-OIT mostraron que de los jóvenes registrados en Oportunidades en la década pasada, 40.2 por ciento de las mujeres y 74.1 por ciento de hombres "permanecían en una categoría ocupacional igual o inferior a la de sus padres". Esos porcentajes eran similares a los reportados para jóvenes que no fueron beneficiarios del programa: 43.6 por ciento en mujeres y 71.7 por ciento en hombres.
Ambos organismos señalan que si bien esas ayudas aliviaron en alguna medida la pobreza, no contribuyeron a una ruptura de los factores que la producen de generación en generación.
Ya podrán venir cruzadas o mafufadas contra el hambre (con su correspondiente cauda de corrupción y compra de votos), pues mientras el modelo de acumulación no cambie, los pobres seguirán siéndolo y en México infancia seguirá siendo destino.
Nacer o no en una familia miserable puede ser, en efecto, cuestión de mala suerte, lo que no lo es, es la existencia de la miseria. Esta es resultado de un sistema en que la riqueza y el poder son acumulados en la estructura de producción mediante la explotación de algunos grupos sociales por parte de otros.
Debido a que esos programas sociales no están orientados a modificar este sistema de acumulación, jamás podrán acabar con las condiciones estructurales que permiten la reproducción de la pobreza de generación en generación. Por eso se critica su carácter asistencialista, es decir, que asisten, ayudan a sobrellevar una situación extrema, pero no aspiran --aunque la propaganda gubernamental y la manipulación televisiva lo afirmen-- a erradicarla.
Por si la evidencia empìrica no fuera suficiente a demostrar lo anterior, un análisis conjunto entre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revelan que programas como oportunidades no mejoró en más de dos décadas las condiciones que permitirían a las familias salir de pobres.
La Cepal y la OIT recuerdan que esos programas de apoyo económico parten del supuesto de que con esas ayudas los hijos de los hogares así favorecidos tendrían mejor educación, salud y nutrición, lo que les permitiría insertarse mejor en el mercado laboral y salir de la pobreza por sus propios medios.
La mala noticia es que el sistema de acumulación imperante (la causa estructural del problema) ha determinado reducir las oportunidades laborales, pues sus mayores ganancias las obtiene con la especulación financiera y así, casi no requiere de mano de obra, y a la que emplea le ofrece salarios miserables.
De modo que los beneficiarios de Oportunidades, si bien aumentaron su nivel educativo, de poco les sirvió porque ahora de lo que carecen es de oportunidades laborales y productivas, y así siguen sin salir de pobres.
Las mediciones Cepal-OIT mostraron que de los jóvenes registrados en Oportunidades en la década pasada, 40.2 por ciento de las mujeres y 74.1 por ciento de hombres "permanecían en una categoría ocupacional igual o inferior a la de sus padres". Esos porcentajes eran similares a los reportados para jóvenes que no fueron beneficiarios del programa: 43.6 por ciento en mujeres y 71.7 por ciento en hombres.
Ambos organismos señalan que si bien esas ayudas aliviaron en alguna medida la pobreza, no contribuyeron a una ruptura de los factores que la producen de generación en generación.
Ya podrán venir cruzadas o mafufadas contra el hambre (con su correspondiente cauda de corrupción y compra de votos), pues mientras el modelo de acumulación no cambie, los pobres seguirán siéndolo y en México infancia seguirá siendo destino.
martes, 27 de mayo de 2014
El efecto Aristegui
Carmen Aristegui se ha convertido, quizá a despecho de ella misma, en un fenómeno mediático de alcances masivos. Es, para decirlo en términos farandulescos, un imán de taquilla que abarrota cualquier escenario en el que se presenta.
Debe su celebridad a una ya persistente independencia editorial que le permite ejercer lo que Chomsky llama la primera obligación del periodista: presentar a su auditorio los temas que verdaderamente importan, lo cual no es poca cosa en un país en que la mayoría de las voces están constreñidas por compromisos comerciales o políticos.
Otros factores que han contribuido a su arrastre público son los polémicos despidos (Televisa en dos ocasiones y hasta de MVS) de que ha sido objeto y las ominosas maniobras de quienes por diversos medios intentan socavar su credibilidad.
Y sin embargo, alrededor de su figura se produce un sesgo pernicioso que es preciso advertir porque tiene que ver con el desarrollo político de las audiencias.
El pasado 23 de mayo Aristegui acudió al coloquio Los grandes problemas nacionales organizado en la UNAM. Las sesiones de lo que resultó un espléndido ciclo de conferencias transcurrían con regular entrada hasta ese viernes en el que, al influjo de su nombre, el lugar se colmó con sus seguidores. Concluida la participación de la periodista, la sala volvió a vaciarse, no obstante que enseguida otros reconocidos analistas examinarían el tema de la reforma del Estado.
El tumulto que se formó alrededor de la comunicadora se extendió hasta el lobby de la sala donde decenas de asistentes buscaron saludarla o tomarse una foto con ella, al cabo de lo cual abandonaron el lugar desentendiéndose del resto del coloquio.
El episodio llama la atención porque revela la persistencia, en ese público que se supone de otro nivel, de comportamientos fetichistas como los que se dice que Televisa induce entre el público para asegurar el culto acrítico hacia sus estrellas. En tales casos la imagen queda a cargo del escenario para ser consumida por una masa desatendida del contenido, si es que alguno hay.
Sorprende que un público que seguramente se considera a sí mismo consciente y politizado incurra en prácticas propias de fans de estrellas insustanciales. Es como corroborar que las estructuras de dominación, latentes en los medios de comunicación, están ya tan arraigadas que se expresan aunque no se ejerzan de forma deliberada o consciente, y que todas las relaciones que tienen lugar dentro de esas estructuras están indefectiblemente afectadas por éstas.
La hipótesis de trabajo al calce sería que con independencia de si se trata de personajes progresistas o no, la mediatización de que son objeto anula el mensaje reflexivo y crítico y sólo deja lo más a la mano: el culto a la personalidad propio del star system.
En un coloquio en el que se insistió --la propia Aristegui lo hizo-- en que la solución a los graves problemas que padecemos radica en la participación consciente, y en el empuje y rebeldía de que sea capaz la sociedad, resulta paradójico constatar que en la franja de población que se supone con mayor desarrollo político persistan prácticas y pulsiones propias de las masas despolitizadas a las que con frecuencia se critica.
En este caso el mensaje crítico, reflexivo e informado que Aristegui pretende hacer llegar a sus audiencias para que cuenten con elementos de análisis y participen en el debate democrático de las cuestiones públicas queda anulado o al menos diluido por la imagen mediática que se ha construido la propia Aristegui.
Debe su celebridad a una ya persistente independencia editorial que le permite ejercer lo que Chomsky llama la primera obligación del periodista: presentar a su auditorio los temas que verdaderamente importan, lo cual no es poca cosa en un país en que la mayoría de las voces están constreñidas por compromisos comerciales o políticos.
Otros factores que han contribuido a su arrastre público son los polémicos despidos (Televisa en dos ocasiones y hasta de MVS) de que ha sido objeto y las ominosas maniobras de quienes por diversos medios intentan socavar su credibilidad.
Y sin embargo, alrededor de su figura se produce un sesgo pernicioso que es preciso advertir porque tiene que ver con el desarrollo político de las audiencias.
El pasado 23 de mayo Aristegui acudió al coloquio Los grandes problemas nacionales organizado en la UNAM. Las sesiones de lo que resultó un espléndido ciclo de conferencias transcurrían con regular entrada hasta ese viernes en el que, al influjo de su nombre, el lugar se colmó con sus seguidores. Concluida la participación de la periodista, la sala volvió a vaciarse, no obstante que enseguida otros reconocidos analistas examinarían el tema de la reforma del Estado.
El tumulto que se formó alrededor de la comunicadora se extendió hasta el lobby de la sala donde decenas de asistentes buscaron saludarla o tomarse una foto con ella, al cabo de lo cual abandonaron el lugar desentendiéndose del resto del coloquio.
El episodio llama la atención porque revela la persistencia, en ese público que se supone de otro nivel, de comportamientos fetichistas como los que se dice que Televisa induce entre el público para asegurar el culto acrítico hacia sus estrellas. En tales casos la imagen queda a cargo del escenario para ser consumida por una masa desatendida del contenido, si es que alguno hay.
Sorprende que un público que seguramente se considera a sí mismo consciente y politizado incurra en prácticas propias de fans de estrellas insustanciales. Es como corroborar que las estructuras de dominación, latentes en los medios de comunicación, están ya tan arraigadas que se expresan aunque no se ejerzan de forma deliberada o consciente, y que todas las relaciones que tienen lugar dentro de esas estructuras están indefectiblemente afectadas por éstas.
La hipótesis de trabajo al calce sería que con independencia de si se trata de personajes progresistas o no, la mediatización de que son objeto anula el mensaje reflexivo y crítico y sólo deja lo más a la mano: el culto a la personalidad propio del star system.
En un coloquio en el que se insistió --la propia Aristegui lo hizo-- en que la solución a los graves problemas que padecemos radica en la participación consciente, y en el empuje y rebeldía de que sea capaz la sociedad, resulta paradójico constatar que en la franja de población que se supone con mayor desarrollo político persistan prácticas y pulsiones propias de las masas despolitizadas a las que con frecuencia se critica.
En este caso el mensaje crítico, reflexivo e informado que Aristegui pretende hacer llegar a sus audiencias para que cuenten con elementos de análisis y participen en el debate democrático de las cuestiones públicas queda anulado o al menos diluido por la imagen mediática que se ha construido la propia Aristegui.
lunes, 26 de mayo de 2014
Los grandes problemas nacionales
Ante el avasallamiento del capital financiero transnacional lo que México requiere es la reconstrucción del Estado, lo que equivale a decir, la reconstrucción de un proyecto nacional que ponga por delante los intereses de la nación y los del pueblo.
Con este planteamiento --formulado por Porfirio Muñoz Ledo, Jorge Alcocer y Fernando Pérez Correa-- concluyó el coloquio Los grandes problemas nacionales organizado en la UNAM, en ocasión del centenario de la obra homónima publicada en 1906 por don Andrés Molina Enríquez, por la Coordinación de Difusión Cultural y el diligente diplomático Héctor Vasconcelos.
En una época en que los estados nacionales están en vías de ser suplantados por estados transnacionales la aseveración de los mencionados conferenciantes da en el blanco porque describe la naturaleza de nuestros desórdenes actuales, aunque deposita la esperanza de salvación en un Estado que, como el mexicano, en realidad nunca gestionó los intereses populares.
De todos modos para los analistas señalados la reconstrucción del proyecto nacional resulta clave porque el punto de quiebre que nos condujo a la situación actual ocurrió --en palabras de Pérez Correa-- cuando se abandonó la función del Estado como articulador de los intereses de las mayorías.
Este abandono, afirmó Muñoz Ledo, llegó con la hegemonía del poder financiero que ha sometido al país a un "vaciamiento de soberanía" durante los últimos 30 años con la consecuente entrega del patrimonio nacional, por lo que --dijo-- la vía es la reconstrucción del Estado y del proyecto nacional con el propósito de resolver el gran problema que ha traído consigo la concentración del poder en México: la desigualdad social. Si no se resuelve este tema --sentenció-- no habrá solución alguna.
Jorge Alcocer reconoció que en el pasado reciente, y ante la urgencia de abrir cauces a la alternancia en el poder, se confundió la reforma política ("nos ganó lo electoral") con la reforma del Estado, por lo que llamó a volver a poner las cosas en su lugar y empezar por restablecer la justicia social, pues en último término, definió, la reforma del Estado consiste en colocar por delante los intereses de la nación que no pueden ser otros que los del pueblo, porque el Estado jamás puede declinar sus compromisos y responsabilidades históricas con la sociedad.
En las sesiones de los días previos, el maestro Bernardo Bátiz había dicho que en México no existe un verdadero Estado de Derecho, que hay una simulación permanente entre la ley y la realidad y que nuestras normas jurídicas son abundantes, confusas, mal redactadas y con frecuencia malintencionadas.
Nuestro país --añadió-- ya no es nuestro, se diluye en el mundo global por la pérdida diaria de soberanía: ni nuestro territorio es ya nuestro, ni hay supremacía del gobierno adentro, ni autonomía e independencia hacia afuera, lo que ilustró con las reformas estructurales como la energética a la que catalogó como "verdadera traición a los intereses nacionales".
En el ámbito educativo, el doctor Manuel Gil Antón, del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, refirió que el desastre educativo que padecemos ha provocado que al cabo de nueve años de educación básica, saber o no saber leer se parezca a un volado sesgado por la desigualdad social.
El dato de que la mitad de los alumnos de 15 años carezca de la capacidad para estructurar argumentos, muestra que el sistema educativo mexicano ha atrofiado las estructuras cognoscitivas indispensables para aprender y seguir aprendiendo, así como la capacidad crítica de los estudiantes, aseveró.
Y lo peor: que el sistema sea tan excluyente que los jóvenes ya ni siquiera tengan derecho a formarse en la fila que quieren porque a los más pobres se les tiene reservada una educación que no es la universitaria. Todo ello, aseguró Gil Antón, configura un país en el que origen sigue siendo destino y en el que vale más tener conocidos que conocimientos.
Considerada por varios de los participantes en el coloquio. junto con la desigualdad, como uno de los principales problemas nacionales, la corrupción fue atribuida por Agustín Basave Benítez (Universidad Iberoamericana), a la falta de correspondencia entre la ley y la realidad, de tal forma que es más fácil, rápido y barato violarla que cumplirla.
Atribuyó el problema a un mal diseño legislativo que aspira a promulgar normas perfectas, cuyo cumplimiento implica casi un apostolado por parte de los ciudadanos, en vez de normas asequibles, imperfectas si se quiere, pero acordes con la realidad cotidiana.
Las leyes no se cumplen porque no están hechas para cumplirse, pues son de tipo aspiracional por lo que la realidad siempre va detrás de ellas. Así, señaló que requerimos una nueva constitución, breve, concisa y con normas hechas para el día a día, sólo así podrá pretenderse disminuir la corrupción que, dijo, se ha convertido en un comportamiento colectivamente racional.
En su turno el doctor Lorenzo Meyer expuso su teoría de que en México transitamos de un partido de Estado a una partidocracia en la que el sistema de partidos políticos se ha convertido en un obstáculo para la democracia, por los controles que ejercen sobre los puestos de elección popular y sobre los dineros públicos (los llamados "moches").
Siguiendo al sociólogo alemán Robert Michels, para el que todo partido político es una organización oligárquica y la democracia una lucha entre estas élites oligárquicas, Meyer indicó que el problema es mayor cuando esas oligarquías no compiten sino que se ponen de acuerdo para gestionar sus intereses y atropellar la voluntad popular, como lo evidenció aquí el llamado Pacto por México.
En la sesión en que se analizó el tema de los medios de comunicación la periodista Carmen Aristegui habló de los signos de regresión autoritaria que han caracterizado la instalación del PRI en la presidencia de la república. Entre ellos destacó el sometimiento del Congreso vía el Pacto por México, mediante el cual se aprobó un conjunto de reformas, cuya rapidísima gestión hizo imposible que la ciudadanía pudiera entenderlas siquiera con lo que fue dejada al margen de la discusión y el debate democrático necesario ante cambios que van a modificar la configuración del país.
En ese contexto dijo que el elemento que más conspira contra la libertad de expresión de las ideas en los medios de comunicación en tiempos de paz es la excesiva concentración, con el agravante de que en México el duopolio televisivo ya ni siquiera compite, por lo que vaticinó que la democracia no será en este país hasta en tanto no se liberen los medios y no haya una disputa real por las audiencias.
viernes, 23 de mayo de 2014
"Democracia Cadáver"
El filósofo clásico y ensayista Luciano Canfora resume, certero, la realidad del mundo actual, en una entrevista publicada en "Babelia", el muy recomendable suplemento sabatino del diario El País (26.04.14):
Un sistema político en el que mandan, porque son la mayoría, los ricos no es una democracia, es una oligarquía...para mí la democracia no es el hecho de que gobierne la mayoría después de hacer el recuento de votos, es el Estado social, el hecho de que quienes no poseen la riqueza cuenten en la vida política y tengan el modo de hacerlo.
P. Teniendo esto en cuenta, ¿entonces ahora en qué sistema vivimos?
Estamos asistiendo a un cambio importantísimo. El andamiaje es igual y sigue en pie --el Parlamento, las elecciones--, pero la realidad es que se ha desarrollado y consolidado un fortísimo poder supranacional no electivo, de carácter tecnocrático y financiero...Uno podría decir, por tanto, que la democracia ha muerto, que sólo permanece el cadáver que camina --se hacen elecciones, leyes--, porque quien decide lo hace sin contar con un parlamento.
P. ¿Quien decide entonces?
Una oligarquía fundada en los intereses de grandes grupos financieros, que son el verdadero poder. Los grandes grupos financieros que tienen un poder mundial e ilimitado pueden decidir el destino de todos. El parlamento europeo que elegiremos en mayo es un seminario universitario, no tiene ningún poder real, sólo aquel de crear una clase de parásitos muy bien pagados, preciosísimos para el sistema, porque sirven para hacer ver que existe un parlamento y que Europa no es completamente antidemocrática. Por eso les pagan tanto.
P- Si este retrato descarnado es cierto, ¿cuál es la salida?
Diré algo que igual parece anacrónico, pero en la situación actual de las cosas el único lugar en el que se puede explicar el mecanismo democrático es el Estado nacional. Porque tiene la medida en la que las clases contrapuestas pueden contar.
...
Hasta ahora no se ha conseguido detener a los poderes financieros (y) los partidos socialistas no han sido capaces de plegar a la utilidad social al capital financiero. No era tampoco una empresa fácil. Pero no creo que haya alternativa más que el intento de volver a traer al movimiento socialista a los fines para los que nació.
Un sistema político en el que mandan, porque son la mayoría, los ricos no es una democracia, es una oligarquía...para mí la democracia no es el hecho de que gobierne la mayoría después de hacer el recuento de votos, es el Estado social, el hecho de que quienes no poseen la riqueza cuenten en la vida política y tengan el modo de hacerlo.
P. Teniendo esto en cuenta, ¿entonces ahora en qué sistema vivimos?
Estamos asistiendo a un cambio importantísimo. El andamiaje es igual y sigue en pie --el Parlamento, las elecciones--, pero la realidad es que se ha desarrollado y consolidado un fortísimo poder supranacional no electivo, de carácter tecnocrático y financiero...Uno podría decir, por tanto, que la democracia ha muerto, que sólo permanece el cadáver que camina --se hacen elecciones, leyes--, porque quien decide lo hace sin contar con un parlamento.
P. ¿Quien decide entonces?
Una oligarquía fundada en los intereses de grandes grupos financieros, que son el verdadero poder. Los grandes grupos financieros que tienen un poder mundial e ilimitado pueden decidir el destino de todos. El parlamento europeo que elegiremos en mayo es un seminario universitario, no tiene ningún poder real, sólo aquel de crear una clase de parásitos muy bien pagados, preciosísimos para el sistema, porque sirven para hacer ver que existe un parlamento y que Europa no es completamente antidemocrática. Por eso les pagan tanto.
P- Si este retrato descarnado es cierto, ¿cuál es la salida?
Diré algo que igual parece anacrónico, pero en la situación actual de las cosas el único lugar en el que se puede explicar el mecanismo democrático es el Estado nacional. Porque tiene la medida en la que las clases contrapuestas pueden contar.
...
Hasta ahora no se ha conseguido detener a los poderes financieros (y) los partidos socialistas no han sido capaces de plegar a la utilidad social al capital financiero. No era tampoco una empresa fácil. Pero no creo que haya alternativa más que el intento de volver a traer al movimiento socialista a los fines para los que nació.
martes, 20 de mayo de 2014
Move Up o el voluntarismo a domicilio
Andrés Roemer, un académico venido a ideológo de la superación personal por cuenta del Grupo Salinas --el de TV Azteca, no se confunda el lector con el otro-- y Clotaire Rapaille, un mercadólogo francés naturalizado estadounidense y de quien ya hemos dado cuenta en este espacio por ser autor de El código cultural, en el que está basada la campaña peñanietista "Mover a México", acaban de pergeñar un libro titulado Move up, así, en inglés, como corresponde a los adoradores del levemente decadente American way of life que promueven.
El volumen (Taurus, 2013) lleva como sugerente subtítulo la pregunta: ¿Por qué algunas culturas avanzan y otras no?. Y la respuesta, no por obvia menos penosa, consiste en afirmar que las sociedades --y las personas-- que progresan son aquellas abiertas al cambio y a la innovación; las que no se preocupan por el statu quo ni se quedan estacionadas en la tradición.
Aunque en la introducción niegan que se trate de un libro de autoayuda, el texto lo es claramente no sólo por el voluntarismo al estilo de "querer es poder" que pregona (al margen claro de las condiciones de subordinación y pobreza estructural que la globalización y su programa de reformas estructurales ha traído al mundo con su cauda de desempleo y precarización salarial) sino por el estilo desenfadado aderezado de "historias de éxito" que, dicen, son propias de los --but of course-- start-ups (emprendedores).
Aunque acusan a América Latina de no crecer por ser un continente atrapado por las ideologías, Roemer y Rapaille despliegan a placer la suya que no es otra que la del neoliberalismo rampante, cuya promoción es, en último término, el propósito del libro:
"El respeto a los derechos de propiedad es crucial para cualquier país que quiera avanzar (Move up). Con estos derechos establecidos en forma clara y adecuada (y un sistema judicial que los salvaguarde) la población es libre de usar su potencial inventivo...si no ¿cómo vas a crear algo nuevo si no tienes la certeza de que te pertenece? Y ese es el gran dilema de América Latina. Es una región del mundo en la muchas ideologías se cruzan (sic). Nada está claro y, por lo mismo, su crecimiento está estancado. La propiedad privada combinada con la libre competencia y la legalización de la libertad es la mejor forma de hacer que las cosas funcionen (p. 172).Se trata, como se ve, de la misma coartada de siempre: acusar de ideologizantes a todas aquellas políticas que no favorecen la ideología capitalista, pues en la continuación de su programa político abogan también por la reducción de impuestos para las empresas, arguyendo que sin recompensas, la libre empresa carece de estímulos para contribuir a la prosperidad colectiva.
Y es que --dicen-- aunque las reducciones impositivas ahonden la brecha de desigualdad, lo harán hacia arriba, por lo que incluso los pobres saldrían ganando. Curiosa lógica de estos autores que, ya se sabe-- no han escrito un libro sobre economía como se ufanan en la presentación, sino un simple libelo neoliberal con las mismas manidas ideas y trampas argumentales de siempre en quienes profesan esta ideología.
Nada digno de un Roemer que se ostenta como CEO del Festival Internacional de Mentes Brillantes, la Ciudad de las Ideas, el proyecto ideológico de penetración cultural de la televisora del Ajusco. Contagiados por el lugar común en que incurren los autores digamos que en este volumen las ideas brillan, pero por ausentes.
martes, 29 de abril de 2014
Irán y México, lo mismo para todos.
En junio próximo cumplirá un año desde que fue electo presidente de Irán. Hasan Rohani prometió entonces reactivar la economía, castigada sobre todo --se dijo-- por las sanciones internacionales a causa del programa nuclear impulsado por el antecesor Mahmud Ahmadineyad, quien para escándalo del "mundo libre", beneficiaba con subsidios a 95 por ciento de los 77 millones de iraníes.
Con Rohani la economía no ha mejorado, pese a que se avino a las presiones de Washington sobre el programa nuclear para aminorar las sanciones, y a que ha recortado los subsidios.
Pese a ser el cuarto productor mundial de crudo, hace unos días el gobierno incrementó 75 por ciento el precio de la gasolina, como parte de un plan para reducir los subsidios de los energéticos y acercarlos a su verdadero valor de mercado.
La misma cantaleta se adujo aquí para recetarnos el programa mensual de gasolinazos: que estábamos por debajo de los precios internacionales de las gasolinas y había que igualarnos para ser "competitivos".
No es casual. Ese es el programa del capitalismo global: incorporar a todos a la misma lógica, sean de Latinoamérica, de Medio Oriente o de Asia: lo mismo para todos.
lunes, 12 de agosto de 2013
Porqué no creceremos con las reformas
Aunque no lo parezca, la economía es más sencilla y lógica de lo que las estrambóticas formulaciones numéricas del neoliberalismo pretenden hacernos creer. El quid de la cuestión, tanto para una empresa como para un país, consiste en el equilibrio entre oferta y demanda.
Usted no puede atiborrar el mercado con enormes volúmenes de producto sin tener en cuenta la demanda. Si ésta es muy pobre el desequilibrio que usted cause lo afectará tarde o temprano: tendrá que reducir precios y crecerán sus inventarios.
Si para el siguiente ciclo de producción la demanda continúa deprimida, usted deberá producir menos, y para compensar la caída tendrá que reducir salarios, despedir trabajadores y cerrar contrataciones durante un largo periodo.
Pero si usted y miles de empresas se ven precisadas a aplicar estas medidas, el desempleo así provocado reducirá el poder adquisitivo de las familias, con la cual reducirán sus gastos y la demanda seguirá cayendo y con ella la producción. Se dirá entonces que el país vive una recesión, porque sin ventas las empresas no invierten, pagan poco, producen menos y no crean empleos.
El problema por resolver está muy claro: ¿cómo estimular la demanda para devolver el equilibrio al sistema? Esa ha sido en términos generales la cuestión que la economía ha tratado de resolver a lo largo de la historia del pensamiento económico.
Para unos, el gobierno debe generar condiciones de rentabilidad que permitan estimular el crecimiento económico; para otros (llamémosle el bando neoliberal), el gobierno no debe intervenir de ningún modo porque el mercado es tan eficiente que solito se encargará de corregir cualquier desequilibrio. Estos últimos son los que han dominado la ciencia de la economía en los últimos decenios. A ellos y sus teorías se debe la crisis económica mundial que aún padecemos. A ellos pertenece el equipo económico del licenciado Enrique Peña Nieto.
El caso es que en México llevamos tres décadas aplicando las políticas del bando neoliberal. El problema de este modelo radica en que su programa de reformas estructurales está --todo él-- orientado a seguir estimulando un sólo lado de la ecuación: el de la oferta, pero sin tener en cuenta la demanda. Por eso no crecemos.
Esto lo hacen porque siguen creyendo en la Ley de Say según la cual la oferta crea su propia demanda, lo cual no es cierto, porque como lo hizo notar Keynes, a partir de la evidencia empírica, cuando hay una crisis la gente deja de gastar y seguirá así incluso tiempo después de que la turbulencia haya pasado.
Con arreglo a lo anterior, las reformas estructurales mexicanas están orientadas a estimular la oferta sin atender la demanda. Veamos:
La reforma laboral se hizo para abaratar la mano de obra y para librar a los patrones del pago de prestaciones y liquidaciones, como una forma de aligerar los gastos de producción e incrementar las ganancias. Es decir, seguir produciendo (oferta), pero para un mercado que con esos bajos salarios carece de capacidad de consumo (demanda).
La reforma financiera está pensada (es un decir) para que los bancos otorguen más crédito y más barato a las pequeñas y medianas empresas, pues se supone que éstas no invierten ni crecen porque carecen de recursos. De acuerdo con esta idílica imagen con esos créditos podrán crear empleos y producir más (de nuevo de lo que se trata es de incentivar la oferta).
Está por verse cuántos empresarios se embarcarán con un crédito --así sea a tasas preferenciales-- que se convertirá en una deuda impagable cuando la producción así financiada no se venda porque está destinada a un mercado donde la demanda está por los suelos porque no hay políticas para estimularla.
La reforma fiscal, que debería ser uno de los instrumentos mediante los cuales el gobierno reasigne y redistribuya la riqueza social, será un medio para seguir afectando la demanda, pues al incrementar el IVA y generalizarlo a los alimentos y medicinas, la mayoría de la población reducirá aun más su consumo (la demanda) y, al hacerlo, volverán a caer las ventas, la inversión y la producción, con lo cual se le seguirán bajando puntos al Producto Interno Bruto, que refleja el crecimiento o estancamiento económicos.
Por estas sencillas razones, resulta obvio que el modelito y la receta de las reformas económicas no nos conducirá a un mayor desarrollo económico sino al precipicio, pues su aplicación no hará sino incubar las condiciones de la próxima crisis.
En este contexto ¿por qué el gobierno insiste en que con este modelo se conseguirá el crecimiento cuando la evidencia empírica demuestra la mendacidad de esa afirmación? Lo veremos mañana.
Usted no puede atiborrar el mercado con enormes volúmenes de producto sin tener en cuenta la demanda. Si ésta es muy pobre el desequilibrio que usted cause lo afectará tarde o temprano: tendrá que reducir precios y crecerán sus inventarios.
Si para el siguiente ciclo de producción la demanda continúa deprimida, usted deberá producir menos, y para compensar la caída tendrá que reducir salarios, despedir trabajadores y cerrar contrataciones durante un largo periodo.
Pero si usted y miles de empresas se ven precisadas a aplicar estas medidas, el desempleo así provocado reducirá el poder adquisitivo de las familias, con la cual reducirán sus gastos y la demanda seguirá cayendo y con ella la producción. Se dirá entonces que el país vive una recesión, porque sin ventas las empresas no invierten, pagan poco, producen menos y no crean empleos.
El problema por resolver está muy claro: ¿cómo estimular la demanda para devolver el equilibrio al sistema? Esa ha sido en términos generales la cuestión que la economía ha tratado de resolver a lo largo de la historia del pensamiento económico.
Para unos, el gobierno debe generar condiciones de rentabilidad que permitan estimular el crecimiento económico; para otros (llamémosle el bando neoliberal), el gobierno no debe intervenir de ningún modo porque el mercado es tan eficiente que solito se encargará de corregir cualquier desequilibrio. Estos últimos son los que han dominado la ciencia de la economía en los últimos decenios. A ellos y sus teorías se debe la crisis económica mundial que aún padecemos. A ellos pertenece el equipo económico del licenciado Enrique Peña Nieto.
El caso es que en México llevamos tres décadas aplicando las políticas del bando neoliberal. El problema de este modelo radica en que su programa de reformas estructurales está --todo él-- orientado a seguir estimulando un sólo lado de la ecuación: el de la oferta, pero sin tener en cuenta la demanda. Por eso no crecemos.
Esto lo hacen porque siguen creyendo en la Ley de Say según la cual la oferta crea su propia demanda, lo cual no es cierto, porque como lo hizo notar Keynes, a partir de la evidencia empírica, cuando hay una crisis la gente deja de gastar y seguirá así incluso tiempo después de que la turbulencia haya pasado.
Con arreglo a lo anterior, las reformas estructurales mexicanas están orientadas a estimular la oferta sin atender la demanda. Veamos:
La reforma laboral se hizo para abaratar la mano de obra y para librar a los patrones del pago de prestaciones y liquidaciones, como una forma de aligerar los gastos de producción e incrementar las ganancias. Es decir, seguir produciendo (oferta), pero para un mercado que con esos bajos salarios carece de capacidad de consumo (demanda).
La reforma financiera está pensada (es un decir) para que los bancos otorguen más crédito y más barato a las pequeñas y medianas empresas, pues se supone que éstas no invierten ni crecen porque carecen de recursos. De acuerdo con esta idílica imagen con esos créditos podrán crear empleos y producir más (de nuevo de lo que se trata es de incentivar la oferta).
Está por verse cuántos empresarios se embarcarán con un crédito --así sea a tasas preferenciales-- que se convertirá en una deuda impagable cuando la producción así financiada no se venda porque está destinada a un mercado donde la demanda está por los suelos porque no hay políticas para estimularla.
La reforma fiscal, que debería ser uno de los instrumentos mediante los cuales el gobierno reasigne y redistribuya la riqueza social, será un medio para seguir afectando la demanda, pues al incrementar el IVA y generalizarlo a los alimentos y medicinas, la mayoría de la población reducirá aun más su consumo (la demanda) y, al hacerlo, volverán a caer las ventas, la inversión y la producción, con lo cual se le seguirán bajando puntos al Producto Interno Bruto, que refleja el crecimiento o estancamiento económicos.
Por estas sencillas razones, resulta obvio que el modelito y la receta de las reformas económicas no nos conducirá a un mayor desarrollo económico sino al precipicio, pues su aplicación no hará sino incubar las condiciones de la próxima crisis.
En este contexto ¿por qué el gobierno insiste en que con este modelo se conseguirá el crecimiento cuando la evidencia empírica demuestra la mendacidad de esa afirmación? Lo veremos mañana.
lunes, 5 de agosto de 2013
Van Gogh: arte e infortunio
A la una y media de la mañana del 29 de julio de 1890 un hombre de rostro lívido y cuyas angulosas y rígidas facciones comunicaban a su rostro un aire angelical y terrible a la vez, balbuceó ante su hermano: "Quisiera morir ahora". Al cabo de unos instantes su deseo se cumplió.
Terminaba así la vida que durante 37 años padeció aquel espíritu cuyo temperamento y fuerza quedaron plasmados en lienzos que hoy imponen récord de cotización en las subastas de las casas de arte más prestigiadas del mundo.
Vincent Van Gogh jamás vendió un cuadro ni imaginó que ocurriría. En cambio, supo tangiblemente de una vida marcada por la estrechez económica y convulsionada por su condición esquizofrénica a la que él mismo puso fin disparándose un balazo en el pecho el 27 de julio de 1890. Murió dos días después del incidente.
Recién se conmemoró el 123 aniversario luctuoso de una de esas personalidades que con sus obras dio al mundo una nueva suerte de belleza, y a la que, no obstante, el infortunio pareció perseguir desde la cuna, como observa Baudelaire respecto de Edgar Allan Poe y como lo intuyó el propio Oscar Wilde al poner en boca de uno de sus personajes aquello de que: "Una fatalidad pesa sobre toda superioridad física o intelectual, esa especie de fatalidad que sigue, a través de la historia, los pasos vacilantes de los reyes".
Afirmación que completaba con un velado reproche al destino y a la sociedad: "Los feos y los estúpidos son los mejor librados desde ese punto de vista en este mundo...si no saben nada de la victoria les está, por lo menos, ahorrado el conocimiento de la derrota".
Nacer el mismo día
Fatalidad desde la cuna. Y en el caso de Van Gogh la afirmación es algo más que una imagen retórica: Anna Cornelia Carbentus, que casó en 1851 con el reverendo Théodore Van Gogh, dio a luz el 30 de marzo de 1852 a un niño que moriría a las pocas semanas.
Al año siguiente, sorprendentemente el mismo día y mes nació el segundo hijo de la pareja al que llamaron Vincen Willen, mismo nombre que habían impuesto al niño muerto. El hecho fue interpretado como crucial en la ulterior y desaforada lucha que Vincent libra para encontrar una identidad propia, una que le pertenezca a él sólo; un estilo único que, según sus palabras, le diferenciara de todos y permitiera reconocer su obra aun sin firma.
Luego de una infancia difícil en la que, al decir de su niñera, el comportamiento de Vincent era gracioso y desagradablemente excéntrico, lo que le valía bastantes castigos, a los 12 años es enviado como interno a la escuela de Zeverbergen.
Esta primera separación de la casa paterna produce en él un sentimiento de tristeza y abandono que lo acompañó el resto de sus días. En silencio y con los ojos anegados de lágrimas mira alejarse el carruaje que lleva a sus padres de vuelta al hogar.
Años después escribe a su hermano Théo, en una de las 688 cartas que le envió a lo largo de 17 años: "...cuando se vive en compañía de los suyos se da uno cuenta que hay una razón para vivir, se percibe que uno no es del todo inútil, un parásito, sino que, tal vez, se sirve para algo puesto que necesita uno del otro y que en el camino hay compañeros de viaje".
No obstante que abundan los testimonios que lo describen como un ser insociable, poco inclinado a la compañía de otros, Vincent reclama para sí la comprensión y estima de los demás: "Yo también necesito relaciones amistosas y afectuosas. No soy una fuente pública ni un reverbero de piedra o hierro; por lo tanto, como cualquier otro hombre normal no puedo prescindir de una extraña sensación de vacío, del sentimiento de que algo me falta".
En un momento de su vida descubre su vocación religiosa y se traslada a Amsterdam para iniciar estudios de predicador en la Universidad. Sin embargo, no soporta la preparación del examen de admisión: "Lo que uno debe saber es impresionante". Luego dirá a su profesor, el doctor Méndes de Costa: "¿Cree seriamente que tales horrores --se refiere al griego y al latín-- son indispensables para un hombre que quiere hacer lo que yo deseo: dar paz a las pobres criaturas y reconciliarlas con su presencia aquí en la tierra?".
Abandona aquello y tras un curso de tres meses de formación para evangelistas consigue, con ayuda de su padre, un puesto en la región minera del Borinage, en Bélgica. Las autoridades eclesiásticas juzgan su actuación como excéntrica y critican sus excesos. Le piden que modere su práctica de las virtudes cristianas: un pastor harapiento y sucio no coincide con la imagen normal de un evangelista.
Al cabo de ese episodio Vincent está en una deplorable situación moral, física y económica. Ha perdido la fe, no tiene amigos, trabajo ni proyectos. Théo lo efende profundamente cuando le reprocha su tendencia a pasarse el tiempo sin hacer nada.
El sentimiento de ni siquiera servir a la familia despierta de nuevo: "Si tuviese que creer que soy un problema para ti o para la familia...de modo que sería mejor que no existiera...me invadiría la tristeza y la desesperación. Apenas puedo soportar el pensarlo y es aun más difícil de soportar la idea de que soy causa de discordias, de aflicción e inquietud entre nosotros y en nuestro hogar. Si esto fuera realmente así, preferiría no permanecer mucho tiempo en este mundo".
Después de este episodio habrían de pasar nueve meses para que la correspondencia entre ambos hermanos se reanudara. Y en el que quizá sea uno de los pasajes más definitivos de sus cartas, vuelve al reclamo de su hermano sobre su pereza: "Estaría muy contento si pudieses ver en mí algo más que a un holgazán. Porque hay dos tipos de pereza contrarías entre sí. Hay el hombre que es holgazán por pereza y por falta de carácter y porque su naturaleza es vil.
"Pero está el hombre que es perezoso a pesar de sí mismo, que en su interior está consumido por un gran deseo de acción, pero no hace nada porque es imposible para él hacer algo, porque está como aprisionado en una jaula, porque no posee lo que necesita para volverse productivo. Sirvo para algo ¡sé que podría ser un hombre completamente diferente! Hay algo dentro de mí ¿qué puede ser?".
Y ejemplifica la necesidad insatisfecha que lo consume mediante este ejemplo: "Un pájaro enjaulado en primavera sabe muy bien que hay algo que debe hacer, pero no puede hacerlo ¿qué es? Se le presentan entonces algunas ideas y se dice a sí mismo: 'Los otros construyen sus nidos y ponen sus huevos y crían a sus pequeños' y golpea la cabeza contra las barras de su jaula, pero la jaula sigue allí y el pájaro enloquece de angustia.
"'Mira ese pájaro holgazán' dice otro pájaro que pasa: 'parece vivir a sus anchas'. Sí, el prisionera vive, ningún signo externo indica lo que ocurre en su interior. Tal hombre holgazán se parece a este pájaro holgazán. No siempre puede decirse qué es lo que nos mantiene encerrados, confinados, qué es lo que parece enterrarnos...¿Sabes qué es lo que le libera a uno de esta prisión? Es todo afecto profundo, el amor, esto es lo que abre la prisión mediante algún poder supremo, mediante alguna fuerza mágica. Me alegraría mucho si solamente fuese posible que tú me vieses como algo más que un holgazán del peor tipo".
Esta carta es decisiva. Al cabo de algún tiempo Van Gogh se hallará por fin en el camino de la creación a través de la pintura donde encontró por fin el modo de expresarse, ese hacer algo que lo angustiaba sin poder definir qué era.
Así descubrió para el mundo la posibilidad luminosa del color: investigó en numerosos lienzos las posibilidades cromáticas que lo condujeron a utilizar colores menospreciados por los pintores de su tiempo. Vincent Van Gogh vivió solamente 37 años y ese breve lapso le bastó para recorrer todos los caminos de la perturbación y de la sensibilidad artística.
Su amor, su sacrificio religioso, la expansión prodigiosa y extraña de su ego; en síntesis, su vida sólo interrumpida por él mismo es el reflejo de su pintura. De la obra de un hombre al que todo se le negó: las posibilidades económicas (su hermano Théo lo mantuvo muchos años), compañía y reconocimiento, pero que derramó frenesí para pintar su única obsesión: la vida, que, sin embargo, se obstinó en excluirlo de ella.
Terminaba así la vida que durante 37 años padeció aquel espíritu cuyo temperamento y fuerza quedaron plasmados en lienzos que hoy imponen récord de cotización en las subastas de las casas de arte más prestigiadas del mundo.
Vincent Van Gogh jamás vendió un cuadro ni imaginó que ocurriría. En cambio, supo tangiblemente de una vida marcada por la estrechez económica y convulsionada por su condición esquizofrénica a la que él mismo puso fin disparándose un balazo en el pecho el 27 de julio de 1890. Murió dos días después del incidente.
Recién se conmemoró el 123 aniversario luctuoso de una de esas personalidades que con sus obras dio al mundo una nueva suerte de belleza, y a la que, no obstante, el infortunio pareció perseguir desde la cuna, como observa Baudelaire respecto de Edgar Allan Poe y como lo intuyó el propio Oscar Wilde al poner en boca de uno de sus personajes aquello de que: "Una fatalidad pesa sobre toda superioridad física o intelectual, esa especie de fatalidad que sigue, a través de la historia, los pasos vacilantes de los reyes".
Afirmación que completaba con un velado reproche al destino y a la sociedad: "Los feos y los estúpidos son los mejor librados desde ese punto de vista en este mundo...si no saben nada de la victoria les está, por lo menos, ahorrado el conocimiento de la derrota".
Nacer el mismo día
Fatalidad desde la cuna. Y en el caso de Van Gogh la afirmación es algo más que una imagen retórica: Anna Cornelia Carbentus, que casó en 1851 con el reverendo Théodore Van Gogh, dio a luz el 30 de marzo de 1852 a un niño que moriría a las pocas semanas.
Al año siguiente, sorprendentemente el mismo día y mes nació el segundo hijo de la pareja al que llamaron Vincen Willen, mismo nombre que habían impuesto al niño muerto. El hecho fue interpretado como crucial en la ulterior y desaforada lucha que Vincent libra para encontrar una identidad propia, una que le pertenezca a él sólo; un estilo único que, según sus palabras, le diferenciara de todos y permitiera reconocer su obra aun sin firma.
Luego de una infancia difícil en la que, al decir de su niñera, el comportamiento de Vincent era gracioso y desagradablemente excéntrico, lo que le valía bastantes castigos, a los 12 años es enviado como interno a la escuela de Zeverbergen.
Esta primera separación de la casa paterna produce en él un sentimiento de tristeza y abandono que lo acompañó el resto de sus días. En silencio y con los ojos anegados de lágrimas mira alejarse el carruaje que lleva a sus padres de vuelta al hogar.
Años después escribe a su hermano Théo, en una de las 688 cartas que le envió a lo largo de 17 años: "...cuando se vive en compañía de los suyos se da uno cuenta que hay una razón para vivir, se percibe que uno no es del todo inútil, un parásito, sino que, tal vez, se sirve para algo puesto que necesita uno del otro y que en el camino hay compañeros de viaje".
No obstante que abundan los testimonios que lo describen como un ser insociable, poco inclinado a la compañía de otros, Vincent reclama para sí la comprensión y estima de los demás: "Yo también necesito relaciones amistosas y afectuosas. No soy una fuente pública ni un reverbero de piedra o hierro; por lo tanto, como cualquier otro hombre normal no puedo prescindir de una extraña sensación de vacío, del sentimiento de que algo me falta".
En un momento de su vida descubre su vocación religiosa y se traslada a Amsterdam para iniciar estudios de predicador en la Universidad. Sin embargo, no soporta la preparación del examen de admisión: "Lo que uno debe saber es impresionante". Luego dirá a su profesor, el doctor Méndes de Costa: "¿Cree seriamente que tales horrores --se refiere al griego y al latín-- son indispensables para un hombre que quiere hacer lo que yo deseo: dar paz a las pobres criaturas y reconciliarlas con su presencia aquí en la tierra?".
Abandona aquello y tras un curso de tres meses de formación para evangelistas consigue, con ayuda de su padre, un puesto en la región minera del Borinage, en Bélgica. Las autoridades eclesiásticas juzgan su actuación como excéntrica y critican sus excesos. Le piden que modere su práctica de las virtudes cristianas: un pastor harapiento y sucio no coincide con la imagen normal de un evangelista.
Al cabo de ese episodio Vincent está en una deplorable situación moral, física y económica. Ha perdido la fe, no tiene amigos, trabajo ni proyectos. Théo lo efende profundamente cuando le reprocha su tendencia a pasarse el tiempo sin hacer nada.
El sentimiento de ni siquiera servir a la familia despierta de nuevo: "Si tuviese que creer que soy un problema para ti o para la familia...de modo que sería mejor que no existiera...me invadiría la tristeza y la desesperación. Apenas puedo soportar el pensarlo y es aun más difícil de soportar la idea de que soy causa de discordias, de aflicción e inquietud entre nosotros y en nuestro hogar. Si esto fuera realmente así, preferiría no permanecer mucho tiempo en este mundo".
Después de este episodio habrían de pasar nueve meses para que la correspondencia entre ambos hermanos se reanudara. Y en el que quizá sea uno de los pasajes más definitivos de sus cartas, vuelve al reclamo de su hermano sobre su pereza: "Estaría muy contento si pudieses ver en mí algo más que a un holgazán. Porque hay dos tipos de pereza contrarías entre sí. Hay el hombre que es holgazán por pereza y por falta de carácter y porque su naturaleza es vil.
"Pero está el hombre que es perezoso a pesar de sí mismo, que en su interior está consumido por un gran deseo de acción, pero no hace nada porque es imposible para él hacer algo, porque está como aprisionado en una jaula, porque no posee lo que necesita para volverse productivo. Sirvo para algo ¡sé que podría ser un hombre completamente diferente! Hay algo dentro de mí ¿qué puede ser?".
Y ejemplifica la necesidad insatisfecha que lo consume mediante este ejemplo: "Un pájaro enjaulado en primavera sabe muy bien que hay algo que debe hacer, pero no puede hacerlo ¿qué es? Se le presentan entonces algunas ideas y se dice a sí mismo: 'Los otros construyen sus nidos y ponen sus huevos y crían a sus pequeños' y golpea la cabeza contra las barras de su jaula, pero la jaula sigue allí y el pájaro enloquece de angustia.
"'Mira ese pájaro holgazán' dice otro pájaro que pasa: 'parece vivir a sus anchas'. Sí, el prisionera vive, ningún signo externo indica lo que ocurre en su interior. Tal hombre holgazán se parece a este pájaro holgazán. No siempre puede decirse qué es lo que nos mantiene encerrados, confinados, qué es lo que parece enterrarnos...¿Sabes qué es lo que le libera a uno de esta prisión? Es todo afecto profundo, el amor, esto es lo que abre la prisión mediante algún poder supremo, mediante alguna fuerza mágica. Me alegraría mucho si solamente fuese posible que tú me vieses como algo más que un holgazán del peor tipo".
Esta carta es decisiva. Al cabo de algún tiempo Van Gogh se hallará por fin en el camino de la creación a través de la pintura donde encontró por fin el modo de expresarse, ese hacer algo que lo angustiaba sin poder definir qué era.
Así descubrió para el mundo la posibilidad luminosa del color: investigó en numerosos lienzos las posibilidades cromáticas que lo condujeron a utilizar colores menospreciados por los pintores de su tiempo. Vincent Van Gogh vivió solamente 37 años y ese breve lapso le bastó para recorrer todos los caminos de la perturbación y de la sensibilidad artística.
Su amor, su sacrificio religioso, la expansión prodigiosa y extraña de su ego; en síntesis, su vida sólo interrumpida por él mismo es el reflejo de su pintura. De la obra de un hombre al que todo se le negó: las posibilidades económicas (su hermano Théo lo mantuvo muchos años), compañía y reconocimiento, pero que derramó frenesí para pintar su única obsesión: la vida, que, sin embargo, se obstinó en excluirlo de ella.
domingo, 4 de agosto de 2013
El fracaso de la economía
Las últimas cuatro décadas la historia del mundo ha sido una: la lucha de las sociedades contra la imposición neoliberal. Éste ha prevalecido pese al evidente fracaso intelectual de la teoría económica dominante, fundada, como hemos dicho en un post anterior, en supuestos sin sustento en la realidad. El principal --en palabras de Robert Skidelsky, el notable biógrafo de John Maynard Keynes-- en creer que su sistema económico es perfecto porque todos los agentes participantes disponen de información perfecta acerca del futuro, lo cual es evidentemente absurdo.
La causa principal de la presente crisis --sostiene el historiador-- se encuentra en el fracaso intelectual de la economía. Fueron las ideas equivocadas de los economistas las que legitimaron la desregulación de las finanzas que causó el desastre posterior. Es difícil transmitir el daño que ha hecho esta escuela dominante hasta hace poco.
Pocas veces con anterioridad --remata nuestro autor-- ha habido mentes tan brillantes dedicadas a ideas tan extrañas. La más disparatada, la que propugna que todos los participantes en el mercado tienen creencias correctas acerca de lo que pasará a los precios en un futuro infinito. Eso no es otra cosa que el elefante de las expectativas racionales que los economistas se tragaron, afirma.
Esa ideología es precisamente la que ha estado detrás de los fracasados programas gubernamentales aplicados en México desde que en 1982 llegó al poder Miguel de la Madrid y con él, el grupo de economistas formados en esas teorías: Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo, Herminio Blanco, Guillermo Ortiz, Santiago Levy, entre otros.
La siguiente generación, incluidos los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y ahora Luis Videgaray y el equipo económico alrededor de Enrique Peña Nieto, han sido y son fieles seguidores de las teorías económicas derrotadas por la realidad de una crisis que todavía no han sido capaces de explicar, y de la que no han podido salir porque no saben cómo hacerlo.
En los últimos 30 años México ha estado en manos de economistas de medio pelo adoctrinados en teorías que seguramente no entienden, pero que aplican dócilmente por el compromiso que adquirieron con los centros de poder estadounidense que los impusieron en los cargos de mando que desempeñaron.
No es casual por ello que de los cinco más recientes presidentes de México, incluido el actual, cuatro hayan sido impuestos por la fuerza mediante fraudes electorales, monumentales y evidentes en los casos de Salinas de Gortari, Calderón y Peña Nieto. Era preciso que fuera así.
A despecho de las supuestas formas democráticas del mundo libre (eufemismo con el que EUA designa a los países bajo su égida), era preciso imponerlos para que cumplieran el designio del exterior: abrir nuevos espacios de rentabilidad para el capital trasnacional, mediante el despojo de la riqueza nacional vía el programa privatizador conocido como reformas estructurales.
Merced a ese proceso ya se apoderaron de los bancos, de la minería, la electricidad --casi 60% de la energía que general el país es producida por particulares-- la producción agrícola, y ahora van por la joya de la república: la riqueza petrolera.
Una evidencia incontrastable del fracaso de las políticas neoliberales la aportó el pasado 29 de julio el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) al informar que en México 53.3 millones de personas (45.5% de la población) viven en la pobreza.
Pero si se suprimen los criterios de medición que introdujo la nueva metodología oficial a partir de 2008 (acceso a la alimentación, salud, seguridad social, educación, vivienda) y sólo se considera el ingreso, entonces esa cifra aumenta a 61.4 millones de pobres hasta 2012, es decir, más de la mitad de la población (52.3%).
Este es el saldo de 31 años de economía neoliberal y reformas estructurales: La imposición --mediante fraudes electorales-- de un sistema económico igualmente fraudulento que mantiene al país estancado y a su población empobrecida.
Esto lo sabe muy bien Luis Videgaray Caso, el secretario mexicano de Hacienda. Pero a él le pagan por jurar que el rey va vestido. Y en plena aceptación de ese papel lacayuno sale a decir:
"Sólo con la aprobación de más reformas estructurales, como la energética y la hacendaria, México podrá generar crecimientos económicos mayores que permitan a millones de mexicanos salir de la pobreza" (La Jornada, 30/VII/2013, p. 11). ¿Se dan ustedes cuenta?
La causa principal de la presente crisis --sostiene el historiador-- se encuentra en el fracaso intelectual de la economía. Fueron las ideas equivocadas de los economistas las que legitimaron la desregulación de las finanzas que causó el desastre posterior. Es difícil transmitir el daño que ha hecho esta escuela dominante hasta hace poco.
Pocas veces con anterioridad --remata nuestro autor-- ha habido mentes tan brillantes dedicadas a ideas tan extrañas. La más disparatada, la que propugna que todos los participantes en el mercado tienen creencias correctas acerca de lo que pasará a los precios en un futuro infinito. Eso no es otra cosa que el elefante de las expectativas racionales que los economistas se tragaron, afirma.
Esa ideología es precisamente la que ha estado detrás de los fracasados programas gubernamentales aplicados en México desde que en 1982 llegó al poder Miguel de la Madrid y con él, el grupo de economistas formados en esas teorías: Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo, Herminio Blanco, Guillermo Ortiz, Santiago Levy, entre otros.
La siguiente generación, incluidos los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y ahora Luis Videgaray y el equipo económico alrededor de Enrique Peña Nieto, han sido y son fieles seguidores de las teorías económicas derrotadas por la realidad de una crisis que todavía no han sido capaces de explicar, y de la que no han podido salir porque no saben cómo hacerlo.
En los últimos 30 años México ha estado en manos de economistas de medio pelo adoctrinados en teorías que seguramente no entienden, pero que aplican dócilmente por el compromiso que adquirieron con los centros de poder estadounidense que los impusieron en los cargos de mando que desempeñaron.
No es casual por ello que de los cinco más recientes presidentes de México, incluido el actual, cuatro hayan sido impuestos por la fuerza mediante fraudes electorales, monumentales y evidentes en los casos de Salinas de Gortari, Calderón y Peña Nieto. Era preciso que fuera así.
A despecho de las supuestas formas democráticas del mundo libre (eufemismo con el que EUA designa a los países bajo su égida), era preciso imponerlos para que cumplieran el designio del exterior: abrir nuevos espacios de rentabilidad para el capital trasnacional, mediante el despojo de la riqueza nacional vía el programa privatizador conocido como reformas estructurales.
Merced a ese proceso ya se apoderaron de los bancos, de la minería, la electricidad --casi 60% de la energía que general el país es producida por particulares-- la producción agrícola, y ahora van por la joya de la república: la riqueza petrolera.
Una evidencia incontrastable del fracaso de las políticas neoliberales la aportó el pasado 29 de julio el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) al informar que en México 53.3 millones de personas (45.5% de la población) viven en la pobreza.
Pero si se suprimen los criterios de medición que introdujo la nueva metodología oficial a partir de 2008 (acceso a la alimentación, salud, seguridad social, educación, vivienda) y sólo se considera el ingreso, entonces esa cifra aumenta a 61.4 millones de pobres hasta 2012, es decir, más de la mitad de la población (52.3%).
Este es el saldo de 31 años de economía neoliberal y reformas estructurales: La imposición --mediante fraudes electorales-- de un sistema económico igualmente fraudulento que mantiene al país estancado y a su población empobrecida.
Esto lo sabe muy bien Luis Videgaray Caso, el secretario mexicano de Hacienda. Pero a él le pagan por jurar que el rey va vestido. Y en plena aceptación de ese papel lacayuno sale a decir:
"Sólo con la aprobación de más reformas estructurales, como la energética y la hacendaria, México podrá generar crecimientos económicos mayores que permitan a millones de mexicanos salir de la pobreza" (La Jornada, 30/VII/2013, p. 11). ¿Se dan ustedes cuenta?
miércoles, 31 de julio de 2013
México, reformas y expectativas racionales
La crisis del mundo actual, incluido desde luego México, tiene un nombre: crisis de la razón. Esta derrota del "deber ser" tiene su raíz en el sistema económico que es la base de la irracional organización política y social que nos ha conducido al caos actual.
Se trata de un fenómeno de larga data. Ya en 1936, al fijar los fines de la Teoría Crítica (Escuela de Francfort), Herber Marcuse hacía notar que la vida está organizada de tal modo que el destino de los individuos depende del azar y de la ciega necesidad de incontroladas relaciones económicas y no --como debía ser-- de la programada realización de las posibilidades humanas.
En efecto, esas "incontroladas relaciones económicas" condujeron a la crisis financiera que inició en 2008 y cuyos efectos seguimos padeciendo en términos de desempleo, bajos salarios, hambre, pobreza, desigualdad, inseguridad y muerte.
Esa crisis fue producto de un engaño monumental que superó todos los límites de la razón y la inteligencia humanas y que sin embargo pudo imponerse merced a un arreglo institucional que incluyó gobiernos, instituciones académicas, universidades, economistas, empresas, inversionistas, especuladores e instituciones como la Fundación Nobel.
El engaño consistió en sostener que los mercados son naturalmente eficientes, que se autorregulan y que cualquier desequilibrio es rápidamente compensado sin la intervención de agentes externos, específicamente, sin la intervención del Estado.
Paradójicamente el modelo teórico que sustentó esta falacia se denomina Hipótesis de las Expectativas Racionales (HER), y Robert Lucas recibió el Nobel de Economía por sus "contribuciones" al desarrollo de estos modelos.
Esta hipótesis parte de un despropósito irracional: que mediante complejos modelos matemáticos es posible predecir el futuro y que la incertidumbre acerca del mismo puede ser suprimida. En otras palabras: que es posible estimar el riesgo futuro de cualquier inversión a partir de la información del presente y de las estadísticas del pasado, pues para eso existe la tecnología que permite ese tipo de modelaciones. Toda predicción así obtenida es válida e infalible.
Supone, además, que todos los agentes económicos usan en forma racional toda la información disponible del presente y del pasado para calcular si una inversión les puede reportar pérdidas o ganancias futuras. Y dado que todos buscan el máximo beneficio nadie actuará contra sus propios intereses mediante comportamientos irracionales que provoquen una crisis en el sistema.
De estos supuestos falsos se desprendió la falacia a la que aludimos: la Teoría del Mercado Eficiente (TME), según la cual los mercados se autorregulan, pues dada su racionalidad, ningún agente incurriría conscientemente en un riesgo nocivo y, si así ocurriera, el resto lo penalizaría y emprendería las acciones correctivas para devolver su homeostasis --estabilidad-- al sistema.
En ese mundo perfecto creado por los economistas de Chicago a los que pertenece Milton Friedman, las crisis económicas son impensables, pues tendrían que ser producto de hechos que no han ocurrido antes; es decir, de cosas que no existen en el pasado de donde se extrapolan los datos para predecir el futuro. Si no existieron ayer, tampoco existirán mañana, parece ser el razonamiento.
Pero como apunta Carlos Obregón (La crisis financiera mundial, Siglo XXI, México, 2011) la razón básica de la quiebra de un banco como Leheman Brothers --que desató el vendaval en 2008-- fue que la volatilidad de los mercados no se comportó como nada que se hubiera visto antes. Es decir, la realidad no se ajustó al modelo y "el riesgo resultó ser algo distinto de lo que habían descrito los diversos premios nobel que lo estudiaron".
En ese sentido --continúa Obregón-- Frank Knight y John Maynard Keynes tuvieron razón. Éste postuló una teoría de la incertidumbre según la cual el futuro no podía ser inferido a partir del pasado y por ello era necesaria la regulación de los mercados.
Knight, por su parte, definió el riesgo como incertidumbre no probabilística, como lo que se desconoce. Ese, decía, es el tipo de riesgo que caracteriza el futuro. Por tanto, no hay manera de modelarlo, como pretendían los Chicago boys.
Lo verdaderamente trágico de la Hipótesis de las Expectativas Racionales (HER) y todo el edificio de la teoría económica dominante que se construyó sobre esa base, es que fue parte de un engaño de unos economistas que lograron engañar al mundo.
Como ha escrito Robert Skidelsky (El regreso de Keynes, Crítica, Barcelona, 2009), la HER se planteó como solución a un problema abstracto: ¿Qué condiciones de conocimiento se requerirían para que los mercados fueran perfectamente eficientes? ¿Por qué habrían de querer los economistas que los mercados fuesen perfectamente eficientes? Porque, dirían ellos, tales mercados mejoran los resultados económicos (maximizan las ganancias).
"Si sabemos lo que es un milagro económico --escribe Robert Lucas, el creador de la HER---tendríamos que ser capaces de hacer uno". Y, en efecto, se avocaron a producir ese mundo platónico de eficiencia perfecta, para lo cual requerían de premisas inventadas, sin sustento en la realidad, pero que eran las que producirían su famoso milagro económico. Como se ve, un puro voluntarismo desprovisto de toda lógica.
Es verdad que casi todo el mundo material que conocemos existió antes en la idea o en la imaginación de alguien. Pero su concreción no fue producto de un capricho o de supuestos o herramientas abstractas. Incluso la teoría de la relatividad general de Einstein, si bien fue resultado sólo de cálculos mentales, debió ser corroborada con datos de la experiencia sensible.
Otro tanto puede decirse de la física cuántica, cuyos postulados muchas veces desafían nuestro sentido común, pero que han dado lugar a desarrollos tecnológicos que no hubieran sido posibles si no fuera cierto que la naturaleza subatómica se comporta de manera tan sorprendente, si sus inexplicables efectos hubieran sido producto sólo de la agitada mente de alguien, como nuestros inventores de la economía neoliberal.
Lo malo de todo esto es que estas teorías económicas, pese a su desprestigio por los reveses que ha recibido de parte de la realidad, sigan vigentes en países como México. Aquí las reformas estructurales que impulsa el gobierno de Enrique Peña Nieto están basadas en estos supuestos falaces de las expectativas racionales.
La reforma laboral plantea que si los empresarios no tienen que pagar altas primas de liquidación, entonces contratarán alegremente más trabajadores con lo que el desempleo se reducirá; la reforma financiera supone que si los bancos pueden embargar legalmente y rápido a sus deudores, entonces se animarán a dar mayores créditos, con lo que la economía crecerá; la reforma energética postula que si se enajena la renta petrolera a las compañías extranjeras, entonces habrá una inversión enorme que permitirá el crecimiento del país.
Todos esos supuestos que animan los argumentos oficiales no están fundados en otra cosa que en la fracasada hipótesis de las expectativas racionales. Se trata de teorías que ya han causado demasiados daños en el mundo, pero aquí nos las siguen vendiendo como la panacea que nos sacará del atraso.
Se trata de un fenómeno de larga data. Ya en 1936, al fijar los fines de la Teoría Crítica (Escuela de Francfort), Herber Marcuse hacía notar que la vida está organizada de tal modo que el destino de los individuos depende del azar y de la ciega necesidad de incontroladas relaciones económicas y no --como debía ser-- de la programada realización de las posibilidades humanas.
En efecto, esas "incontroladas relaciones económicas" condujeron a la crisis financiera que inició en 2008 y cuyos efectos seguimos padeciendo en términos de desempleo, bajos salarios, hambre, pobreza, desigualdad, inseguridad y muerte.
Esa crisis fue producto de un engaño monumental que superó todos los límites de la razón y la inteligencia humanas y que sin embargo pudo imponerse merced a un arreglo institucional que incluyó gobiernos, instituciones académicas, universidades, economistas, empresas, inversionistas, especuladores e instituciones como la Fundación Nobel.
El engaño consistió en sostener que los mercados son naturalmente eficientes, que se autorregulan y que cualquier desequilibrio es rápidamente compensado sin la intervención de agentes externos, específicamente, sin la intervención del Estado.
Paradójicamente el modelo teórico que sustentó esta falacia se denomina Hipótesis de las Expectativas Racionales (HER), y Robert Lucas recibió el Nobel de Economía por sus "contribuciones" al desarrollo de estos modelos.
Esta hipótesis parte de un despropósito irracional: que mediante complejos modelos matemáticos es posible predecir el futuro y que la incertidumbre acerca del mismo puede ser suprimida. En otras palabras: que es posible estimar el riesgo futuro de cualquier inversión a partir de la información del presente y de las estadísticas del pasado, pues para eso existe la tecnología que permite ese tipo de modelaciones. Toda predicción así obtenida es válida e infalible.
Supone, además, que todos los agentes económicos usan en forma racional toda la información disponible del presente y del pasado para calcular si una inversión les puede reportar pérdidas o ganancias futuras. Y dado que todos buscan el máximo beneficio nadie actuará contra sus propios intereses mediante comportamientos irracionales que provoquen una crisis en el sistema.
De estos supuestos falsos se desprendió la falacia a la que aludimos: la Teoría del Mercado Eficiente (TME), según la cual los mercados se autorregulan, pues dada su racionalidad, ningún agente incurriría conscientemente en un riesgo nocivo y, si así ocurriera, el resto lo penalizaría y emprendería las acciones correctivas para devolver su homeostasis --estabilidad-- al sistema.
En ese mundo perfecto creado por los economistas de Chicago a los que pertenece Milton Friedman, las crisis económicas son impensables, pues tendrían que ser producto de hechos que no han ocurrido antes; es decir, de cosas que no existen en el pasado de donde se extrapolan los datos para predecir el futuro. Si no existieron ayer, tampoco existirán mañana, parece ser el razonamiento.
Pero como apunta Carlos Obregón (La crisis financiera mundial, Siglo XXI, México, 2011) la razón básica de la quiebra de un banco como Leheman Brothers --que desató el vendaval en 2008-- fue que la volatilidad de los mercados no se comportó como nada que se hubiera visto antes. Es decir, la realidad no se ajustó al modelo y "el riesgo resultó ser algo distinto de lo que habían descrito los diversos premios nobel que lo estudiaron".
En ese sentido --continúa Obregón-- Frank Knight y John Maynard Keynes tuvieron razón. Éste postuló una teoría de la incertidumbre según la cual el futuro no podía ser inferido a partir del pasado y por ello era necesaria la regulación de los mercados.
Knight, por su parte, definió el riesgo como incertidumbre no probabilística, como lo que se desconoce. Ese, decía, es el tipo de riesgo que caracteriza el futuro. Por tanto, no hay manera de modelarlo, como pretendían los Chicago boys.
Lo verdaderamente trágico de la Hipótesis de las Expectativas Racionales (HER) y todo el edificio de la teoría económica dominante que se construyó sobre esa base, es que fue parte de un engaño de unos economistas que lograron engañar al mundo.
Como ha escrito Robert Skidelsky (El regreso de Keynes, Crítica, Barcelona, 2009), la HER se planteó como solución a un problema abstracto: ¿Qué condiciones de conocimiento se requerirían para que los mercados fueran perfectamente eficientes? ¿Por qué habrían de querer los economistas que los mercados fuesen perfectamente eficientes? Porque, dirían ellos, tales mercados mejoran los resultados económicos (maximizan las ganancias).
"Si sabemos lo que es un milagro económico --escribe Robert Lucas, el creador de la HER---tendríamos que ser capaces de hacer uno". Y, en efecto, se avocaron a producir ese mundo platónico de eficiencia perfecta, para lo cual requerían de premisas inventadas, sin sustento en la realidad, pero que eran las que producirían su famoso milagro económico. Como se ve, un puro voluntarismo desprovisto de toda lógica.
Es verdad que casi todo el mundo material que conocemos existió antes en la idea o en la imaginación de alguien. Pero su concreción no fue producto de un capricho o de supuestos o herramientas abstractas. Incluso la teoría de la relatividad general de Einstein, si bien fue resultado sólo de cálculos mentales, debió ser corroborada con datos de la experiencia sensible.
Otro tanto puede decirse de la física cuántica, cuyos postulados muchas veces desafían nuestro sentido común, pero que han dado lugar a desarrollos tecnológicos que no hubieran sido posibles si no fuera cierto que la naturaleza subatómica se comporta de manera tan sorprendente, si sus inexplicables efectos hubieran sido producto sólo de la agitada mente de alguien, como nuestros inventores de la economía neoliberal.
Lo malo de todo esto es que estas teorías económicas, pese a su desprestigio por los reveses que ha recibido de parte de la realidad, sigan vigentes en países como México. Aquí las reformas estructurales que impulsa el gobierno de Enrique Peña Nieto están basadas en estos supuestos falaces de las expectativas racionales.
La reforma laboral plantea que si los empresarios no tienen que pagar altas primas de liquidación, entonces contratarán alegremente más trabajadores con lo que el desempleo se reducirá; la reforma financiera supone que si los bancos pueden embargar legalmente y rápido a sus deudores, entonces se animarán a dar mayores créditos, con lo que la economía crecerá; la reforma energética postula que si se enajena la renta petrolera a las compañías extranjeras, entonces habrá una inversión enorme que permitirá el crecimiento del país.
Todos esos supuestos que animan los argumentos oficiales no están fundados en otra cosa que en la fracasada hipótesis de las expectativas racionales. Se trata de teorías que ya han causado demasiados daños en el mundo, pero aquí nos las siguen vendiendo como la panacea que nos sacará del atraso.
miércoles, 19 de junio de 2013
Assange y el soldado Manning
Este miércoles se cumple un año desde que Julian Assange, fundador de Wikileaks, se refugió en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia donde está acusado de delitos sexuales.
El australiano cree, con razón, que esa imputación es sólo una coartada, para que una vez en el país nórdico, éste lo entregue a Estados Unidos para ser juzgado y seguramente condenado a cadena perpetua o pena de muerte, por revelar en 2010 miles de documentos secretos que pusieron en jaque a la diplomacia estadounidense.
Aliado de Washington, Londres se niega a otorgar un salvoconducto al acusado para que pueda viajar al país sudamericano como asilado político, por lo que si pone un pie fuera de la embajada sería arrestado de inmediato por la policía que vigila las 24 horas la sede diplomática.
En tanto, el pasado 3 de junio inició el Consejo de Guerra contra Bradley Manning, el soldado de 25 años acusado de filtrar más de 700 mil documentos, videos de combate y otros datos clasificados al sitio de Internet Wikileaks, cuando servía en Irak entre 2009 y 2010, con lo que según la fiscalía afectó los intereses de EU.
El juicio, que se realiza en el Fuerte Meade, en Maryland, ha sido calificado como una farsa cuyo resultado condenatorio se conoce de antemano, por las condiciones desventajosas en que ha sido colocado el soldado.
Michael Ratner, presidente emérito del Centro por los Derechos Constitucionales (CDC), que representa como abogado a Julian Assange y Wikileaks, ha denunciado que la juez militar a cargo del proceso decretó que casi todas las preguntas y evidencias que la defensa presente sobre las intenciones del acusado son irrelevantes al caso.
Eso significa que, en los hechos, no podrá defenderse de uno de los principales cargos en su contra, pues los fiscales del gobierno intentarán probar que él tenía razones para creer que sus acciones ayudarían al enemigo.
También dispuso que dos docenas de testigos de cargo rendirán declaración a puerta cerrada. Muchos de estos testigos, afirma Ratner, hablarán sobre los documentos filtrados que están disponibles en todas partes menos en el tribunal, porque aún son considerados secretos por el gobierno.
La juez militar --denuncia el abogado-- también ha determinado que los documentos y transcripciones del tribunal, incluso sus propias decisiones, seguirán estado fuera del alcance de reporteros y del público en general.
Ratner informó que el Centro por los Derechos Constitucionales presentó ya una demanda contra la juez militar en un intento por hacer públicos los documentos del caso. "No podemos permitir que el gobierno se salga con la suya con estos torpes procedimientos diseñados para desalentar la cobertura informativa del más importante juicio en torno a procesos de Estado", dijo el abogado.
Y añade que "Bradley Manning enfrenta el más severo castigo infligido a una fuente informativa en este país porque la verdad misma se ha vuelto enemiga del Estado. Exponer la verdad acerca de la mala conducta del gobierno no es ser traidor; traición es dar la espalda a quienes dicen la verdad, como Manning".
El australiano cree, con razón, que esa imputación es sólo una coartada, para que una vez en el país nórdico, éste lo entregue a Estados Unidos para ser juzgado y seguramente condenado a cadena perpetua o pena de muerte, por revelar en 2010 miles de documentos secretos que pusieron en jaque a la diplomacia estadounidense.
Aliado de Washington, Londres se niega a otorgar un salvoconducto al acusado para que pueda viajar al país sudamericano como asilado político, por lo que si pone un pie fuera de la embajada sería arrestado de inmediato por la policía que vigila las 24 horas la sede diplomática.
En tanto, el pasado 3 de junio inició el Consejo de Guerra contra Bradley Manning, el soldado de 25 años acusado de filtrar más de 700 mil documentos, videos de combate y otros datos clasificados al sitio de Internet Wikileaks, cuando servía en Irak entre 2009 y 2010, con lo que según la fiscalía afectó los intereses de EU.
El juicio, que se realiza en el Fuerte Meade, en Maryland, ha sido calificado como una farsa cuyo resultado condenatorio se conoce de antemano, por las condiciones desventajosas en que ha sido colocado el soldado.
Michael Ratner, presidente emérito del Centro por los Derechos Constitucionales (CDC), que representa como abogado a Julian Assange y Wikileaks, ha denunciado que la juez militar a cargo del proceso decretó que casi todas las preguntas y evidencias que la defensa presente sobre las intenciones del acusado son irrelevantes al caso.
Eso significa que, en los hechos, no podrá defenderse de uno de los principales cargos en su contra, pues los fiscales del gobierno intentarán probar que él tenía razones para creer que sus acciones ayudarían al enemigo.
También dispuso que dos docenas de testigos de cargo rendirán declaración a puerta cerrada. Muchos de estos testigos, afirma Ratner, hablarán sobre los documentos filtrados que están disponibles en todas partes menos en el tribunal, porque aún son considerados secretos por el gobierno.
La juez militar --denuncia el abogado-- también ha determinado que los documentos y transcripciones del tribunal, incluso sus propias decisiones, seguirán estado fuera del alcance de reporteros y del público en general.
Ratner informó que el Centro por los Derechos Constitucionales presentó ya una demanda contra la juez militar en un intento por hacer públicos los documentos del caso. "No podemos permitir que el gobierno se salga con la suya con estos torpes procedimientos diseñados para desalentar la cobertura informativa del más importante juicio en torno a procesos de Estado", dijo el abogado.
Y añade que "Bradley Manning enfrenta el más severo castigo infligido a una fuente informativa en este país porque la verdad misma se ha vuelto enemiga del Estado. Exponer la verdad acerca de la mala conducta del gobierno no es ser traidor; traición es dar la espalda a quienes dicen la verdad, como Manning".
martes, 18 de junio de 2013
EUA, espionaje masivo
Nadie puede tenerlo todo y menos al mismo tiempo. Es la consigna que por estos días enarbola el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con la que pretende capear el temporal desatado tras las revelaciones de que su gobierno espía las comunicaciones telefónicas y la actividad en redes sociales (Apple, Facebook, Twitter, Yahoo, Youtube) de sus ciudadanos y de millones en el mundo, mediante el programa secreto PRISM.
"No se puede tener 100% de seguridad y cero inconvenientes", dijo Obama en lo que claramente es una justificación ante la abierta violación a las garantías de libertad de expresión y privacidad proclamadas en la Constitución que juró cumplir.
Todos los hombres del Presidente hacen esfuerzos por conducir el debate a un terreno de costo-beneficio: la libertad depende de un estado de vigilancia secreto, dicen. El mensaje admite sin ambages que la sobrevivencia del Poder lo justifica todo. Que está por encima de lo que ellos --ahora lo sabemos-- consideran entelequias, como la libertad y la privacidad.
Que el Leviatán --que según Hobbes acordamos crear los hombres para nuestra protección-- nos ha arrebatado el poder de decidir sobre su conformación y características y ahora es él quien nos controla. Que se ha convertido en un fin en sí mismo que vigila, espía y se protege de los sujetos a los que debería resguardar.
En efecto, la justificación de que se espía para proteger a la población contra actos terroristas es sólo la apariencia que ofrece el poder para encubrir el hecho capital de que todos somos considerados una amenaza potencial para sus intereses que, obviamente, ya no son los nuestros.
Glenn Greenwald, uno de los periodistas de The Guardian que divulgó la información sobre los programas de espionaje de comunicaciones, proporcionada por Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EUA, colocó el asunto en sus justos términos:
Así es, pero para interceptar un mensaje con material relevante en terminos de "inteligencia", se tienen que revisar 10 mensajes donde pueden enterarse acerca de lo que cree, siente o critica la ya no tan insignificante tía.
En todo caso, los doloridos familiares de las víctimas y los sobrevivientes del atentado del mes pasado en Bostón, se estarán preguntando por el verdadero sentido de espiar ciudadanos dizque para protegerlos cuando no se es capaz de evitar que dos casi adolescentes estallen explosivos en una concentración pública a plena luz del día.
Además de poner en evidencia el vasto e intrusivo sistema de espionaje de que se vale Estados Unidos para perpetrar su dominio económico, ideológico y militar, Edward Snowden, el joven de 29 años responsable de la filtración hizo algo más: desnudó nuevamente el hipócrita discurso estadounidense que proclama los valores de la democracia y del mundo libre, que incluyen el valor y la iniciativa personal que se requieren para cambiar al mundo.
Snowden cumplió con eso, pero ya lo buscan para castigarlo. La muy publicitada y políticamente correcta ideología estadounidenses de la superación personal insta a la gente a "tomar acción" para lograr "que las cosas sucedan".
Eso es exactamente lo que hizo el ahora perseguido: "Aprendí --dijo-- que no puedes esperar a que alguien más actúe. Había estado buscando líderes, pero me di cuenta que el liderazgo tiene que ver con quién es el primero en actuar".
El ex asistente técnico de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la contratista militar privada Booz Allen Hamilton hizo su trabajo. El resto, como él mismo ha dicho, corresponde a la sociedad: "Ahora tiene el poder de decidir por sí misma si está dispuesta a sacrificar su privacidad al estado de vigilancia". Veremos.
"No se puede tener 100% de seguridad y cero inconvenientes", dijo Obama en lo que claramente es una justificación ante la abierta violación a las garantías de libertad de expresión y privacidad proclamadas en la Constitución que juró cumplir.
Todos los hombres del Presidente hacen esfuerzos por conducir el debate a un terreno de costo-beneficio: la libertad depende de un estado de vigilancia secreto, dicen. El mensaje admite sin ambages que la sobrevivencia del Poder lo justifica todo. Que está por encima de lo que ellos --ahora lo sabemos-- consideran entelequias, como la libertad y la privacidad.
Que el Leviatán --que según Hobbes acordamos crear los hombres para nuestra protección-- nos ha arrebatado el poder de decidir sobre su conformación y características y ahora es él quien nos controla. Que se ha convertido en un fin en sí mismo que vigila, espía y se protege de los sujetos a los que debería resguardar.
En efecto, la justificación de que se espía para proteger a la población contra actos terroristas es sólo la apariencia que ofrece el poder para encubrir el hecho capital de que todos somos considerados una amenaza potencial para sus intereses que, obviamente, ya no son los nuestros.
Glenn Greenwald, uno de los periodistas de The Guardian que divulgó la información sobre los programas de espionaje de comunicaciones, proporcionada por Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EUA, colocó el asunto en sus justos términos:
La manera en que deben funcionar las cosas es que nosotros deberíamos saber casi todo lo que ellos hacen: por eso se llaman servidores públicos. Ellos deberían saber casi nada de lo que nosotros hacemos: por eso nos llamamos individuos privados. Esta dinámica ha sido radicalmente revertida. Ahora ellos saben todo lo que hacemos...Mientras nosotros sabemos cada vez menos lo que ellos hacen.En un intento por minimizar el alcance de los programas secretos de espionaje contra la población, el ex vicepresidente republicano Dick Cheney dijo que no se trata de obtener información sobre lo que hace la tía Fanny o quien quiera que sea. "Así no funcionan las cosas".
Así es, pero para interceptar un mensaje con material relevante en terminos de "inteligencia", se tienen que revisar 10 mensajes donde pueden enterarse acerca de lo que cree, siente o critica la ya no tan insignificante tía.
En todo caso, los doloridos familiares de las víctimas y los sobrevivientes del atentado del mes pasado en Bostón, se estarán preguntando por el verdadero sentido de espiar ciudadanos dizque para protegerlos cuando no se es capaz de evitar que dos casi adolescentes estallen explosivos en una concentración pública a plena luz del día.
Además de poner en evidencia el vasto e intrusivo sistema de espionaje de que se vale Estados Unidos para perpetrar su dominio económico, ideológico y militar, Edward Snowden, el joven de 29 años responsable de la filtración hizo algo más: desnudó nuevamente el hipócrita discurso estadounidense que proclama los valores de la democracia y del mundo libre, que incluyen el valor y la iniciativa personal que se requieren para cambiar al mundo.
Snowden cumplió con eso, pero ya lo buscan para castigarlo. La muy publicitada y políticamente correcta ideología estadounidenses de la superación personal insta a la gente a "tomar acción" para lograr "que las cosas sucedan".
Eso es exactamente lo que hizo el ahora perseguido: "Aprendí --dijo-- que no puedes esperar a que alguien más actúe. Había estado buscando líderes, pero me di cuenta que el liderazgo tiene que ver con quién es el primero en actuar".
El ex asistente técnico de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la contratista militar privada Booz Allen Hamilton hizo su trabajo. El resto, como él mismo ha dicho, corresponde a la sociedad: "Ahora tiene el poder de decidir por sí misma si está dispuesta a sacrificar su privacidad al estado de vigilancia". Veremos.
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